I
De vuelta a casa, ayer por la noche. En la plaza de Cataluña sube cercanías que me trae a El Masnou un buen número de personas agotadas después de su jornada laboral. Varios no tardan en quedarse dormidos, unos apoyando la cabeza en el cristal de la ventanilla y otros en el hombro de su vecino. ¡Qué diferencia entre volver de viaje y volver del trabajo! Hay cansancios y cansancios. Aunque a las 23:19 abrí la puerta de mi casa, decidí no venir aquí a quejarme. No tengo motivos para ello.
II
Hoy he llevado a uno de mis nietos al colegio y durante el resto de la mañana me he limitado a vegetar, aprovechando este generoso sol de otoño que nos ha regalado el día.
III
He intentado rematar el artículo sobre el estoicismo, pero me he puesto a ello con una voluntad tan sutil, que se me ha deshilachado al segundo párrafo. De Maistre asegura en Les Soirées de Saint-Pétersbourg que no hay filosofía sin el arte de despreciar las objeciones. Así es. Aquello en lo que nos detenemos a pensar es aquello que ha conseguido traspasar el cedazo de nuestro desprecio. Y ahí está el sesgo inevitable.
IV
Acabo de decidir de qué tratará mi próximo artículo en el ARA: de la invasión de lo emocional-identitario en el arte de esta última década. La emotividad identitaria está parasitándolo todo.
I.
ResponderEliminarhttps://www.youtube.com/watch?v=dr4I6mIAkSw
C. (el trasto ya no me reconoce)
Deleuze le diría que"hay cansancios y agotamientos". El agotado es la figura de nuestro tiempo. Y el método del agotamiento, en cálculo infinitesimal, es la exhaucion. Yo estoy exhausto, pero no candado. Estoy exhausto de las instituciones universitarias, de la desgana que no cansancio de su funcionariado administrativo y docente. Mi salud se agota también y mi cuerpo se cansa del trabajo cotidiano entre el ritmo de stress. Todo ello hace que no tenga fuerzas para deprimirme, paradójicamente. Creo que la palabra será , desilusionado.
ResponderEliminarE(R/S)
Pero como decia us en el post anterior, vivir es comenzar...más que de nuevo, comenzar de viejo. Tras la desilusión hay la desgana, pero debajo de ella aún hay un resplandor pequeño de hambre. El hambre volverá una vez se llegue al limite del agotamiento. El Dr. Turró, a comienzos del sgXX, escribió un libro que deberíamos leer todos los agotados del XXI. Se titula El hambre. Concretamente se titula: Orígenes del conocimiento : el hambre. Con prólogo de Miguel de Unamuno.
ResponderEliminarE(R/S)