Buscar este blog

lunes, 6 de agosto de 2007

Sobre el arte (en agosto) II

Win Delvoye, "Cinderelle", 2006
Vía: Paris-Art

¿Es arte todo aquello que el hombre de gusto señala como arte?

Gracián parece haber ser el primero en hablar del "buen gusto" como algo propio y exclusivo de ciertas personas cultivadas, liberadas de toda vulgaridad. Siguiendo esta idea en la Europa del XVII triunfa la figura del “hombre de gusto”, que estaría dotado de un 'sexto sentido' para percibir el 'point de perfection' característico de la obra de arte. En "Les Caractères" de La Bruyère el subjetivismo elitista del hombre de gusto se muestra ya plenamente instalado en la sociedad.

Leibniz: "No podemos conocer racionalmente la belleza. Lo que no significa, sin embargo, que no podamos conocerla en absoluto. Se basa en el gusto. Eso aclara lo referente a si una cosa dada es o no bella, aunque no pueda explicarse por qué lo es. Algo parecido sucede con el instinto".

El buen gusto del hombre de gusto sería el único capaz de captar, admirar y respetar el buen gusto del artista. A. L. Muratori (1672-1750) definió al hombre de gusto como “luz nobilísima” y Batteux como “éclair de lumière” .

Petrarca había definido a la belleza como un "non so ché", ahora se la definirá como un "je ne sais quoi". El hombre de gusto es el que siente de forma verdadera este "ne sais quoi". En esta dirección, Feijoo definió la naturaleza del placer que proporciona la belleza como “el no sé qué que agrada”.

Pero si el arte depende del buen gusto del hombre de gusto, entonces tendremos que darle la razón a Somerset Maugham, de quien nadie pondría en duda su buen gusto, cuando escribe: "Nadie ha podido explicar nunca porqué el templo dórico de Paestum es más bello que un vaso de cerveza fría" (Cakes and Ale, XI).

7 comentarios:

  1. Aunque intentes jusificarlo, debes asumirlo; no pasa nada.
    Todos sabemos que tu ideal de belleza femenina es Cristina Almeida.

    ResponderEliminar
  2. ¡Esa segregación natural de perversidad de sus glándulas éticas siempre me han hecho sospechar que detrás de usted hay exactamente lo que aparenta en la superficie: alguien de muy poco fiar!
    Yo, que he estado en los brazos de su alcaldesa, podría hablarle de otras perversiones estéticas. Todo llegará...

    ResponderEliminar
  3. "Las caras trabajadas por el tiempo, ciertos crepúsculos y ciertos lugares, quieren decirnos algo o algo dijeron que no hubiéramos debido perder, o están por decir algo; esta inminencia de una revelación, que no se produce, es, quizá el hecho estético"
    Borges.
    Sería bello que así fuese.

    ResponderEliminar
  4. ¡Magnífico Borges, Joseph t!Me apunto, emocionada, esta cita. A resaltar "que no se produce" y ahí está la estética precisamente, en este no lugar que, encima, hemos perdido.

    Lola

    ResponderEliminar
  5. Joseph, Lola: Hace tiempo que vengo sosteniendo que al estética y, especialmente la pintura, tiene más que ver con el tiempo (con una manera específica de presentar la inminencia) que con el espacio. O, si se quiere, utiliza el espacio con una voluntad temporal. Ninguno de los profesores de arte o de estética que conozco me ha hecho nunca ni el más mínimo caso.
    Sí, Borges tiene razón.

    Aquella "inquietante extrañeza" (Das Unheimliche)de la que hablaba (Lola, lo admito, aquí acertó plenamente) Freud es una conmoción del alma, y por lo tanto, del tiempo (del tiempo que nos vive).

    ResponderEliminar
  6. Yo no se porque , me viene a la mente la estetica del feismo en arte , faunos , ciclopes minotauros ....el arte los representa de forma hermosa , y asi se nos hace aceptable , el arte representa bellamente la horrible fealdad ...

    ResponderEliminar
  7. Hay buenos gustos que merecen palos. Me gusta lo de Somerset Maugham. Pero quien sabe, quizá un artista moderno coloque un vaso de cerveza en un entorno como el Macba, por ejemplo, y se considere más bello que el templo. Pasan cosas tan raras.

    ResponderEliminar

Las águilas no cazan moscas

 I Respuesta de Rémi Brague al periodista que le pregunta cómo logra un estilo tan claro: «El bolígrafo rojo de mi mujer» II Viaje casi relá...