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viernes, 31 de agosto de 2007

Blogday 2007

En el cada vez más repleto calendario internacional de fiestas laicas, el 31 de agosto está reservado para el "BlogDay". Se supone que todos los navegantes de la red deberíamos señalar en el mapa de nuestras derivas internáuticas cinco puertos protegidos y que brindan buena acogida a los visitantes. Claro está que el mapa de mis puertos preferidos está bien claro aquí, a la derecha, bajo el epígrafe de "Blogadiciones varias". Ahí están un buen número de amigos. ¿Es excesiva la palabra? Quizás, pero hoy estamos de fiesta y podemos permitirnos ciertas licencias emotivas. A estos amigos les he ido cogiendo cariño de una manera completamente inesperada cuando puse en marcha este café con intenciones (lo confieso) más narcisistas que dialógicas. A todos los amigos, pues, felicidades y, sobre todo, gracias.

Pero puestos a resaltar algunos nombres, para cumplir con la liturgia del día, voy a detenerme en cuatro blogs que han tenido para mí un significado especial últimamente, son los siguientes:

Piedras de sopa, de Pierrot.

Globalizado, de Juan Arellano.

Océano de Mercurio, de Andrés Paredes.

No sabe, no opina, de Gastón.


Estos cuatro blogs coinciden en ser peruanos, lo que pone de manifiesto que, en el fondo, cuantos nos dedicamos a navegar por la red formamos parte de una nueva patria emergente, que vete a saber qué futuro tendrá. Pero no están aquí por eso, sino porque gracias a ellos he podido disponer de una información viva, directa, honesta y, desde luego, emotiva, del trágico terremoto que ha sacudido recientemente a su país. En este sentido los cuatro ponen de manifiesto que se puede blogear para algo más que para dedicar con el propio ego un brindis al sol. A los cuatro, un abrazo.


Añadido a las 21:09

En este señalado día me ha parecido adecuado adjuntar al post el listado de las diez palabras clave de búsqueda más usadas para llegar al Café de Ocata, son por orden de frecuencia, las siguientes:

  1. el café de ocata
  2. café ocata
  3. café de ocata
  4. gregorio luri
  5. valerie solanas
  6. definición de filosofia
  7. el café de ocata junger
  8. la vaca socrática
  9. hasidim
  10. ocata

Si tuviese un fiel Tigelino a mano, cual Nerón le pediría que me acercase una copa de oro para derramar en ella una lágrima, una sola, pero oceánica. Acabaré soñando con la vaca socrática.

jueves, 30 de agosto de 2007

CSNY y lo mejor de la vida

Una de las canciones de mi vida, de cuando Dios era, de manera tan elemental como notable, Uno y Cuádruple y yo justo había cumplido 19 años. Aquí estoy, oyéndola una y otra vez, mientras el tren que trae a mi mujer desde Pamplona llega a la estación de Sants (aventura que, tal como están las cosas, no carece de riesgos):


CSNY - Ohio '74

"Se sentirá desgraciado hasta que descubra que lo mejor de la vida es aquella taza de hierbaluisa que bebe junto a la chimenea encendida en compañía de la persona estimada mientras en el jardín las hojas muertas se arremolinan con el viento del otoño" (De "Incerta glòria", claro).

miércoles, 29 de agosto de 2007

Teoría sobre el beso en plenilunio

Quizá sea conveniente una explicación preliminar: Hay plenilunio sobre el mar de Ocata y la luna, puñetera, incordiona, malintencionada, sobre el mar riela. Pero yo estoy de Rodríguez, alimentándome de granizados de limón (con o sin hojitas de menta, dependiendo del estado de ánimo). Dicho esto, pasemos al tema:

Vía: Fresqui

Lo dice Soleràs, uno de los personajes de "Incerta glòria": "Cuando un hombre y una mujer se besan lo único que hacen es unir sus tubos digestivos por el extremo superior". A esto es a lo que me refiero cuando sostengo que la naturaleza es rematadamente cínica. El cinismo, y no las matemáticas, señor Galileo, es el lenguaje con el que Dios hizo el mundo.


La ironía nació con la humanidad, es decir, cuando la naturaleza se retiró un paso de sí misma para contemplarse con cierta distancia. Y, en el fondo quizás se reduzca todo a eso: a creer que es ironía lo que sólo es cinismo.



Y, para acabar: Bien pudiera ser que el arte sólo fuera ironía de la ironía.

Pobres chicas, las que tienen que servir.

Esta es buena: “Con un hombre –ha declarado Rosa Regás a EFE tras su forzada dimisión de su puesto de Directora de la Biblioteca Nacional- no se habrían atrevido a esta operación de acoso y derribo, haga lo que haga una mujer siempre es para mal. Lo mismo lo hace un hombre y es para bien".

Dejemos de lado cómo se tomará estas palabras la vivepresidenta. Lo que objetivamente significan es que el ministro de cultura, que ha empujado sin demasiadas complacencias a Rosa Regás al precipicio de esta decisión, es (por lo que parece) un machista, un cobarde y un gallina que sin hacer caso al esplendor de la gestión de la directora de la Biblioteca Nacional, la ha fulminado haciendo caso de las críticas que se han dirigido contra ella por el mero hecho de ser mujer.

Fíjense ustedes si tengo buena fe que hasta estaba dispuesto a creerme a esta mujer si, a continuación, se hubiese lamentado de cómo viene sufriendo el desprecio masculino desde su juventud. Podría haber aducido, perfectamente, aquel grito de guerra de la “gauche divine” barcelonesa, que no era “¡Muera Franco!” o cualquier otro que pudiera cabrear a la policía, sino el mucho menos épico “¡Rosa Regás, qué buena estás!”. ¿Por qué no se queja de que esta fue la primera persecución machista de la que fue objeto en su vida, por mucho que los acosadores verbales fueran un Carlos Fuentes, un Gabriel García Márquez, un Carlos Barral o un Vázquel Montalbán? ¿Por qué nadie (que se sepa) se dirigió a su hermano Oriol, el del Bocaccio, templo de la progresía lustrosa barcelonesa, de esta misma manera? Está clarísimo: ¡Porque era hombre!

Esa actitud de blindarse tras la propia condición femenina para proteger la incompetencia es indigna siempre, pero es indignísima si quien se quiere proteger tras un sofisma tan burdo es la ex Directora de la Biblioteca Nacional nombrada por un gobierno que se jacta (o se jactaba) de hacer de la paridad un criterio moral preferible a cualquier criterio de eficiencia.


Y ahora la frase del día de “Incerta glòria”, que nada tiene que ver con lo anterior, pero así le doy un poco de altura al post:
“Quizás la pasión es un misterio de crueldad. ¡No hay placer comparable al de hacer sufrir al ídolo para vengarnos de la adoración que nos inspira”

martes, 28 de agosto de 2007

Visto que... (por seguir con el eclecticismo)

Visto que la vida es una amalgama rarísima de tragedia y comedia, decido añadir esta imagen publicitaria al debate sobre la castración química que nos ocupó en anteriores post. Y, de paso, adjunto un prueba suplementaria a la cuestión de la pluralidad de prótesis antropológicas.

Ración (inevitable) de "Incerta glòria" (si comenzáis a sospechar que me estoy haciendo pesado con esta novela, lo siento por vosotros):

"Visto que en la vida existen tantas cosas sin sentido, ¿Por qué no habría de existir Dios?"

Un post demasiado ecléctico

Las noticias del día empujan a escribir necrológicas. Y, tras varios ensayos, he descubierto que escriba lo que escriba, será una necrológica. Pero, si ha de serlo, quiero que recoja la extrañeza de la mirada humana ante el mundo. Esa extrañeza decía Aristóteles que era la fuente de todo filosofar.



Comienzo recogiendo la extrañeza de la extrañeza a partir de algunas reproducciones de la maravillosa pintura rupestre levantina, que a mi modo de ver merecería estar conservada en condiciones mejores. Constituye, fuera de toda duda, un patrimonio de la humanidad. ¿Qué es lo que nos subyuga de estas imágenes, además, obviamente, se su belleza formal? Quizás que son los primeros testimonios de un hombre que se aleja del mundo, de su directa inmediatez, para observarse a sí mismo actuando en él. En esa distancia está el origen de la ironía necesaria para crear la cultura.


El sexo, la caza, la carrera... Ortega decía que en estas acciones nos encontramos con el fondo de todas las formas de la vida feliz.







Por cierto, ¿exagero mucho si sugiero que existe una cierta continuidad formal entre las imágenes de la cerámica ibérica, las menos helenizadas, y la pintura rupestre levantina? Parece que en el mundo ibérico el ciervo tenía un simbolismo muy especial: era un animal psicopompo, es decir, encargado de transportar las almas de los muertos al más allá. Tal como el Hermes griego. Algún día me armaré de imprudencia y os contaré como a mi parecer este es también el origen de Orfeo. Lo que los griegos helenizaron dotándolo de una forma humana era posiblemente para los antiguos tracios un ciervo sagrado.


- ¿Me quieres hacer creer que también bebe para olvidar?
- ¿Por qué no no? Hay frases que si se convierten en fórmulas es precisamente porque responden a realidades.
- Bah... ¿Y el comandante?
- Una bellísima persona.
- Eso no lo discute nadie, Cruells, lo que querría saber es si también bebe para olvidar.
- ¡Pues estar bien seguro! Todos los que beben lo hacen para olvidar.
- ¿Olvidar el qué?
- Generalmente ya no se acuerdan.
Me lo decía con absoluta seriedad. Las gafas de carey acrecentaban su cara de lechuza mientras intentaba convencerme de que el médico, el comandante, Gallart, Ponsetti, todos los "amantes del biberón" (como los llama el comandante), si beben es para ahogar en vino el sentimiento del vacío, "primer paso hacia la religión".
- Me das -ha insistido- la impresión de que no sientes el vacío, de que aún no lo has sentido nunca.
- ¿Es que querrías que me emborrachase?
- ¡Anda, vamos a dejar aquí!

Evidentemente, de la "Incerta glòria" de Joan Sales.

Más sobre "la vaca socrática"


Estoy condenado a derramar cantidades industriales de lágrimas de cocodrilo ante la insistencia del indigente intelectual que anda en pos de "la vaca socrática". En realidad esta búsqueda parece el título de una canción del verano, pero se me presenta como un reto metafísico que no me deja dormir en paz. Tolón-tolón. Por favor, señor o señores indigentes: aunque en el Café de Ocata la leche que utilizamos es filosófica (lo que no equivale necesariamente a buena leche), nada garantiza que sea socrática. ¡Si se enterase mi madre! "¡Tantos años estudiando -me diría, lamentándose- para acabar así, buscando la perdida vaca socrática!" El destino lácteo del socratismo me persigue y no sé como escabullirme de estas terribles erinias. He consultado con mi libro de cabecera, la "Incerta glòria", de Joan Sales, que me recomienda "¡Viure, viure d'una vegada per totes, d'una glopada, abans de anar a parar a la immobilitat total!". ¿Tendré, pues, que consumir mi vida con un trago letal de leche de la vaca socrática? ¡Dios mío, estoy perdiendo el oremus por el insomnio que me provoca esta insidiosa mosca cojonera de la vaca socrática!

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lunes, 27 de agosto de 2007

Incierta gloria

Lo confieso como un dato de mi presente: leo cada vez menos ficción. No es que no me compre de vez en cuando alguna novela, pero acaban amontonándose sobre la mesa, mientras acudo a saciar mi curiosidad de intrigas a las páginas de un ensayo. Sin embargo, a veces sin saber muy bien cómo, una gran novela se cruza en mi camino y no me deja en paz. Se apropia de mi tiempo y de mi espacio y me hace prisionero de su intriga, de su paisaje intelectual y de su prosa. Es lo que me ha ocurrido este verano con la supuesta edición completa de una de las obras mayores de la literatura catalana contemporánea, la “Incerta glòria” de Joan Sales.

Normalmente no suelo dar a un libro un margen de piedad superior a las diez páginas. Tengo mucho que leer como para ir regalando indulgencias a autores que, digan lo que digan a los demás, conmigo permanecen mudos. Con Incerta glòria me ha ocurrido lo contrario: he tardado en cruzar el impresionante umbral de la “Confessió de l’autor”. Tanto que ya me la sé de memoria. Os la traduzco del catalán:

The uncertain glory of an april day… Todo devoto de Shakespeare conoce estas palabras –y si yo tuviera que resumir mi novela con una sola línea, no lo haría de otra manera.

Hay un momento en la vida que parece como si nos despertásemos de un sueño. Hemos dejado de ser jóvenes. Ya sabíamos que no lo podíamos ser eternamente; ¿y qué era ser jóvenes? Ma jeunesse ne fut qu’un ténébreux orage, dice Baudelaire; quizás toda juventud lo ha sido, lo es, lo será. Una tempestad tenebrosa atravesada por relámpagos de gloria –de incierta gloria-, un día de abril…

Un oscuro afán nos mueve durante aquellos años atormentados y difíciles; buscamos, conscientemente o no, una gloria que no sabríamos definir. La buscamos en muchas cosas, pero sobre todo en el amor –y en la guerra, si la guerra se nos atraviesa. Tal fue el caso de mi generación.

La sed de gloria se hace, en ciertos momentos de la vida, dolorosamente aguda; tanto más aguda es la sed cuanto más incierta es la gloria de la que estamos sedientos; quiero decir, más enigmática. Mi novela trata precisamente de atrapar algunos de esos momentos en algunos de sus personajes. ¿Con qué resultado? No soy yo quien lo tiene que decir.

Pero sé que mucho le será perdonado a quien mucho haya amado. En otro tiempo había más devoción a San Dimas y a Santa María Magdalena; es que no corría tanta pedantería como ahora y la gente no trataba de disimular con tesis, mensajes ni teorías abstractas el fondo apasionado que todos llevamos dentro.

Somos pecadores con una gran sed de gloria. Y es que la gloria en nuestro fin.

Barcelona, diciembre de 1956.

Y aquí estoy, enredado en la red de esta obra enorme, rememorando lo que consigo rememorar de mi propia sed de gloria, de cuando aún no sospechaba que mi destino -como el de la mayoría- era el de devenir un mero héroe trivial.


A las 21:00 completo el post con un par de datos:


1. Existe edición castellana, de Planeta

2. Algunos críticos tienen a Incierta gloria como la mejor novela sobre la guerra civil. No soy muy partidario de estas hipérboles, pero no seré yo quien los contradiga.


domingo, 26 de agosto de 2007

Postales religiosas


No sé si tomarme este diseño como una mentira piadosa (más) o como un vil ejercicio de competencia desleal.

Porte etroite; croupe de rose; truc et barbe

Repaso lo escrito en los últimos post y me asusto de la gravedad de mi tono. Para facilitar una digestión tan pesada os propongo un texto en francés (que yo no me atrevo a traducirlo, que hay cosas para las que soy muy vergonzoso). Se trata del mail que el viernes pasado nos envió Michel Desgranges a todos los adictos a las "Éditions Les Belles Lettres". Hay que reconocer que ciertas cosas, dichas en francés, no parecen ni francés ni griego.

«Osez la sodomie !»

Tel est le conseil (l'injonction ?) qui m'interpelle alors que se dévoile sur l'écran de mon ordinateur la page d'accueil d'un célèbre marchand de biens culturels en ligne (en vieux français : un bazar qui vend par correspondance). Pour être précis, il s'agit du titre d'un ouvrage se rangeant dans l'aristotélicienne catégorie nommée par les libraires «pratique, bricolage, tourisme», bref, une sorte de guide, fleuron d'une collection déclinant sous le même impératif diverses activités sexuelles figurant pour certaines en bonne place dans la Psychopathia sexualis de Kraft-Ebing, et que le dynamique commerçant propose entre le dernier volume d'Harry Potter, une méthode de musculation, des bidules ludoéducatifs et les omniprésentes consoles pour jeux vidéo.
Et je m'interroge : cette activité que recommande l'audacieux commerçant virtuel, tout en en échangeant contre monnaie réelle l'indispensable mode d'emploi, et qui est le pilier postérieur de sa pimpante boutique érotisme, serait-elle l'une de ces nouveautés dont raffolent mes contemporains ?
Voyons donc la réclame que faisait, il y a quelque deux mille ans, la certainement belle Lydé pour son entreprise unipersonnelle de services collectifs :
«Moi, Lydé, je puis satisfaire trois hommes d'un seul coup, l'un par en haut, l'autre par en bas, le troisième par derrière. (...) Si tu es pressé et que vous soyez trois, n'hésite pas à entrer.»
L’accorte Lydé avait-elle, fructueux investissement, acquis trois volumes de la série «osez!» (qui, en ces temps premiers, se présentaient sous la forme de vases aux figures peintes explicites), ou avait-elle trouvé toute seule l'astucieux moyen de servir plusieurs clients à la fois, et d'ainsi augmenter rationnellement sa productivité ? Hélas, nos sources sont muettes, et nul scoliaste ne les éclaire...
Et à qui m'objecterait que ma citation émane d'une professionnelle peu représentative de l'ensemble des citoyens et épouses (non citoyennes) de l'antique Grèce, je répondrai en recopiant ce petit truc qu'offre aux couples mariés un poète d'époque voisine :
«Ne fais pas étendre sur ton lit, face à toi, ta femme enceinte, en jouissant de la Cypris procréatrice : avec la vague qui se gonfle entre vous deux, il ne sera pas facile pour elle d'obéir à la rame et pour toi de manoeuvrer. Mais retourne-la et jouis de sa croupe de rose en prenant ta femme pour la Cypris des garçons.»

Mais pourquoi ce vendredi ai-je abandonné les douces plaines de l'ontologie pour me vautrer dans les tréfonds de la physiologie humaine ? Je répondrai par le récit d'un parcours intellectuel : soudain l'idée m'était venue (en écrivant ces mots me traverse le refrain d'une chanson de salle de garde, qui est de circonstance, mais que je garde pour moi) d'enrichir les Belles Lettres par l'ouverture de notre boutique érotisme bien à nous et, entendant déjà tinter un ruissellement de pièces d'or en nos coffres, j'entrepris d'éplucher notre catalogue –las, à l'exception de quelques vers de Juvénal et de Martial, qui relèvent plus de l'invective que du câlin, et de quelques polissonneries humanistes (Le Pogge, l'Arétin...), je ne trouvais qu'un peu de Pétrone et une meilleure moisson de Catulle (tous deux admirablement traduits par Olivier Sers),un zest d'Ovide, une pincée d'Aristophane et un confidentiel mime d' Hérondas, me restait la toujours providentielle Anthologie grecque, dont j'ai extrait les deux épigrammes ci-dessus recopiées, en fermant les yeux par pudeur.
La publicité de l'entreprenante Lydé et les propos du conseiller conjugal figurent tous deux dans le Livre V, dont le titre traditionnel est : Epigrammes amoureuses de divers auteurs, et si ce volume ne manquera pas d'exciter les philologues pour tous les problèmes de datation, d'attribution et de transmission du texte qu'il soulève, je crains qu'il ne parvienne que difficilement à échauffer les ardeurs de l'obsédé sexuel ordinaire, et cible de l'envisagée boutique.
Ces poèmes sont, pour leur forme, tout à fait charmants, et très habiles à resservir des lieux communs sur la cruauté de l'aimée trop farouche, la désinvolture de l'infidèle et la beauté qui se flétrit (moralité : faites des galipettes tant que vous êtes jeune, ce n'est pas quand vous serez vieille et vilaine etc.), si bien qu'il m'a fallu relire attentivement l'ensemble du texte pour dénicher quelques lignes qui entrassent dans le vif du sujet (il y en a quelques autres, armez-vous d'une loupe et d' esprit mal tourné pour en jouir pleinement) .

Dois-je alors renoncer à mon enrichissant projet ?
Non car, bonne nouvelle, la maigreur de mon butin ne concerne que les hétérosexuels (je précise : des mâles qu'attirent les femelles) aujourd'hui assez passés de mode, et le livre XII de la même Anthologie grecque, qui porte le joli titre dû à Roger Peyreffitte de Muse garçonnière, contient quelques joyaux propres à réjouir les mâles qui aiment les mâles.
Lesquels avaient déjà, en ces temps lointains, une sorte de sentiment de supériorité, fleurant la misogynie, qu'exprime virilement le poète Straton :
«Chez la fille, point d'anneau qui vous enserre, point de simple baiser, ni cette bonne odeur naturelle de la peau, ni tous ces mots lascifs, délicieux, ni le regard candide.(...) Et prises par derrière, elles sont froides, toutes ! Mais le plus grave, c'est ceci : pas d'endroit où poser la main qui vagabonde.»
Et surenchérit le docte Méléagre :
«Femme, Cypris lance le feu des passions féminines : le désir masculin, Eros lui-même le conduit. Où donc me tourner ? Vers l'enfant ou vers la mère ? Je l'affirme, Cypris elle-même dira : «Au hardi bambin la victoire !»
Bien d'autres vers le proclament : il n'était pas nécessaire d'attendre le XXe siècle occidental pour que l'homosexualité (néologisme ignoré de Littré...), masculine d'abord, devînt, de goût ou de plaisir, une fierté s'imposant socialement -- et je regrette en passant, Rothmans International au bec, que ne défile nulle smokers pride, une grande parade surmontée d'aimables et rondes volutes affirmant la fierté d'être fumeur, dont la vigueur contraindrait les politiciens à abolir leurs lois persécutrices, et même à envoyer au bagne les teneurs de propos et faiseurs de gestes cigarrettophobes..., mais revenons à nos tendres moutons sodomites.
On trouve, dans la Muse garçonnière, moultes pièces d'un charmant érotisme, et les usuelles larmes de l'amoureux déçu, ainsi que, spécifiquement masculines, des récriminations contre le truc qui ne marche pas au moment crucial pour se réveiller trop tard :
«Droite et raide, maudite, à présent qu'il n'y a pas lieu ! Et hier, quand il était là, pas un signe de vie. » (encore Straton).
Le même malheur fit enrager Skythinos, dont la plainte est plus longue :
«Tu te dresses à présent bien droite, inqualifiable engeance, sans t'affaisser. Et l'on dirait que tu vas demeurer bandée, sans fin ni trêve.
Mais quand Némésénos, couché de tout son long près de moi, m'offrait tout ce dont j'ai envie, pareille à une morte, tu pendais.
Gonfle-toi, éclate et pleure. Rien à faire ! Tu n'auras de ma main nul geste de pitié !»
Ne nous laissons pas démoraliser par ces pénibles incidents, le truc marche vaillamment dans la plupart des épigrammes mais, alors que je pensais avoir enfin assuré mon fonds de commerce, me tombe dessus un vilain souci (pour utiliser l'aimable euphémisme par lequel mon amie C. N. désigne une catastrophe) –le seul malheur que déplorent sans espoir nos vieux Grecs c'est ...
Citons le prolifique Straton :
«Hier, n'étais tu pas un enfant ? Et l'incroyable, cette barbe, est arrivé ! Comment a surgi ce désastre et s'est couvert de poils ce qui naguère était si beau ?»
Et Straton, toujours lui, explicite, avec une menace voilée :
«Jusques à quand vas-tu les conserver, ces grands sourcils hautains, Mentor, sans même nous saluer, comme si tu devais toujours rester jeune, danser toute ta vie la pyrrhique! Regarde ce qui arrive au bout. La barbe te viendra, mal qui vient en dernier, mais aussi le plus grave. Alors tu verras ce que c'est que disette d'amants !»
Insisterais-je en écrivant que les citoyens grecs n'aimaient les garçons qu'encore imberbes ?
C'est là une pensée aujourd'hui passible des galères, et je ferme ma boutique érotisme avant même de l'avoir ouverte.

Michel Desgranges

sábado, 25 de agosto de 2007

“Nemo sponte sua pecat”

Gabriela y Júlia tienen razón: el debate sobre la castración química en Cataluña es anterior a las declaraciones de Sarkozy del pasado 20 de agosto. La consejera de salud de la Generalitat, Marina Geli, recordó ayer en TV3 que en Cataluña existe una “comisión independiente” que debe realizar una “evaluación científica” sobre la conveniencia o no de aplicar la castración química. En el mismo sentido Carod-Rovira confiaba en que esta comisión proporcione a las autoridades “argumentos suficientes” sobre la dirección a seguir en este asunto.

En mi humilde opinión al plantear esta cuestión como un mero problema técnico que debe ser resuelto por especialistas, a cuyo dictamen se someterán los representantes democráticos del pueblo soberano, se está ocultando, consciente o inconscientemente, la profunda relevancia ideológica de lo que está en juego. Y lo que está en juego afecta al propio sentido de la soberanía.

Mi pretensión, al llamar la atención sobre esta cuestión, no es tanto polemizar a favor o en contra de la castración química, sino intentar llamar a las cosas por su nombre. A ver si lo consigo.

El sistema penal moderno en Europa es, básicamente, heredero, de aquella máxima socrática que los eruditos latinos formularon de esta manera: “Nemo sponte sua pecat”, es decir, nadie comete una falta voluntariamente. Quien entre diferentes opciones a su alcance opta por una que le resulta perjudicial, no está poniendo de manifiesto su maldad, sino su falta de conocimiento sobre lo que le conviene. De ahí que la pena no debería verse como una venganza social, sino que debería tener un sentido fundamentalmente reeducador. "Odia el delito y compadece al delincuente", decía Concepción Arenal, convencida de que sólo se es delincuente por ignorancia del propio interés.

Desde esta perspectiva resulta que sólo el virtuoso es sabio. La cuestión de por qué somos inocentes de nuestras faltas y responsables de nuestras virtudes, nos llevaría muy lejos, pero, en cualquier caso, lo decisivo sería que nuestras faltas sólo son nuestras en la medida en que somos responsables de nuestra ignorancia. Mientras que nuestras virtudes pondrían de manifiesto nuestro dominio del saber.

En conclusión: el saber conduce a la virtud y la ignorancia al vicio. No hay que darle muchas vueltas para sofisticar esta tesis: aquí se encuentra el sustento ideológico de nuestro modelo penal que, en mi humilde opinión, es puesto radicalmente en cuestión por la aplicación de la castración química. Por ello, es una irresponsabilidad política dejarla en manos de los científicos. A no ser, claro está, que estemos dispuestos a sustituir a nuestros jueces por biólogos sociales y a nuestros legisladores por zoónomos.

Defender la castración significa asumir que hay individuos incapaces de superar su ignorancia sobre lo que les conviene y que la sociedad debe protegerse de esa ignorancia con medidas que no tienen ninguna función reeducadora, sino meramente protectora. Habría pues que compadecer al delincuente por su incapacidad para dejar de serlo.

Si esto es así, la pregunta que se abre inmediatamente es la de por qué limitar estas medidas a los delitos sexuales. O, dicho de manera más provocadoramente descarnada: ¿Por qué no diseñar un código penal –avalado científicamente, evidentemente- que aplique las correspondientes castraciones químicas a todo tipo de reincidentes?

En definitiva: lo que está en juego es la modificación del sentido de la compasión. Concepción Arenal compadecía al delincuente y pretendía instruirlo; nosotros lo compadecemos por su incapacidad para la instrucción y por eso le aplicamos, compasiva y científicamente, claro, la castración mínima imprescindible para proteger nuestro voluntario saber del peligroso contacto con su involuntaria ignorancia.

¿Tiene o no tiene miga este asunto?

viernes, 24 de agosto de 2007

Novedades en el Cabaret Neopatético

I

Sarkozy propone medidas concretas y contundentes y su apoyo social anda por las nubes, ergo, para conseguir a “casa nostra” un apoyo semejante, nada mejor –parecen pensar algunos- que copiar sus ideas. Leo en El País de hoy: “El secretario general de CiU, Duran Lleida y el presidente del PP catalán, Daniel Sirera, apoyaron ayer la idea de la castración química de los pederastas violadores propuesta por el presidente francés, porque [atentos a lo siguiente] la penalización y la reinserción no funcionan.”
Si el apoyo a las medidas drásticas se fundamenta en que (como, por otra parte, parece indudable) ni la penalización ni la reinserción funcionan, la pregunta es obvia: ¿Qué tipo de castración proponemos para todos aquellos delincuentes para los que no funciona ni la penalización ni la reinserción? ¿Por qué sólo limitarnos a los delitos sexuales?
Aceptamos, pues –o eso parece- que la naturaleza es muy suya y que tiene un componente azaroso, que es el que nos arroja a un nacimiento de estrella o de estrellado. Enterremos el teleologismo progresista y naturalicemos por completo al hombre. Pero la socialización es la desnaturalización. Eso es básicamente lo que se proponen las instituciones sociales, desde la escuela a los juzgados. La ley, de hecho, es la construcción social que pretende hacernos olvidar nuestra naturaleza. Si seguimos por el camino marcado por Sarko, la ley debe proteger a la sociedad de manera definitiva contra quienes se nieguen a desnaturalizarse. Y debe hacerlo amputando la parte rebelde de su naturaleza indómita (otra evidencia: toda culturalización es una domesticación).
¿Pero no es este, en el fondo, el argumento que defienden los partidarios de la pena de muerte en los Estados Unidos? ¿Qué porcentaje de amputación penal estaríamos dispuestos a asumir sin renunciar a nuestra diferencia específica respecto a los norteramericanos?

II

Hace mucho tiempo que renuncié a entender las ocurrencias de Maragall. Ahora predica la integración del PSC y de CiU en un partido de ámbito europeo, el llamado –parece- Partido Demócrata Europeo, que el mismo Maragall contribuyó a crear mientras era presidente de su partido, el PSC. Eso parece implicar la rupturas del PSC con el PSOE y la unión del PSC con CiU (y probablemente también con el PNV y alguien más). Esto lo sugiere el mismo President que hizo de la defensa del Tripartit la causa histórica de la Cataluña del presente.

III

¿Es la realidad política, toda ella, una serpiente de verano?

Definitivamente, se estaba mejor de vacaciones.
Imagen: Ruinas de Bolonia, en la costa de Cádiz.

jueves, 23 de agosto de 2007

Postales literarias: Vladimir Mayakovsky

Para los infames amigos del MSV


La primera noche ellos se acercan y cogen una flor de nuestro jardín,
y no decimos nada...
La segunda noche, ya no se esconden y pisan las flores,
matan nuestro perro y no decimos nada...
Hasta que un día el más frágil de ellos
entra sólo en nuestra casa,
nos roba la luna, y conociendo nuestro miedo
nos arranca la voz de la garganta.
Y porque no dijimos nada
...ya no podemos decir nada

Mayakovsky
Mayakovsky
Mayakovsky
Mayakovsky
Mayakovsky

Antes de suicidarse escribió:
¡A todos!
No se culpe a nadie de mi muerte y, por favor,
nada de chismes. Lili ámame.
Camarada gobierno, mi familia es: Lili Brik, mi madre, mis hermanas y Verónica Vitaldovna Polonskaya.
Si se ocupan de asegurarles una existencia decente, gracias.
Por favor den los poemas inconclusos a los Brik,
ellos los entenderán.
Como quien dice
la historia ha terminado.
El barco del amor
se ha estrellado
contra la vida cotidiana
Y estamos a mano
tú y yo
Entonces ¿para qué
reprocharnos mutuamente
por dolores y daños y golpes recibidos?

Postales filosóficas: Grandes momentos del platonismo hispano

Entre los grandes momentos del platonismo hispano resalta, como una de sus cumbres, la aportación del dúo murcianoLos gemelos del sur”. Ellos, con un discurso profundamente straussiano, en lugar de decir, sugieren, tal como acostumbraba a hacer el dios de Delfos. De ahí su recurso a esa idea platónica de la "mentira piadosa", porque debe saberse que el concepto de “noble mentira” o de “mentira piadosa” nace con Platón, que hace de él nada menos que el fundamento de la ciudad que construye en el lenguaje en La República.

Para que haya ciudad, nos viene a decir Platón en Rep. 414 d y ss, debe haber un sentimiento de copertenencia, es decir, de diferencia y de frontera. Pero para que esta diferencia pueda ser considerada valiosa y, por lo tanto, digna de ser defendida incluso con la propia vida, ha de estar sustentada en una fe que no tiene nada de racional. La ciudad sólo es posible cuando los ciudadanos se mienten a sí mismos de manera absolutamente verosímil la extraordinaria importancia de haber nacido en ella.

Para quienes se sorprendan de que Platón pueda defender la mentira, por muy noble o piadosa que esta pueda ser, les recuerdo dos pasajes más:

En República, 389b-d, Sócrates, tras afirmar que “la verdad merece ser estimada sobre todas las cosas”, añade que la mentira puede ser útil para los hombres a manera de medicamento y concluye que “si hay alguien a quien le sea lícito faltar a la verdad, serán los gobernantes de la ciudad en beneficio de la comunidad".

En Leyes 663 e: Platón sostiene que el legislador puede encontrar una mentira capaz de impulsar a los jóvenes a obrar con justicia, no por la fuerza, sino por voluntad. A una mentira así la considera “la más beneficiosa”.

Como habréis podido observar, dejo sin considerar otros aspectos sustanciales de esta inefable imagen: la relación entre el original y la copia cuando se trata de dos hermanos gemelos; la de la doxa y la episteme; lo sensible y lo inteligible; la caverna y la luz... pero es que la portada de este disco es un tratado sintético de platonismo.

Añadido a las 23:15
Acabo de descubrir, pasmado, que un desconocido ha llegado hasta este post de El Café de Ocata buscando respuestas en el Google a esta grandiosa pregunta: "¿Dónde se encuentra la vaca socrática?".

Querido desconocido: me veo obligado a confesar mi ignorancia al respecto, pero no sabes cómo te agradezco el sugerente problema intelectual que abre la cuestión que sólo tú tienes el valor de exponer. Nadie, que yo sepa, se había atrevido a tanto.

"¿Dónde se encuentra la vaca socrática?"

Se ruega encarecidamente algún tipo de pista al respecto: Quizás sea necesario reformular de arriba abajo el problema de Sócrates.

Imágenes del verano III: Donde hay pelo hubo alegría


Visitar las secciones de arqueología de los museos hispanos es una gozada. En primer lugar porque suelen ser lugares acogedores, bien aclimatados, con personal atento y completamente vacíos. El turista medio parece preferir las iglesias. Lo cierto es que si se trata de buscar silencio, buena temperatura y sosiego, nuestras iglesias compiten con ventaja con nuestros museos. Pero me parece que la razón de la preferencia es otra, cuya disección dejo para los entendidos en estas cuestiones.


No es que nos hayamos prodigado en visitas a museos. Esto es algo que no debe hacerse nunca. Nos hemos limitado a los de Cádiz, Jaén y Albacete y, en ellos sólo nos hemos detenido en las muestras de pintura rupestre levantina y en los materiales ibéricos y griegos. Los tres estaban vacíos. Y, sin embargo los tres merecen ser visitados.

Mis alumnos de diseño deberían darse una vuelta por ellos para descubrir que lo de "fashion victim" es tan antiguo como el hombre. Alguna vez les he preguntado cuál sería el grado cero del diseño de lo humano. ¡Si la postura erguida ya es un diseño antropológico! El hombre es un animal diseñado por el hombre.

De ahí mi interés por las prótesis antropológicas, incluidas las prótesis meramente estéticas, como las del peinado. Os presento una muestra mínima de peinados ibéricos. Son cosas estas en las que el visitante parsimonioso puede permitirse el lujo de detenerse simplemente porque le apetece. ¡Y qué mejor empleo del tiempo de vacaciones que su dedicación plena a la apetencia gratuita!

miércoles, 22 de agosto de 2007

Imágenes del verano II: El regreso


Uno emprende confiado el camino de regreso desde Jorquera, esperando que las vacaciones duren como mínimo hasta llegar a la puerta de casa. Desde las murallas almohades de esta histórica ciudad hemos disfrutado del regateo del río Júcar con la naturaleza, retorciéndose en caprichosos meandros hundidos en un vergel oculto bajo la altiplanicie reseca de La Mancha. Uno vuelve, pues, con los ojos llenos de luz y con un deje de melancolía en el alma.


Pero al entrar en Cataluña nos recibe un aire levantisco. Tanto hablar de la lamentable dejadez de las infraestructuras catalanas y a nosotros lo que se nos viene encima es la completa sobreestructura celeste de este caprichoso agosto catalán. Es evidente que llegaremos a Barcelona bajo la lluvia. Disminuimos la velocidad, bajamos el aire acondicionado y abrimos una leve ranura en las ventanillas del coche.

La amenaza se cumple en Martorell, que es donde los que volvemos a Barcelona nos topamos de narices con la realidad que hemos dejado atrás por unos días. No hay melancolía en esta lluvia tras los cristales, sino sólo un lamento (que tiene más de pose que de amenaza sincera) por no tener fuerzas para pegar un volantazo y volver atrás, a buscar una casa rural y organizarse la vida de otra manera. Típicos lamentos de burguesillo con culo de mal asiento y pocas ganas de trabajar en serio.


La radio nos informa de que, efectivamente, todo lo dejado atrás sigue en su mismo sitio. Tanto es así que da una tremenda pereza escuchar de nuevo a lo siempre repetido por nuestros políticos. Debería decretarse el día del ciudadano inteligente y para celebrar la efémires como se merece, a lo largo de las completas 24 horas de ese día los políticos sólo deberían hablar de cosas sensatas, con aire sereno, sin aspavientos ni ringorangos. Al llegar a casa sacamos las maletas del coche y nos miramos perplejos, preguntándonos dónde demonios nos hemos dejado olvidadas las vacaciones.

Imágenes del verano


Que cada uno lo interprete como quiera. Yo sólo doy fe de la existencia de este pueblo y de estas señales de tráfico.

La amputación como tecnología social.

Al salir del Museo Provincial de Albacete, donde hemos estado degustando despacio algunas de las obras mayores del arte ibérico, hemos comprado el periódico y mientras Pilar me leía los titulares he conducido sin prisas, parándome cada dos por tres a fotografiar futesas, hasta las hoces del Júcar. Y así, a medio camino, me he enterado de que Sarkozy propugna algo así como la castración química para los violadores reincidentes. No sé qué hay, exactamente, de cierto en la noticia, pero el mero hecho de recogerla nos sitúa ante uno de los límites sagrados de la religión laica del presente, uno de cuyos dogmas defiende que el hombre, por definición, nace bueno (o, al menos, inocente) y que si se hace malo no es por una culpa inmanente en él, sino por el azar de exógenas circunstancias desfavorables. Aunque ante el mal reincidente, como el de los violadores, es difícil mantener intacta la fe de Pigmalión, sin embargo nos negamos a creer que no exista algún tipo de terapia reeducadora capaz de salvar la bondad supuesta de la autonomía humana. Aceptar la desnuda presencia de la insociabilidad radical en el corazón de algunos hombres significaría impugnar la beatería presente y defender que además de la higiene social es necesaria –aunque sólo sea en casos excepcionales- la cirugía. Claro que los grandes principios que sustentan la beatería del presente, como los de igualdad, libertad y fraternidad se impusieron a guillotinazo limpio. Pero nosotros, desmemoriados biznietos ideológicos de aquellos revolucionarios, que detestamos mancharnos las manos de sangre (por eso hasta nos hacemos vegetarianos), creíamos posible defender los principios por medio de la lógica, desterrando cualquier forma de amputación física. La amputación (aunque sea química y no de un miembro sino de su función) es, de hecho, la impugnación más radical que se pueda hacer a nuestras buenas intenciones. Sarkozy parece no dudar a la hora de optar por la guillotina (química, evidentemente) para instaurar las prótesis defectivas como tecnología social terapéutica. Las feministas llevaban muchos años gritándolo: “Contra violación, castración”.

El debate promete ser interesante, porque el gesto de Sarkozy nos enfrenta a la herencia de los abuelos, a esa misma herencia que creían poder renunciar los postmodernos.

jueves, 16 de agosto de 2007

Sevilla mágica

Hoy, en Sevilla, he conocido a una mujer a la que se le apareció Jesucristo. Estaba en la cocina haciendo sus quehaceres cuando oyó unos pasos subiendo la escalera. Como pensó que eran los de su marido salió a recibirlo tal como estaba, pero para su sopresa se encontró con Jesucristo subiendo las escaleras, vestido tal como iba con sus apóstoles. Con la sorpresa no se le ocurrió decirle nada. Se quedó boquiabierta y confundida. Jesucristo subió las escaleras, se la quedó mirando unos instantes y se volvió, escaleras abajo. Entonces ella le gritó: "Seais por siempre bendito y alabado". Y Jesucristo se volvió dedicándole la sonrisa más amable y franca de su vida. Mientras la escuchaba pensaba que me estaba contando un dato de su biografía, de la misma manera que Cervantes nos cuenta un dato de la biografía del Quijote en el episodio de su lucha con los gigantes.

–Bien parece –respondió don Quijote– que no estás cursado en esto de las aventuras: ellos son gigantes; y si tienes miedo, quítate de ahí, ...
Así, que he sentido un impulso irrefrenable de proporcionarme a mí mismo una experiencia de fe y esperanza -de fe y esperanza al alcance de mi escepticismo y mi bolsillo- y he llevado a mi mujer a una plazoleta deliciosa en el Barrio de Santa Cruz, aparatada del bullicio y donde sirven unos milagrosos garbanzos con espinacas. Y allá, esta noche, con la luz de la Giralda asomando por encima de las ramas de los naranjos el verbo se ha hecho carne (y garbanzos y espinacas).

miércoles, 15 de agosto de 2007

Sevilla, Dios y el silencio

Posiblemente esto de hacerse viejo signifique, antes que cualquier otra cosa, que cada vez te sorprendes menos con las conductas humanas y, por lo tanto, a medida que te vas topando con ellas una y otra vez, vas desarrollando el hábito del perdón ante las maldades triviales. Así que Dios debe de estar soberanamente aburrido viendo nuestras cotidianidades insustanciales. A no ser que, siendo infinitamente poderoso, se haya regalado a sí mismo de una memoria a corto plazo. Algo más que la memoria de un pez, para poder estar siempre descubriendo novedades en lo que no es sino repetición de lo mismo. Pero cuanta menos memoria tenga dios, menos dispuesto estará al perdón. A no ser que continuamente esté olvidando que es Dios y que tiene el poder de condenar.
Mi tío Santiago, que era un boxeador sabio solía decir: "Si en el quinto no hay perdón, y en el sexto no hay rebaja, ya pueden llenar el cielo de paja". Y otro familiar, republicano de toda la vida y nada amigo de curas ni de iglesias, cuando su mujer le puso en una pared del cuarto de estar un Sagrado Corazón de Jesús sobre una peana, no desaprovechaba ocasión para presentarlo de esta manera a las visitas (siempre que su mujer no estuvioese presente): "¡No te jode! ¡Santo de cintura pa'arriba, cualquiera!"
Cambio de tema. O quizás sólo en parte.
Esta mañana hemos visitado los reales Alcázares de Sevilla, lamentando que la mayoría de los turistas no sepan disfrutar del silencio sagrado de los lugares. Y lamentando, muy especialmente, como a no pocos no les basta con divertirse: se han de divertir de manera tal que se note que se están divirtiendo a dos kilómetros a la redonda.
Yo, que sólo pretendo visitar lugares en los que pueda escuchar silencios, lo tengo cada vez más difícil.

martes, 14 de agosto de 2007

Cuenca mágica

Aquella famosa gemidora de Vallcarca, Celia, de la que nos distes cumplida cuenta en su momento, ha dormido en una habituación contigua a la mía en un hotal de Cuenca. O ella o su clon. ¡Qué naturalezas! La cosa comenzó con gemidos suaves que iban tomando más profundidad -una profundidad acompasada-, como si salieran de simas cada vez más profundas hasta que finalmente arrancaban desde las mismas plantas de los pies y tras atravesar músculos, nervios, tendones, venas y arterias se arremolinaban en la garganta y salían arrastrándose con fuerza, violentamente, cada vez más rápidos y, por supuesto, sin ningún cuidado por lo que pudieran pensar los vecinos. A la sesión, larga, muy larga, de gemidos le ha sucedido un golpeteo insistente de la cama contra la pared. Un auténtico martilleo que ha terminado con el mismísimo grito de tarzán de la selva. Lo juro. Si yo fuese como debiera de ser, tendría que haber llamado a la puerta de los protagonistas y felicitarlos efusivamente por la faena, ya que fue pública. Sin embargo, me he limitado a callar.
A la mañana siguiente, a la hora del desayuno todo era un cruzarse y recruzarse de miradas entre las mesas ocupadas por parejas. Sólo una estaba desayunando felizmente, ausente del bullicio del silencio y del estrépito de la curiosidad morbosa.
No se admiten comentarios sobre este tema. ¿Queda claro?
Por la tarde en la plaza pública de Priego nos atiende en la terraza de un bar una camarera que no sabe ni una palabra de español. Finalmente comprendo que es búlgara. ¿Qué hace una búlgara rigiendo un bar de Priego? Pues me imagino que algo semejante a los tres eslavos que en Beteta estan derribando una casa. Esto debe ser la España plural.
¿Y qué hago yo en Priego, Cuenca, preguntándole a una búlgara: "¿Sviñavite, na Cuenca?"
Por la noche -y mira que hay posibilidades para soñar- sueño con Súbal, de la Segona Periferia, que me había invitado amablemente al preestreno de una obra de teatro escrita y dirigida por él. Efectivamente, la cosa esta clara: Mono. Tengo mono de este mundo bloguero. Debe haber cosas peores pero no sé si mi mujer si lo cree.

domingo, 12 de agosto de 2007

Sermón y salario

"Religión y emolumento. Enseñanza de la virtud y honorarios. Sermones sobre el temor de Dios y salario. Estos conceptos parecen repelerse los unos a los otros”.

Quien esto escribe no es un rabioso revolucionario del XIX, sino un sensatísimo filósofo del XVIII, un hombre religioso y prudente, fiel a la fe judía y a la cultura alemana, uno de los intelectuales más respetados de su tiempo: Moses Mendelssohn, abuelo, por cierto, del músico del mismo apellido. Encontraréis este texto en una deliciosa obrita suya titulada ”Jerusalén o Poder religioso y judaísmo”.

Mendelssohn parte de lo que para él es un principio incuestionable: Recibir un salario por esta “ocupación sublime” es tan opuesto al modo de vida de los hombres religiosos, tan contrario a ella, que el mero pensamiento de obtener un beneficio parece degradar este estado. “El deseo de riqueza que se respeta de buen grado en cualquier otra profesión, parece aquí avaricia”.

Las personas religiosas objetarán, con sobrada razón, que en la actualidad nadie –al menos en el seno de la religión católica- pretende hacerse rico o ejercer de sibarita predicando el evangelio. Acepto la objeción de buen grado, como la aceptaba Mendelssohn, que reconocía que “como máximo” puede aceptarse una remuneración por “el tiempo” dedicado a este ministerio, pero ha de ser el Estado, y no la Iglesia quien resuelva este asunto y se encargue de la distribución. “¿Por qué ha de ocuparse la iglesia de estas cosas relacionadas con impuestos y salarios?”

Ahora bien, como “el tiempo constituye una parte de nuestra riqueza”, el que lo dedica al bien común puede esperar una recompensa “del tesoro común”. Pero la Iglesia, por sí misma, “no debe dar ningún salario, pues la religión no compra nada, no paga nada, no da ningún sueldo”.

sábado, 11 de agosto de 2007

Feliz, feliz en tu día...

Hoy, 11 de agosto, este niño que aquí veis sentado en una roca de la playa de Ocata cumple, inevitablemente, la friolera de 26 años. Su madre, mi agente provocador -¡a Dios pongo por testigo!- sigue estando tan magnífica como siempre. Sobre su padre no me da la gana hablar, que igual me pongo melancólico.

Como lo importante es lo importante, y lo más importante de todo es que no paremos de derribar los monumentos al olvido que continuamente erige el tiempo, te traigo aquí el regalo de una pasión compartida, Guillem. ¿Conocías esto?:

Pensamiento y lenguaje

Hoy es sábado, hace calor y una cierta sensación de dulce pereza en el ambiente. Así que voy a escribir sobre pensamiento y lenguaje. Más que nada por poner en evidencia las relaciones causa-efecto.

Nunca me ha convencido la tesis de la identidad entre pensamiento y lenguaje, que constituía uno de los dogmas centrales de la psicología marxista de mis tiempos de estudiante (Luria, Vigotsky, etc) y una de las armas centrales de la dialéctica de Valverde. Si alguien –algún alumno pobremente armado- intentaba replicarle alegando que el pensamiento es más amplio que el lenguaje. Valverde lo reducía sofísticamente al silencio con una pregunta que era una hostia dialéctica para el ingenuo preguntón y una oblea para sus muchísimos acólitos: “¡Dígame usted eso que piensa más allá del lenguaje!”.

Yo, sin embargo, intuía que había algo en el pensamiento que se desarrollaba contra el lenguaje y, por lo tanto, en cierta manera, más allá del lenguaje. Para comenzar, aprender a hablar es aprender a dominar las excepciones, es decir, una lógica que no se deriva de la coherencia paradigmática de la lengua, sino de su uso, un tanto caprichoso. El niño tiene que dominar mecánicamente que el presente de indicativo del verbo “tener” no es “teno”, ni el de “venir”, “veno”, etc. Y, al mismo tiempo tiene que ir descubriendo que hay sentidos en el lenguaje que sólo son deducibles del contexto (a veces en clara confrontación con el diccionario), por ejemplo todos los relacionados con la ironía. Y la inteligencia tiene mucho que ver –como la cultura- con el dominio comprensivo y expresivo de la ironía.

Si la lengua, en sí misma, es una construcción irónica, entonces la identidad supuesta entre pensamiento y lenguaje exigía redefinir el pensamiento en relación más con la ironía que con la lógica.

Un ejemplo: del “vacuus” latino, que significa “vacío” (el sentido aún está presente en la “vacuum cleaner” inglesa), los mismos latinos derivaron significados tan variados como “desocupado”, “libre”, “sin amo, “libre de preocupaciones”, “tranquilo”, “sin valor”, etc. El verbo correspondiente a este sustantivo es “vaco”, de donde se derivan "vacío", “vacante”, “vacaciones”, “vacuo” o aquella expresión que tanto utilizaba Ortega de “vacar a ser feliz”, y que yo, en mi tesis doctoral, modifiqué, con plena consciencia de la cosa por “bacar a ser feliz”, pensando más en Baco que en el vacío.

Otro ejemplo: El verbo “liceo” significaba en latín “estar en venta”, “estar tasado”, “ser lícito”, “estar permitido”. El participio pasivo de este verbo es “licitus” (lícito, permitido). Y, de aquí, se han originado “licencia”, “licenciado”, “licencioso”, “licitación”, “licitar” y toda su familia.

Así que podemos deducir:

  1. Que “vacar licenciosamente” es un poco redundante.
  2. Que vacar una vez licenciado” parece la cosa más justa.
  3. Que no todo licenciado es licencioso ni toda vacación vacía.
  4. etc, etc.

viernes, 10 de agosto de 2007

Es tanto lo que le debo a internet...

Hoy voy a hablar de elefantes

Para ir en tren de Ocata a la Plaza de Cataluña el viajero debe armarse de valor. El que tenga que ir de pie hasta el Clot, lo supone, pues estos son días de playa y los vagones van infestados de bañistas cargados de artilugios y empeñados a hablar a voz en grito. Lo que no supone el ingenuo viajero es la marabunta que se va a encontrar en la estación del Clot. Es imposible dar un paso. Viajeros perplejos, sudados, agotados, despistados, intentan como buena mente pueden moverse en la dirección correcta sin atropellarse para dar con el enlace improvisado que los llevará al centro de la ciudad. No es fácil pasar por esta experiencia y mantener intacta la fe en la bondad natural del género humano. Si es que aún hay por ahí algún despistado en busca de aventuras y vacaciones alternativas, le propongo una tarde en la estación del Clot.

Tras llegar a casa, he acudido mecánicamente hasta este ordenador, dispuesto a hablar de elefantes.

Recuerdo lo ya dicho en otro post: según cuenta Claudio Eliano en La Historia de los animales, a Ptolomeo II le regalaron una cría de elefante que aprendió a hablar en griego, conducta que admiró mucho a todos los ilustrados del momento, porque siempre habían aceptado que la única lengua que entendían los paquidermos era la de la India. Plinio, a su vez, en su Historia Natural, alaba a los elefantes porque gustan del amor y de la gloria y poseen cualidades que con frecuencia se hallan ausentes entre los hombres, como la honradez, la prudencia, la ecuanimidad, el culto a los astros y la veneración al Sol y a la Luna. Añade que el cónsul Luciano se ponía a sí mismo de testigo de que un elefante había aprendido a escribir con su trompa la siguiente frase en griego: “Yo mismo he escrito esto”.

Hoy encuentro en el “Coloquio del conocimiento de sí mismo”, de Doña Oliva Sabuco de Nantes de Barrera esta otra historia:

“Cuenta también Plinio que en los tiempos que Roma florecía se ayudaban los romanos, en la guerra, de los elefantes, y llevaban capitanía de ellos por sí; los cuales, por su gran instinto, dice el mismo Plinio que entendían el pregón en la lengua romana, y llegando un día el ejército romano a un gran río, que tenía el vado dificultoso, mandaron pasar los elefantes delante, y el elefante capitán, que se nombraba Ayax, no osando pasar, estuvo detenido el ejército romano gran pieza, en tanto que fue menester pregonar que el elefante que primero pasase el río le harían capitán, y entonces un elefante, que se llamaba Patroclo, osó pasar, y pasó el río, y todos los demás elefantes tras él, y el ejército romano. Y llegados a la otra parte del río, luego Antíoco cumplió lo que había hecho pregonar, quitando al Ayax las insignias que llevaba de capitán, a manera de jaeces y ornamentos dorados, y los mandó poner a Patroclo, por lo cual el Ayax nunca más comió bocado, y a tercero día lo hallaron muerto.”

Melancolías de la lluvia de agosto

Cualquier tiempo pasado nos precede
Más realismo tremendista en: glassphyxia


Bacallà Salat, mi gata, me mira perpleja. No se acaba de creer que vaya a colgar esta imagen tan morbosa en El Café de Ocata. Le he dicho que llevo varios días evitándola, pero que no tengo otro medio de librarme de la tentación que cayendo en ella. Bacallà Salat, aquí al lado, tumbada como siempre sobre la alfombrilla del ratón, me mira escéptica. "Quizás -le digo- debiera acompañar la imagen con un texto que justificara o al menos diera un poco de empaque a mi capricho." Bacallà Salat se alza y me echa una última mirada, antes de alejarse, orgullosa. Sé que lo hace para que me sienta un poco culpable. Pero muy poco. La verdad es que no hace mucho aún que la muerte era otra cosa. Aún no se había convertido en algo obsceno que hay que ocultar a toda costa de la mirada de los niños, como antes se ocultaba el sexo. No hace mucho, tampoco, que los médicos fumaban como condenados a muerte disfrutando de su calada postrera. Recuerdo una consulta envuelta en la neblina del humo del doctor, que tenía sobre la mesa un cenicero monumental en el que no cabía ni una mota más de ceniza. Pero en aquellos tiempos se podía con tranquilidad dar dos golpecillos al cigarrillo y permitir elegantemente que la ceniza cayera al suelo con la levedad de un copo de nieve. No hace mucho que el fumar a escondidas era el primer vicio solitario de los niños. El primer rito de paso.

jueves, 9 de agosto de 2007

La caridad ejercida con dinero ajeno

Me molesta lo fácilmente que se hace pasar por liebre ética el fatuo gato de la caridad ejercida con dinero ajeno. Puedo entender este malabarismo en el caso de las empresas privadas que intentan reforzar su cuenta de resultados haciendo de la solidaridad un complemento de su imagen de marca (ya he hablado aquí de la Responsabilidad Social Corporativa, RSC), pero me cuesta entender que los poderes públicos se empeñen en dedicar un tanto por cierto de sus presupuestos a causas tan supuestamente solidarias como evidentemente remotas (y por ello generalmente anónimas) y opacamente gestionadas. Pero esto es lo de menos: acepto que todas las causas que reciben ese dinero son justas, que sus receptores tienen nombres y apellidos y que su gestión es óptima. Esto no disminuye mi perplejidad. Ya sé que estoy hablando contra los signos de los tiempos, pero tampoco es que los signos de los tiempos me produzcan entusiasmos desmedidos.

Evidentemente no dudo de la buena fe de nadie. Concedo a los gestores de los intereses públicos toda la buena fe que quieran y, si quieren, hasta el doble, pero me parece que hay algo profundamente perverso en este ejercicio cada vez más extendido de disponer del dinero ajeno para hacer caridad pública. Que quede clara otra cosa: no tengo inconveniente en que aquellos a quienes les molesta el hermoso nombre de “caridad” pretendan travestirlo con la pompa y circunstancia de la solidaridad.

A lo que iba.

En primer lugar no parece que el recaudador de este dinero esté realizando un gesto ético, ya que su bolsillo no se resiente por su acción. Y en cuanto a la voluntad colectiva, no parece que sea un sujeto ético muy consistente. Lo evidente es que yo no tengo opción para decidir ser un bastardo egoísta a la hora de hacer mi declaración de hacienda, ni cuando pago mis impuestos municipales ni cuando cotizo una cuota de una institución que dedica un tanto por cierto de sus ingresos a ejercer la caridad con una parte de mi dinero.

Pero (y pásmese quien quiera) si no pudo optar por ser un bastardo egoísta, tampoco puedo optar por ser un generoso filántropo. Soy solidario sólo en la medida en que puedo ser insolidario. Nadie puede ser solidario por decreto.

Tiendo a pensar que la institucionalización del ejercicio público de la caridad con dinero ajeno además de aligerar penurias anónimas, descarga también la conciencia ciudadana, en la medida en que el ciudadano se siente exonerado de probar su valor humano ejerciendo la generosidad con quien le tiende la mano desamparada en mitad de la calle. La caridad que ya ejercen otros con mi dinero me autoriza a mirar desde lejos a mi conciudadano, sin resquemor, porque el deber de socorrer al indigente es una prerrogativa de los poderes públicos, que para eso recaudan mi involuntaria generosidad.

Frente a la demanda del indigente, el ciudadano no se plantea si quiere o no quiere ejercer su generosidad, sino que se enfada (¡ah, esa hipócrita indignación moral!) porque los gobiernos que lo representan no acaben de una vez con el deprimente espectáculo de la miseria.

Vehemencia

 I Tras tres días sin poder separarme de Benjamin Labatut y su Maniac , pero ya he cerrado la última página. Y como suele ocurrir cuando has...