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viernes, 13 de diciembre de 2024

El cielo trabaja por nosotros

 I

Estoy ya acostumbrado a tratar con jóvenes que reconocen, sin el más mínimo rubor, que no leen. Ni sienten atracción por la lectura ni le ven a los libros otro sentido que no sea el decorativo. Para ellos la lectura es una aburrida pérdida de tiempo. Pero no puede menos de sorprenderme que un profesor de una facultad de educación me reconozca que lleva varios años sin abrir un libro y que lo haga como si tal cosa, como si comentara algo completamente irrelevante.

II

Suelo alardear de mi práctica del consejo de aquel filósofo griego: «cuando vayas al mercado, no te olvides de volver con un amigo». Pero la verdad verdadera es que con harta frecuencia me conformo con volver sin un enemigo. Me siento cada vez más raro debido a las cosas que despiertan mi capacidad de sorpresa. Y callo mientras intento muscular mi capacidad para encajar lo inaudito sin inmutarme.

III

Día invernal. Frío y ráfagas de fuerte lluvia. Uno de esos días en que la vida transcurre en el lado casero de los cristales y el calor del hogar se presenta como la única incontestable victoria cultural del hombre sobre la naturaleza que merece realmente la pena.

IV

Al final de La paz, una de las comedias de Aristófanes, un campesino que está viendo caer mansamente la lluvia desde su casa, siente que no hay nada mejor que este espectáculo. El dios –piensa- está trabajando por él. No puede ni podar, ni cavar la viña porque la tierra está empapada. Todo lo que tiene que hacer en un día así es llamar a los vecinos para que vengan a beber. Su mujer tostará habichuelas y granos de trigo y cubrirá la mesa de higos secos. Unos traerán tordos y pinzones y otros calostro y algún pedazo de liebre y todos disfrutarán mientras llueve, porque “estas horas son bellas” ya que “el cielo trabaja por nosotros y favorece nuestros campos”.

V

Leo en Gracián: «Vivimos de fe ajena». Dejo de leer. Gracián es posiblemente el nihilista más elegante de la historia de la filosofía, quizás porque probablemente es también el único que sabe lo que se trae entre manos.

1 comentario:

  1. V- prefiero decir que la gran mayoría social (cálculo un 66%) "vive de oído". Que triste debe ser vivir de oído y tener suficiente, sin haber tenido tiempo ni ganas de cerrar los ojos, leer sobre cualquier autor o tema que nos llame y escuchar por uno mismo.

    III- Ayer, la lluvia y frío se fueron peor que un mal sueño para los que transitamos vagabundos en moto por Barcelona. Salir de una tarde pesada de trabajo y encontrarse con que uno ha de subirse protegido de capas, en su moto y luchar contra el aire helado y la lluvia traicionera no es ningún placer sino es un infierno!

    E(R/S)

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