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jueves, 10 de agosto de 2006

La gran encisera

Barcelona, atardecer del 10 de agosto

I

Joan Margall escribió en 1909 su Nova oda a Barcelona. Sin duda estaba pensando en la Barcelona del momento, sacudida por tantos dramas. Pero ya se sabe que la poesía no es de quien la escribe, sino de quien la siente y, nada nos impide volver a sentir sus versos:

Tal com ets, tal te vull, ciutat mala:
és con un mal donat, de tu s'exhala:
que ets vana i coquina i traïdora i grollera,
que ens fa abaixar el rostre.
Barcelona! i amb tos pecats, nostra! nostra!
Barcelona nostra! la gran encisera!

Barcelona, atardecer del 10 de agosto

II
Yo amo a esta ciudad. La amo tanto que había decidido no emplear nunca el insulto de moda: “Barcelona es un parque temático”. Pero ya veis, he caído.

III

A modo de justificación diré que durante estos últimos días he tenido que patearme la ciudad y he acabado con barcelonitis. Es casi imposible que te sirvan un café decente en ningún sitio; y ya no digo un granizado o un helado. ¡Cómo añoro mis granitas italianas de mandorla! ¡Mis tes fredos con granita de limón, los expresos-expresos y, sobre todo, esos helados italianos, que más que helados son obras de arte!

IV

Cada vez soporto menos las hordas enrojecidas de los turistas. Me imagino que si nos condenasen a hacer turismo en las condiciones en que se hace, habría revueltas monumentales. Lo mismo les da comprarse un sombrero mexicano en la plaza de la catedral, que una muñeca con faralaes, peineta y mantilla en las Ramblas. ¡Cuánto sufrirían mis amigos nacionalistas ante este espectáculo si no hubiesen abandonado la ciudad ante el invasor armado de euros! ¿Cómo reaccionarían los sevillanos si sus turistas se empeñasen en comprar en la ciudad de la Giralda y la Torre del Oro reproducciones de la Torre Eiffel?

V

Viajar en el cercanías de RENFE debería aumentar la Gracia Santificante o, al menos reducir la estancia en el Purgatorio. Todo el mundo grita haciendo alarde de su voz, compitiendo con el volumen exageradamente alto de la música, supuestamente de ambiente, con que la RENFE quiere ganarse nuestra fidelidad. Todo el mundo empuja. Todos estamos dispuestos a clavarle el codo en el hígado a quien sea con tal de conseguir un asiento. En el viaje de vuelta dos muchachos turcos nacidos en Alemania hablan en inglés con un joven ruso cargado con bolsas de Zara. Los turco-alemanes comentan que los sex-shops de Barcelona son magníficos. El ruso está muy interesado por el contorno de sus bíceps. Todos van para Calella (internacionalmente conocida como "Calela"). ¿Y el aire acondicionado? ¡Pobre del que entre desprevenido en el tren! ¿Y por qué hay que ir al cine con chaqueta?

Barcelona, atardecer del 10 de agosto

VI

En el Carrrer de la Bòria ayudo a un par de ancianos a subir a la acera. Ya les cuesta caminar. La mujer se interesa por mi origen, me nota un acento catalán extraño. Cuando le digo que soy navarro me cuenta que su nuera, que es de León, se niega a hablar una palabra en catalán. "Ya se sabe -le contesto- que se consideran los reyes de la selva". La mujer me dice que sí, pero el hombre, muy digno él, me contesta que en esta vida lo más importante de todo es dejar que la gente viva a su manera. "Zapatero Gay", se lee en una pintada.

VII

Y huele. Barcelona huele a ingle. Según los entendidos en estas cosas, la pluviometría anual de Barcelona es similar a la de París. Seguramente, tal como se va anunciando, un día de estos nos va a caer encima en un par de horas la lluvia que tiene reservada París para todo el otoño y el invierno. De la limpieza prefiero no hablar. Hay calles que me duelen.

VIII

¿Y los precios? ¿Se han convertido los tres euros en unidad de medida catalana?

IX

Y, a pesar de todo, yo no cambio a esta mala bruja por ninguna otra ciudad del mundo.

X

Y hoy, amigos, 11 de agosto, mi hijo Guillem cumple un cuarto de siglo. ¡Se dice pronto! Y parece que era ayer. Y yo a tu edad. Y etc, etc. Fatalmente acabamos repitiendo las palabras de nuestros padres. ¿O estoy generalizando? Lo cierto es que conforme voy compliendo años más amigo me hago de mis padres, que ya no están aquí para saberlo.


14 comentarios:

  1. Buenos días, Gregorio. No sé si te parecerá buena idea que indicases en algún lugar de tu "café" la selección musical de cada día...

    Música muy estimulante!

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  2. Seguramente tienes razón. Intentaré hallar la solución. La actual: Anthony & The Johnsons, "Fistful of Love"

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  3. Barcelona se ha convertido para mi en la proyección en una pantalla de imágenes, que me emociona. Es como un "sin fin" que acaba y vuelve a empezar, en cine mudo y en colores desvaídos. Por eso digo que se ha vuelto extranjera en mi, la que tanto amé y tal vez todavía...

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  4. He visitado Barcelona un par de veces; la primera, hace quince años, en 1990. Tuve el privilegio de contemplar cómo se rehacía la "ciutat vella". Yo andaba, por ejemplo, por la Porta del Angel, y me decía, "¡me recuerda Sevilla!". Creo que son dos ciudades muy parecidas, extrovertidas y volcadas a la calle (no sé qué les parecerá a los contertulios catalanes...).

    La segunda vez en 2002. Con tanta 'FNAC', parece como si la ciudad hubiese perdido ese adorable aire provinciano (a mí me lo parecía). Creo que la uniformidad de los modos de vida está pasando a lo largo y ancho de todo el planeta.

    P.S. Inolvidables los 'suizos' con ensaimadas en una granja del Carrer de Petritxol...

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  5. Aún quedan algunas granjas, muy pocas. Yo pienso que los catalanes se quieren poco a sí mismos, en contra de lo que la mayoría piensa. Ellos aman una imagen muy idealizada e indefinida de sí, que es cosa diferente. Si se amasen más a sí mismos habrían tenido más cuidado a la hora de conservar su patrimonio. Pero Barcelona es esclava de su imagen de ciudad vanguardista. Aquí se conserva, sobre tod, lo que puede servir como reclamo turístico. Algún día hablaré del modernismo desmodernizado. Pero insisto, a pesar de los pesares: esta es mi ciudad. La ciudad en la que me gusta vivir es Barcelona, vivida, eso sí, desde Ocata, y el lugar al que me gustaría huir de vez en cuando es la isla de Salina, en las Eolias. Pero mis ideales posibles cambian cada dos o tres años.

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  6. Joaquín: Es sorprendente conocer los puntos de vista de "tu ciudad" de otra persona que se expresa como visitante. Nunca hubiera pensado en el Portal de l'Angel como similar a Sevilla, y tampoco eso que tu llamas "aire provinciano". Supongo que durante mi media vida en ella, lo hubiera considerado chocante, cuanto menos.
    La nueva, después del 92, me coge lejos y con otra media vida por Castilla. A esta degunda no la conozco y no es la mía.
    Ahora que lo pienso si, es posible que algún aire provinciano tuviera, pero no se... Me haces pensar y no se bien describir lo que es un aire provinciano, que para mi si veo en Segovia o Ávila, junto a las que vivo.
    Cualquier inocente comentario obliga a pensar, caramba.

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  7. Sí Luís, recuerdo indeleblemente la primera vez que surqué el Portal de l'Angel, todo lleno de gente (es zona comercial) y fue una impresión enteramente subjetiva. A lo mejor es que entonces no me sentí extraño en Barcelona. ¡Y el aire provinciano, muy local, en plazas y calles recónditas! Puede ser que tenga idealizada la ciudad, aunque en mi última visita la extrañé, y como menciona Gregorio Luri, puede ser que a sus habitantes les recuerde un "parque temático". Lo que no desfallece es su vida nocturna...

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  8. Era una de mis calles preferidas de adolescente y joven porque por ella bajaba caminando hacia la zona del Barrio Gótico. Puede que al ser "tan mía" no la puedo pensar parecida a otra. Ahí estaba Jorba, que luego fué Preciados y ahora, ¿como no? El Corte Inglés.

    Al hilo de tus dos comentarios, creo que un buen ejercicio sería describir las ciudades del otro.

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  9. Sería largo hablar de la relación de una ciudad (Barcelona, o Sevilla) y su imagen literaria. Yo también padezco de "libropesía" y me gusta contemplar las ciudades y paisajes a través de los libros.

    Esta es una pequeña introducción para anotar que mi primera visita a Barcelona también la asocio al descubrimiento de Jaime Gil de Biedma. Su poema 'Barcelona ja no ès bona...', donde denuncia precisamente la pérdida de identidad de la ciudad... pertenece a un libro ("Moralidades") ¡datado en 1966!

    Gil de Biedma sabía de lo que hablaba, como hijo de la alta burguesía barcelonesa...

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  10. Ahora que lo pienso, mis imágenes del Portal de l'Angel se superponen. Con coches en dos direcciones, solamente en uno y finalmente peatolan. También, si pienso en ella la recuerdo con lluvía, con luz, casi siempre al caer la tarde, más cerca de Navidad. No es una sola imagen, sino que es la pantalla de cine con el sinfin sin sonido a que hacía referencia.
    La poesía de Gil de Biedma es barcelonesa, profundamente barcelonesa y luterariamente enlaza (muy a grosso modo) con los Goytisolo. Marsé e incluso con Gimferrer y la revista Destino. Hay más, pero estos, dispersos, son los que me acuden a la cabeza ahora. En 1966 tenía yo 22 años, no me parece tan lejos. A mi, claro.

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  11. Gregorio: hay una frase de Unamuno que creo que es aplicable todavía, sobre todo a los estamentos rectores de la ciudad. Exclamó, creo que en su epistolario con maragall, ¡Catalanes, os ahoga la estética! Creo que estuvo rotundo y acertado, hasta que la estética se ha convertido en el patrón fijo de una ciudad que no se si se reconoce a sí misma en ella o en sus postales. Es también mi ciudad porque creo que la única patria válida del hombre deberái ser la ciudad de la infancia y en mi caso de media vida, poero la siento extranjera en mi, yo habito otra que ya no existe o que yo no se encontrar cuando la visito, que es a menudo.

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  12. Yo llegué a Barcelona con 21 años proveniente de una ciudad tan absolutamente provinciana como Pamplona. Me encandiló. Barcelona era lo más cerca que se podía estar de un imaginario envidiable que se llamaba Europa. Recuerdo la efervescencia política y cultural en la que todo el mundo conocía al alguien. Había una voluntad de realización de la libertad que a veces hasta me parecía escandalosa, como cuando un primero de mayo, creo que del 77, un grupo cultural se manifestó al grito de "Juan Carlos, escucha, Sofía está en la ducha". Por las Ramblas se paseaba Ocaña, Sacristán daba cursos en la "Escola d'Estiu" y en tal sitio te podías encontrar con Gil de Biedma o con Marsé. No sé qué es lo que pueden buscar los jóvenes actuales que vienen a Barcelona pero, sin duda, algo encuentran. Basta verlos llenar las calles de la ciudad hablando todas las lenguas con soltura. Tampoco sé si ha perdido un supuesto aire provinciano, pero sí que creo percibir una cierta pérdida de calidez en lo cotidiano y una sobredimensión de una Barcelona que cada vez más se concibe a sí misma como un escaparate. ¿Por qué no pueden convivir en Barcelona las granjas tradicionales con las neo-tascas y los bares de diseño?

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  13. Algunas veces me gusta evocar la imagen de Barcelona repasando algunos de mis papeles. Guardo como un tesoro un 'affiche' de la Sala d'Art Canuda, anunciando la "exposició col.lectiva" de Chinchilla, Garrido, Olivé de Puig y Villa del Prat ('del 15 al 29 de maig 1990'). No quiero ponerme en "plan filósofo" preguntándome a dónde han ido a parar aquellos días vividos...

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  14. En los 70's éramois protagoiniostas de la historia. Barcelona, la mía, estaba viva, efervescente. No era una minoría sino un sentiumiento bastante amplio, expectante ante el cambio, demandándolo. Yo vivía el Club de Amigos de la Unesco en aquel entonces, ay se encontraba allí de todo, teósofos, esperantistas, nacionalistas, comunistas del PSUC, socialistas del MSC, amigos del teatro, de la literatura, jóvenes inquietos. Era mi juventud, e ignoro cuales han sido despuñés las efervescencias, por lo tanto no voy a juzgar. Pero aquella Barcelona era tremendamente viva, llena de estética y de ética, buscando un sitio que sentía arrebatado. Ahora no se... No estoy allí y cuando voy no lo veo. Mis hijos, que si viven, me dicen que no, que no es lo mismo, y que lo que es tiene menos entidad. No lo se, será subjetivo, tal vez...

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