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domingo, 8 de agosto de 2010

Aristóteles y Filis; Sócrates y Jantipa

Ya hemos hablado por aquí de Aristóteles y Filis, así que no voy a repetir la historia, pero sí quiero añadir algunas imágenes que la complementan:






Grabado de Jan Sadeler I c. 1587-1593
Montreal Museum of Fine Arts

Aguamanil del siglo XIV




Grabado de 1513. Germanisches Nationalmuseum, Nuremberg

Aquí, sin embargo, los representados no son Aristóteles y Filis, sino Sócrates y Jantipa.

Henri Gascar, 1681-1688

Una posible explicación de esta representación socrática podría hallarse en una antigua anécdota que cuenta que Jantipa, desabrida y despechada, y con un marido que andaba todo el día por el ágora animando a todo el mundo a concoerse a sí mismo mientras tenía abandonada su casa, le montó un buen día a Sócrates un escándalo en público, tirándole violentamente de la túnica. Los acompañantes de Sócrates le urgieron a que le diera unos azotes y recobrar así la autoridad perdida. Pero el filósofo, que quizás era el único en comprender los motivos de tanta furia, se negó:
- ¡Ya os gustaría –les dijo- que os montáramos aquí mismo un espectáculo público, así mientras nos pegásemos el uno al otro, cada cual podría animar a su contendiente preferido!

3 comentarios:

  1. Hola Gregorio:

    Discúlpame si me salgo algo por la “tangente” o voy demasiado al detalle secundario, pero es que estos días estoy leyendo tu libro (“Guía para no entender a Sócrates”) en el que, si no me confundo, haces también referencia a la famosa anécdota que aquí comentas, y es por ello que me vienen a la cabeza temas más marginales.

    El apartado en el que señalas las referencias de Juan Casiano y Zópiro creo que es extremadamente interesante porque muestra a un Sócrates muy distinto al que se suele presentar. ¿Qué clase de persona podría ser el iniciador de ética? Fácilmente alguien que estaba desesperadamente necesitado de ella. Las personas no surgen por “generación espontánea” y también en la vida de Sócrates se puede adivinar un cúmulo importante de miserias (su posible esclavitud, por ejemplo) que le pudieron condicionar decisivamente en su necesidad de aferrarse a algo firme (la exigencia de las definiciones o, por ejemplo, el tema de la ética). Es por esto que resulta verosímil que Sócrates afirmase que era víctima de esos malos impulsos y por ello buscase “atemperarse”. Estas “bajas pasiones” serían una primera respuesta de rabia (casi instintiva) frente a lo que le había pasado en la vida. Sin embargo Sócrates aprendió a controlarse, incluso se podría decir desde un punto de vista psicológico que se “reprimía”. Jantipa, al parecer, no tenía la fortuna de poder llegar a esta segunda fase. Aunque es verdad que se podría decir que, desde la óptica de una esposa convencional de la época, podría tener motivos para tener enfados hacia Sócrates, lo cierto es que las reacciones de Jantipa eran casi siempre desproporcionadas y en bastantes ocasiones injustificadas. Claramente era una persona que mostraba síntomas neuróticos intensos. En cuanto a esto se la podría considerar tan “víctima” como a Sócrates. Muy probablemente el propio Sócrates debió de comprender que detrás de la mujer insoportable había una víctima como él y, pese a las excusas bajo las que solía esconderse (que le daba hijos, que si llegaba a aguantarla podría soportar a cualquiera, etc…), quizás ahí podría estar una explicación más decisiva de su relación con Jantipa que tantos de sus contemporáneos no parecían entender. Posiblemente por el respeto que inspiraba Sócrates hacia su mujer se hayan podido llegar a dar imágenes como las que pones en esta entrada. Después de todo que una mujer “cabalgue” a un hombre debe de ser una de las imágenes más evidentes de sumisión que camina hacia la humillación.

    Saludos

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  2. Ricardo: Muchas gracias. Sin duda Sócrates estaba necesitado de una ética. Pero en esta necesidad se encuentra su drama, pues eso significa que la ciudad había dejado de proporcionar respuestas eficaces a las necesidades de sus ciudadanos.
    Por otra parte esta necesidad está siempre permanente en los diálogos, sin que aparezca de manera clara ninguna respuesta a la demanda socrática. Dicho de otra manera: Sócrates quiere saber cuál es la vida justa y lo que nos ofrece como respuesta es la permanencia de la pregunta por la vida justa, por lo tanto, si hacemos casos de los diálogos, la única posibilidad de acceso a la vida justa es la que proporciona la interrogación en común de la vida justa.

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  3. http://www.youtube.com/watch?v=uSdHoNJu5fU

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