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lunes, 7 de agosto de 2006

Futesas

Cielo de Ocata (5 de agosto)

I

Los jecides de Persia jamás maldijeron al diablo, fuera cual fuera su infortunio personal o colectivo. Sospechaban que algún día se reconciliaría con Dios, y se vengaría entonces de cada una de las injurias recibidas.

II

Según Patocka, el humorista checo Jan Werich, firmante, como él, de la Carta 77, contestó a los médicos que le acababan de diagnosticar un cáncer de tráquea? ¡La risa es el eco de nuestro llanto!

III

Insiste Kojève: “El amor se caracteriza precisamente por el hecho de que atribuye sin razón un valor positivo al amado o al ser del amado”.

IV

Aristóteles, Física: Todo se genera y perece en el tiempo y por eso algunos lo consideraron sapientísimo; el pitagórico Parón, en cambio, hablando con más propiedad, lo tenía por ignorantísimo, porque en él habita el olvido.

V

Quizás para ayudar a su corazón a decantarse por una forma u otra de mesianismo, Walter Benjamín se fue a Moscú en el otoño de 1926. En su corazón llevaba la esperanza del reencuentro con Asja Lacis y en su cartera un artículo sobre Goethe para la Gran Enciclopedia Soviética. ¿Resultado? En Moscú hacía mucho más frío que el temido, Asjia tenía otros amantes y le rechazaron su artículo por hacer excesivas referencias a la lucha de clases. Stalin no acababa de parecerse al Mesías y Benjamín, además, no hablaba ruso.

VI

David Hume leía en su lecho de muerte los Diálogos de los muertos, de Luciano de Samosata. Se le presentó la duda de qué argumento podría presentarle a Caronte, si tuviese la oportunidad, para disponer de un tiempo complementario entre los vivos. No se le ocurría ninguno convincente, sólo excusas jocosas. Finalmente dio con uno que le pareció razonable. “Ten un poco de paciencia –le podría decir al barquero-, me he esforzado por abrir los ojos del público. Si vivo unos años más, podré tener la satisfacción de ver caer algunos de los supersticiosos sistemas que prevalecen”. Pero Caronte, enfadado porque un recién llegado pretencioso le hacía perder el tiempo con semejantes tonterías, le reprocharía con cara destemplada: “Bribón, eso no pasará en muchos cientos de años, ¿te imaginas que te concederé un periodo tan largo? Entra a la barca en este instante, perezoso bribón

VII

La obsesión de Kant por el estado de sus intestinos. Hamann le cuenta en una carta a Herder que Kant se había convertido en un obsesivo observador de sus evacuaciones, sobre las que hablaba sin pudor en los lugares más inapropiados. Achacaba a las acumulaciones intestinales el aturdimiento mental que comenzaba a sentir en su ancianidad. Sesudos historiadores (Shell) sugieren que esta obstrucción estaba causada por un empacho filosófico. Kant veía en todo caso que si la filosofía le podía proporcionar la inmortalidad entre las generaciones futuras, su lugar biológico entre los vivos dependía de sus funciones animales.

VIII

Se cuenta del músico navarro Emilio Arrieta que la víspera de su muerte le contestó a uno de sus apenados discípulos que se había interesado por su salud: “¡Muy mal, chico, muy mal! ¡Tan mal, que si al amanecer me dicen que he muerto, no me chocará nada!

IX

Carta de Eva Braum (6 de febrero de 1912 – 30 de abril de 1945) a su hermana, en los primeros meses de la guerra: “Hitler me ha prometido que cuando todo esto acabe me llevará a Hollywood y allí protagonizaré la película de nuestra vida en común.”

Desde la playa de Ocata (7 de agosto)

3 comentarios:

  1. Una posibilidad (pienso) de conseguir que Caronte de un tiempo de gracia o añadido, sería presentarse a él sin la moneda con la que se paga el viaje en la boca, ; mostrarse sorprendido por el despiste; pedir disculpas cortesmente y decirle que se vuelve a recogerla y que se llegará de retorno a tiempo para el siguiente crucero. Podría colar.

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  2. Apotegmas todos muy bien traídos. Graciosos los de W.Benjamin y Eva Braum.

    Entre lo mejor del blog, también la música, ¿puedes indicarnos cuál es la que tienes colgada?

    Un cordial saludo.

    Joaquín.

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  3. Gracias por tu visita, Joaquín, serás bien recibido por este café. En cuanto a la música: el autor es el malogrado Jeff Buckley. Me alegro de que te guste.

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