Mientras el teniente William Bligh, a bordo de la balanceante Lizzy ponía rumbo a Timor, los amotinados de la Bounty lanzaban por la borda los mil y pico plantones del árbol del pan y enfilaban al paraíso. Durante varias semanas vagaron de isla en isla dando rienda suelta a sus deseos y apetencias. Finalmente un reducido grupo llegó a una isla que no aparecía en ningún mapa, Pitcairn, allí esperaban pasar el resto de sus vidas a salvo de la justicia. Tenían motivos para sentirse intranquilos, pues al conocer lo ocurrido, el almirantazgo británico armó la fragata Pandora, de 24 cañones, y la envió al Pacífico con la misión de cargar de grilletes a los amotinados y ponerlos en manos de la justicia. La Pandora siguió meticulosamente el rastro de los rebeldes, atrapándolos de uno en uno y recluyéndolos en una recinto diminuto al que todos llamaban "la Caja de Pandora".
En 1814, veinticinco años después del motín, los refugiados en Pitcairn fueron encontrados casualmente por dos buques británicos, el Briton y el Tagus. Contaron que al desembarcar en la isla habían quemado la Bounty para evitar cualquier tentación de regreso. Pronto llegaron a Inglaterra estas noticias. El almirantazgo decidió olvidar las deudas pendientes y enviar alguna ayuda a Pitcairn. Entre los objetos seleccionados para volver a ponerlos en contacto con la civilización inglesa se encontraba un libro que estaba haciendo furor en aquellos días: Robinson Crusoe.
El motín de la Bounty fue visto de manera bien distinta por los partidarios del Antiguo Régimen y los de la Revolución Francesa. La propia misión del transporte del árbol del pan fue puesta en cuestión por los abolicionistas. El Teniente Bligh representaba para unos la autoridad legítima, para otros la fuerza despótica. Por la misma razón los sublevados eran para unos la manifestación de una enfermedad social y para otros símbolos de libertad, imaginación y aventura. Lord Byron optó por Bligh, al que consideraba defensor del mar y de los caminos que se trazan sobre las olas; él despreciaba olímpicamente a los que sueñan con tener un piso de protección oficial en el Paraíso.
Estoy disfrutando mucho de esta serie: yo hasta ahora pensaba que el motín de la Bounty era sólo una película. Y qué de metáforas tiene.
ResponderEliminarEste verano en Londres pude ver en el Museo Naval muchas cosas de los viajes de Cook por el Pacífico: y todas eran fascinantes.