Buscar este blog

domingo, 29 de octubre de 2006

El individualismo propietario

Los seres humanos estamos hechos de tal manera que hemos necesitado siempre apropiarnos de algo para sentirnos alguien. A lo largo de la historia hemos visto sucederse multitud de formas de reforzamiento del valor del yo: la excelencia en la virtud; la fe en Dios o en la Historia o en la Patria; la nobleza de sangre o de clase... hasta llegar a la época moderna en la que todo, aparentemente, parece más sencillo: para sentirnos alguien nos basta con sabernos propietarios. Pero propietarios no de valores o de principios o de patrimonios éticos, sino de propiedades cuantificables económicamente. Antonio Machado, que lo vio venir, nos advirtió de que “sólo un necio confunde valor y precio”. Pero no parece que le hayamos hecho mucho caso, porque el sueño de emancipación que anunciaban las promesas de autonomía de los ilustrados del XVIII se ha encarnado en un título de propiedad.

Uno de los primeros pensadores políticos en percatarse de la importancia de esta deriva de la autonomía hacia el individualismo fue Tocqueville, que en De la democracia en América, de 1840, supo ver la admiración que siente el individuo moderno hacia todo tipo de revuelta contra la jerarquía en nombre de la igualdad. El nuevo ciudadano emergente se sentía espontáneamente partidario de la igualdad contra la jerarquía y de la libertad contra la tradición. Pero, yendo un poco más allá, Tocqueville creyó descubrir un peligro latente en la modernidad democrática. El triunfo del nuevo individualismo acarrearía la pérdida del sentido cívico si el ciudadano perdiera el sentido del deber republicano y acabase creyendo que no le debe nada a nadie y que, por lo tanto, su destino es algo que sólo le compete a él planificar.

Un poco alarmado, anunció que si el individuo se aísla de todos los demás, corre el riesgo de ir retirándose sin cesar hacia sí mismo para acabar cayendo en los brazos de un Estado tutelar al cual ya no cabría oponer ninguna resistencia.

16 comentarios:

  1. Gregorio,
    lo siento pero no entiendo la respuesta a mi comentario en el anterior post. He leído con atención este útlimo escrito pero sigo sin comprender la relación de destacar la importancia de las palabras y relacionarlo con el individualismo propietario. Y sobre todo, qué tiene eso que ver con la cuestión que has planteado y que intentaba comentar sobre los derechos de los animales.
    Muchas gracias

    ResponderEliminar
  2. Fererancab: Pretendía mostrar mi disconformidad con respecto a que:

    1) Podamos convertir a los animales en objetos de nuestra reflexión moral
    2) convirtiéndolos por ello en sujetos de derecho
    3) sin que para ello sea necesario exigirles ningún deber.

    Me parece que estás forzando el lenguaje porque

    1) Será, en todo caso, nuestra conducta con los animales la que puede convertirse en objeto de reflexión moral. Entiendo que una reflexión moral tiene como objeto exclusivamente la conducta humana, puesto que la moral es una tarea de modificación consciente de la conducta humana para adecuarla a la consecución de ciertos fines considerados superiores. En este caso me parece que estás forzando el concepto de "reflexión moral"

    2)No entiendo que alguien pueda ser sujeto de derecho sin ser al mismo tiempo responsable de sus actos. En este otro, el concepto de derecho el que me parece que sale malparado.

    Te añadía, posiblemente demasiado abruptamente, que cuando utilizamos el lenguaje a nuestro antojo, actuamos como si fuera de nuestra propiedad.

    Espero, sinceramente, no haberte molestado.

    ResponderEliminar
  3. Claudio.

    Yo también ato cabos de ayer.
    A Ramón: Haré como Usted y supondré que si no piensa como yo es porque no ha leído lo suficiente. Por ello le recomiendo:
    W. Beckerman A poverty of reason
    Peter Huber: Hard Green
    Peter Huber/Mark Mills: The Bottomless Well
    Saludos

    ResponderEliminar
  4. Ramón: ¡Qué grande es la capacidad de convicción de aquellos que comparten nuestras opiniones!

    ResponderEliminar
  5. Es imposible que el hombre llegue a aislarse de todos los demás. Misántropo se nace como excepción.

    Más saludos don Gregorio :)

    ResponderEliminar
  6. ¡No seré yo, doña Kasandra, quien ponga en cuestión la inveterada filantropía del neonato!

    ResponderEliminar
  7. Gregorio,
    en absoluta me has molestado! Al contrario. Estoy muy agradecido por tu respuesta. El caso es que mi comentario no pretendia ser tanto un posicionamiento a favor de los derechos de los animales sinó la exposición de las consideraciones (o los 3 puntos señalados)sobre las que creo que se basa en sus argumentos gente como Mosterín o Peter Singer. No tengo a este efecto una posición clara y nunca es mal momento para irse formando un criterio. Pero el caso es que aceptamos a ciudadanos incapacitados para responsabilizarse de cualquier deber (ya sea por minoria de edad o por discpacidad) a los que, por otro lado, dotamos de derechos. En ese sentido no creo que hablar de derechos de los animales suponga un ataque a nuestra concepción del derecho.
    Gracias por tu atención

    ResponderEliminar
  8. Pero esas excepciones, Ferrancab, ponen de manifiesto, precisamente, la importancia de preservar lo humano. Los americanos sostienen en sus textos constitucionales que es obvio que todos los hombres somos iguales. Pero nada más lejos de la obviedad. Es precisamente por esta rendija, como bien ves, por donde se accede con frecuencia a la cuestión del derecho de los animales. Pero precisamente por eso conviene tener muy claro quien es el "nosotros" que se autoinstituye con poder para otrorgar derechos.

    ResponderEliminar
  9. Lo del sueño de la emancipación me ha recordado a mi infructuosa búsqueda de vivienda.

    Saludos.

    ResponderEliminar
  10. La politización del plebeyo o del animal, -del que todo se ha pensado y argumentado”- constituye el motor del quehacer anti-derecho. La empatía, fraternalidad de las pasiones lo corrobora, la injusticia acaecida pero inmejorable(!?)
    Aunque, la mediatización del sistema y el tema, ha tenido el lujo de probar los cielos y agujeros del espléndido marco constitucional [sin fe no hay pasado] –del que unos pocos menos eficientes aseguran haber vivido su forma yunqueïdal-. Defensa constitucional que a mi alienado pero no menos vivido entender, constituye, des de los derechos de los animales –pros y contras, sobretodo-, una justificación de la potencial marea y desarrollo técnico, y sin embargo, -mis convicciones me alejan de la eficacia absoluta del creacionismo- no asegura la consecución de altos paradigmas humanos a celebrar.
    Sin embargo, todo es relativo a los ojos que te circunden, el futuro bien común de las personas y el de los animales no debe tener yuxtaposición o equivalencia, pues también la voluntad escapa a menudo de la libertad de la clase poderosa y ese creo gira entorno a la libertad cómo finalidad de la libertad, con todos los marcos que ustedes escojan a modo de crítica al haber hecho.
    La politización del animal no debería servir más de medio por sus límites jerárquicos, factuales, humanos.. a no ser que llegase a la equidistancia mutua, también respecto a la constitución cómo su tratado más heredero de la política histórica universal. Muchas gracias por dejar-me dar-les mi argumentación un tanto “maldestra” en citaciones i/o en realidades.

    ResponderEliminar
  11. A mí esta discusión me ha recordado, de nuevo, otra lección oída en las aulas de la facultad. "El Parlamento lo puede todo, menos hacer de un hombre una mujer". Frase debida a un político británico, que aludía al poder omnímodo del legislativo, únicamente detenido por la naturaleza de las cosas. La legislación actual, en mi opinión, ha entrado en una senda de corrupción ideológica y decadencia moral. Ya sé que lo que digo suena a aquello de "la ola de libertinaje que nos invade". Pero no puedo calificarlo de manera más suave. Las leyes son testimonio de que nuestros legisladores han perdido ya cualquier respeto a la verdad, a la naturaleza de las cosas, a la libertad de creencias y de cultos. Es la doctrina protagórica que Platón (de nuevo) critica despiadadamente en el Teeteto. No está bien que lo justo sea lo que le parezca a cada ciudad en cada momento o coyuntura. Hay una verdad, un bien, y una justicia que deben respetar todos. Las mayorías legislativas se equivocan si piensan poder hacer y deshacer en las relaciones sociales a su antojo ideológico. Ni el aborto, ni el mal llamado "matrimonio" entre personas del mismo sexo, ni esa contradicción en términos que son los "derechos de los animales" pueden ser buenos para la convivencia en la comunidad. En el instante que reconocemos derechos a los simios, hacemos de peor condición a los hombres: como suele decirse, igualamos por bajo. Perdón por extenderme.

    ResponderEliminar
  12. Claudio.

    A vueltas con Tocqueville. ¿Es la revuelta contra la modernidad consubstancial a la misma modernidad? (Finkielkraut: "ser moderno es estar descontento") ¿Es el resentimiento la cruz de una promesa de igualdad que no se puede cumplir?
    La cosa puede estar en si la sociedad, además de hacer promesas, es capaz de enseñar a aceptar el fracaso. Y sin religión ni teatro, además...

    ResponderEliminar
  13. "Parliament can do anything but make a man a woman and a woman a man" Henry Herbert, the 2nd Earl of Pembroke (1648).

    http://en.wikipedia.org/wiki/Parliamentary_sovereignty

    ResponderEliminar
  14. como me doy cuenta que no sé escribir correctamente, intentaré sintetizar lo anterior y le pido disculpas anticipadas por el doblete. Me parecía el tema factible de sostener mi argumentación …

    Punto uno: Que un tema se convierta en medio de mensajes estructurales e importantes me suena a mi a obsesión. Y aunque no fuera exactamente la diana, no quiero reconocerme en prinmirar remilgadamente las bases de un diálogo, y menos el de los derechos humanos, exponiendo demasiado mis sentimientos y avatares. Aunque he comprendido que los animales “pueden ser los sub-espejos humanos”, y se lo crítico a los que no pueden atender al valor humanizante de los sentimientos, que claramente compartimos todos originalmente.

    Y me afano a decir que la teoría emocional de Goleman –una revolución de lo humano del siglo pasado- se presta, sobretodo para los que no pasamos de los veinte, a demasiadas mal interpretaciones fortuitas. Y quizás ahí reside el valor malinterpretar, y si así se debe también interpretar los pies cojos dadas sobre uno mismo.

    gracias de nuevo, deseo haber sido más claro.

    gracias.

    ResponderEliminar
  15. Karod, esto es un café. Podía haber sido una redacción de un diario o un cenáculo literario, pero es un café con las puertas abiertas. Puede usted expresarse como mejor le plazca siempre que sea respetuoso con los demás. Otra cosa distinta es que nos entendamos. Pero con esto de la comprensión hay que ser comprensivo. ¿O cree usted que yo soy transparente para mí mismo?

    Bienvenido.

    ResponderEliminar
  16. Legislar, lo que se dice legislar, debe hacerse con aquellos asuntos que en la p´ractica pueden ser modificados por la legislación, es decir: cuando el legislador tiene el poder para actuar en sonsecuencia.

    ResponderEliminar

Las águilas no cazan moscas

 I Respuesta de Rémi Brague al periodista que le pregunta cómo logra un estilo tan claro: «El bolígrafo rojo de mi mujer» II Viaje casi relá...