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viernes, 20 de diciembre de 2024

Vehemencia

 I

Tras tres días sin poder separarme de Benjamin Labatut y su Maniac, pero ya he cerrado la última página. Y como suele ocurrir cuando has leído algo importante, a la lectura le sigue algo así como una rememoración relectora, en silencio, que tiene más que ver con el sabor rumiante que con el saber clasificado. He subrayado abundantes pasajes a los que un día de estos volveré. La novela, en definitiva, trata de la diferencia entre el logos matemático y el logos filantrópico y ha caído en mis manos justo cuando no paro de darle vueltas a la misma.

II

Se acaban las clases del primer trimestre y mis dos nietos nos comentan sus impresiones. Son diferentes porque uno está entrando en la pubertad y anda desperezándose de la niñez y el otro cabalga ya a lomos de la caprichosa adolescencia. ¡Pero qué fascinante es seguir la evolución de un adolescente... especialmente si eres su abuelo y no su padre! Me gusta ver con qué vehemencia el mayor quiere quedarse con la última palabra, con qué esfuerzo busca argumentos que puedan rebatir los nuestros, y cómo disfruta cuando lo consigue, cosa que, a decir verdad, sucede con frecuencia. Esa voracidad por descubrir un mundo apasionante, es formidable. A él la naturaleza lo empuja; a mí, me aguarda. Pero el encuentro de mi perspectiva con la suya es un espectáculo que me resulta deslumbrante. 

jueves, 19 de diciembre de 2024

Gisèle Pélicot

 I

Gisèle Pélicot. Lo que le ha ocurrido a esta dignísima mujer me parece tan imposible como cierto. Representa la certeza en la posibilidad de lo imposible.

II

Soy incapaz de pensar en su marido sin sentir al mismo tiempo una repugnancia visceral y un asombro moral. Es, sin duda alguna, un monstruo. Pero es un monstruo que solo pueden surgir entre los humanos. Ese es el mayor espanto.

III

¿Quién conoce el límite de los monstruos que podemos incubar los hombres?

IV

Si una cosa y su contraria son ciertas, decía Bertrand Russell, entonces cualquier cosa es posible.

V

Cualquier cosa es posible.

VI

Podemos mantener recluida a la bestia, pero no podemos impedir el nacimiento de otras bestias.

VII

Somos optimistas porque ignoramos la posibilidad de lo imposible... lo que puede estar creciendo al amparo de nuestra sombra.

VIII

Pero hoy es el día de afirmar la dignidad de Gisèle. Nunca podremos compartir su dolor. El dolor propio no puede dividirse y repartirse en fracciones para aligerar su peso sobre nuestra vida. Pero desde la distancia, nuestro cariño hacia ella es real.

Seré lo que seré

 I

Cuando Moisés le pregunta a Dios cuál es su nombre (Éxodo 3:14-15), recibe esta respuesta: «Yo seré el que seré». Literalmente: «Ehyeh Asher Ehyeh». 

Lhiyot, לִהיוֹת significa «ser» o «estar» en hebreo; «Ehyeh» es la forma imperfecta singular de la primera persona en tiempo futuro.

II

La filosofía moderna cuando habla del "yo" tiende a pensar en la memoria que uno tiene de sí mismo; pero en la Bíblia es lo contrario: el yo es un futurizador. 

III

He definido alguna vez el «yo» como el momento intensivo del alma.

IV

Entiendo por alma la instancia que dice «mío» sin confundirse con lo suyo: «Este brazo es mío», «este pensamiento es mío», «este dolor es mío», «esta confusión es mía», «este estado de ánimo es mío», «mi hijo», etc. En este sentido el alma sería una extensión: la de las posibilidades de referirme a lo mío.

V

Pero lo mío remite a un poseedor de lo que ahora mismo -en este mismo momento del flujo de mi vida-tengo presente como mío. Esta presencia ahora mismo adquiere un protagonismo indudable y se convierte en el referente frente al cual siento algo como mío (por ejemplo, mi inseguridad).

VI

Esto mío es lo ahora mismo presente ante mí: esta manera de sentirme ante algo (una persona, un sentimiento, una idea, mi propia imagen en el espejo) es el momento intensivo de mi alma. Es lo que ahora soy yo. 

VII

En este sentido soy un siendo. Seré, pues, lo que seré.

miércoles, 18 de diciembre de 2024

¿Sabes quién soy?

 I

Vamos, renqueando, pero vamos.

II

En la carnicería, una mujer joven, de unos 30 años, pregunta qué es eso, señalando los cuartos abiertos de una gallina. Y sin que le responsan comienza a murmurar un «¡Qué asco, qué asco!», in crescendo. La carnicera le dice que son los huevos que se come fritos, pero en formación. La mujer se sorprenda de que haya gente que pueda comprar eso y, aún más, comérselo.

III

Se me van acumulando las lecturas. Me mandan El futuro de la teoría, de Jason Ananda Josephson Storm y sin tener tiempo para abrirlo, la cartera me trae Maniac, de Benjamín Labatut. El primero me lo han recomendado eruditos fiables. El segundo me lo sugirió la mejor crítica literaria que conozco, el olfato infalible de las letras modernas, mi amiga B.

IV

Abro el libro de Labatut y me encuentro con esto: "Vi una reina con un vestido dorado, y su vestido estaba lleno de ojos, y todos los ojos eran transparentes, como si fueran llamas ardiendo, y sin embargo parecían cristales. La corona que usaba en su cabeza tenía tantas coronas encima, una sobre otra, como ojos había en su vestido. Se acercó a mí con una rapidez espantosa y puso su pie encima de mi cuello, y exclamó con una voz terrible «¿Sabes quién soy yo?». Y yo le dije: «¡Sí! Durante mucho tiempo me has causado dolor y miseria. Eres la parte de mi alma capaz de razonar».

Es un fragmento de Hadewijch de Bramante, mística belga del siglo XIII.

martes, 17 de diciembre de 2024

Ya se pasará

 I

Comienzas el día bien y de repente notas que tu estómago se altera y que la verticalidad se te vuelve problemática. Ya sabes lo que viene después. La rutina: Vómitos, mareos, y paciencia. Nada de lecturas, nada de televisión. Cama, oscuridad y silencio. Ya se pasará.

II

Hoy hace buen día. Los socios de Rosamerón tenemos programada una comida. Dios proveerá.

lunes, 16 de diciembre de 2024

Rumiar entre el vértigo

 I

Mañana luminosa, generosa de luz y placidez. Avanzo por la biografía de Dennett como por un camino amplio, lleno de sugerencias a izquierda y derecha que el autor tiene la elegancia de no cargar de erudición. Este libro no va de filosofía de la mente, sino de algo más importante: del arte de saber vivir serenamente sin perderse en las mil vocaciones que nos salen al paso cada día.

II

Videoconferencia con una profesora de literatura infantil. Amena y creo que fructífera. Sigo pensando que nos falta una didáctica de la literatura y que, siendo tan necesaria, cada vez se echa menos en falta, porque la lectura lenta va recluyéndose en los nuevos monasterios, que son los de la soledad del que se detiene a rumiar en medio del vértigo.

IV

Después, llamada de Tel Aviv. Me invitan a dar una conferencia en la ciudad y a visitar el país. Digo inmediatamente que sí, aunque me temo que no contaré con el beneplácito de mi mujer. Pero hoy la historia de los próximos años se está esbozando ahí y Netanyahu es uno de sus principales constructores. Si consigue la victoria que busca, y todo parece indicar que así ocurrirá, todo le será perdonado por los que hoy lo acusan de genocida. Hablo de todo esto por teléfono y me quedo con dos notas: (1) la población no ha salido a la calle con banderas islamistas, sino con las del Irak previo a la familia Asad y (2) el nuevo gobierno encargó al obispo católico de Alepo el gobierno de esta región.

V

De la biografía de Dennett: Cuando le pregunté si su mujer, Elisabeth, tenía reparos acerca de que él hiciera cosas tan arriesgadas, contestó: «No, nuestros hijos ya son mayores; estoy completamente amortizado. Puedo hacer lo que quiera».

domingo, 15 de diciembre de 2024

La camiseta de nuestro equipo

 I

«Se ha de hablar como en un estamento, que a menos palabras, menos pleitos», nos advierte Gracián, y yo asiento. La verdad es que cada vez me gusta menos discutir, pero no es por prudencia, sino por pereza. ¿Será la pereza la prudencia del pusilánime?

II

Estoy disfrutando con la lectura de He estado pensando, la biografía de Daniel Dennett. Me gusta la agilidad serena de su prosa, que está salpicada, por aquí y por allá con gotas de humor. Pienso que alguien que escribe así ha de ser intelectualmente fiable y que alguien que ha vivido así ha sido muy inteligente.

III
Definición de «significación» de W.V.O. Quine: «es aquello en que se convierte la esencia cuando se separa de su objeto de referencia y se adscribe a la palabra». He subrayado cada palabra y he puesto estrellitas en los márgenes. Me será de gran utilidad para explicar la diferencia entre memoria episódica (o experiencial) y memoria conceptual (a la que desde ahora llamaré significativa).

IV

Repasando y redondeando algunos puntos de mi intervención de ayer en la Abat Oliba. Siempre me pasa lo mismo: pienso más rememorando y rumiando que preparando. Me digo que el diálogo, el acuerdo… son grandes palabras en política pero en vez de aclarar, ocultan el problema del consenso. Ningún político llega al poder en una sociedad democrática sin el apoyo de personas que o no lo conocen o lo hacen de manera muy sesgada. No gobiernan los más sabios, sino que gobierna el consenso entre los que saben de qué va su gobierno y los que lo suponen. Frecuentemente los más entusiastas suelen ser estos segundos. 

V

Cuando alguien me saca a relucir el espacio público, la razón común, el pacto, el pensamiento crítico... suelo responder, con Lippmann, que el ciudadano objetivo, analítico e imparcial, simplemente no existe. Que lo que existe es el hooligan exaltado y el mero aficionado, pero todos llevamos la camiseta de nuestro equipo cuando acudimos a un partido.

VI

Nueva comida familiar con un postre de pastel con velas y cumpleaños feliz. 

sábado, 14 de diciembre de 2024

Noche oscura

Participaba esta mañana en un acto de Converses a Catalunya en la que me correspondía responder a la pregunta «¿Qué necesitamos ahora de la política?»

El lugar, la Universidad Abat Oliba, en el carrer de Bellesguard, en el barrio de Sarrià. 

He llegado demasiado pronto y como la mañana invitaba al escaqueo, he decidido dar un paseo por las proximidades para hacer tiempo. Así he llegado a un portalón abierto de par en par que daba a un patio interior con dos coches aparcados. Al fondo, otra puerta abierta. Era una iglesia y acababan de comenzar la misa. 

Me he sentado en el último banco, pensando más en los detalles de mi intervención en la Abat Oliba que en el desarrollo de la misa.

He tardado en darme cuenta, torpe de mí, de que estaba en la iglesia del convento de las carmelitas descalzas, monjas de clausura. 

En el lado derecho del sagrario veía una imagen de San Juan de la Cruz y en el izquierdo, otra de Santa Teresa. Pero no he caído del todo en cuenta de mi situación hasta que el celebrante se ha puesto a recitar versos de San Juan. 

Toda la celebración ha adquirido entonces un tono muy distinto. Las voces femeninas que cantaban eran de las monjas de clausura. Estábamos once personas, dos de ellas dos mujeres chinas, o quizás japonesas. 

Hoy es San Juan de la Cruz y lo he celebrado, sin proponérmelo, de la mejor manera imaginable.

viernes, 13 de diciembre de 2024

Mirabeau se me aparece en la noche

 I

Son las 22:16. Hace un rato, al llegar a casa, una mujer se ha echado sobre mí saliendo de repente de la oscuridad. Se parecía tanto a Mirabeau que la escena ha adquirido desde el principio una dimensión irreal. Pero la mujer no venía hacia mí. Simplemente seguía a su perro, que tiraba de ella, y yo me he interpuesto en su camino.

II

Después me he enterado de que Macron ha elegido a François Bayrou para cargar sobre él su propia responsabilidad, que la tiene, y grande, sobre la situación que atraviesa Francia. Bayrou no es Mirabeau, desde luego que no, pero hay entre ambos un cierto «air de famille».

III

Me gusta la Navidad, entre otras cosas porque en estos días es imposible pasar aparentando indiferencia frente a un pobre. Cuesta más ser hipócrita.

IV

El corazón «es el oráculo casero», dice Gracián. Viniendo en tren he comenzado a leer He estado pensando, la singular biografía de Daniel Dennett, que comienza tratando de sus gravísimos problemas coronarios y aprovecha sus males para defender la excelencia científica frente a las mitologías del corazón. Frente a Pascal, o sea, frente a Gracias, Dennett defiende la razón geométrica.

V

Me gusta Dennett a pesar de situarme filosóficamente muy lejos de él (lo cual a Dennett le importa un rábano). Veo en él a un magnífico ejemplar de ser humano. Alguien de quien hubiese querido ser amigo. El prólogo está encabezado por esta frase de Alex Bird: «Cuanto más trabajo, más suerte tengo»

VI

La alegría de la tarde: encontrarme en la librería La Central con el entrañable Jordi Feixas y su acompañante. 

VII

Jorge Freire me dice que un medio le ha pedido su lista de los mejores libros del año y ha incluido en ella mi Prohibido repetir. Le contesto que hace unos días me entrevistaron desde la República Dominicana y la entrevistadora y yo acabamos hablando de él. Le añado que próximamente saldrá en la revista Turia mi reseña de su libro.

El cielo trabaja por nosotros

 I

Estoy ya acostumbrado a tratar con jóvenes que reconocen, sin el más mínimo rubor, que no leen. Ni sienten atracción por la lectura ni le ven a los libros otro sentido que no sea el decorativo. Para ellos la lectura es una aburrida pérdida de tiempo. Pero no puede menos de sorprenderme que un profesor de una facultad de educación me reconozca que lleva varios años sin abrir un libro y que lo haga como si tal cosa, como si comentara algo completamente irrelevante.

II

Suelo alardear de mi práctica del consejo de aquel filósofo griego: «cuando vayas al mercado, no te olvides de volver con un amigo». Pero la verdad verdadera es que con harta frecuencia me conformo con volver sin un enemigo. Me siento cada vez más raro debido a las cosas que despiertan mi capacidad de sorpresa. Y callo mientras intento muscular mi capacidad para encajar lo inaudito sin inmutarme.

III

Día invernal. Frío y ráfagas de fuerte lluvia. Uno de esos días en que la vida transcurre en el lado casero de los cristales y el calor del hogar se presenta como la única incontestable victoria cultural del hombre sobre la naturaleza que merece realmente la pena.

IV

Al final de La paz, una de las comedias de Aristófanes, un campesino que está viendo caer mansamente la lluvia desde su casa, siente que no hay nada mejor que este espectáculo. El dios –piensa- está trabajando por él. No puede ni podar, ni cavar la viña porque la tierra está empapada. Todo lo que tiene que hacer en un día así es llamar a los vecinos para que vengan a beber. Su mujer tostará habichuelas y granos de trigo y cubrirá la mesa de higos secos. Unos traerán tordos y pinzones y otros calostro y algún pedazo de liebre y todos disfrutarán mientras llueve, porque “estas horas son bellas” ya que “el cielo trabaja por nosotros y favorece nuestros campos”.

V

Leo en Gracián: «Vivimos de fe ajena». Dejo de leer. Gracián es posiblemente el nihilista más elegante de la historia de la filosofía, quizás porque probablemente es también el único que sabe lo que se trae entre manos.

miércoles, 11 de diciembre de 2024

San Agatángelo, ora pro nobis

 I

Llegué ayer por la noche a Elche. Estaba cansado y me fui directamente a la habitación, a repasar la conferencia que tenía que dar hoy, titulada «La felicidad o la vida». Para las 22:00 ya estaba en la cama.

II

No he dormido muy bien y me he despertado temprano. Chispeaba y hacía frío, pero me he dado una ducha y he salido a dar una vuelta por el pueblo, que hasta hoy no conocía. Todo estaba cerrado, excepto la basílica. Nada más cruzar la entrada he visto a mi izquierda al patrón de la ciudad, san Agatángelo. 

III

Agatángelo, es decir agathós+ángelos (mensajero de lo bueno o mensajero bueno), mucho tiene que ver con Eudaimon (daimon de lo bueno o buen daimon, de donde procede eudaimonía, término que solemos traducir por «felicidad», porque es feliz aquel que está habitado por un eudaimon o un agatángelo. El daimon no es otra cosa que un ángelos, un ser intermediario entre los hombres y los dioses.

IV

He dado mi charla y he comido con Javier SanJosé y dos profesoras del CEU, que me han dicho que había un puente en la ciudad con una imagen de san Agatángelo. Como el avión salía tarde (escribo esto desde el aeropuerto de Alicante) he ido a visitar al santo. Y justo al pasar a su lado he recibido el anuncio de de un WhatsApp. Era Lourdes Sánchez directora de los coros del Sistema de Venezuela, que me invitaba formalmente a visitar su país. A lo largo de estos últimos años he recibido varias invitaciones similares que no se han podido concretar por una u otra razón. Le he contestado que si va Dudamel, voy yo. 

V

Dudamel está el 25 de enero en Madrid. A ver si puedo ir a escucharlo y hablar con él. 

martes, 10 de diciembre de 2024

Mensajes encerrados en botellas

La discreción necesaria me obliga a no decir nombres, pero sí puedo revelar que a lo largo de estos últimos años he recibido un buen número de mensajes de profesores universitarios de las facultades de educación que me vienen a decir «Estoy completamente de acuerdo con lo que usted dice, pero el ambiente que me rodea no me permite exteriorizarlo». 

En estos mensajes me suelen resaltar estas tres cuestiones:

1. La facultad ha renunciado a la transmisión.

2. Los alumnos tienen un bagaje cultural pobrísimo.

3. No tengo en el departamento nadie con quien compartir mis ideas.

lunes, 9 de diciembre de 2024

La hoguera del bosque

I

Nueva comida familiar. Los dioses han sido generosos conmigo este fin de semana. Mi nieto B., que acaba de cumplir 15 años, es ya tan alto como yo (1,83 metros), tiene opiniones propias y con frecuencia bien fundamentadas sobre muchas cosas, lo cual me satisface y enorgullece, si bien aun tiene que domar un poco su vehemencia retórica. Ayer le recordé un maravilloso comentario de texto que hizo hace tres años del famoso poema de Neruda «Me gusta cuando callas porque estás como ausente». El comentario de B. fue corto y conciso: «Menuda empanada tiene esta mujer». Por cierto, ¿no va ya siendo evidente que Neruda ha sido uno de los poetas más sobrevalorados del pasado siglo?

II

B. me comenta la polémica que se ha desatado en Francia en torno a la mondrianesca casulla litúrgica del arzobispo de París, Laurent Ulrich, en la ceremonia de reapertura de Notre Dâme. Le he contestado recordándole la historia transmitida (pocos verbos menos inocentes que el verbo transmitir) por Gershom Scholem en Las grandes corrientes de la mística judía:

Cuando Baal Chem Tov tenía que resolver un asunto de la máxima dificultad, se recluía en un lugar determinado del bosque, encendía una hoguera y se concentraba en una plegaria silenciosa. Y lo que pedía, se realizaba.

Cuando, una generación más tarde, el Maggid de Meseritz se encontraba en una situación semejante, acudía al mismo lugar del bosque y decía: “Nosotros ya no sabemos encender el fuego, pero aún sabemos la oración”. Y lo que pedía se realizaba.

Pasó una generación más y el Rabino Moshe Leib de Sassov tuvo que enfrentarse a un reto similar. Fue igualmente al bosque y dijo: “Nosotros no sabemos encender el fuego, tampoco conocemos los misterios de la plegaria, pero conocemos aún el lugar preciso del bosque donde sucedía todo, y con eso es suficiente”. Y fue suficiente.

Una generación más adelante, el Rabino Israel de Rishin, se vio también acuciado por problemas urgentes. Pero permaneció en su casa sentado en su silla y dijo: “Ya no sabemos encender el fuego, tampoco sabemos decir las plegarias, ni tan siquiera conocemos el lugar exacto del bosque, pero todavía podemos contar la historia”. Y la historia que contó tuvo el mismo efecto que las practicas de sus predecesores.

III

Decía el filósofo Bruno Latour que Dios no existe fuera de las procesiones y los rituales que lo hacen presente, es decir, que Dios se manifiesta en la liturgia que muestra su presencia en los gestos y rituales con que rememoramos la historia de la hoguera del bosque.

sábado, 7 de diciembre de 2024

En el entrambos

I

Una de las cosas buenas de este pueblo en el que he decidido vivir, El Masnou, es su cine, que resiste con buena salud al imperio de las modas. Somos uno de los pocos pueblos que siguen manteniendo su cine en pie; uno de los pocos en los que se sigue «yendo» a ese importante acto social que es el cine.

II

Hoy mi mujer y yo hemos ido a ver la última de Clint Eastwood. Una película redonda. Cuando salí de la decepcionante Cry Macho temí que el grandísimo Clint estuviese ya senil, pero esta última película, Jurado Nº 2, demuestra que tiene nervio, energía, oficio y ganas para rato. Este hombre es indestructible. Te clava en el asiento en los primeros minutos y ya no hay manera de apartar los ojos de la pantalla hasta que se encienden las luces y descubrimos que todos sentimos lo mismo: ¡Vaya entrada más bien pagada! Por supuesto, de nuevo trata del factor humano, de nuestra ambigüedad constitutiva, de ese entrambos por el que nos movemos a tientas y que nos hace, para bien y para mal, imprevisibles. En nuestras historias -que son las de Eastwood, no hay causas, sino razones e impulsos que demuestran que nunca sabrás lo que puedes esperar de tu vecino...


III
Por lo demás, gran día familiar, con una inmensa cazuela de arroz que me ha salido sublime. La felicidad fragmentaria también es esto: pasarte un buen rato cocinando para disfrutar viendo cómo devoran tu obra de arte culinaria las personas a las que más quieres. Después me he encerrado en mi cuarto porque tenía un zoom, con la República Dominicana. Me entrevistaba Jarousca Cocco, ni más ni menos.

viernes, 6 de diciembre de 2024

Francia en el corazón

B., desde Paris:

«La France donne d’elle -même une image épouvantable. Une grande partie de la classe politique est immature, égocentrique, cynique, dépourvue du sens du bien commun.

On en mesure les conséquences.  Tout cela est très triste et angoissant.

Seul événement de joie et d’émotion : le succès de la restauration de Notre-Dame.  Pour la cérémonie de demain, la partie musicale est confiée à …. Gustavo Dudamel».

jueves, 5 de diciembre de 2024

Es una pasada

I

Otro de esos días largos, pero gozosos. A las 8:45 había quedado en la estación de Sants con mi amigo costarricense José Chaverri. Nada más saludarnos con un muy cálido abrazo ha comenzado la Maratón. Primero en la Universidad Internacional de Cataluña; después en la sede de Enciclopedia Catalana; a continuación, en la Fundación Bertelsmann. Comida y rápidamente al Braval. Nos hemos despedido en un piso de la parte alta de Balmes. En cada lugar me he encontrado con personas que aprecio y admiro.

II

Escribe John Müller hoy un artículo en el ABC que termina así: «Consulté con el profesor Gregorio Luri si estaba siguiendo el debate promovido por Rego. "De lejos", me contestó. "Carecemos de estudios longitudinales lo suficientemente serios como para permitirnos ser talibanes", añadió». El debate al que se refiere Müller es al de las pantallas, que ahora se han convertido en la causa de todos nuestros males educativos, cuando hace dos días, en la LOMLOE la competencia digital era absolutamente fundamental.


III

Interesante conversación con Berta G. de Vega

- Me sorprende -me dice-, con lo de TIMSS, lo de que los chicos lo hagan mejor y luego el fracaso escolar sea tan masculino.

- Porque las chicas -le respondo- padecen más ansiedad matemática. Fíjate que en ciencias, las preguntas más teóricas las resuelven mejor las chicas; pero los problemas los hacen mejor los chicos. Los chicos los resuelven y si está bien, bien; y si está mal, mal. Las chicas los mastican, planifican, degluten y rumian… y, al final, se quedan sin tiempo.

- Un profe de la universidad de Zaragoza se ha atrevido a decir que eso no se arregla con hablarles de Hipatia. El otro día comprobamos, en dos trayectorias de Smartick, que las niñas tardaban 1 segundo más de media que los niños. Es una diferencia significativa e importante. Un segundo más de media en 400.000 ejercicios es una pasada.

De ayer a hoy

 I

Ayer por la tarde mantuve una interesantísima entrevista con la consejera de educación de Cataluña. Creo que el hablamos con sinceridad de lo que nos pasa y quiero creer que hay esperanza. Bastaría, para convertir la esperanza en realidad, con reducir la carga ideológica de nuestra pedagogía y aproximarnos con valentía a la realidad.

II

Después defendí, en una larga entrevista en una radio, que lo que les pasa a nuestros niños no es que tengan muchas pantallas, sino que les falta algo esencial: espacios libres en los que vivir sus aventuras sin estar bajo la directa e inmediata supervisión de un adulto. O sea, continué mi campaña personal a favor de las rodillas descarnadas de los niños. Quizás alguna vez alguien me haga caso.

III

Hoy hago de cicerone de un querido amigo de Costa Rica que quiere conocer experiencias educativas interesantes en Barcelona.

miércoles, 4 de diciembre de 2024

Savonarola siempre fue pedagogo

I


La publicación de los desastrosos datos de nuestros alumnos en la evaluación de matemáticas de TIMMS ha coincidido con la de un informe de no sé cuántos expertos que le piden al gobierno que reduzca drásticamente el acceso de los niños a Internet. 

II

Lo de TIMMS era previsible. Vamos sin frenos y cuesta abajo y por lo que veo, a nadie le interesa dar el golpe de timón que nuestro sistema educativo está clamando a gritos. Entre nosotros, las buenas intenciones tienen mucho más peso que los malos (desastrosos) resultados. Nos olvidamos tan pronto de ellos...

III

Casi me atrevería a decir que, en la práctica, la pedagogía tiene en España por misión hacernos olvidar los malos resultados de nuestros alumnos.

IV

Lo de los expertos es más inesperado porque en pocos años hemos pasado de ver en las nuevas tecnologías la solución a todos los problemas de la educación a ver en ellas la clave de todos nuestros males.

V

Por cierto, ¿qué es lo que concede el título de experto a alguien? En la inmensa mayoría de los campos profesionales el título de expertos te lo dan tus resultados. En educación, no. En educación eres experto... no se sabe muy bien por qué.

VI

Vengo defendiendo con insistencia, y desde hace años, que la relación pedagógica fundamental es la relación cara a cara. Pero igualmente soy consciente de que esta relación siempre ha necesitado complementos: en Mesopotamia, la tableta de arcilla; en Grecia y Roma, la de cera... incluso las piedrecitas (calculus) y la arena han servido muchas veces para representar problemas geométricos. Lo que a mí me importa de la obvia dependencia de nuestros niños (y adultos) a las pantallas es responder a esta pregunta: ¿A qué necesidad han venido a dar respuesta las pantallas si han sido acogidas con tanto entusiasmo?

VII

Me ha chocado que los expertos metan en el saco de lo repudiable tecnológico a los videojuegos. Es cierto que siempre han tenido enemigos viscerales entre los que no los suelen utilizar, pero ahora se convierten para algunos en un asunto de salud mental. 

VIII

Un experto que ignore que en las cosas humanas todo es cuestión de grados, no es un experto.

IX

Creen las buenas gentes que todo se resolverá con una educación afectivo-sexual. Yo no.

X

En el fondo de todos estos arranques savonarolistas veo yo la voluntad de excluir lo trágico de nuestras vidas (entendiendo lo trágico como la oposición radical entre dos bienes), lo cual equivale a reducirnos a nosotros mismos a una maquinaria compleja de causas y efectos que necesita de vez en cuando determinados engrases en sus engranajes. Esta visión tecnológica de lo humano es el verdadero triunfo de las nuevas tecnologías. Pero a ella permanecemos ciegos.

XI
¿Y ahora qué pasa con la competencia digital aprobada en la LOMLOE? Esto es lo que leemos en el preámbulo de esta ley: «El desarrollo de la competencia digital no supone solamente el dominio de los diferentes dispositivos y aplicaciones. El mundo digital es un nuevo hábitat en el que la infancia y la juventud viven cada vez más: en él aprenden, se relacionan, consumen, disfrutan de su tiempo libre. Con el objetivo de que el sistema educativo adopte el lugar que le corresponde en el cambio digital, se incluye la atención al desarrollo de la competencia digital de los y las estudiantes de todas las etapas educativas, tanto a través de contenidos específicos como en una perspectiva transversal, y haciendo hincapié en la brecha digital de género»

martes, 3 de diciembre de 2024

Maniac

 I

Me manda mi cada vez más querida y admirada B. la entrevista que Finkielkraut ha concedido a Le Point. Por lo que se intuye entre líneas, Finkie tiene un mal envejecer. Se ha recluido en su hermoso apartamento parisino, rodeado de sus libros y sus recuerdos, y ve pasar ante él la alborotada procesión de un mundo que no le gusta. Su melancolía, según él, «proviene del estado de las cosas». Yo he pensado inmediatamente en aquel dicho, supuestamente de Hugo, que proclama que la melancolía es la alegría del triste.

II

«No pienso por mí mismo, necesito a los otros». Dice Frankie. Lo entiendo muy bien, a mí -que soy muy inferior a él- me pasa lo mismo. Por eso intento no blindarme en mi habitación. Hay que salir a la intemperie, perderse entre las procesiones para que te hagan pensar.

III

Recoge de Ulrich Beck esta definición del presente europeo: «Vacuidad sustancial y apertura radical». Hay que tener mucho cuidado con las frases redondas, porque la realidad tiene más de línea caprichosamente quebrada que de curva rigurosa y, como el mismo Beck reconoce, somos como crisálidas encerradas en su capullo, incapaces de interpretar nuestros malestares: ¿Anunciarán nuestro fin o simplemente anunciarán la trivialidad del fin de nuestra imagen del mundo?

IV

Los modernos, asegura Frinkie, reducen la inteligencia al cálculo y después han confiado el cálculo a las máquinas. Se le olvida añadir que este es el gran proyecto cartesiano, que no puede ser más francés. Pero no tiene reparo en hacer suya la tesis de la obsolescencia del hombre, de otro alemán, Günther Anders. "La ciencia ya no es contemplación, sino operatividad". Efectivamente es así. Pero el hombre y, en general, las cosas humanas, no son efectivamente así. Esto es lo que no suelen ver los alemanes, un país con más tragedia que comedia.

V

Siguiendo por este camino desesperanzado añade que no somos capaces de dominar nuestro dominio científico y tecnológico de la naturaleza. La IA hará quizás avanzar a las máquinas, pero hará retroceder nuestra humanidad. Pero es que la humanidad no se deja reducir a algoritmos. El humano es el ser que distorsiona la geometría. Por eso la imagen acumulativa del saber científico y tecnológico (caminamos a hombros de gigantes) ha de ser completada con la imagen del saber horizontal que caracteriza al saber del hombre sobre sí mismo (dialogamos en torno al fuego) que, por una parte, es caprichoso, antojadizo y, con frecuencia, metafórico, y, por otra, es un saber que en su reincidente fracaso por definir lo humano nos muestra algo esencial al ser humano.

VI

Finkielkraut finaliza la entrevista ensalzando Maniac, el libro de Benjamin Labatut editado en español por Anagrama. Esto algo tiene que ver con el azar amigo, porque en la entrada del 1 de diciembre de este Café yo hablaba de Boltzmann y de Ehrenfest y Maniac habla también de estos dos científicos. No he leído aún el libro pero tengo que leerlo porque el mismo día 1 mi amiga B. me escribía tras leer el post del café: «La lecture du blog aujourd’hui [...] me donnent l’idée de vous donner les références d’un livre que je viens de lire (Maniac, de Benjamin Labatut). Il y est justement question, dans une première partie, de Paul Ehrenfest et incidemment de Bolzmann».

lunes, 2 de diciembre de 2024

Almohadones de piedras

 I

Voy leyendo en mis ratos libres (es decir, en los ratos que libero de la marabunta de mis compromisos) los Recuerdos de un anciano, de Antonio Alcalá Galiano, que son la memoria viva de un hombre que quiere ser juicioso consigo mismo sin por ello mermar el cuadro vivísimo de su/nuestra historia que nos va desgranando en buena literatura. Yo sospecho que el primer deber de un buen historiador es escribir bien.


II

Me gustan mucho los pequeños rodeos que da para describirnos con pinceladas certeras los rasgos caracteriales de los sujetos que se asoman a sus páginas.

De don José Frías, que llegó a ser ministro de marina, dice: «Hombre de mediano talento y un tanto de instrucción superficial, solemne en sus modos, campanudo en su lenguaje, que había sido encausado como constitucional en 1814 y condenado a una pena leve, y que después, como escamado, andaba cauto por demás, en punto a contraer compromisos, aunque, con inconsecuencia no extraordinaria en los hombres, no dejaba de persistir en algunos que bien podían serle fatales».

Del marqués de Villafranés: «Caballero jerezano de singular extravagancia [...] se jactaba de dormir en una dura tarima, creyendo esto conducente a la salud intelectual más todavía que a la corporal, pues contaba que a sus hijos, como les hallase dificultad en la comprensión al seguir sus estudios, había remediado el mal de él reputado gravísimo, con rellenarles sus almohadas en vez de plumas o lana con piedras».

II

Subrayo también las pequeñas confesiones personales que hace como de pasada, porque las siento muy mías: «Puede ser que como todo viejo estime yo las cosas de mis mocedades en grado superior al de su merecimiento, y tase las de ahora en valor inferior al suyo real y verdadero». ¿Y no es esta duda uno de los rasgos característicos de un conservador desacomplejado? ¿Y no es el hecho de encontrarse a uno mismo en las palabras de un hombre supuestamente de otro tiempo lo que nos hace pensar que los tiempos nunca fueron totalmente otros?

III

Así describe la proclamación de la Constitución de 1812 en Cádiz: "Era el caso [...] uno de aquellos en que un pueblo entero, sin dar lugar a la reflexión, obedece a un impulso único que le domina y arrastra, porque, aun a los más opuestos a la ley que se estaba promulgando y ensalzando, y aun a los más persuadidos de que la causa de la Independencia estaba perdida, aquel acto, para los primeros odioso y para los segundos ridículo, si meditada y friamente le consideraban, embargaba, suspendía e inspiraba un júbilo irresistible».

IV

Me suelen pedir con frecuencia que recomiende libros. Me suelo negar porque me parece obvio que no estamos todos hechos para los mismos libros, pero, sobre todo, porque cada uno ha de construirse su trayectoria como lector. Pocas cosas nos informan con más rigor de lo que hemos venido siendo que la lista de los libros que hemos venido leyendo.

Nota añadida el 3 de diciembre:

Me escribe Enrique García Máiquez: "Supongo que será el marqués de Villapanés, dueño del palacio del mismo nombre que hoy pertenece al ayuntamiento. Fue un gran intelectual y tenía una valiosisima biblioteca. Creo haber leído en algún sitio que esa biblioteca se perdió en el mar Mediterráneo, pues el marqués o uno de sus hijos se la llevó a Génova, pero el barco naufragó."

domingo, 1 de diciembre de 2024

El árbol de la ciencia y el árbol de la vida

I
Byron, Manfred: «El árbol de la ciencia no es el árbol de la vida». 

II

Me molesta mucho, cuando un periodista me entrevista, que dé por supuestas cuáles serán mis respuestas. Me volvió a sentir molesto el viernes cuando un periodista me preguntaba por la oposición entre letras y ciencias y daba por supuesto que mi postura sería a favor de las letras y, por lo tanto, del humanismo, y en contra de las STEM. Le contesté que las matemáticas son un lenguaje, que un gran número de grandes humanistas fueron matemáticos e ingenieros, que no veo incompatibilidad ninguna entre ser ingeniero y poeta.

- ¿Y el pensamiento crítico? -me preguntó.

- El mejor ejemplo de pensamiento riguroso -prefiero hablar de pensamiento riguroso antes que de pensamiento crítico- se encuentra en la ciencia -le contesté.

Creo que lo decepcioné.

III

Cuando Newton le confiesa a un amigo que si ha sido capaz de ver más lejos que los antiguos es porque se ha subido a sus hombros, no está diciendo que si nos encontramos a Sócrates por la calle nos subamos a sus hombros para ver más lejos. Es probable que la conducta adecuada con Sócrates sea la de sentarse a sus pies, si queremos aprender algo, claro está.

IV

La ciencia y, sobre todo, la tecnología, viven de la superación de lo que hasta ayer era nuevo. La ciencia y la tecnología son atraídas por lo novísimo. Para ellas todo lo último es lo penúltimo. Los progresistas suelen creer que lo mismo pasa con las cosas humanas y tienden a dar por supuesto que progresar es correr, cuando progresar es subir. 

V

Nadie escribe mejor que Cervantes por escribir después de él.

VI

El desarrollo del congreso del PSOE me ha reafirmado en una vieja convicción: ser cabalmente progresista significa tener más fe en la historia que en la moral.

VII
Para entender la relación entre ciencia y cosas humanas hay que recurrir a las cosas humanas. Pondré un ejemplo. Se han hecho justamente famosas las palabras con las que David L. Goodstein inicia su libro States of Matter (1975): «Ludwig Boltzmann, que pasó gran parte de su vida estudiando mecánica estadística, se suicidó en 1906. Paul Ehrenfest, que continuó su trabajo, murió de manera similar en 1933. Ahora nos toca a nosotros estudiar mecánica estadística». 

VIII

Boltzmann era uno de esos sabios excéntricos cuya conducta frecuentemente parecía ridícula a quienes le rodeaban. Por ejemplo, cuando creyó que la leche con que se alimentaban sus hijas no era suficientemente buena, compró una vaca en Gratz y la llevó él mismo hasta su casa. Como era un científico, sabía que las vacas producen leche en abundancia, pero no conocía el procedimiento experimental necesario para ordeñarlas. Así que acudió a la persona que le pareció más competente, que no fue un lechero, sino un profesor de zoología.

IX

Hablaba ayer de Derek Parfit. Vuelvo a él. Cuando un amigo le enviaba un manuscrito para que lo revisara, se lo devolvía con un número tan grande de notas que ocupaban más espacio que las páginas del manuscrito. Y no entendía la perplejidad de sus amigos, que interpretaba como una negativa a escribir el mejor libro sobre el tema que trataban.

sábado, 30 de noviembre de 2024

Cucharaditas de leche y rocío

 I

Todos intentamos encajar nuestra vida vivida en nuestra vida pensada, pero algunos lo hacen con tanto ahínco que reducen toda su vida vivida a casi nada. Fue el caso del filósofo Derek Parfit, que para no restarle tiempo a su dedicación a la filosofía, pedaleaba desnudo en su bicicleta estática leyendo filosofía; comenzaba a cepillarse los dientes leyendo filosofía y se olvidaba de sus dientes y su cepillo, por lo que se pasaba horas en esta operación; cada día desayunaba lo mismo (mueslis y yogur) y cenaba lo mismo (zanahorias, queso, lechuga y apio) porque hacer de su alimentación una rutina le facilitaba pensar en filosofía mientras se alimentaba; se hacía café directamente con el agua caliente del grifo para no perder tempo calentándola; tomaba una mezcla de vodka y pastillas cada noche para poder dormir... y así dejar de pensar en filosofía.

Conclusión: una vida demasiado examinada, deja de de ser una vida.

II

En los últimos días de su vida la reina Mariana de Austria alimentaba a su hijo, Carlos II, el Hechizado, con cucharaditas de leche y rocío.

Y aquí no se me ocurre ninguna conclusión.

III

Sábado. El sol entra a raudales por mi ventana y es tan agradable bañarse en su luz... La luz como medida del tiempo.

viernes, 29 de noviembre de 2024

Parásitos

I

De vuelta a casa, ayer por la noche. En la plaza de Cataluña sube cercanías que me trae a El Masnou un buen número de personas agotadas después de su jornada laboral. Varios no tardan en quedarse dormidos, unos apoyando la cabeza en el cristal de la ventanilla y otros en el hombro de su vecino. ¡Qué diferencia entre volver de viaje y volver del trabajo! Hay cansancios y cansancios. Aunque a las 23:19 abrí la puerta de mi casa, decidí no venir aquí a quejarme. No tengo motivos para ello.

II

Hoy he llevado a uno de mis nietos al colegio y durante el resto de la mañana me he limitado a vegetar, aprovechando este generoso sol de otoño que nos ha regalado el día. 

III

He intentado rematar el artículo sobre el estoicismo, pero me he puesto a ello con una voluntad tan sutil, que se me ha deshilachado al segundo párrafo. De Maistre asegura en Les Soirées de Saint-Pétersbourg que no hay filosofía sin el arte de despreciar las objeciones. Así es. Aquello en lo que nos detenemos a pensar es aquello que ha conseguido traspasar el cedazo de nuestro desprecio. Y ahí está el sesgo inevitable.

IV

Acabo de decidir de qué tratará mi próximo artículo en el ARA: de la invasión de lo emocional-identitario en el arte de esta última década. La emotividad identitaria está parasitándolo todo.

jueves, 28 de noviembre de 2024

Vivir es comenzar

 I

Viaje larguísimo en tren, de León a Barcelona. Me cansa, pero no me disgusta... si viajo en confort. Ahora ya ha oscurecido, pero las tierras de Burgos bañadas por los tonos pasteles del atardecer han compensado con el milagro de su aparición, la monotonía del triqui-traca.

II

En Miranda de Ebro, lo juro, ha subido una chica que parecía el doble de nuestro Carlos II, el Hechizado. La misma cabeza, la misma nariz, los mismos labios, el mismo pelo...

III

En Vitoria he notado que algo se movía entre mis pies. Mi inquietud ha sido grande, porque temía que fuese una rata... pero era un perro que ha salido de la cesta en la que viajaba un par de asientos delante de mi.

IV

Alsasua. 1966. Allí estaba yo, con once años, en un internado, intentado hacerme un hombre de provecho, me decían. Lo que más me inquietaba era el dormitorio colectivo, tan grande en la noche susurrante de ruidos. Más de una vez me levanté de la cama cuando todo el mundo dormía e intentaba escaparme. Lo tenía todo planificado: me bastaba con seguir la vía del tren para llegar a Pamplona, y de Pamplona a mi pueblo... Dios proveería. Como no encontraba medio de escapar, porque todo estaba cerrado a cal y canto, me iba a la despensa a comer chocolate. Nunca oí que nadie echase en falta todo el chocolate que me comí. Una vez fui al cuarto de la televisión, encendí el aparato, cuidando de que la voz estuviese muy baja, y me encontré con que habíamos llegado a la Luna. Me despertaban los trenes de que pasaban cerca del internado, Durante el día eran sorprendentes la nubes compactas de vapor blanquísimo que expelían; por la noche su esforzado avanzar por los raíles helados era tan intenso en su renqueo que parecía que el ttren estaba entrando en nuestro dormitorio. Ahroa, tantos años depsués, yo, viajero de este ttrren he visto por la ventanilla lo que queda de aquel edificio. Es labor del tempo dejar a nuestros recuerdos sin referentes claros.

V

Vuelvo de León con un agradable sabor en la memoria. Tengo la sensación de que nada ha terminado, sino que algo ha comenzado. Y vivir es ver comenzar.

VI

Carlos II habla a gritos por el móvil. Le está gritando a su padre (¡pobre Felipe IV).

miércoles, 27 de noviembre de 2024

La tierra de León agradecida

 I

Estoy en León, cordialidad a raudales y frío previsible, con momentos de un sol tibio y acogedor. La ciudad -el casco antiguo, en realidad- me gusta mucho, porque, entre las muchas delicadezas que le ofrece al visitante, está la de unas puestas de sol dignas de merecer un lugar privilegiado en las guías turísticas de la ciudad. 

II

Esto, amigos, está muy lejos. Per aquí parecen firmemente convencidos de que lo que está lejos es Barcelona. No sé yo...

III

No podemos vivir sin la intimidad que nos proporcionan los espacios reducidos y familiares, pero tampoco parece que seamos capaces de vivir solo en ellos y necesitamos -necesito- salir a espacios abiertos, a paisajes diferentes en los que soy un visitante fugaz y voraz y a los que no estoy seguro de regresar.  Ya no me queda tiempo para volver a todos los lugares a los que quisiera. 


No sé si la catedral de León es la más hermosa del mundo. Sé que es la que más me ha impresionado de todas las que he visto. Aquí no pesa la piedra, lo que cuenta es la luz, el espacio interior, la plegaria del asombro. 

IV

Salí en tren de Barcelona a las 9:05 y llegué a León a las 18:30. Me dio tempo para hacer muchas cosas. Incluso casi acabé el artículo sobre los estoicos. Pero qué largo... 

V

Estoy alojado en la Real Colegiata, sobre las murallas romanas, al lado de San Isidoro, a cinco minutos de la catedral. Todo está en su sitio. Todo está bien.

VI 

Mañana visito la Fundación Sierra-Pambley.


VII
Me sigue pareciendo un milagro que un desconocido se me acerque a pedirme que le dedique el libro que acaba de comprar. ¡Con la de libros que hay por las librerías, y ha elegido uno mío! Intento huir de las fórmulas vacías y escribir algo sincero, pero casi siempre pienso que no estoy a la altura de la mirada que tengo en frente.

domingo, 24 de noviembre de 2024

Perillán

 I

Contestándole un mensaje a Jorge Freire me emerge espontáneamente de no sé donde, pero directo y contundente, el adjetivo "perillán", que no utilizaba desde hace decenios. Y de repente la memoria me ha comenzado a hervir con recuerdos de mi infancia en mi pueblo, cuando "perillán" era un término común, uno de esos que sin ser un halago, todos queríamos merecer, porque el perillán es el pícaro, el tuno, el bachiller... astuto al que sus fechorías le salen endiabladamente bien. Hay -o había- un maquiavelismo de aldea que ha sido muy nuestro, pero que se ha ido quedando sin nombres.

II

Escribo en un artículo el adverbio griego "exaiphnês" (de repente). Y a las pocas horas recibo un correo de una institución cultural que me indica que puede ser de mi interés un artículo académico titulado «Conference: Now, Exaiphnês, and the Present Moment in Ancient Philosophy». Bien por el artículo, que es interesante, mal porque el envío pone de manifiesto que no conozco los ojos que me vigilan.

III

Posiblemente no haya progreso sin pérdidas.

IV

Recibo la invitación a escribir un artículo sobre las razones por las que se ha puesto tan de moda el estoicismo. Lo acepto encantado. Lo primero que pienso es que lo que se ha puesto de moda no es el estoicismo, que fue una filosofía de sutilezas, sino algunos fragmentos del estoicismo imperial, que fue el estoicismo de personas tan poco estoicas como Séneca. Lo que parece estar en auge es un estoicismo fragmentario, de citas sueltas, carente del rigor dialéctico con el que los estoicos genuinos pensaban sobre las tres partes de su filosofía, la física, la lógica y la moral, que en conjunto formaban un sistema coherente al que daban el nombre de Logos (o de Dios: de un Dios inmanente al mundo físico). La inquebrantable voluntad de sistema que caracterizó a los estoicos no está, en modo alguno, de moda.

viernes, 22 de noviembre de 2024

Un amor perdurable a fuerza de no serlo

I

En las últimas décadas del siglo XIX vivió en Oviedo un hidalgo llamado don Pepito Alegre, considerado unánimemente como «cumplido caballero, honra y prez de enamorados».

En su mocedad se enamoró y tan excelsa le pareció la experiencia que decidió mantenerla viva como «amor de enamorados». No permitiría que su amor se rebajara a las oscuras maniobras del deseo. Fue este amor puro y limpio lo que dio un sentido omnipresente a su vida. 

Cada tarde, a las siete en punto, después de dar un paseo por el balneario de las Caldas, don Pepito se dirigía en coche a un portal de la calle de Gastañaga, donde esperaba la aparición de su novia que, siempre acompañada, se dirigía a él apoyada en un fino bastón. El amor se mantenía intacto, pero la edad no, y a los 70 años era imprescindible la ayuda de alguna prótesis para encarar el ideal.

Don Pepito la recibía ceremoniosamente, con gestos invariables. En la mano izquierda sujetaba su sombrero y su bastón, mientras con la derecha le entregaba a su amada un ramo de flores. Y a continuación repetían, idénticas, las palabras de cada tarde:

- ¡Ah! ¿Qué horas son estas de llegar, mi señor don José?

- La tarde estaba deliciosa, mis señora Margarita. Me entretuve en el jardín. He aquí que os traigo la recompensa por mi tardanza.

Pasaban media hora justa en la chocolatería y tras beber medio pocillo de chocolate,  los sexagenarios se despedían hasta el día siguiente.

Encuentro esta historia de amor, que reescribo con cierta libertad, en la biografía de Clarín escrita por Juan Antonio Cabezas, que la concluye así: «Fue el de don Pepito y doña Margarita un amor perdurable a fuerza de intentar no serlo".

II

En realidad la Luna simplemente no oye a los perros.

III

Una cita de Clarín: «No, no desesperemos; los pueblos no deben ser viejos; no deben contar sus años, aunque deben amar su historia; no está probado que no sea posible una resurrección».

jueves, 21 de noviembre de 2024

Las águilas no cazan moscas

 I

Respuesta de Rémi Brague al periodista que le pregunta cómo logra un estilo tan claro: «El bolígrafo rojo de mi mujer»

II

Viaje casi relámpago a Mallorca que, sin duda alguna, ha merecido mucho la pena. Ha sido un placer viajar con Sergio Vila-Sanjuán y ser introducido por él en la Fundación Juan March y me voy con un recuerdo agradabilísimo del clima que conseguimos crear. Podría mentar también la comida y la cena...

III

He aprovechado la ida y la vuelta para darle un buen bocado a la biografía de Clarín de Espasa-Calpe, irregular, pero, en conjunto, muy interesante. A los autores de estas biografías parece a veces que les pagaban por hoja, pero, en conjunto, son ejemplares.

IV

Si los latinos decían que «Aquila non capit muscas», Clarín, más poético pensaba que si bien estaba en la naturaleza de los perros ladrar a la Luna, ésta, la Luna, nunca ha considerado necesario ladrarle a un perro. 

miércoles, 20 de noviembre de 2024

Que es verdad tanta belleza

 I

Día tranquilo. Una entrevista por zoom a las 11:30, un par de artículos adelantados, unas páginas de una biografía de Clarín.

II

Hace unos días me llegó por correo una tarjeta VISA. Me puse a activarla y acabé eliminándola. Así que pasé por la oficina a pedir una nueva. Ayer la recogí y le pedí a la persona que me atendió que me la activara ella. Sentí una íntima satisfacción cuando se equivocó. La equidad en la ineptitud, aunque sea circunstancial, tiene también fomenta la autoestima.

III

Al volver a casa con mi mujer, pasado ya el mediodía, nos sorprendió un cielo de un azul tan nítido, tan hermoso, tan acogedor que parecía una invitación a la ascensión. Somos seres que nos dejamos seducir facilmente por la verticalidad. Un cielo así, tan obviamente bello, desmiente con su contundente presencia a Bartolomé Leonardo de Argensola -¿recuerdan?: «Pues ese cielo azul que todos vemos / ni es cielo ni es azul. ¡Lástima grande / que no sea verdad tanta belleza!»

IV

Dentro de unas horas me subiré a un avión que me llevará a Mallorca. Sergio Vila-Sanjuan me lleva a la Fundación Juan March. Hablaremos, comeremos, beberemos y volveremos mañana a casa. Mientras escribo estas últimas palabras recuerdo a R. L. Stevenson: «Nos enamoramos, bebemos mucho, corremos aquí y allá sobre la tierra como ovejas asustadas».

martes, 19 de noviembre de 2024

Caridad Mercader, de nuevo.

 I

El folclorista norteamericano Gershon Legman resume lo que aprendió de su trato con las cosas humanas de esta manera en su libro «Love and Death: A Study in Censorship» (1949): «El asesinato es un crimen. Describir un asesinato, no. El sexo no es un crimen. Describir conductas sexuales, sí».

II

Viene lo anterior a cuenta de mis espías. Caridad Mercader continúa asaltándome en los recodos más inesperados del camino para dejarme constancia de que su historia sigue viva y de que aunque asesinar a Trotsky estuviera mal, somos muchos los que nos hemos ganado honorablemente algún cuarto hablando de este crimen. 

III

Sé muchas cosas de Caridad Mercader y no hay año que no me entere de alguna cosa más, pero son muchas más las que no sé. Por ejemplo: Lee Oswald, el asesino de Kennedy, entró el 1 de octubre de 1963 en la embajada cubana de México, donde se reunió con una íntima amiga de Caridad, Teresa Proenza. Curiosamente, a la salida de la embajada se cruzó con Pedro Gutierrez Valencia, que había sido carcelero de la prisión de Lecumberri. Aparentemente, Pedro Gutiérrez Valencia había impedido la fuga de Ramón Mercader. En la práctica le daba permiso para salir de la cárcel e ir, por ejemplo, a cenar con sus amigos, siempre que se lo pedía. 

IV

Me han enviado algo que no esperaba, una historia en cómic de Caridad Mercader. Está en proceso y me gusta. Me he comprometido a escribir un pequeño prólogo.


lunes, 18 de noviembre de 2024

Gol

 I

En una entrevista que le hizo el inolvidable Joaquín Soler Serrano -¡aquellas impecables entrevistas en la televisión en blanco y negro!-, Juan Larrea dejó ir esta confesión: «Uno no es más que un balón, recibe patadas de un lado y de otro hasta que alguien un día grita gol»

II

Yo me siento desde hace algún tiempo ese "uno" del que habla Larrea. Recibo las propuestas más dispares para participar en proyectos interesantísimos... pero no me da la clepsidra para tanto.

III

Hoy he mantenido una reunión, muy agradable, con unas personas que utilizaban el verbo "prototipar" con tanta liberalidad que he acabado desconfiando de ellas.

domingo, 17 de noviembre de 2024

Sobre el romanticismo pedagógico

I
Tras enviar un epílogo para la edición en castellano del libro de Damià Bardera Incompetencias básicas, pienso en el mal que está haciendo el romanticismo educativo en Cataluña. 

II
Básicamente este romanticismo sostiene que todo lo que va bien en la educación de un niño es gracias al niño y lo que vaya mal, culpa del maestro. 

III
El niño es bueno y el adulto es un niño degradado.

IV
Si fuera verdad que el niño es bueno y el adulto es un niño pervertido o degradado, la mejor manera de educar sería la que impidiese la educación. Y a veces pienso que esta es la conclusión lógica de las premisas de los románticos.

V
La buena educación sería aquella que mantiene a un niño enclaustrado en su infancia, cerrándole las puertas que lo podrían llevar a la edad adulta.

VI
El romanticismo sostiene que todos los niños, además de buenos, son científicos, inquisitivos, curiosos, exploradores.... que no hay niño que carezca de algún notable talento. Esto estaría muy bien si sirviera para el fomento del talento. Pero, en la práctica, el talento está visto en la escuela como un agravio comparativo.

sábado, 16 de noviembre de 2024

De memoria

I
Mientras escribo una reseña me quedo mirando al techo. Tras unos segundos con la mirada perdida, me fijo en el lomo de un libro que leí hace años. Me levanto, lo ojeo y encuentro dos citas subrayadas.

II
El libro es el «Diccionario del dandi» de Giuseppe Scaraffia. Primera cita: «A una dama que, percatándose de su palidez, le preguntó si se encontraba bien, Oscar Wilde le respondió: "Sólo estoy cansado. Ayer en el bosque recogí una prímula, pero era tan débil que la he tenido que cuidar durante toda la noche"»

III
Segunda cita: Baudelaire le preguntó a Nadar: «¿No crees tú también que el cerebro de los niños debe tener un gusto parecido al de las avellanas?»

IV
Lo que me ha hecho mirar al techo no ha sido nada relacionado con la reseña que estoy intentando escribir (y que se me resiste) sino el súbito recuerdo de lo que ayer me contó R. sobre un político famoso al que le está abandonando la memoria. Este político a veces llama por teléfono a R. para preguntarle qué tal le caía esta o aquella persona. Va a encontrarse con ella y no recuerda cómo se llevaron en el pasado. Lo que no sé es por qué me he fijado en el libro.

viernes, 15 de noviembre de 2024

Una gotera

 I

Hoy he llegado puntualísimo a la cita a la que ayer llegué con un día de antelación. He salido de casa al mismo tiempo, pero he ido andando desde la estación de Sant Adrià hasta mi destino, la sede de Enciclopèdia Catalana, en Venezuela 105, y he vuelto de la misma manera, pero caminando a paso lento, porque así lo requería mi amigable compañía.

II

Las casas se habitan y como se habitan se degradan. De repente una puerta cierra mal. Al principio te molesta y te dices que hay que llamar a alguien para que la arregle, pero pasa el tiempo y te acostumbras a la puerta que cierra mal... como te acostumbras a la ducha que gotea cuando quiere, a la bombilla que ya no obedece al interruptor, a la cisterna que se muestra caprichosa, a esa madera que necesita un carpintero, a la marca en la pared que dejó un nieto... y así, sin darte cuenta, tu casa se convierte en la casa de los abuelos, que es la casa en la que todo funciona sui generis, cada vez más sui generis.

III

Hay como una solidaridad empática en el envejecimiento entre tu casa y tú. Nos comprendemos mutuamente y nos reconocemos en nuestros mutuos achaques.

IV

Pero hay goteras a las que hay que poner arreglo por el riesgo de que vayan a más. Hoy ha venido un albañil de confianza. Ha mirado lo que tenía que mirar con ojo de escrutador avezado y ha decidido que la causa de la gotera y la humedad del techo del cuarto de la lavadora estaba en una bajante del tejado. Se ha subido, ha estado escudriñando y ha aparecido con una pelota de fútbol casi completamente desinflada que tapaba la entrada de un desagüe y que ya había dado lugar al crecimiento de varias plantas, cuyas raíces parecen ser la causa inmediata de las humedades. La causa remota son, claro está, mis nietos.

jueves, 14 de noviembre de 2024

Añoranza del lago de Brienne

 I

Cono soy un neurótico, he cogido el tren de las 9:30 en Ocata para llegar con holgura de tiempo a la reunión que tenía prevista a las 11:30 en la sede de Enciclopedia Catalana, en la calle Venezuela de Barcelona. Para las 10:10 ya estaba en la puerta. Como la mañana era una de esas espléndidas mañanas de otoño que parecen de primavera, he aprovechado para desayunar (mal) en un bar y dar una vuelta por el barrio. A las 11:30, con rigurosa puntualidad, he hecho acto de presencia. Puntual, sí, pero con un día de adelanto. La reunión no era el jueves sino el viernes. Me pasan cosas de este tipo con frecuencia. Gracias a Dios peco de un marcado exceso de puntualidad y no de impuntualidad. Para sacarle partido a la mañana me he cortado el pelo, me he arreglado la barba y he ido andando hasta la estación de Sant Adrià.

II

A resaltar los juegos de sombras de los plátanos medio deshojados proyectadas sobre las paredes de las casas y la superficie de las aceras.

III

Necesitaría una semana entera de plácida indolencia, en una cabaña en la montaña con vistas maravillosas, nubes rimbombantes pasando sobre mi cabeza y mañanas regaladas como la de hoy. Y no leer, no escribir, no contestar al teléfono, y dedicarme por entero a ver pasar nubes, como Rousseau en el lago de Brienne, de famosas aguas cristalinas. Dicen que esas aguas alivian penas y amarguras, aligeran el espíritu y esponjan el alma.

IV

Vivo estos cambios turbulentos de la presión atmosférica con molestias diversas en el estómago y en los oídos. Las gotas frías pasan por mi cuerpo como una onda radiactiva y me dejan encogido y triste... pero no he de dejar que me venzan. El mejor argumento contra la derrota es una agenda activa.

Los extrañados

 I

Camino de la librería La Central recordé de repente que allí cerca hay una pastelería con nos dulces buenísimos de cabello de ángel. Y allí me fui. Había previsto otra cosa: pasar por una librería de viejo cercana, pero la memoria del paladar impuso su autoridad y acabé entre los dulces. ¿Estoy moderando mi fidelidad a las librerías de viejo?

II

A la salida me encontré con una joven a la que había conocido en Molpeceres en una especie de seminario que impartí sobre el Frankenstein de Mary Shelley. Fue ella la que me reconoció a mí y estuvimos hablando de las casualidades de la vida. Me contó que estaba haciendo un master en la UB y los apuntes que tomó en Molpeceres le estaban sirviendo de mucho. Le explique que iba a la presentación de Los extrañados, de Jorge Freire.

III

Tras abandonar a la joven me encontré con Teresa Sala, profesora de la UB, a la que hacía un montón de años que no veía. Por supuesto, hablamos de las casualidades dela vida.

IV

La presentación del libro creo que fue amena y ágil. Era la primera vez que veía a Jorge Freire cara a cara, pero curiosamente nuestros caminos se habían cruzado, sin permitirnos encontrarnos, una enorme cantidad de veces. Nos conocíamos a distancia. Salieron a relucir, por supuesto, las casualidades de la vida. Entre los asistentes, Miquel Seguró y la joven de Molpeceres.

miércoles, 13 de noviembre de 2024

En detrimento de lo real

 I

Anda el invierno enseñándonos las orejas entre amenazas de tormentas. Llevamos semanas bajo cielos revueltos y amenazas de gotas frías y tras el desastre de Valencia nadie parece dispuesto a jugar con los avisos de alarma. Estamos condenados a vivir cada vez más asustados, porque estamos condenados a advertirnos de las acechanzas de lo posible. Y lo posible siempre crece en detrimento de lo real.

II

Llovía ayer por la tarde cuando llegué a la estación de Sants y decidí ir andando hasta Catalunya Ràdio, donde me esperaba un reencuentro con Sílvia Cóppulo para una larga entrevista para su programa El divan. No sé si los que lo oigan lo encontrarán o no interesante, pero lo cierto es que nos reímos mucho. Es extraña la afinidad, la proximidad, incluso, que sientes con ciertas personas. Son presencias que cobijan.

III

Esta tarde le presento a Jorge Freire, a quien tanto aprecio, su último libro, Los extrañados. Es un libro magnífico. A ver si la gota fría nos deja en paz y podemos hacer la presentación que el libro merece porque aquí, en Cataluña, cuando hay tormentas lo primero que se resiente es el transporte público.

martes, 12 de noviembre de 2024

El Machu Picchu

 I.

Me pregunta B. desde París por qué me he saltado en este casi-diario la experiencia del Machu Picchu, que, a su parecer, fue el punto culminante de nuestro viaje al Perú. La respuesta es que cuando vives con rapidez, la memoria va empujando a lo vivido hacia atrás. Pero hay otra razón y es que el Machu Picchu, con toda su monumental grandeza, fue un pelín decepcionante.

II

El día comenzó con un madrugón. Nos levantamos a las 4:00 porque un coche tenía que llevarnos hasta la estación del tren de Ollantaytambo para coger allí el tren panorámico que nos llevaría lleva al pueblo de Aguas Calientes, un pueblo invadido por el turismo (por ese turismo que pretendemos no encontrar cuando hacemos turismo). El viaje en tren, remontando la orilla izquierda del río Vilcanota mereció la pena porque era una entrada progresiva en la selva. A nuestra derecha una joven española estuvo todo el trayecto pendiente de su móvil. No recuerdo haberla visto ni una vez mirando por la ventana. A nuestra izquierda, al otro lado del río Vilcanota, veíamos caminar con envidia a los esforzados aventureros que hacían a pie el camino inca para llegar a Machu Picchu como hay que llegar, andando. Ellos entraron a la ciudad por su puerta natural, en lo alto de una montaña, de manera que se encontraban a la ciudad a sus pies. Nosotros tuvimos que subir a un autobús en Aguas Calientes para llegar a la entrada adaptada a los turistas.

III

Sí, sin duda, el lugar impresiona, sobre todo por la relación que mantiene con las cimas de las montañas que lo rodean. Es un lugar para mirar hacia arriba, hacia el cielo, y sentirte un poco un ave que anida en el nido sagrado de los Andes. Pero yo no tuve tiempo de abandonarme a la imaginación, porque algo muy concreto me mantuvo muy pegado a mi estricta realidad: los voraces mosquitos, que me acribillaron. Habitualmente suelen pasar de mí y prefieren otras sangres. Los de Machu Picchu se cebaron en mí, dejándome los brazos como un campo de batalla.

IV

Con respecto a los incas, tuve siempre la impresión de que lo que nos contaban con vehemencia los guías turísticos era en gran medida una invención de su propio mito del buen salvaje.

V

Represamos al hotel cuando ya era noche cerrada, agotados. En fin, que nos sometimos a la maldición del turista moderno.

domingo, 10 de noviembre de 2024

A veces te echo de menos...

 I

El sábado pasado mi mujer y yo fuimos en coche hasta Lérida. Esta es una época ideal para viajar en coche por las carreteras de la Cataluña interior. El otoño tiñe los paisajes con una dulce luz pastel y entre los verdes vivos de los pinos, los verdes amarillentos cansados de las hojas de los olmos y abedules y los brotes nuevos de los cereales, todo parece estrenarse. Además la luz, que ilumina en noviembre con discreción, alarga los paisajes hasta horizontes remotos y algo irreales. Hay como un toque de fantasía en la realidad.

II

Nos paramos a comer en Cervera, que nos recibió envuelta en una niebla espesa. Es un placer viajar sin prisas, pararte a tu antojo, detenerte en lo pequeño para admirar lo grande. Sentir a la camarera (que carecía de cualquier atisbo del sentido de la prisa) ofrecerte "lo pa, carinyos", y disfrutar de una "escudella" calentita mientras afuera la niebla sigue su curso. Al dejar Cervera volvió la luz de la tarde y con ella la alegría del viaje.

III

Lerida nos recibió con un frío soportable. En el Carrer Major, a rebosar de gente, una castañera colombiana -sí, colombiana- nos vendió un cucurucho de castañas (las primeras del año). Poco antes habíamos pasado por delante del restaurante Paisa, que sirven comidas típicas de Colombia. Muchos negros jóvenes y muchas familias de marroquíes.

IV

Hoy he pasado la mañana en Almenar, un pueblecito al norte de la ciudad de Lérida, entre gente amable y magníficos profesionales, hablando de la lectoescritura, defendiendo que hay que leer en defensa propia y desarrollando mi tesis de que leer es situar un texto en su preciso contexto. Sin información contextual (lo que no está en el texto, pero lo explica) no hay comprensión lectora:

V. 

Como ayer apareció en el diario ARA un artículo mío titulado Elogio del ladrón de peras, me esperaba alguna broma en esta tierra de hortelanos y frutales, pero no me que regalaran una caja de peras. Ha sido un detalle no carente de emoción.






Vehemencia

 I Tras tres días sin poder separarme de Benjamin Labatut y su Maniac , pero ya he cerrado la última página. Y como suele ocurrir cuando has...