Cuando Joseph Goebbels se propuso crear unos estudios cinematográficos en Alemania que pudieran rivalizar con Hollywood, intentó reclutar a las dos artistas europeas con más glamour: Marlene Dietrich y Greta Garbo, pero las dos prefirieron abandonar el clima prebélico europeo y probar fortuna en los Estados Unidos. Como alternativa, eligió a Zarah Leander, que en poco tiempo se convirtió en la actriz mejor pagada de Alemania y en una de las artistas y cantantes más populares de Europa. Hitler encontraba su voz irresistible. Aunque se dejó utilizar como reclamo propagandístico del régimen nazi, cuando le ofrecieron la nacionalidad alemana, rechazó la oferta. Hay quien sostiene incluso que fue una espía soviética.
En 1943 abandonó Alemania, no parece que por motivos ideológicos, sino económicos. Los nazis ya no estaban para pagar según qué sueldos y su lujosa mansión en Berlín fue destruida en un bombardeo. Murió el 23 de junio de 1981, en Estocolmo, a la edad de 74 años.
Entre las admiradoras de Leander se encontraba una joven de Colonia llamada Christa Paffgen, posteriormente conocida como Nico (pensad en su Femme Fatale ) y... ¡Nina Hagen!
Os invito a escuchar el éxito más conocido de Zarah Leander: Ich Weiss, Es Wird Einmal Ein Wunder Gescheh'n.
Sobre el acertijo filosófico, el texto me suena a razonamiento mostrenco de la Academia, aunque voto por la física de Aristóteles (esta vez no he hecho trampa).
ResponderEliminarPersonalmente mi poco cariño por Nina Hagen parte de la incomprensión y el desconocimiento: yo no la entiendo a ella y ella a mi no me conoce ni tiene la intención.
ResponderEliminarLa versión de Zarah Leander tiene para mi un problema añadido y es, además de su imagen (creo que esa mirada preciosa de la segunda fotografía se debía a su miopía, como sucedía con Susan Hayward) a ese morboso sonido que no consigo separar de las imágenes propagandísticas del Congreso de 1934 en Nuremberg "El triunfo de la Voluntad", en la que el cine alemán descubrió el movimiento del líder sobre las masas como la nueva imagen de Jesús caminando sobre las aguas. Así aparece Hitler, de medio plano en su coche, deslizándose sobre las multitudes, con cámara objetiva y subjetiva. Sigue siendo brillante y eficaz, hay que imaginar el efecto entonces.
El poder de evocación del sonido Cabaret es tan potente que no puedo por menos de olvidar que Kurt Wiell, por ejemplo, era otra cosa y como tal me suena.
Me atrae tanto que me da miedo, es como el vértigo.
Me ha gustado muchísimo tu artículo de hoy. Aunque hablando del infinito y la estupidez humana... yo ya he conocido gente que por ese u otro motivo del nescafé podría despreciar cualquier cosa. En realidad con los fanatismos ocurre un poco así.
ResponderEliminar(no me funcionaron los enlaces, lástima)
Joaquín: Frío, frío.
ResponderEliminarCuando descubrí a Nina Hagen, allá por mi juventud, me sorprendió. Nunca me compré un disco suyo, pero no puedo decir que me desagradara. Hoy, comparándola con Zarah Leander, la he visto, con claridad, como una enana con pies de barro. Es su poco peso lo que la sostiene en pie.
ResponderEliminarLeander. No había caído en lo de la miopía. Podemos añadir al de Susan Hayward el nombre de Uma Thurman. Sí, quizás tengas razón. Hay un cierto aire de familia en sus miradas.
El sonido es,exactamente, "morboso" y tan atractivo que -a mi también me pasa- sientes un cierto aire de culpa al descubrir cuánto te gusta. Exactamente como ocurre con las películas de Leni Riefensthal, sí.
Kasandra: me alegra que hayas visto el sentido de este post. Yo admiro profundamente a Leni Riefensthal, aunque detesto aún con mayor profundidad la causa a la que servía. Lo Bueno y lo Bello no se encuentran entre sí tan cerca como querá mi admirado Platón. Más aún, posiblemente lo Justo sea diferenciar entre uno y otro. Quiero decir: Si me gusta la Leander -que me gusta muchísimo- no puedo olvidar a qué intereses sirvió, pero me gusta pensar que, con toda probabilidad, comparto mi admiración con más de una victima del nazismo. ¿Es este argumento demasiado retorcido? ¿Debo decir que me gusa y punto? Me pasa como a Luis, que no puedo. Necesito justificarme a mí mismo como admirador suyo.
ResponderEliminarMeliso, replicando a su maestro quizá por ser más papista que el papa, y atentando contra la bellísima concepción griega de la finitud. Me cae mal.
ResponderEliminarLola
Hay algo de tremendamente morboso y atractivo en el nazismo. ¿A qué negarlo? De hecho, buena parte de su estética más superficial se ha ido imponiendo (chaquetas de cuero negro,gafitas a lo Himmler, etc.)
ResponderEliminarLas representaciones que hacían, por ejemplo, en grutas naturales de operas de Wagner, debían ser grandiosas. Wagner mismo es grandioso. Hay algo ahí de muy atractivo y muy maligno y se entiende que las víctimas lo rechacen al asimilar esa estética con la maldad del nazismo (la lucha de Barenboim me parece encomiable, pero sus argumentos un tanto superficiales).
Otro ejemplo, y al mismo tiempo un ejercicio impresionante: escuchar la novena de Beethoven en los días gloriosos del nazismo en la batuta de Fürtwangler, y escuchar la misma novena en la última interpretación del maestro muy poco antes de morir. De la euforia más arrolladora a la melancolía. Son dos Beethoven distintos. Un antes y un después impresionante.
Lola
Confundir la persona con su obra es uno de los errores más nefastos.
ResponderEliminarEn cuanto a la actriz que mencionas, no la conocía. Su voz me ha parecido extraña y atractiva. Un poco varonil.
¿Has visto la trilogía de István Szabó? En "Mephisto", la primera del ciclo, se trata este tema, precisamente. Mephispto se involucra con el nazismo casi inadvertidamnte, porque las sirenas cantan: gloria y fortuna. Después, la historia juzga por esta decisión y no por la obra que ha dejado.
El tema de las relaciones del poder con el arte es muy fértil.
Un abrazo.
LOla: No es Meliso. Daré una pista. El escritor latino que recoge este texto lo presenta así a su lector: "¿Ves de qué manera ..........., a quien los estoicos llaman obtuso e inculto, demostró por medio de un silogismo que es infinit lo que en la naturaleza decimos que es el todo?"
ResponderEliminarGabriela: desde una óptica intelectual, pienso que si es un error, pero en el caso del nazismo es prácticamente inevitable, porque lo único que dejó (intelectualmente) fué estética y los análisis de sus contrarios. Y esa estética está unida al horror. Por lo tanto es la estética la que nos produce el morbo, la tracción y el rechazo.
ResponderEliminarEn los otros fascismos no se involucra tanto la estética: ¿como pensar en el italiano o en el español sin caer o en el francés, sin reparar en una cierta ridiculez). Y el horror al que amparan parece una entidad aprate. Celine, por ejemplo: a mi me fascina su estilo y su manera de exporesarse pero no comparto nada. El problema con el nazismo es que la atracción es demasiado fuerte porque por la vía de las imágenes (el poder absoluto y el desprecio por "todo lo demás" es imagen) lo tenemos interiorizado. Y el error al que tu aludes no se puede evitar.
Efectivamente: A Mozart lo podemos liberar de las garras de Hitler porque viene de mucho antes y, por lo tanto no hay ningún elemento de relación entre la génesis de su música y la del nazismo. Pero en la medida en que el nazismo tuvo una decidida voluntad de estilo y además tuvo un indudable éxito en este intento, uno se ve a sí mismo en una situación digamos que moral e intelectualmente delicada cuando confiesa su amdiración por según qué estéticas.
ResponderEliminarGregorio, no doy ni una. Como decíamos en el patio del colegio: Jo, pues, no juego (no, no seguiré intentándolo).
ResponderEliminarLuis, un amigo mío la clavaba: El fascismo de Mussolini es una opereta y el nazismo es una gran ópera. Me ha encantado eso "el poder absoluto y el desprecio por todo lo demás es imagen".
Que conste que me gusta mucho Wagner. Y mi director predilecto es Furtwangler. Peo, de vez en cuando, con este tipo de música, me da por enfriar el entusiasmo preguntándome "Ep, ¿a dónde va? ¿dónde me está llevando?" También me pasa con la prosa de Nietzsche a veces y con la filosofia de Hegel: "Piano, piano, tranquilo, párate un momento".
Lola
Un par de ideas:
ResponderEliminar1. Strauss rechazaba la "reductio ad hitlerum", según la cual cualquier idea sostenida por Hitler es necesariamente errónea.
2. Algo que no comprendo: la atracción o, cuando menos, el uso que en determinadas circunstancias se hace hoy día de la música "pop".
A mi modo de ver es normalmente tan bajo el nivel de ésta que produce un efecto chocante: he aquí un autor que se pretende serio (sea cineasta, pintor, escritor, en fin, lo que hoy llaman creador) utilizando en su obra música de lo más superficial y sin buscar, evidentemente, ningún efecto kitsch. Es como si un compositor de música seria utilizara de texto para un oratorio un cuaderno de caligrafía (de cuando se hacían estas cosas, claro) con faltas de ortografía incluidas. Y creyera que había hecho un gran descubrimiento. Lo comento al ver su ¿pasajero? interés por la tal Hagen.
Lola, tengo una novena de Fürtwangler en LP original que no vendo aunque no puedo escucharla porque ya cancelé la tecnología, pero la recuerdo. Era espléndida.
ResponderEliminarDe acuerdo en la descripción de tu amigo con la estética de Hitler y Musolini, pero entonces, ¿y el Movimiento Nacional? ¿y Franco? ¿Jardiel Poncela? Me gusta mucho Jardiel, pero no se donde ubicar a esta tragicomedia...
Y creo que "el usuario anónimo" ha clavado a la Hagen. Lo que pasa es que cada movimiento musical tiene el público de su tiempo, el que merece.
Hay una estética kitsch del nazismo que me parece que es la manera de tratarlo, hoy en día: Fassbinder. No solo por su Lili Marlen, sino por su serie Belín Alexander Platz, que aquí no se ha emitido. Huele a la corrupción sórdida de la moral, en todos los sentidos.
Luis, lo que dices sobre la estética del nazismo lo podemos decir de toda estética imperialista. Cuando fui a Viena, ciudad que a tanta gente enamora, a mí me horrorizó la ideología de poder que se respiraba en tantos lugares de la ciudad ¡Aquella horrenda y descomunal Juno!
ResponderEliminarCoincido contigo en que ética y estética están muy unidas. Yo más bien pensaba en casos menos flagrantes cuando decía que no hay que confundir vida y obra, y sigo creyendo que muchos artistas se vieron envueltos en aparentes lazos con las dictaduras sin que de hecho comulgasen con sus ideas, como muestra Szabó en su "Mephisto".
A mí, Leni Riefenstahl no me fascina, porque la encuentro tramposamente esteticista. En sus obras lo ideológico se disfraza de belleza. La belleza se busca no como verdad, sino como máscara. Lo que está detrás de la máscara es el horror histórico.
En fin, que es un tema que habría que analizar desde muchas perspectivas, un tema muy rico en interpretaciones. Porque plantea también, como dijo Sartre el para qué del arte. Ésa es la premisa ¿qué busca el artista? ¿verdad o belleza? Los tiempos cambian. Creo que el arte, hoy, busca verdad. Y eso ¿existe?
Un cordial saludo.
Usuario anónimo: Mil gracias por la puntiualización straussiana. Efectivamente Leo Strauss dio el nombre de "Reductio ad Hitlerum" a una falacia que presenta de esta manera en su "Natural Right and History": "In following this movement towards its end we shall inevitably reach a point beyond which the scene is darkened by the shadow of Hitler. Unfortunately, it does not go without saying that in our examination we must avoid the fallacy that in the last decades has frequently been used as a substitute for the reductio ad absurdum: the reductio ad Hitlerum. A view is not refuted by the fact that it happens to have been shared by Hitler".
ResponderEliminarCon respecto a la Hagen: lo confieso, hubo un tiempo en que la escuchaba en el coche de un amigo. A ella y a Jaume Sisa.
El tema es muy complicado porque puedo leer con placer a Ezra Pound ejando de lado quien era, o a Celine, o al mismo D'Anunzio. Pero no puedo pensar que la arquitectura patrocinada por Speer fuera inocente, porque iba, en términos funcionales, a alimentar una iestética ideológica, una manifestación del poder. La novela de Vintila Horia, "Dios ha nacido en el exilio" que ganó un premio Nadal hace muchos años es muy estimable pese a que el autor fuera un notable fascista rimano al servicio de los coupantes nazis de su país.
ResponderEliminarhay obras y obras. Y actuaciones artísticas que pasan al olvido, dirigir una orquesta ante Hitler, por ejemplo. El probelma moral para muchos artistas no ha sido sobrevivir sino triunfar en el regimen que los acunó, y luego explicarse.
Este tam es muy complicado, pero creo que una buena receta es saber siempre a quien se leeo o vee, y luego saber juzgar.
Pues no se que filosofo era pero se complico la vida un poco demasiado. Dado que el Todo incluye todo, es suficiente dar un ejemplo de un conjunto infinito (como los Naturales) para que el Todo sea infinito. qed
ResponderEliminarSenyor Roc: M'agrada aquest "un poco demasiado". El problema es que este filósofo está pensando en los límites del cosmos. Y a lo que se enfrenta es a lo impensable. Los matemáticos (dejemos ahora a parte las paradojas implícitas en el concepto de conjunto infinito) pueden permitirse el lujo de decir que la presunta sobre los límites del todo no es una pregunta matemática; pero ya se sabe también que para los matemáticos es muy poco relevante la situación del que pregunta, mientras que para mí, que me paso las horas muertas mirando las estrellas, pues tiene su qué esta cosa insondable.
ResponderEliminarEl filósofo en cuestión es Epicuro. Y lo que subyace a su pregunta es la cuestión de si sabemos que decimos cuando nombramos al Todo. ¿Lo sabemos?
Me alegro de que un economista como usted se pase también por aquí. Es, por supuesto, muy bien venido.
Sí, sólo una cosa Luis. Tu definiste muy bien a Franco: un espadón decimonónico. Otro gallo hubiera cantado (y no sólo una zarzuela), claro, si sus aliados nazi-fascistas hubiesen triunfado. El fin de la II guerra mundial supone el anclaje definitivo de Franco en la historia y en las fronteras de la historia de España.
ResponderEliminarJardiel Poncela es alguien por sí mismo, es brillante.
El berlin Alexander platz de Fassbinder, lo pasaron ha mucho por la televisión catalana. Impresionante. A mi Fassbinder me suele impresionar, pero habría mucho que decir de su estética y de las fascinación-repulsión de esa estética por la estética nazi.
Otro que ha captado muy bien la "imagen", que decías tu, del nazismo: La caída de los dioses.
En fin, hay tela para rato con este tema.
Lola