Estoy enfrascado en la lectura de un singular Prometeo, el de Luciano de Samosata, ese voltaireano griego, iconoclasta faltón, cínico fino, epicúreo vocacional y sofista genial, que no respetaba más que el sentido común, tan escaso, por cierto, antes como ahora. El mito de Prometeo me viene interesando desde hace años porque veo en él una característica específica de la cultura occidental.
Todas las culturas tienen héroes que se enfrentan a los dioses y que salen, normalmente, muy mal parados. Es el caso de Lucifer. No en todas hay rebeldes metafísicos que se levantan, filantrópicamente, contra los dioses con la intención de dignificar la miserable condición humana. Y, desde luego sólo la griega es capaz de cantar la dignidad de ese sacrilegio. Porque Prometeo se enfrenta a Zeus por filantropía (en el Prometeo de Esquilo aparece por primera vez esta palabra en los testimonios conservados de la lengua griega) y, si bien es castigado, nunca considera ni conveniente ni justo pedir perdón. Más aún, Prometeo ve en la prolongación indefinida de su gesto altivo la confirmación de la fragilidad de los dioses. Trataré de todo esto otros días. Hoy quería, simplemente, recoger dos imágenes del espíritu prometeico de Occidente en su expresión científica y artística.
Como ejemplo de espíritu científico, que no se detiene ante nada y todo lo considera digno de ser evaluado, sopesado y sometido a reglas matemáticas, he elegido el de Santorio Sanctorius. Su sorprendente empresa apenas merece una nota a pie de página en las historias de la ciencia, pero para eso está el Café de Ocata, para salvar del olvido a los héroes. Santorio Sanctorius fue un médico italiano, contemporáneo de Galileo, con quien compartió algún que otro invento, que con justicia puede ser considerado como el padre de la medicina cuantitativa. Tras diseñar el ingenioso mueble que se muestra en la ilustración, no se movió de él durante años. Como podéis ver, se trataba, de hecho, de uno de los brazos de una inmensa balanza que registraba hasta las más mínimas variaciones de su peso cotidiano. Así podía evaluar meticulosamente su aumento o disminución tras cada operación fisiológica. Allí comía, dormía, trabajaba y amaba. Finalmente logró calcular la “perspiratio insensibilis” del cuerpo, es decir, el peso perdido por los poros de la piel durante la transpiración, que es de 1.25kg diarios de media, más que el peso total de las excreciones. Publicó sus estudios en un libro titulado De Statica Medicina, en el que defendía su visión mecanicista del cuerpo, al que comparaba con un reloj.
La segunda imagen es esta fotografía de Danillo Paquali.
No hay nada sagrado que no nos resulte humano. El día que no haya posibilidad para la trasgresión, habrá que enterrar a Europa. La provocación y la blasfemia forman parte de nuestro universo cultural. Por eso hay que estar con Robert Redeker sin añadir a nuestro apoyo ningún pero.
Llamamiento a favor de Robert Redeker
Sin duda Zeus sentiría grandes tentaciones de seducir a esa dama en su encrucijada.
ResponderEliminarLo del médico... me cansa hasta de pensarlo. Menudo espíritu científico. Ya me podía a mí haber tocado algo para dejar así un rato de ser un culo tan inquieto volando de jaula en jaula. Es que el artefacto casi parece eso, ¿no?
Pero interesantísimo su post de hoy
Buenas noches :)
Lo suscribo; al lado de Redeker sin peros.
ResponderEliminarLola
"Ahora bien, no existe un pueblo musulmán como existe un pueblo judío." Ignorar la umma me parece algo estrambótico.
ResponderEliminarY si con ello tan sólo quería decir que los musulmanes no son judios, "no cal embolicar tan la troca", le sobra todo el párrafo: es evidente que no son el pueblo elegido. En cualquier caso, todos hemos visto recientemente ciudadanos de por aquí manifestarse contra mezquitas con sus permisos en regla (y conseguir su objetivo de expulsarla). También se pueden rastrear en Google News los ataques constantes a mezquitas en Europa. No sabría decir si es islamofobia, pero se le parece.
Otros peros: "¿Es racista calcular que cientos de millones de seres humanos viven cada día bajo el yugo impuesto por esa religión?" pues no sé, quizá no es racista, pero creo que antes de lanzar afirmaciones tan simplistas como ésta, primero habría que entrevistar a esos cientos de millones de pobrecitos, a ver qué piensan ellos del yugo del Islam.
Todo rebelde es un prometeo. Decir "no" (ya se sabe: Camus, "el hombre rebelde es el que dice no") es en si una actitud prometéica si consideramos a la autoridad como un paralelo de los dioses. ¿No lo es la Ley? Ya inauguraron los revolucionarios franceses un altar a la república. ¿No fueron prometeos Havel, PaTocka, el mismo Walessa, Konrad?
ResponderEliminarYo creo que la cuestión a reflexionar hoy no es quien hace de Prometeo sino quien se arroga el appel de dios, irascible, incapaz de entender el "no" de los hombres.
A vueltas con el Islam.
ResponderEliminarLa OEA definió la posibilidad de denominar "árabe" a todo el conjunto del islam en su contexto geográfico y religioso.
Como bien dice RMF decir que no hay un pueblo musulmán es absurdo e intelectualmente peligroso. Todo el islam es un pueblo, es la umma, la comunidad. La vocación final del islam no es conquistar nanciones sino integrar en la umma, que es el elemento social básico en su esqueleto social. No hay derechos del individuo, sino de la comunidad.
Estos debates sobre racismo e islamofobia son tremendamente peligroso porque si no se tienen las ideas claras pueden profundizar en el ya de por si extraño complejo de culpa de occidente.
Que hay individuos bajo el manto del islam que no son partidarios del radicalismo y que están muy, semi o poco contaminados del mundo occidental, es una evidencia; de la misma manera en españa no todo el mundo era falangista o franquista para entendernos.
RMF: Créeme si te aseguro que valoro mucho tus aportaciones a este blog. Me las tomo tan en serio que me molesta cuando mezclas los argumentos con las falacias. Los primeros me hacen pensar. Las segundas también, pero de otra manera.
ResponderEliminar1. Argumentos:
¿Estoy cayendo en un exceso de alarmismo que en el fondo oculta un grado u otro de islamofobia? Uno nunca está vacunado suficientemente contra el fanatismo que pueden ocultar sus propias convicciones y, por lo tanto, quiero mantener abierta la comezón de la duda aunque sea como una apuesta decidida de la voluntad, precisamente porque los elementos que me parecen relevantes (y, evidentemente, ningún criterio de selección de datos es neutral) no me ayudan a ser racionalmente optimista.
Lo que no sé, y no creo que haya manera de saber, es si estamos asistiendo al auge del islamofascismo o si, en realidad, las muestras, indudables, de fanatismo son manifestación de una última, desesperada y inútil resistencia islamista ante la imparable modernidad.
2. Falacias:
Lo que me preocupa de tu comentario es la pregunta del último párrafo "¿Es racista calcular que cientos de millones de seres humanos viven cada día bajo el yugo impuesto por esa religión?" ¿Qué quieres decir exactamente? ¿Es qué he de considerarme racista por rechazar, en masa (esté formada la masa por los millones que quieras)cualquier tipo de entusiasmo colectivo? Si es así, entonces, soy racista. El entusiasmo es el opio del pueblo. Los entusiasmos colectivos me producen pánico, y cuanto más entusiastas y más colectivos, más pánico.
3. Ergo
Te vuelvo a agradecer que aparezcas por aquí con tus comentarios,precisamente para prevenirnos contra cualquier tipo de entusiasmo colectivo anti-islamista.
Un abrazo cordial.
SOBRE MI APOYO SIN PEROS A REDEKER, es Bernard-Henri Lévy quien me ha convencido:
ResponderEliminar"On ne discute pas avec un homme à terre, on le relève.
On n’engage pas une dispute avec quelqu’un qui, à cause d’un article, se voit menacé de mort, traqué, stigmatisé –on lui tend la main, on le défend et, quand on est un gouvernement, on le protège, on protège sa famille, on le relève.
Bref, je me moque de savoir si ce qu’a dit M. Redeker était stupide ou avisé; je ne veux pas avoir à me demander s’il est bon o mauvais professeur, apprécié ou non par ses collège, amé de ses élèves, bien noté ; je ne veux même pas me poser la question de ce qu’il avait en tête au moment de donner pour publication le texte incriminé ; M. Redeker, dès lors que ce texte lui vaut d’avoir sur la tête, au ays des droits de l’homme et de Voltaire, une sorte de fatwa, mérite un soutien total, indiscuté, sans bémol. »
Suscribo cada una de estas palabras.
Estimado Gregorio,
ResponderEliminarsin seguir el consejo de Luis de ser más moderados en estos debates, quizá he sido un poco ligero en mis argumentaciones, que tienden más al sarcasmo.
No creo que tenga que decirlo, pero no pienso en absoluto que las gentes que pasamos por aquí, incluido el barman, tengan nada de islamofóbicos, si puede emplearse la palabra.
Dicho esto, lo que sí observo (no aquí, sinó en el ambiente general) es un debate, potenciado por el propio islamismo, en que quieren enfrentarnos, cuyo objetivo es que el islamismo obtenga réditos, que por el momento son muchos. Y en este punto, personalmente, aplico un prejuicio: como el beneficio máximo de esta tensión lo obtienen los islamistas, debo hacer lo posible luchar contra ella (aunque íntimamente pensase otra cosa). Otro prejuicio: en el mundo se reparten igual las buenas y las malas personas, incluso dentro del Islam.
Sobre la falacia: no me referia al racismo de la afirmación (que no dudo de que no lo sea), sinó al simplismo en su terminología: "el yugo impuesto por Islam sobre cientos de millones de personas." Insisto, fragmento simplista i mesiánico (yo os salvaré de este yugo, parece decir), al cual nunca me podría adherir.
Y aquí radica la cuestión: defensa de la libertad de expresión de Raedeker; evidente, indiscutible. Defensa sin peros de lo que dice; pues no.
Y finalmente siento disentir en un último aspecto: no pienso abandonar mi entusiasmo, incluso fanatismo, por este café (especialmente por el precio de las consumiciones).
Coño, RMF, me has desarmado!
ResponderEliminarAl mundo occidental la acusación de islamofobía procede de los mismos sectores radicales que hostigan la libertad constitucional de nuestra sociedad. Dejando a un lado los grupos irreductiblkes racistas, islamófobos y todófobos que aparezcan en el eseno de nuestro occidente, no debemos caer en la provocación de auscultarnos la enfermedad porque nos diga un salafista o un wahabista (sean o no de Al Quaeda) que somo anti islam. Nosotros no estamos enfermos y no creo que eso nos deba preocupar.
ResponderEliminarEl fascismo, sea de cualquier tipo, se introduce usando de dos ingredientes:
a/ el matonismo. "Yo soy más fuerte que tu, Yo mando más"
b/ la cobardía del adversario.
Hay un fascismo islámico que tiene pretensiones de conquistar un territorio hasta ahora insospechado, que es el de nuestras connvicciones. Usa el matonismo.
Existe una cobardía moral por nuestra parte porque no defendemos a quien, de nuestra sociedad, se expresa como quiere, independientemente de que no nos guste.
La lucha contra el comentario del segundo es nuestro problema, el de cada uno. La lucha con el fascismo islámico (y ahí va mi moderación) radical que representa una parte del islam global es de la sociedad y de sus agentes delegados.
Claudio.
ResponderEliminarPodemos pensar que en toda sociedad hay unos valores primarios (aquéllos que definen su identidad moral) y otros secundarios. El contacto con otras sociedades (un caso: inmigración) sin duda hará cambiar los segundos. Pasa en todos los grupos y puede ser incluso estimulante.
La duda se me aparece cuando tengo la sensación de que puedan cambiar los valores primarios. Es posible que entre la sociedad islámica (creo que es correcto llamarla así) y la occidental haya una incompatibilidad primaria (a diferencia de, por ejemplo, con el confucianismo). Y es posible que tengan mayor conciencia de esa incompatibilidad los más débiles. Hoy por hoy los musulmanes.
El asunto está en si nosotros nos percatamos también del problema y en si nuestro modo predominante de razonamiento (relativismo) nos ayuda o nos dificulta a la hora de saber qué hacer.
EL link que me llevó a leer sobre el llamamiento a favor de Redeker, terminó de cerrarme la idea de tu intencionalidad en este post.
ResponderEliminarRecordé el destierro del Cid... La impresión que me causó cuando lo estudié...Y vuelvo a sentir lo mismo en el peregrinar de Redeker. No lo conocía. Poco sé de él. Su destino de incertidumbre mer hace pensar que los hombres no hemos aprendido aún de la historia, si repetimos los mismos errores del pasado.
Tanto de la referencia a Prometeo, como a la de Santorio Santocrium, la leccióm es: la verdad de la ciencia o del filosofar, siempre debe elevarse por encima de cualquier interés espúreo.
Claudio.
ResponderEliminarUn estudio dirigido por Robert Putnam (podríamos llamarlo comunitarista, utiliza el concepto de capital social) indica que a mayor diversidad cultural menor confianza entre los individuos.Nos cerramos ante lo diferente.
http://www.ft.com/cms/s/c4ac4a74-570f-11db-9110-0000779e2340.html
Redeker somos tú y yo, pobres profes de filo que osan escribir libremente: freethinkers, o sea, un engendro exclusivamente europeo. ¿Saben estos bàrbaros talibanes que nos 'enfatwan' a la mínima de cambio qué significa freethinkear? Los que acusaron y condenaron a Sócrates (de esto tú sabes mil veces más que yo)eran ciudadanos honrados y ejemplares, no? EL PELIGRO, POR TANTO, ESTÁ DENTRO.
ResponderEliminarClaudio: apuntas a una cuestión de una relevancia tal que posiblemente aún no la hemos pensado bien. Efectivamente, todo parece indicar que la diversidad social no nos hace más tolerantes, sino más desconfiados y, por lo tanto, más inseguros y más aislados. De ahí que el de la tolerancia sea un valor tan ambiguo. En estas estamos.
ResponderEliminarTonibañez -y enlazo con el comentario de Claudio-, cada vez veo más claro que el conjunto de nuestro vocabulario político ES la caverna contemporánea. Y no hay manera de salir de ella sin liberarse de este vocabulario, pero no tenemos (¿aún?) ninguna alternativa a la que recurrir. Añado otra idea -sin duda más polémica-: y todo el discurso moderno sobre los valores es un recurso desesperado para hacer habitable la caverna. Intento vano. La Galibo diría, probablemente, que hoy me paso de neorococó.
ResponderEliminarLa Galibo (com la llamas tú), en el fondo y en la superfície, nos envidia. No dudes que ella te lee con avidez de lega aprendiza. El amor y sus vericuetos veleidosos.
ResponderEliminarSobre LA CAVERNA... Ufff. ¿Dices que són "caverna" las palabras (el vocabulario que usamos)? Esto conduce a mi teoría de las palabras-sombra... Todo Logos es, por tanto, sombrío instrumento de intelección, pero no disponemos de otra mejor. El título de mi blog apunta hacia esta ansia por transcender la sombra cavernícola y alcanzar una cierta penumbra, una cierta entreluz... Me temo que sólo la Poesía atisba hasta cierto punto dicho desiderátum; y el Silencio Definitivo que es, al fin y al cabo, lo que pregonan los sabios que en el mundo han sido: la no-escritura socrática y la sonrisa búdica...
Pero yo no me refiero a "las" palabras, tonibañez, sino a ciertas palabras, las que conforman una cierta visión del mundo elaborada con retazos de mayo del 68, valores bíblicos que han sobrevivido paradójicamente a la muerte de Dios, el narcisismo culpable, etc. Sospecho que este vocabulario lejos de aclararnos lo real nos lo oculta y que sus palabras forman la bóveda de la caverna.
ResponderEliminarEstoy redactando un post sobre este asunto...
ResponderEliminarLa caverna contemporane, tan nuestra, nos ha llevado a ésto.
ResponderEliminarRMF:
ResponderEliminarEl triunfo de la llamada -mal llamada- "pedagogía del interés", nos convierte inmediatamente a los profesores en responsables directos o subsidiarios de la desidia de nuestros alumnos. Se supone que un alumno bien motivado aprende facilmente y de ahí se deduce que si no aprende, es que le falta motivación. Y, por lo tanto, el responsable ha de ser el motivador profesional, el profesor. Libramos, así, a nuestros alumnos de responsabilidad sobre ellos mismos. Y los animamos, por lo tanto, a ser, orgullosamente, idiotas morales.