I
Nueva comida familiar. Los dioses han sido generosos conmigo este fin de semana. Mi nieto B., que acaba de cumplir 15 años, es ya tan alto como yo (1,83 metros), tiene opiniones propias y con frecuencia bien fundamentadas sobre muchas cosas, lo cual me satisface y enorgullece, si bien aun tiene que domar un poco su vehemencia retórica. Ayer le recordé un maravilloso comentario de texto que hizo hace tres años del famoso poema de Neruda «Me gusta cuando callas porque estás como ausente». El comentario de B. fue corto y conciso: «Menuda empanada tiene esta mujer». Por cierto, ¿no va ya siendo evidente que Neruda ha sido uno de los poetas más sobrevalorados del pasado siglo?
II
B. me comenta la polémica que se ha desatado en Francia en torno a la mondrianesca casulla litúrgica del arzobispo de París, Laurent Ulrich, en la ceremonia de reapertura de Notre Dâme. Le he contestado recordándole la historia transmitida (pocos verbos menos inocentes que el verbo transmitir) por Gershom Scholem en Las grandes corrientes de la mística judía:
Cuando Baal Chem Tov tenía que resolver un asunto de la máxima dificultad, se recluía en un lugar determinado del bosque, encendía una hoguera y se concentraba en una plegaria silenciosa. Y lo que pedía, se realizaba.
Cuando, una generación más tarde, el Maggid de Meseritz se encontraba en una situación semejante, acudía al mismo lugar del bosque y decía: “Nosotros ya no sabemos encender el fuego, pero aún sabemos la oración”. Y lo que pedía se realizaba.
Pasó una generación más y el Rabino Moshe Leib de Sassov tuvo que enfrentarse a un reto similar. Fue igualmente al bosque y dijo: “Nosotros no sabemos encender el fuego, tampoco conocemos los misterios de la plegaria, pero conocemos aún el lugar preciso del bosque donde sucedía todo, y con eso es suficiente”. Y fue suficiente.
Una generación más adelante, el Rabino Israel de Rishin, se vio también acuciado por problemas urgentes. Pero permaneció en su casa sentado en su silla y dijo: “Ya no sabemos encender el fuego, tampoco sabemos decir las plegarias, ni tan siquiera conocemos el lugar exacto del bosque, pero todavía podemos contar la historia”. Y la historia que contó tuvo el mismo efecto que las practicas de sus predecesores.
III
Decía el filósofo Bruno Latour que Dios no existe fuera de las procesiones y los rituales que lo hacen presente, es decir, que Dios se manifiesta en la liturgia que muestra su presencia en los gestos y rituales con que rememoramos la historia de la hoguera del bosque.
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ResponderEliminarSobre la polémica que se ha desatado en Francia en torno a la mondrianesca casulla litúrgica del arzobispo...no es el tablero del parchís. Me inclinó a pensar que es esto https://x.com/GiliZone/status/1865626038698471551
ResponderEliminarMás si me sorprendieron tres ideas: 1) el discurso ppal no fue de arzobispo sino del Político masón de la Republica. 2) una idea ppal fue la de la alianza de los compagnons o artesanos de catedrales, 3) la otra fue la de la "fraternidad ciudadana"....
Vaya rufo a masson festival
E(R/S)
Efectivamente lo peor no fue la casulla del cardenal y las vestimentas de sacerdotes, diáconos y monaguillos, fue el sermón... ¡fue el sermón!.
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