I
Me imagino que si alguien debe tener convicciones fuertes respecto a la verdad del cristianismo, ese debe ser el papa de Roma. Pero en los tiempos que corren, ¿es políticamente correcto que las manifieste. ¿Qué pregunta más imbécil, verdad? ¡Pues en esas estamos!
Me ha gustado hoy la Lola, que en su blog se atreve a lamentarse, dando pruebas de una impertinente y mayúscula incorrección política que me encanta, de que “no tots siguem Ratzinger”.
El Periodico, sin embargo, continúa su inmaculada
campaña de paladín de la corrección política.
Y me ha gustado también Juan Pedro Quiñonero que es, que yo sepa, el único que resalta la relevancia de que el papa haya citado en su lección magistral en el Aula Magna de la Universidad de Ratisbona al cordobés Ibn Hazm, el autor de El collar de la paloma, que se pasó la vida perseguido por la ortodoxia religiosa musulmana.
Canta Ibn Hazm:
Me quedé con ella a solas, sin más tercero que el vino,
mientras el ala de la tiniebla nocturna se abría suavemente.
Era una muchacha sin cuya vecindad perdería la vida.
¡Ay de ti! ¿Es que es pecado este anhelo de vivir?
Yo, ella, la copa, el vino blanco y la oscuridad
parecíamos tierra, lluvia, perla, oro y azabache.
Pensaba traer hasta aquí algunas frases del discurso de Benedicto XVI. Pero no, aquellos que estén interesados por conocer la verdad de lo ocurrido, deben leer el texto íntegramente. En mi opinión está en perfecta sintonía con su encíclica “Sobre el amor cristiano”. Que la tengo leída, subrayada y repleta de notas al margen. Durante un tiempo estuve buscando a algún cristiano de primera fila que quisiera comentarla en profundidad conmigo. No encontré ninguno por los círculos en los que me muevo.
Este papa valiente cuando era Joseph Ratzinger, prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, se atrevió a subir al escenario de un teatro a discutir de fe y ateísmo con Paolo Flores d’Arcais, o a enfrentarse cara a cara con Habermas. Al obrar así, ahora lo vemos claro, estaba enviando un mensaje: La fe cristiana se ha hecho a sí misma en polémica abierta con la razón griega y, por lo tanto, si da la espalda a la razón, se niega a sí misma. Tanto es así que en la encíclica anteriormente mencionada realiza con toda naturalidad un gesto que a ninguno de sus recientes predecesores se le hubiese ni tan siquiera pasado por la imaginación: citar a Nietzsche sin necesidad de lanzar contra él ningún anatema. Discute con él, sin condenarlo. ¿Por qué ha sido tan poco comentado este gesto? Creo que a los no cristianos mayoritariamente les importó un pimiento, mientras que a los cristianos que saben quién es Nietzsche les asustó un poco.
Así, pues, reivindicación de la razón contra el fanatismo de la sinrazón; pero, al mismo tiempo, reivindicación del amor contra el fanatismo de la razón ilustrada y su cansancio nihilista.
La reivindicación del amor como la esencia del cristianismo sitúa las cosas en su justo sitio: Frente al Islam y el Judaísmo, que son religiones de la Ley, el cristianismo es (o debería serlo para ser fiel a su fundador) una religión de amor. El musulmán y el judío deben obedecer la ley porque la ley es Dios. El cristiano debe amar porque en el amor se hace presente Dios.
Mucho me temo que este papa, Benedicto XVI, no tenga tiempo para hacerse oír. Y quizás por eso quienes nos consideramos cristianos de tercera o cuarta fila (porque hace tiempo que dejamos los ritos y las liturgias de lado) pero somos sensibles a sus palabras, debamos contribuir a llevar el eco de su voz más allá del ruido circundante.
Le cedo la palabra a Ibn Hazm:
Los que no saben qué es amor me censuran porque te amo,
pero, a mi juicio, tanto me da el que te injuria como el que se calla.
Me dicen: “Has dejado a un lado todo disimulo,
aunque te mostrabas a las gentes celoso observante de la ley religiosa”.
Yo les digo: “Ocultar mi amor sería hipocresía pura
y uno como yo detesta los hipócritas.
¿Cuándo vedó Mahoma el amor?
¿Consta acaso su ilicitud en el claro texto revelado?
Mientras no cometa cosas prohibidas, por las cuales tema
llegar el día de la resurrección con la cara perpleja,
no hago caso, en materia de amor, de lo que digan los censores,
y, por vida mía, me es igual que hablen a gritos o en voz baja.
¿Es acaso responsable el hombre de algo que no haya elegido libremente?
¿Por ventura el que se calla será reprendido por las palabras que no profirió?
II
Os presento -si es que aún no lo conocéis- el cartel de ese singular partido que se autodenomina "Ciutadans de Catalunya". Esto puede ponerse divertido. En lo que a mi concierne, estoy dispuesto a contemplar el espectáculo de las próximas elecciones catalanas poniendo a prueba mi capacidad sinóptica. ¡A ver qué doy de mi!
III
Pregunta filosófica del día
¿No os parece que esta podría ser una buena manera de ilustrar
la tesis central de la filosofía de Tales de Mileto?