Bacallà Salat, mi gata, me mira perpleja. No se acaba de creer que vaya a colgar esta imagen tan morbosa en El Café de Ocata. Le he dicho que llevo varios días evitándola, pero que no tengo otro medio de librarme de la tentación que cayendo en ella. Bacallà Salat, aquí al lado, tumbada como siempre sobre la alfombrilla del ratón, me mira escéptica. "Quizás -le digo- debiera acompañar la imagen con un texto que justificara o al menos diera un poco de empaque a mi capricho." Bacallà Salat se alza y me echa una última mirada, antes de alejarse, orgullosa. Sé que lo hace para que me sienta un poco culpable. Pero muy poco. La verdad es que no hace mucho aún que la muerte era otra cosa. Aún no se había convertido en algo obsceno que hay que ocultar a toda costa de la mirada de los niños, como antes se ocultaba el sexo. No hace mucho, tampoco, que los médicos fumaban como condenados a muerte disfrutando de su calada postrera. Recuerdo una consulta envuelta en la neblina del humo del doctor, que tenía sobre la mesa un cenicero monumental en el que no cabía ni una mota más de ceniza. Pero en aquellos tiempos se podía con tranquilidad dar dos golpecillos al cigarrillo y permitir elegantemente que la ceniza cayera al suelo con la levedad de un copo de nieve. No hace mucho que el fumar a escondidas era el primer vicio solitario de los niños. El primer rito de paso.
Y como todo el mundo fumaba como poseso -¡qué delicia!-, en las consultas de los médicos, además de cenicieros rebosantes (iba a poner ¡de salud!), había -mi perversidad infantil se balanceaba entre la fascinación y el asco, sin claros distingos-, había, pues, unos platitos hondos, algunos de lujo (porcelana...), para escupir dentro. Escupideros, creo que se llamaban. 'Qué tiempos!
ResponderEliminarLola
Bueno, la hipocresía de la idea de la muerte es infinita.
ResponderEliminarMientras desde USA se puso de moda prohibir el cigarro por nocivo, la Asociación Nacional del rifle sigue pimpante en el país en el que se originó la moda del antitabaquismo; en USA un niño de 13 puede comprar rifles de mira telescópica con los resultados que ya conocemos, la industria armamentística mundial se frota las manos con las guerras que asolan el planeta y nadie se echa las manos a la cabeza cuando estallan coches bomba en Bagdad.
Así es la cosa.
Yo tengo a muchos de mis antepasados -los que ya sólo son osamentas- en cajas de tomates.
ResponderEliminarEs que ya no cabían en nuestra esquinita del cementerio. Así que mi tía para no tenerles desparramados por el suelo los puso ordenaditos en cajas de tomate con una etiqueta colgando en la que se le su nombre y esas cosas.
Se supone que tendríamos que haber dignificado un poquito el pudridero ese pero así es más futurista.
Si se convierte algo tan natural como la muerte en una obscenidad que hay que esconder, se nos puede meter miedo con ella. A partir de ahí serán mucho más efectivas las campañas contra el tabaco, contra el alcohol, contra las grasas saturadas y el colesterol (con lo rico que está) y para promover hábitos saludables como el de sudar la camiseta corriendo en una cinta.
ResponderEliminarComo decía el chiste, no viviremos más, pero se nos hará más largo.
El fumar, en principio era como los incensarios o el botafumeiro;:cumple una función de profilaxis y de limpieza, como los petardos: el humo del cigarro y el cigarro evitan que los miasmas entren en contacto con los médicos, por eso fumaban, y por eso deberían seguir haciéndolo.
ResponderEliminarYo cuando he estado en escenarios de catástrofes con descomposicion nunca me quito el cigarro de la boca; son cosas de aprendizaje, cultura y sabiduría que se pierden mor del relativismo.
¿a que hoy has aprendido algo?
P.D. En los ascensores suelo encender cigarros, no por tocar los cojones, sino porque la gente no se lava habitualmente, se perfuman fatal o lo que sea pero así evito esnifar su repugnante olor.
Ignacio, tu comentario me ha hecho recordar una vieja reivindicación silenciosa de las mías.
ResponderEliminarSe trata de los restaurantes en los que no dejan fumar (algo que respeto, siempre que tengan un espacio para poder encender mi cigarrillo del café), pero que en cambio permiten la entrada a las señoras-mofeta que van dejando a su paso un rastro de penetrante perfume. Si uno tiene la mala fortuna de sentarse junto a una de ellas, debe renunciar a los aromas de su plato, pues ese perfume acapara todo el ambiente.
El primero, Luri? Usted cree?
ResponderEliminarComo veo que estais un poco pasados de rosca, haré una aportación similar. Si la gente deja de fumar, moriran menos por bronquitis y cancer, aumentara la edad de la población, esto costara muchisimo en pensiones, atención a gente mayor y durante mas tiempo, en fin un verdadero desastre financiero y no digamos lo que dejara de ingresar el estado en concepto de impuestos.
ResponderEliminarNo quiero el mal a nadie, pero dejar de fumar es un desatre, para los no fumadores!
Glauka:
ResponderEliminarMe importa una mierda la SS. Yo dare diez minutos de molestias; los que no fuman, años.
Y lo que es mas grave:
condicionas mi vida a que el sistema se forre a mi costa, a mecanizarme.
¿me condenas al aburrimiento?
Con lo que me gusta no beber, sino alcoholizarme, fumar, y demás cosas que me enseñó la kamarada Seminova.
No dedicare mi vida al aburrimiento por un estúpido marasmo social milenarista timorato.
Lola: Es que fumar era sobre todo una estética. Si supiera que no me iba a leer ningún familiar suyo te contaría las escatologías flemáticas de mi maestro de escuela y su escupidera. Nadie jamás tendrá más puntería que él escupiendo a varios metros de distancia, dirigiendo certeramente su escupitajo entre los alumnos hasta la escupidera. ¡Cómo lo admirábamos por eso!
ResponderEliminarGabriela: Quizás esa diferencia de conducta tenga que ver con alguna enmienda constitucional.
ResponderEliminarTumbaíto: Yo tengo una imagen fantástica de usted que esta confesión no hace sino agrandar.
ResponderEliminarArrebatos: La relación con el difunto era en mi infancia una dramatización familiar de una despedida. Los roles de las mujeres, de los hombres y de los niños estaban perfectamente bien definidos. Y sin leer a Heidegger todos sabíamos que el hombre es un ser para la muerte. Hoy la muerte se ha higienizado, apartado, enfriado y, sobre todo, distanciado.
ResponderEliminarDon Ignacio: Siempre aprendo cosas con usted.
ResponderEliminarFerrancab: En mi infancia, sí. O eso es lo que me parece recordar. Había otras muchas actividades que los niños realizábamos a escondidas, pero la del robo del primer cigarrillo tenía algo de gesto prometeico. ¡Qué mal sabía! ¡Y con qué valor superábamos el trance!
ResponderEliminarGlauka, no te amilanes. Si alguna vez tienes que operar a Ignacio, ya sabes del tiempo de que dispones: 10 minutos.
ResponderEliminarIgnacio se equivoca, yo tambien creo que todos tenemos la libertad de hacer lo que nos plazca, mientras no fastidiemos al proximo, incluso como morir.Mi reflexión era puramente economicista, para demostrar la hipocresia del sistema. El estado aconseja no fumar, pero no cierra las tabacaleras, porque necesita recaudar impuestos, ¿ no es esto una doble moral? Los medicos aconsejan no fumar, es cierto, las enfermedades que produce el tabaco son multiples, penosas y cuestan mucho dinero, pero si la gente alarga su vida media esto economicamente, no abra quien lo aguante.
ResponderEliminarYo no condeno a nadie al aburrimiento, simplemente era una reflexión y lo de los 10 minutos y nada mas olvidese, la vida no es asi. Ah! de los que contribuyen mas a las arcas del estado son los fumadores!!!!!!Pagar y consumir pocos recursos siempre es un mal negocio para el individuo. El qu menos consume es el muerto y perdone la expresión un poco dura, pero es asi.
Si es que fumes o no fumes, la vida mata. Por cierto eso de la estética del fumar es cierto, siempre quise ser mujer fatal pero al no gustarme fumar -aunque lo intenté- no llegué a nada.
ResponderEliminarJulia, pero ahora han conseguido que pase justo al revés. No hay nada más cutre, menos glamuroso, que esos corrillos, o soledades, compulsivos a las puertas de oficinas, sobre todo a media mañana. Los ojos les delatan, ya empieza a trabajar el sentimiento de culpa y de verguenza, es decir la antítesis del erotismo.
ResponderEliminar¡Ah, el primer cigarrillo a escondidas, emulando el aplomo y la naturalidad de los padres! ¿Y nuestros adolescentes, pobrecicos? Porque también fuman y también a escondidas pero sin ningún referente sano.
Lola
Lola