Esta mañana he leído “En el trineo de Schppenhauer”, de Yasmina Reza y esta tarde he ido a ver “Tiempos de amor, juventud y libertad”, de Hou Hsiao Hsien. Ando, como puedo, intentando digerir todo esto. Camino de los cines Verdi, en la calle Ramón y Cajal, nos hemos topado con esta pintada que copio tal cual: “Viva la delinquencia popular!”. Inmediatamente he recordado el primer punto del ideario pedagógico de una escuela muy progre (de esto hace ya algún tiempo) que proponía “no reprimir nunca el instinto revolucionario del niño”. Un poco más adelante, en la Librería Taifa me ha llamado la atención este texto escrito con tiza en una pizarra: “Es lo bueno que tienen los malos libros, que difícilmente se dejan leer”. Estaba tentado de hablar de la identidad entre ambos mensajes. Pero prefiero concluir con una frase de Yasmina Reza: "Yo creo en la frivolidad, es una suerte que tengamos la frivolidad, la frivolidad nos salva, me sorprende que no comprendan esa superioridad que nos da el ser salvadas por la frivolidad, el día en que la frivolidad nos abandone nos morimos."
¿Quizás por eso nacemos?, ¿por qué la frívola vida nos salva?:)
ResponderEliminarSaludos.
Leo que la frivolidad, más que el interés por las cosas pequeñas es el desinterés por las cosas grandes. En Celimene, por ejemplo, la frivolidad no es la coquetería sino la incapacidad de amar.
ResponderEliminarMoliere la vió así. de acuerdo con ello conozco a muchas personas frívolas, que ejercen de tal a conciencia, y a algunas que practican la frivolidad como ejercicio terapeútico.
En cualquier caso somos frívolos o no lo somos, pero la vida, pienso, no puede ser frívola.
Creo que esta bitácora merece más de una visita:
ResponderEliminarhttp://www.wefeelfine.org/index.html
Va de sentimientos.
Si tomamos como frivolidad la capacidad de evitar la confrontacion dialectica, de relativizar, vale. Quizas hasta incluso nos lleve a la tolerancia. Ahora bien, si la tomamos como una actitud mas bien superficial , una actitud mas bien permisiva que nos impida disimular ser quienes somos, eludir responsabilidades... entonces, ya no se si nos salva.
ResponderEliminarCita (manida) de Baudelaire:
ResponderEliminar"Le Dandy doit aspirer à être sublime, sans interruption. Il doit vivre et dormir devant un miroir."
Hace años fuí en exceso frívolo.
ResponderEliminarLa ley de la vida, el tiempo, atenuó, quizá también en exceso, ese aire de corruptible alegría que conlleva la frivolidad.
No viene mal un moderado grado de tan fugaz estado de ánimo.
Pero ¿cuánto?
Se puede ser frívolo con lo que ha visto Gregorio?
No.
Cuidado Yasmina...
Imaginad a un profesor de filosofía que ha hecho de Spinoza su (seria) razón de ser. "Pero -dice su mujer- desde que se le fue la cabeza, se ha puesto completamente en contra de Spinoza". Por otra parte -digo yo- ¿qué más racional que que un loco sea contrario a toda geometría pasional? Los maestros de este hombre fueron Althusser y Deleuze, ¿recordáis?, dos grandes pigmaliones de toda una generación, ¿recordáis también que el primero acabó estrangulando a su mujer y el segundo, tirándose por la ventana? "La generación de mi marido fue aplastada por los maestros" (la esposa, claro está)¿Podríamos hablar también de Foucault?. Ha sido una generación tan completamente asaltada por la realidad que se ha rendido por completo. "Cuando has visto de cerca cómo copulan los cerdos, ya no te puedes hacer ilusiones sobre el sexo". "Nos dejamos embaucar por los maestros, hacemos progresos en los laberintos creyendo que se trata de la felicidad del espíritu, hasta el día en que de repente nada se sostiene".
ResponderEliminar¿Y sabéis quién reivindica aquí ("En el trineo de Shopenhauer") la frivolidad: La psiquiatra que trata a los afectados por la realidad.
Conclusión: si hay que revisar lo dicho, que lo revise Yasmina Reza, que es ella quien lo ha escrito.
Y por cierto: la película de Hou Hsiao Hsien me parece un magnífico alegato cntra la frivolidad contemporánea.
La frivolidad esporádica es una válvula de escape. Si absolutamente todo nos lo tomáramos en serio seríamos unos amargados.
ResponderEliminarSe entiende lo de Reza (me ha gustado e libro y me encantó la obra de teatro), que sea la psiquiatra. No me gusta la frivolidad dada por naturaleza, se me antoja cercana a la estulticia. Sin embargo, admiro la frivolidad como sofisticación ante las afecciones y aflicciones que la realidad impone; incluye la elegancia, y la elegacia intelectual ó ironía. Pero puede fácilmente convertirse en puro esteticismo. Y, ya acabo, con los estetas tengo un problema: que me canso y no persevero, con lo cual, rizando ya el rizo, vuelvo a lo trascendente y ampuloso quizá por pura frivolidad.
ResponderEliminarAh, ya lo tengo: el frívolo es el que reconoce el cansancio de sí mismo, el que no persevera, el que se va traicionando. La frivolidad hay que entenderla más desde el hastío que desde la alegría.
Bueno, si non é vero...
Lola
De acuerdo con lola, y creo que lo estoy "hoy, seamos frívolos, con lo que está cayendo". La frivolidad como actitud es una pose estética y una defensa ética que tiene paredes débiles y cae al primer embate. Basta un telediario.
ResponderEliminarLa frivolidad como naturaleza es otra cosa: tengo una amiga frívola que cree que las cosas importantes son para la gente importante, lo que por otra parte no deja de ser cierto y da a su frivolidad un toque de impotencia ante la realidad, que por otra parte nunca le ha interesado, o sea que es frívola estúltica con expresión certera.
Acabo de tomar café con leche aquí y siento, ante la visión del mar, una pasión frívola envidiable. Trataré de que dure hasta las once, no leeré los periódicos.
Otra pintada en la vila independent de Gràcia es la que sigue, y disculpen si la consideran de mal gusto;
ResponderEliminarGora ETO'O
Perdón.
En el caso de Reza, la frivolidad es una salvación porque, paradójicamente, ante el hundimiento de todo lo que se tenía por grande, lo intrascendental aparece como un asidero. Algo así ocurre con el Decamerón (perdonad el salto y lo arriesgado de la analogía) ante el hundimiento del munto, se reivindica la alegría del sexo y, al hacerlo así, los tertulianos frívolos que se cuentan historias picantes están reconstruyendo el mundo a pequeña escala. Pero después está el frívolo incapaz de pensar que pueda haber vida más allá de su tarjeta Visa. Y este ya es ora cosa. El Borja Mari, que diría Borges.
ResponderEliminarCon respecto a Subal: si alguno de los tertulianos de este café se siente molesto, está autorizado para olvidar inmediatamente lo que ha leído. Lo que no te aseguro, Subal, en absoluto, es cómo se la tomarían algunos chicarrones del norte que conozco, y que no se caracterizan precisamente ni por su sentido del humor ni por su reticencia a sentirse agraviados.
Y yo al menos practico la frivolidad como una religión. Hasta el punto de que se convierte en la mejor coraza :)
ResponderEliminarMe autocorrijo: ¡¡¡FORGES!!!! ¡¡¡Vaya hiperlapsus frivolón!!!
ResponderEliminarLeí el libro de Reza y no me gustó. Me pareció el esbozo de una novela y me dejó fría. No alcancé a acercarme ni a los personajes ni a su discurso. Me decepcionó, después de que la obra de teatro me gustara tanto, por eso no la reseñé en el blog. Y en cuanto a la frivolidad, no sé ya si fue Oscar Wilde o Juan Gil-Albert que escribió que sólo lo superfluo es necesario. No sé si superfluo y frívolo son lo mismo, depende del concepto que se tenga de ello. Profundizar no siempre es necesario, pero frivolizar a veces es hiriente, ofensivo, según sobre qué se frivoliza. Quizá esto es un pensamiento moralista. Y eso que a mí me gusta mucho la comedia inglesa.
ResponderEliminarUn abrazo.
Un hombre pasa con un pan al hombro
ResponderEliminar¿Voy a escribir, después, sobre mi doble?
Otro se sienta, ráscase, extrae un piojo de su axila, mátalo
¿Con qué valor hablar del psicoanálisis?
Otro ha entrado en mi pecho con un palo en la mano
¿Hablar luego de Sócrates al médico?
Un cojo pasa dando el brazo a un niño
¿Voy, después, a leer a André Bretón?
Otro tiembla de frío, tose, escupe sangre
¿Cabrá aludir jamás al Yo profundo?
Otro busca en el fango huesos, cáscaras
¿Cómo escribir, después del infinito?
Un albañil cae de un techo, muere y ya no almuerza
¿Innovar, luego, el tropo, la metáfora?
Un comerciante roba un gramo en el peso a un cliente
¿Hablar, después, de cuarta dimensión?
Un banquero falsea su balance
¿Con qué cara llorar en el teatro?
Un paria duerme con el pie a la espalda
¿Hablar, después, a nadie de Picasso?
Alguien va en un entierro sollozando
¿Cómo luego ingresar a la Academia?
Alguien limpia un fusil en su cocina
¿Con qué valor hablar del más allá?
Alguien pasa contando con sus dedos
¿Cómo hablar del no-yó sin dar un grito?
5 Nov 1937
César Vallejo
POR MI PARTE, me gusta este poema vallejiano porque refleja insuperablemente el conflicto del creador entre los dramas diarios del mundo, y su actividad estética o contemplativa. César Vallejo no renuncia a la poesía (¿cómo entonces, ante tanta desgracia, echa un buen rato en redactar, y corregir tan bien compuestos pareados?). Lo que sí interpreto es que el creador, el poeta, el filósofo, debe llegar a una cierta componenda humanista que equilibre sentido de la realidad (opuesto a la frivolidad) y contemplación platónica de las cosas más altas.
Saludos a todos los magníficos tertulios de este café
Clara,
ResponderEliminarcreo que es mucho esperar que la frivolidad nos salve de algo. De hecho creo que esperar la salvación es demasiado esperar.
Poseer un temperamento filosófico te incapacita para la felicidad. Poseer un temperamento frívolo también. Hay felicidad cuando no se piensa, si este no-pensar no es vacuo o una mera sensación epidérmica. Con lo cual deduzco que la felicidad es imposible. El sabio sabe frivolizar a sabiendas de que frivolizar es anodino. La insubstanciabilidad del frivolizar requiere todo un ejercicio de tensión consciente para no caer en el nihilismo. ¿Qué fue lo último que dijo Sócrates antes de palmarla? ¿Lo recuerdas Goyo?
ResponderEliminarGabriela: a mi este cuento postmoral me parece una magnífica ironía sobre la condición de damnificados por la realidad de muchos marxistas-estructuralistas. Recuerdo la presencia de Althusser en una Escola d'Estiu de Rosa Sensat (en los tiempos heroicos de esta "escola"), en lo que actualmente es el bar de la facultad de filosofía e historia de la U.B, en Pedralbes (¿lo recuerdas, Maga?). Para muchos aquello era como el sermón de la montaña. ¿Y cómo olvidar a su discípulo, Nicos Poulantzas, en quien se basó el PSUC para elaborar aquella beata teoría del "Partido" como intelectal colectivo, justo antes de padecer una epidemia de idiocia colectiva que lo llevó en cuatro días a la autrodestrucción? Podemos repasar uno por uno a aquellos grandes santones: Deleuze, Althusser, Foucault, el mismo Sartre... sus biografías dejaron en muy mal lugar a sus teorías. Algo debemos aprender de todo esto a la hora de entendernos a nosotros mismos como discípulos de alguien. Y esto es lo que, en mi opinión, dice Reza.
ResponderEliminarJoaquín: Magífico el poema de Vallejo... Pero (permíteme que me atreva a ponerle un pero, no al poema, claro está, sino a su autor): Vallejo sabía muy bien que para el hombre no hay hechos brutos. Y aquí comienza la complicación. Hegel se cabreaba, con toda la razón, contra quienes le oponín tal o cual hecho a su filosofía intentando refutarla. Si los hechos estaban en contra de la teoría, pues peor para los hechos.
ResponderEliminarTonibañez: No hace mucho recordaba yo aquí mismo aquella boutade de Goethe: "La felicidad es cosa de plebeyos". Javier Pérez se me cabreó con razón. Así que entre ambos corregimos al alemán: "La felicidad es cosa de espíritus plebeyos".
ResponderEliminarDesde el "Eclesiastés" sabemos que quien acumula ciencia acumula infelicidad. "Hay felicidad cuando no se piensa", dices, e inmediatamente pienso en la "Segunda Consideración Intempestiva" de Nietzsche. Cada vez veo más claro que es la clave de acceso a toda su filosofía. Absolutamente de acuerdo contigo: "El sabio sabe frivolizar a sabiendas de que frivolizar es anodino. La insubstanciabilidad del frivolizar requiere todo un ejercicio de tensión consciente para no caer en el nihilismo".
En cuanto a las últimas palabras de Sócrates, me imagino que sabes que su misteriposo "Critón, debemos un gallo a Asclepio", lo interpreto yo de manera bien distinta a lo que se acostumbra. A mi modo de ver el patrón de los filósofos se fue de este mundo con una tremenda erección provocada por la cicuta. De ahí sus palabras. Esto te debería ayudar a reconciliarte con el marido de Jantipa.
Y ahora me vais a permitir que me meta con Ferrancab, cuyo blog se titula "Palabra d'Stone".
ResponderEliminarPues, Ferran. Hoy, en la contraportada del "Diario Vasco" puede leerse lo siguiente (que, por otra parte, tiene mucho que ver con lo que estamos tratando hoy aquí):
"Contratan a un geriatra para los Rolling Stones
"El organizador del concierto de los Rolling Stones que se celebrará mañana en la ciudad noruega de Bergen ha contratado a un especialista en enfermedades seniles para cuidar de la banda, informaron hoy medios noruegos. El organizador, Bergen Live, ha contratado al jefe médico de la unidad geriátrica de un hospital de la ciudad, Paal Naalsund. Éste confirmó a la prensa que estará a disposición de los miembros de la legendaria banda de rock".
Bueno, después de haber echado unas risas con esto de los Stone, vuelvo al que parece tema estrella del café de Ocata, la (in)felicidad, no sé si mezclada con spleen. Todos hablamos de la felicidad, todos aspiramos a ser felices... ¿pero sabemos de lo que hablamos?
ResponderEliminarMe resulta muy interesante lo que dice el famoso psiquiatra vienés V. Frankl, que la persecución denodada de la felicidad, propia del "american way of life", lo que produce es lo opuesto, infelicidad.
Lo más propiamente humano es la renuncia, la austeridad de vida, y la entrega a una buena causa que "llene" nuestra vida: puede ser el amor, la familia, pero también el arte, la poesía, la filosofía.
No sé si lo que estoy diciendo suena un tanto carca.
Con los textos de la pizarrita de la librería Taifa se debería haber hecho una antología. Que tal cúmulo de majaderías las escriba alguien que se dedica a los libros demuestra, una vez más, que un imbécil sin cultura ...
ResponderEliminarNo sé si es carca, pero a mi me suena bien, Joaquín, sólo que, yo diría "elegir", no "renunciar", auqnue lo implique, claro. Además, pongo en duda que el ser humano busque la felicidad; en el fondo, sabemos que es muy cercana a la muerte.
ResponderEliminarLo de Borges por Forges... Todavía me estoy riendo. Por cierto, Borges, al que adoro, me parece, resumiendo, un autor muy frívolo, más que Forges.
Lola
A mí una de las cosas que más me gusta de Borges es la manera tan discreta e irónica de entrometer su vida particular (sus amigos) en los relatos.
ResponderEliminarEstá visto que la frivolidad es un tema que da mucho juego intelectual. No deberíamos tomárnosla a la ligera.
ResponderEliminar"Delinquencia" con "q" ¡cuánta verdad y cuánta delincuencia institucional!
ResponderEliminarj.
La historia de las pintadas me ha recordado mucho a Galeano con aquello de...
ResponderEliminarDICEN LAS PAREDES /2
En Buenos Aires, en el puente de la Boca:
"Todos prometen y nadie cumple. Vote por nadie."
En Caracas, en tiempos de crisis, a la entrada de una de los barrios mas pobres:
"Bienvenida la clase media."
En Bogotá, a la vuelta de la Universidad Nacional:
"Dios vive."
Y debajo, con otra letra:
"De puro milagro."
Y también en Bogotá:
"!Proletarios del todos los paises, uníos!"
Y debajo, con otra letra:
"(Último aviso.)"
Una puntualización: El poema de Vallejo expresa exactamente el conflicto entre ser una artista vanguardista (no olvidemos la época en que fue escrito) o un artista comprometido con la sociedad, conflicto que le preocupó especialmente toda su vida. Claro que ahora podemos aplicarlo a nuestro realidad...
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
ResponderEliminarEl último comentario de 'pies diminutos' me confirma en la idea de que César Vallejo es un poeta para el futuro. Lo de menos es la circunstancia que vivió, sino que logró expresar poéticamente conflictos permanentes de los seres humanos. No pasar por alto (como he leído en tu blog) que fue un poeta que experimentó la prisión, la pobreza y la enfermedad.
ResponderEliminarHola, hola
ResponderEliminarsoy el usuario anónimo j. (de javier, claro). gregorio, vuelvo a meter la zarpa en este post tuyo para sacar al otro usuario anónimo de estos comentarios del grave error en que se encuentra. el propietario de la librería taifa ni es un majadero, ni es un imbécil, ni tampoco es inculto. al contrario, es una persona muy culta e instruida, y no dice disparates, y además no va insultando públicamente a los demás amparándose en el anonimato, pues tampoco es mezquino ni cobarde. en fin, sólo era esta precisión.
soy el usuario anónimo m.c. (de mezquino y cobarde, claro). Sólo conozco al dueño de la librería de vista. Si es lo que Javier dice lo disimula muy bien. Aparte de la pizarrita, que debería ser entonces explicada, JAMAS ha devuelto el saludo que le dirijo siempre que entro. Es decir, maleducado seguro que lo es. No es nada personal. ¿Cómo llamaba el Sr. Luri a la vida dentro del país?
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo contigo, Joaquín. Vallejo, como todos los grandes literatos, no se ha desfasado, guarda una pátina de actualidad que lo hace aplicable para un aquí y un ahora.
ResponderEliminar¿No pecarán gran parte de estos comentarios de frivolidad?
ResponderEliminarY por cierto, definir la felicidad, ¿no es una frivolidad?
Yo la frivolidad, por volver al tema del inicio, la concibo el viernes por la noche en una buena cena, entre amigos. Un ejercicio de sociabilidad e ingenio.
Y, para encadenar palabras, procuraría no confundir ingenio con frivolidad.
Luis, me temo que esto de abrir un blog es ya una frivolidad. Y lo malo de las frivolidades es que con ellas con frecuencia acabamos pillándonos los dedos. ¿Me ha ocurrido esto hoy con relación a la librería Taifa? Por mi parte estoy muy lejos de poder enjuiciar al propietario. Seguro que tienes razón, Javier. Pero permíteme que siga pensando que quien escribió el texto de la pizarra, que no sé quien es, no creía estar ironizando. Lo cual tampoco tiene mayor importancia.
ResponderEliminarOs agradezco a todos la participación.
bah, gregorio, lo frívolo es desacreditar por escrito y en el anonimato a alguien que sólo se conoce de vista; por lo demás, tú no te pillas los dedos (ni en este blog ni en ninguna otra de tus manifestaciones); en cualquier caso, aquí me los pillo yo con mucho gusto al teclear la dirección de tu blog con atropello, ilusión y con monazo. ¡abrazos!
ResponderEliminarj.
Tercio en la polémica sobre el señor de "Taifa" para decir que, aunque es un poco cascarrabias, es muy honesto. Me acuerdo que un día andaba buscando una edición bonita de "Rojo y negro" para regalar y encontré una encuadernada en piel, con cajita y con grabados. La llevé a la caja y él me miró con su cara de pocos amigos y me dijo que si estaba segura de que quería esa traducción. Le dije: - "Bueno, la de Cátedra no me gusta, por las notas, que son muy personales, y que molestan la lectura". - "Pero ésta es una traducción espantosa", -me contestó- "Yo no me la llevaría". Así que dejó de venderme un libro relativamente caro en pro de una traducción decente, que él no tenía (la de Enrique de Mesa, que yo sí había tenido pero que regalé a la nieta del traductor, Teresa Lobo). Yo creo que eso muestra que, a pesar de que pueda ser un poco antipático, o digamos, adusto, es un hombre honrado. Lo cual, naturalmente, tiene su mérito.
ResponderEliminarUn saludo.