Buscar este blog

jueves, 2 de agosto de 2007

Postales pedagógicas: El talento


Vía: Siroga

Si el talento (o la creatividad o la capacidad crítica o la autonomía personal) pudiera ser enseñado se vendería en fascículos y para adquirirlo bastaría con seguir un procedimiento reglado más o menos algorítmico. No sería un aprendizaje esencialmente diferente del requerido para -¡qué se yo!- hacer un barco con palillos o aprender a conducir un coche. Pero resulta que, nos guste o no, el talento surge de manera caprichosa entre los hombres. Tanto es así que los griegos utilizaban el término "enthousiasmós" (transporte, inspiración, posesión divina) para referirse al milagro de la inspiración, en el cual uno -sólo uno- es transportado por una fuerza divina a lugares que la mayoría de los mortales somos incapaces de imaginar. Bien sea porque los dioses quieren a unos más que a otros o porque "quod Natura non dat, Salmantica non praestat", lo cierto es que somos diferentes respecto a aquellas capacidades que se consideran superiores. En lugar (o además) de lamentarnos de lo antojadiza que es la fortuna, debiéramos aprovechar las diferencias para poner a trabajar a los mejores al servicio del bien común, abriendo de verdad los puestos relevantes al talento de cada uno (despreciando los relumbres y patinas de influencias, recomendaciones o apellidos). Este debería ser uno de los cometidos principales de la educación. Pero resulta que en la escuela nos negamos a aceptar las diferencias de cualidad entre los alumnos, y tendemos a reducirlas a diferencias de ritmo de desarrollo. Quizás la escuela, como institución, es capaz de autoengañarse; pero el alumno, no. Y la sociedad civil, menos. ¡Y no digamos nada del profesor que se ha pasado media vida profesional buscando de cursillo en cursillo recursos para formentar el entusiasmo!

8 comentarios:

  1. Va a parecer que estamos montando un crowdsourcing anti-sistema-educativo; pero parece que el tema cunde. Hablas de equidad versus igualitarismo que, como probablemente todos los -ismos, es capaz de sacrificar lo que sea por su fin absoluto, en este caso una igualdad sólo alcanzable por los mínimos comunes.

    La educación va camino de convertirse en un homogeneizador sistemático y eso sólo se puede hacer rebajando. Ya se sabe: "del suelo no pasa".

    Preciosas imágenes.

    ResponderEliminar
  2. Siempre estoy a vueltas con lo mismo, pero ahí radica la diferencia entre educar (y su elocuente etimología) y (uni)formar.

    Charlando sobre esto hace unos años con mi padre, me comentaba que, con el actual sistema de valores y el consiguiente modelo educativo, al que "valía", al que se le consideraba con talento, lo encaminaban a estudiar una carrera "con futuro", consiguiendo con ello que cada día hubiera menos buenos carpinteros, buenos panaderos o buenos mecánicos.

    Pero no nos engañemos, la gente no es imbécil (o quizás sí, pues ahí también radica el problema) y se escandaliza si tiene que pagar a un carpintero a 60€ la hora, cuando no le va a sorprender desprenderse de 150€ por un abogado. Lo queramos o no eso, el dinero, es la medida del valor que le damos a las cosas.

    ResponderEliminar
  3. Siempre he pensado, querido Gregorio, que el verdadero conocimiento e inlcuso la verdadera investigación, se han hecho siempre (siempre), fuera de la escuela. Porque la escuela uniformiza (porque en su ideología todos deben aprender las mismas cosas, todos tienen derecho al conocimiento y por tanto, el conocimiento imparttido es el que puede asimilar la mayoría). Las víctimas de este pensamiento, por otro lado, comprensible, son los talentosos, Pero fuera de la escuela, los talentosos, los curiosos, leen y se enseñan, e investigan y piensan. El aprendizaje, afortunadamente, sólo comienza en la escuela, no termina en ella.
    Abrazos.

    ResponderEliminar
  4. Salvador Cardús, a quien aprecio sinceramente, sostiene que la escuela es la única institución mantenida con dinero público que se dedica aponer en cuestión el sentido de todo lo institucional. Yo añado que actúa también completamente de espaldas a los valores efectivos que funcionan en la sociedad. Y nuestros alumnos y sus padres lo saben.

    ResponderEliminar
  5. No dejaría de ser curioso que el talante acabara por matar a su hermano el talento ... paradojas de la vida.

    ResponderEliminar
  6. Don Gregorio, me da usted su vendición. Diga que sí :)

    Y ahora le leo... que siempre le leo pero nunca le digo nadha ;)

    Estoy probando el alcance de la Red y necesito un poco de Magia bloggeril para cierto asunto de altos vuelos y bajos vértigos... pero ademas vengo a decirle que no sé si las de la mística subirán los audios de su Orgía de ayer pero también hablamos nosotras del café de Ocata en nuestra particular terraza, aunque no la noche de San Xuan :))

    Pero esos audios no todos deben audirlos los oidos de los niños buenos.. se advierte... y ya le digo no sé si los subirán... pero se confiesa kasandra. Bueno, en realidad alguien lee su diario y por ahí andan las enseñanzas de usted.. Tauropolos. Que de eso si me cosqué yo.

    Haya paz, alas de sobra y buen rollo.

    Muchos besos esperando no abusar :)8

    (el 8 significa algo así como ''demasiado'')

    ResponderEliminar
  7. Cierto. En educación, como en tantas actividades humanas, se castiga la eficacia i la brillantez.

    ResponderEliminar
  8. Este es ese legado del que yo hablaba antes... que preciosa esa palabra :)

    Es una de mis preferidad. Yo soy una entusiasta :)

    más bss

    ResponderEliminar

Un amor perdurable a fuerza de no serlo

I En las últimas décadas del siglo XIX vivió en Oviedo un hidalgo llamado don Pepito Alegre, considerado unánimemente como «cumplido caballe...