I
Tras enviar un epílogo para la edición en castellano del libro de Damià Bardera Incompetencias básicas, pienso en el mal que está haciendo el romanticismo educativo en Cataluña.
II
Básicamente este romanticismo sostiene que todo lo que va bien en la educación de un niño es gracias al niño y lo que vaya mal, culpa del maestro.
III
El niño es bueno y el adulto es un niño degradado.
IV
Si fuera verdad que el niño es bueno y el adulto es un niño pervertido o degradado, la mejor manera de educar sería la que impidiese la educación. Y a veces pienso que esta es la conclusión lógica de las premisas de los románticos.
V
La buena educación sería aquella que mantiene a un niño enclaustrado en su infancia, cerrándole las puertas que lo podrían llevar a la edad adulta.
VI
El romanticismo sostiene que todos los niños, además de buenos, son científicos, inquisitivos, curiosos, exploradores.... que no hay niño que carezca de algún notable talento. Esto estaría muy bien si sirviera para el fomento del talento. Pero, en la práctica, el talento está visto en la escuela como un agravio comparativo.
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