- Jean Pierre Vaudenay: Meister Luri
- Yo: Hi!
- Jean Pierre Vaudenay: ¿Qué tal?
- Yo: Pasando frío. Llega el invierno, bajando amenazador desde el norte de Europa
- Jean Pierre Vaudenay: Carambas
- Yo: Pero prefiero el frío de diciembre que el calor de agosto
- Jean Pierre Vaudenay: Ah bueno. Aquí esta llegando el verano, pero solo para el que puede disfrutarlo. Además que el clima sigue algo loco
- Yo: Es lo propio de la naturaleza, resistirse a nuestras previsiones.
- Jean Pierre Vaudenay: O quizás es lo propio de las previsiones
- Yo: Bueno... yo creo que la naturaleza se nos muestra con fidelidad en ese resto de lo real que no se deja atrapar en una predicción o en una fórmula
- Jean Pierre Vaudenay: Exactamente. Ni siquiera se deja atrapar nuestro vocablo naturaleza y nuestras miradas new age. En esto la idea de lo Real de Lacan no es un descubrimiento sino algo fácilmente rastreable en los antiguos
- Yo: Y cuando más años tienes más claro se ve, porque cuando eres joven la naturaleza es lo que te impulsa... mientras que poco a poco se va convirtiendo en lo que acecha...
- Jean Pierre Vaudenay: Sí, eso no lo había pensado... esta conexión de lo joven con la naturaleza
- Yo: Para la juventud la naturaleza es una promesa. Para la vejez también. Y eso es lo malo.
- Jean Pierre Vaudenay: y sí
- Yo: Pero no conviene ponerse trágico
- Jean Pierre Vaudenay: ¿Dónde deja eso al saber?
- Yo: Al entendimiento de la naturaleza le va mejor la sonrisa de Demócrito que la melancolía de Heráclito
- Jean Pierre Vaudenay: Quizás ser auténticamente trágico es no ponerse trágico en la tragedia. Y si
- Yo: ¿Dónde deja eso el saber? Sólo tengo una respuesta: filosofar es aprender a morir... con una sonrisa en los labios.
- Jean Pierre Vaudenay: Buen punto
- Yo: Y a ser posible, sin dar guerra
- Jean Pierre Vaudenay: Creo que tengo el trabajo equivocado, jejejeje
- Yo: Usted tiene California
- Jean Pierre Vaudenay; Sí. No lo había pensado así, las metas más grandes como posesiones... significa hacerles un lugar serio... como quien lleva nitroglicerina en el equipaje
- Yo: Porque somos biografías, no cosas y en ese sentido el relato nos empuja
- Jean Pierre Vaudenay: Sí
- Yo: Lo natural, en el hombre, es buscarle el sentido a la naturaleza (que no lo tiene)
- Jean Pierre Vaudenay: El problema es cuando nos dejamos empujar como cosas
- Yo: ¿Problema? Sólo es un problema para el filósofo
- Jean Pierre Vaudenay: Lo que pasa es que no somos cualquier cosa
- Yo: El filósofo no debe ser arrogante juzgando la vida de los demás
- Jean Pierre Vaudenay: Somos cosas con obsesiones y estas empujan, mueven los muebles, barajan las cartas
- Yo: Pero somos también capaces de perdonar
- Jean Pierre Vaudenay: Sin duda
- Yo: Y eso significa que somos capaces de liberarnos de la fatalidad del tiempo pasado e incluso somos capaces de mantener la fidelidad a la palabra dada
- Jean Pierre Vaudenay: Virtudes cristianas muy subestimadas en estos tiempos
- Yo: ... y eso significa que somos capaces de imponerle un sentido al devenir ¿Virtudesa cristianas?
- Jean Pierre Vaudenay: Sí. Estaba recordado
- Yo: Yo las aprendí en Nietzsche
- Jean Pierre Vaudenay: La idea del perdón, tengo la impresión de que es un logro cristiano
- Yo Sí, es cierto... el cristianismo le rezuma a Nietzsche por las costuras, sin que él sea consciente
- Jean Pierre Vaudenay: Así es
- Yo: Creo que voy a hacer un post con esta conversación, si no le importa
- Jean Pierre Vaudenay: Pero por supuesto. Estoy honrado
- Yo: Pues gracias y hasta otra
- Jean Pierre Vaudenay: Hasta entonces
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martes, 30 de noviembre de 2010
Conversación con Jean Pierre Vaudenay
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Un amor perdurable a fuerza de no serlo
I En las últimas décadas del siglo XIX vivió en Oviedo un hidalgo llamado don Pepito Alegre, considerado unánimemente como «cumplido caballe...
D. Gregorio: Un buen guiño socrático. ¿Por qué no se escriben ya diálogos?
ResponderEliminarEl hincapié con que subraya las virtudes del perdón y la promesa me ha recordado las bellísimas páginas en que Hannah Arendt las describió como las únicas armas, frágiles y falibles, con que enfrentarnos al insoportable peso del pasado y las perplejidades y amenazas del futuro.
El filósofo no debe ser arrogante juzgando la vida de los demás,
ResponderEliminarme quedo con esa frase.
Un gran saludo,
María
María: ¡Cómo me gustaría estar a la altura de ese pensamiento!
ResponderEliminarBorja: Me imagino que porque ya no hay platones.
ResponderEliminarHay un movimiento filosófico interesante con la promesa y el perdón. Son virtudes cristianas, sin duda, pero al mismo tiempo muy nietzschenas y de la memoria de la voluntad de Nietzsche las recupera Arent. Posteriormente ha sido Ricoeur quien ha reactualizado la reflexión de Arent en "Sí mismo como otro" (que para mí es su mejor libro).
Cabe destacar las dificultades de cualquier dialogo en medio de las intermitencias típicas del infame servidor del facebook. (Me avergüenza mi sintaxis)
ResponderEliminarPor lo demás no hay nada malo en lo cristiano del perdón justamente porque se encuentra por encima del simple olvido. Nadie merece más abandonar el peso de los rencores que el animal que ha sido capaz de hacer promesas. Nadie merece más quedar suspendido en el aire que aquel que ha subido a la escalera y ha sido capaz de botarla.
Saludos desde el desierto