Quizás haya quien crea que con el post de hoy vuelvo a demostrar mi querencia por la frivolidad. Independientemente de que tal querencia existe (y la justifico con el Heidegger que defendía que en el hombre sólo lo superfluo es estrictamente imprescindible) el tema de hoy es muy serio. Surge de una noticia que ha pasado por la prensa sin hacer mucho estruendo, y eso que se las trae. Seguro que la habréis leído. Un equipo de médicos chinos realizó con éxito el primer trasplante de pene de la historia en un paciente de 44 años que, debido a un accidente se había quedado con un órgano sexual de apenas un centímetro. Tras quince horas de operación, consiguió injertar un pene de 10 centímetros que provenía de un donante con muerte cerebral. Fue el hijo quien decidió donar el órgano de su padre (no haré ningún comentario freudiano; salvo este, claro está). Científicamente la operación fue un éxito. El paciente salió de quirófano con todo el equipamiento biológico de serie en perfecto estado. Podía, por ejemplo, orinar sin dificultad. Su cuerpo aceptó e integró con toda cordialidad al emigrante. Pero como lo biológicamente necesario no coincide con lo existencialmente imprescindible, el hombre se descubrió incapacitado para convivir con el intruso y les dijo a los médicos que prefería el muñón al añadido.
En El País del lunes 18 se leía que la decisión de retirar el pene implantado la tomó el hombre “de común acuerdo con su mujer” y que el caso “aparecerá publicado en el ejemplar del mes que viene de la revista European Urology”, porque “constituye todo un hito médico”. Y también que el “experto en trasplantes, Andrew George”, asegura que “no está claro que el paciente pudiera practicar el sexo con el miembro trasplantado".
En otros medios se informa que Nicoló Scuderi, cirujano plástico de la Universidad "La Sapienza" de Roma, está en condiciones de realizar transplantes coordinados de una mujer que desee ser hombre con un hombre que desee ser mujer.
No pretendo hacer bromas fáciles con el dolor ajeno. En quien he pensado al leer todo esto ha sido en Merleau-Ponty, que era un filósofo que sabía bailar. Quizás ha sido el único que sabía bailar y, en consecuencia, no tuvo reparos en filosofar sobre la carne que al tocar se siente tocando una carne que se siente tocada. Merleau-Ponty ha escrito algunas de las páginas más bellas de la filosofía tratando del fenómeno de “el sentir-se-sentido”. Es un fenómeno singular, porque desvanece el espacio intermedio que habitualmente nos separa del otro. Quizás tenga razón Merleau-Ponty y la distancia en sí misma no sea nunca sentida. Más bien sería el sentir lo que revela la distancia. Y así vuelvo al chino que de repente halló una distancia infinita entre sus manos y su entre pierna. ¡Qué difícil va a seguir resultando la reconstrucción del hombre!
Buen post Luri y con un final redondo! La interpretación que has dado he de difundirla yo entre los de mi ramo;)
ResponderEliminarSaludos
Me ha gustado tu exposición. También me habría gustado preguntarle a él por qué... Pero también puedo entenderlo porque una vez alguien me dijo que tenía la sexualidad de los eunucos y aquella fue la mejor experiencia de sentir-me-sentida de toda mi vida. Aunque él tenía pene, sólo que aquella noche no. Y luego también tomé conciencia de eso. Y luego está lo de ese filósofo... gracias por el descubrimiento
ResponderEliminarSaludos nocturnos.
Talñ vez fué que su mujer llegó a sentir que estaba con dos diferentes al mismo tiempo, o con un medio otro medio él. ¿Te cauredas de una película que se llamaba, creo recordar, "Las manos de Orlac" Puro expresionismo tipo alemán en blanco y negro sobre la historia de un trasplante de manos desde un estrangulador a un hombre honrado? El sexo en pareja, al cabo de los años, requiere tal vez una concentración que no puede dejarse en manos de otro (o en el pene de otro)
ResponderEliminarPor algún sitio escribe Freud que el hombre ha llegado a ser un Dios con prótesis. Y añade que aunque eso lo hace más poderoso, no le garantiza mayor felicidad. ¿Las prótesis biológicas nos lleban al trans-humano? Tengo que dedicarle un post a la eugenesia. Andan por ahí personas a las que se les han transplantado dedos de otras personas y que por lo tanto son ajenos a sus huellas digitales. Sobre todo esto me parece que la ética tiene poco que decir, porque mientras haya médicos dispuestos a hacer pruebas y gente con dinero dispuestas a costearlas, esto no tiene fin. La trans-humancia no ha hecho más que comenzar.
ResponderEliminarDesde luego resulta perturbador. El hombre, en caso de poder mantener relaciones sexuales, debería sentirse fatal, asistiendo a la infidelidad y siendo él mismo el promotor.
ResponderEliminarSiempre he pensado que al morir, si mi alma sobreviviera, no sería capaz de reconocerla como "yo", porque esa palabra me comprende toda, materia y espíritu. Y esta noticia que comentas me refuerza en la idea: un cambio en la materia provoca un conflicto de identidad. Una parte del cuerpo extraña al cuerpo y a la mente, descompone ese yo. Un tema muy sugerente, gregorio.
ResponderEliminar"Mi segundo órgano sexual es el cerebro", dice freudianamente W.Allen. Diría que estamos ante una incompatibilidad de órganos.
ResponderEliminarEl tema del poder de las técnicas médicas en nuestros días me fascina y me preocupa, porque efectivamente la ética enmudece. ¿Cómo vamos a prohibir la clonación si es una clonación terapéutica? ¿Cómo abominar de la eutanasia si evitamos el dolor inútil, sobrante se diría?
Ahora, queé humanidad acabará saliendo de ahí, es harina de otro costal. En el mejor de los casos, Goethe (citado por Finkielkraut):
"Tambíén yo, tengo que decirlo, pienso que la humanidad acabará triunfando. Pero me temo que el mundo se convertirá en un inmenso hospital, en el que cada cual será para el otro un enfermero compasivo". Salté de la silla, cuando lo leí. Odio los hospitales, y los concozco bien desde muy joven.
Lola
Ingenuamente hay quien defiende el uso de la ingeniería genética para evitar la aparición de mal-formaciones mientras la niega para promover o estimular la belleza, la inteligencia, etc. ¿Pero eliminando la aparición de lo "malo" no estamos potenciando la aparición de lo "bueno"? Se mire como se mire, la eugenia es imparable. Estamos a las puertas del "homo post-umbilicus".
ResponderEliminarHablando seriamente creo que lo que podemos hoy pot hoy es controlar la casualidad. la de la enfermedad desde el feto, o la malformación Ese es un elemento al que no le veo ningún problema.
ResponderEliminarClaro que también podemos eliminar la casualidad en el factor sexo: lo que establece un doble nivel de interés: social para establecer equilibrios y personal de los padres para llegar a tener la parejita. No olvidemos que el deseo existía, pero era como jugar a la lotería.
ERn tercer lugar está la investigación. Nada que decir a ello.
En cuarto la prótesis, la búsqueda de la belleza o de la eterna juventud. Hay monstruos bellos y monstruos horrendos. Luri sabe de Prometeos (por cierto que su libro es muy estimulante), Pero estos monstruos son responsables de su propia monstruosidad, no son inocentes porque se crean a si mismos por su voluntad.
La primera acepción del término monstruo es "producción contra el orden regular de la naturaleza" y en ese caso ¿podríamos denominar monstruosidad a un feto al que se le soluciones una mnalformación? ¿Deberemos entender que la malformación es la producción contra el orden regular y somos entonces nosotros los que devolvemos a ese orden la anomalía?
Lola: entro en tu página y me gusta leerla, pero me es imposible tecnológicamente dejar un comentario, cosa que haría de vez en cuando por gusto. Yienes el único blog que me niega el acceso a la palabra.
ResponderEliminar¿Qué me dices, Luis? ¿Hay alguien por ahí que sepa por qué ocurre tal despropósito y cómo lo puedo solventar?
ResponderEliminarPorque, pocos, pero algunos entran y me dejan comentarios; es más, yo misma me dejo comentarios...
A ver si alguien me ayuda.
Lola
Muy bueno.
ResponderEliminarEl pene del otro, salvo casos en los que por razones evidentes no es así, a menudo produce desagrado a los hombres. Y él, claro, cómo iba a soportarlo.
Y cómo iba a soportar lo que tan bien describe Alicia. ¿Pensaría en el otro tío, en el donante? ¿Llegaría a preguntarle a su mujer, encolerizado, si ahora te gusta más...¡verdad!?
Muy bueno, insisto. Un abrazo.
Muy bueno lo del comentario freudiano... he lanzado una carcajada cuando lo he leído :-)
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