Tuve yo también la tentación, Mr. K, de hablar de mi. Pero era muy de noche y estaba reventado. Por cierto: ¡Qué placer meterse como una criatura en la cama, rendido de cansancio, y caer dormido nada más tocar las sábanas! El cansancio es una virtud moral: ayuda mucho a la discreción. Ahora, ya descansado y duchado, los percances de ayer no son más que menudencias.
Jaja muy original y gracioso por ser de aquella época.
ResponderEliminarEste post es mejor que nada y que muchas otras cosas que se ven por ahí.
ResponderEliminarTuve yo también la tentación, Mr. K, de hablar de mi. Pero era muy de noche y estaba reventado. Por cierto: ¡Qué placer meterse como una criatura en la cama, rendido de cansancio, y caer dormido nada más tocar las sábanas! El cansancio es una virtud moral: ayuda mucho a la discreción. Ahora, ya descansado y duchado, los percances de ayer no son más que menudencias.
ResponderEliminarGregorio! le he visto hoy en La Vanguardia ! ojalá saliera más!
ResponderEliminarSusana: No sé qué tienen las alabanzas... que siempre parecen tan juiciosas....
ResponderEliminarGracias.
Coñe yo no ley la Vanguardia, añadan Ud algo, espero que no saliera en el apartado de sucesos, por aquello de las cazadoras.
ResponderEliminarAnda Ruben que andas fino, la Vanguardia apunta maneras, pero tánto como para convertirse en ley???
ResponderEliminarAnecdotario. Donde se puso ley, entiendase leí