I
Gisèle Pélicot. Lo que le ha ocurrido a esta dignísima mujer me parece tan imposible como cierto. Representa la certeza en la posibilidad de lo imposible.
II
Soy incapaz de pensar en su marido sin sentir al mismo tiempo una repugnancia visceral y un asombro moral. Es, sin duda alguna, un monstruo. Pero es un monstruo que solo pueden surgir entre los humanos. Ese es el mayor espanto.
III
¿Quién conoce el límite de los monstruos que podemos incubar los hombres?
IV
Si una cosa y su contraria son ciertas, decía Bertrand Russell, entonces cualquier cosa es posible.
V
Cualquier cosa es posible.
VI
Podemos mantener recluida a la bestia, pero no podemos impedir el nacimiento de otras bestias.
VII
Somos optimistas porque ignoramos la posibilidad de lo imposible... lo que puede estar creciendo al amparo de nuestra sombra.
VIII
Pero hoy es el día de afirmar la dignidad de Gisèle. Nunca podremos compartir su dolor. El dolor propio no puede dividirse y repartirse en fracciones para aligerar su peso sobre nuestra vida. Pero desde la distancia, nuestro cariño hacia ella es real.
Si está historia hubiese sido una novela, no hubiera vendido ni un libro. Porque el relato no aguantaría ni un ápice de coherencia. Y sin embargo sucedió realmente...
ResponderEliminarSoy incapaz de razonar cualquier razón en esta historia.
E(R/S)
Aquí en Francia la prensa habla, a propósito del marido, Dominique Pélicot, del "Doctor Jekyll y Mister Hyde". Porque era un tipo amable y servicial con su mujer.
ResponderEliminarO los abismos del alma humana, como diría un periodista...