Gustave Doré, El mono y el delfín, 1867
Cuenta George Anastaplo que más de una vez le oyó rememorar a Leo Strauss las siguientes palabras que le dirigía su abuela, allá en su Krichhain natal: "Te sorprenderías, hijo mío, si supieras con qué poca sabiduría está regido el mundo". Cada vez estoy más de acuerdo con la abuela de Strauss. Por eso mismo cada vez comprendo mejor a los partidarios de las teorías conspirativas. Puede ser más consolador pensar que nos gobiernan personas inteligentes, pero perversas, que personas que vienen a ser como nosotros.
"personas que vienen a ser como nosotros"
ResponderEliminarCon eso, don Gregorio, ya me daba con un canto en los dientes. Aunque uno ya duda si prefiere a uno listo y corrupto o a otro honrado e inepto.
Me permito dejarle aquí este naipe.
ResponderEliminarhttp://www.fotolog.com/heliotrupe/23245265
Suyo afectísimo
Una vez leí: Shakespeare leyó a Plutarco, Marlborough leyó a Shakespeare y Churchill tomó a su antepasado de ejemplo. ¿Será eso? Porque tampoco parece tan difícil.
ResponderEliminarCreo que también los hay tontos y perversos.
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