Buscar este blog

martes, 29 de abril de 2008

Elegía de la vergüenza

La primera legitimación teórica de la democracia se encuentra en uno de los diálogos de Platón, el Protágoras. Se fundamenta, por una parte, en la constatación de las diferencias interindividuales del “homo faber”, que son las que hacen posible la división del trabajo, y, por otra, en la homogeneidad antropológica del “homo politicus”, que permite que todos sean sensibles a la vergüenza y a la justicia.

La sensibilidad para la vergüenza y la justicia garantiza la cohesión de una comunidad en torno a unas normas y la articulación de consensos sobre lo permitido culturalmente (lo justo) y lo rechazado (lo vergonzoso). De esta manera son posibles los “vínculos de la amistad” y la “harmonía en las ciudades”.

La división del trabajo viene impuesta por el hecho de que la capacidad técnica está repartida de manera muy desigual entre los hombres. Unos son médicos y otros arquitectos, etc., mientras que la democracia es posible porque todo hombre es capaz de sentir vergüenza y reconocer lo justo. "Las ciudades no podrían subsistir si solamente algunos poseyeran la vergüenza y la justicia, como ocurre con las técnicas”. Por eso –añade Platón- el que sea insensible a la vergüenza y la justicia, “debe ser eliminado como una enfermedad de la ciudad”.

Platón está planteando la sensibilidad hacia la vergüenza y la justicia como una disposición nativa que cada ciudad debe encargarse de educar con unos contenidos concretos. Podemos decir que la disposición es formal, mientras que la determinación de aquello que se considera vergonzoso o justo es cultural.

Todo esto viene a cuento de mis viajes en tren. Creo que en antropología, sociología y filosofía deberían convalidar los viajes en cercanías de RENFE como materias de libre elección. Se aprende mucho. Y de lo que más se aprende, cuando los trenes van llenos, es del auge de la desvergüenza.

Hace pocos días me comentaba la directora de una biblioteca que los usuarios más agradables en el trato eran los de la tercera edad, porque aún tenían sentido de la educación. Yo lo compruebo cada vez que nos toca ir de pie en el tren. A los jóvenes, de manera muy mayoritaria, ya ni se les ocurre ceder su asiento a alguien necesitado. Ayer mismo viajábamos como sardinas en lata. Sólo una persona fue capaz de levantarse para cederle el asiento a una embarazada. Era una mujer mayor.

Hace cosa de una semana se subió en Montgat un anciano que necesitaba de su bastón para mantenerse en pie. Fue otro anciano más joven el que le cedió el asiento.

¡Ay como Platón tenga razón!

24 comentarios:

  1. El problema es que el "sin-vergüenza" es el héroe a imitar.
    Dese una sesión de tele, como ejercicio de campo, y vea los programas y películas con audiencias millonarias...
    Llegado el caso, el nuevo héroe, hasta es votado democráticamente en algunos municipios y paises latinos.

    ResponderEliminar
  2. Gregorio, coincido con la directora de la biblioteca. También la gente mayor tiene sus defectos.

    Hace años que en España no se educa en una cultura de valores que no sea la del mínimo esfuerzo y la "del todo vale".

    La inmigración sudamericana es más educada que la española.

    La gente de ciudad es más maleducada que la de los pueblos.

    Al final, Gregorio, es un problema creado por los padres, que consienten casi todo y no les preocupa que sus hijos reciban una buena educación, tanto fuera como dentro de casa.

    Y el futuro cada vez lo percibo más negro, pues la sociedad española continúa degradándose, mientras la gran mayoría continúa mirándose en el ombligo, país.

    ResponderEliminar
  3. Está más in matar a las verguenzas.

    ResponderEliminar
  4. Lo mismo se ha dicho de la juventud en todas las épocas, pero el inminente y aparentemente inevitable apocalipsis gusta de hacerse esperar.

    Explíqueme la paradoja: en teoría somos peores. Pero por otra parte, estos son los tiempos en que las corridas de toros tienen mala prensa, y gran parte de la sociedad rechaza la pena de muerte. ¿Avance moral, retroceso... o movimiento en círculos? Hace un siglo serían más educados, pero mira por dónde, canear a la parienta no estaba mal visto. También era común considerar seres sin almas a esa mitad de la humanidad que mea sentada.

    Los ojos sólo ven aquello que la mente anda buscando.

    ResponderEliminar
  5. El defecto más grande de la "gente mayor" es su edad. (Yo tb soy un sinvergüenza)

    ResponderEliminar
  6. He de decir, por mi experiencia en autobús, que me han cedido el asiento algunas veces personas más jóvenes que yo... casi siempre 'de fuera', immigrantes, vaya. Confieso mi culpa, en una ocasión se levantaron dos chavales 'de fuera' y yo pensé que me querían robar pero me querían ofrecer el asiento, ay, que mal pensados somos (soy).

    Sobre la gente mayor hay de todo y he visto rebaños de jubilados (más bien jubiladas) en salida gregaria apartando con malos modos a alumnado prudente en museos y otros lugares de culto visitable. Un día en una granja de merendar, habiendo yo ido al lavabo, cuando llegué unas ancianas habían 'desalojado' del lugar a mis dos hijos, entonces perqueños, que no se atrevieron a protestar.


    Pero sí, en general, 'no anem bé'.

    ResponderEliminar
  7. Perdón Sr. Luri, no comprendo bien el comentario que hizo a mi referencia al texto de Benoist. ¿Le importaría aclararme qué piensa usted sobre esta lucha Zarka-Benoist-Schmitt?
    Gracias.

    ResponderEliminar
  8. Juan Diego: Lo que quiero decir es que Zarka le niega a Schmitt categoría intelectual para convertirlo en un propagandista de la barbarie. Zarka no piensa a Schmitt, simplemente lo señala como nazi. Esta actitud me parece tan narcisista personalmente como filosóficamente estéril.

    ResponderEliminar
  9. Petrusdom: Hay un sin-vergüenza canalla que tiene su gracia, el problema es el sinvergüenza comodón, que carece de vergüenza por pereza.

    ResponderEliminar
  10. Maty: Yo tampoco soy demasiado optimista, por decirlo de una manera optimista.

    ResponderEliminar
  11. Tumbaíto: ¿Estamos viviendo una sobreexposición de las des-vergüenzas?

    ResponderEliminar
  12. Freman: Lo mismo se ha dicho efectivamente, en todas las épocas. Y en algunas los lamentos resultaron proféticos.

    ResponderEliminar
  13. Mugar, Júlia: La gente mayor tiene derecho, como cualquier generación a tener su porcentaje de desvergonzados. Sin embargo, y a pesar de todo...

    ResponderEliminar
  14. Y en algunas los lamentos resultaron proféticos.

    Es una de las virtudes de la insistencia: al final, aunque sea por cansancio, las estadísticas se ponen de tu parte.

    ResponderEliminar
  15. Es el método gitano:
    cuanto más incomodes
    más los tienes a mano.

    dame dame damedame damedamedamedame

    Modo de empleo:
    Repita esto 25 veces en un breve espacio de 30 segundos, dígalo en voz alta y sinverguenza, tenga paciencia. Si el pardillo no pestañea acérquese y tóquele en el hombro. Por no verle, por no sentirle, esta persona será capza de hacer lo que sea.
    Hay una versión que es el método rumano:
    haga lo mismo con un violín en la mano
    acérquese a la oreja del susodicho y chascarree sin contemplación para obligar al susodicho a alzar la voz a su acompañante.
    Rápidemante le caerá una moneda.

    Propaganda
    práctica.

    Menosprecio de corte
    y alabanza de aldea

    "Hay dos maneras de ser feliz: Una, hacerse el idiota. La otra, serlo"
    Enrique Jardiel Poncela

    Pues esa actitud profética e incómoda es el origen de muchos pensamientos insidiosos ensalzados como corrientes filosóficas asociadas a científicos "objetivos"(sobre todo porque son una diana de marketing que "legaliza" como verdad demostrada todo lo que se acerque o parezca a ella), indelebles de verdad inmutable.
    Inodoro, incoloro, insono
    ro.

    ResponderEliminar
  16. Parece que va con la naturaleza de las cosas el que los mayores sean un poco cargantes. Y así tiene que ser. Alguien tendrá que tirar de las bridas.
    No creo que convenga despreciar ni frivolizar su conservadurismo.

    ResponderEliminar
  17. Amnatina: Se lo reconozco, me tiene usted con los ojos como platos. ¡Mil gracias por aparecer por aquí con su sensata anarquía!

    ResponderEliminar
  18. Parece que va con la naturaleza de las cosas el que los mayores sean un poco cargantes.

    Efectivamente. Yo mismo ya no soy un chiquillo.

    Y así tiene que ser. Alguien tendrá que tirar de las bridas.
    No creo que convenga despreciar ni frivolizar su conservadurismo.


    Eso es considerar que lo normal al envejecer es volverse más conservador. Contraejemplo: yo. Cargante, quizás; conservador, lo justo, que es lo menos posible. Y cada día menos crédulo.

    ResponderEliminar
  19. La perplejidad que muestra Freman, si es que e sperplejidad, está resumida en esta sentencia del heredero del Profeta, no recuerdo si Alí o Utman, lo que si es seguro es que fué el segundo o tercero.

    Un día, estando en Medina, se le vinieorn a quejar los notables por la desverguenza de los jóvenes con los mayores, y el interpelado contestó con una enorme sabidorúa que hoy debería sonrojarnos: "es que los jóvenes, en vez de parecerse a sus padres se parecen al tiempo en que viven".

    Claro que tiempo en que se vive, o el espíritu del tiempo que se vive, se absorbe, lo construye la misma desverguenza que viene empujando.

    Un amigo mío en Nueva York estaba en la puerta de su hotel y vió llegar por la acerca a joven afroamericano llevando un enorme aparato de música al hombro, que sonaba con enorme potencia. Se miraron al pasar el segundo, y este, no se sabe porqué, con la mano libre, le arreó un tremendo puñetazo que dio con mi amigo en el suelo, y después siguió su camino contoneándose.

    ¿El espíritu de los tiempos?

    ResponderEliminar
  20. Luis: Creo que tu me apoyarás para decirle a Freman que Heidegger tiene razón: todo lo profundo está en la superficie.

    ResponderEliminar
  21. y este, no se sabe porqué, con la mano libre, le arreó un tremendo puñetazo

    ¿No se sabe por qué?

    a joven afroamericano

    Hum, conozco el síntoma. Antes se decía "negro", pero confieso que hasta a mí me suena mal. "Nuestra" sociedad se ha hecho más (por decir un adjetivo) sensible. ¿Hemos ido a peor? ¿Hemos sido siempre así? Ni lo uno ni lo otro: nos hemos convertido en esto, igual que nos sería imposible matar una vaca con nuestras propias manos para comérnosla.

    El negro es quien no ha cambiado. Ese negro, al menos, no. Tu amigo violó un código de conducta elemental. ¿No has visto en los zoológicos americanos la prohibición de mirar a los ojos de los primates? El negro probablemente pensó que tu amigo era marica... perdón, gay. Y me atrevo a adivinar: tu amigo es blanco. Porque eso probablemente le salvó de una humillación mayor.

    ¿Ha ido la sociedad a peor? No. En conjunto, ha cambiado. Unos dirán que a mejor. Según el criterio de Gregorio, más cortesía es mejor, y ese cambio va en ese sentido. Hay parches dispersos en una sociedad multiracial y multicultural, como la Norteamérica actual, que siguen funcionando como en la tribu.

    Hasta hace relativamente poco, todos funcionábamos así.

    ResponderEliminar
  22. Una vez leí sobre una inscripción que se encontró en unas ruinas del antiguo egipto, que decía algo parecido a "Esta juventud nos llevará a la perdición".

    Supongo que el individualismo propugnado por la sociedad capitalista diluya la capacidad de hacer sentir vergüenza.

    ResponderEliminar
  23. Supongo que el individualismo propugnado por la sociedad capitalista diluya la capacidad de hacer sentir vergüenza.

    Ante un disparate como el anterior, lo que uno siente es vergüenza ajena. Madre mía, qué tropa...

    ResponderEliminar
  24. Manel: Yo lo plantearía de una forma ligeramente diferente: El sentimiento de vergüenza que una sociedad fomenta es inversamente proporcional a su grado de apertura. En las ciudades antiguas, por ejemplo, la desvergüenza tenía su cobijo en los puertos.

    ResponderEliminar

Perillán

 I Contestándole un mensaje a Jorge Freire me emerge espontáneamente de no sé donde, pero directo y contundente, el adjetivo "perillán&...