No es que me quite el sueño, pero me molesta profundamente eso de "la violencia machista". Me molesta especialmente por lo que ofrece de conformismo a las conciencias incapaces de mirar cara a cara a lo terrible de la naturaleza (de la naturaleza humana en particular, pero sobre todo de la naturaleza, tout court). Hay quienes creen -y, por lo visto, son legión- que por haber hallado un nombre ya tienen identificada la causa de ese desequilibrio psicológico que lleva algunos (y a algunas) a asesinar a quien ya no puede amarte o, dicho de otra manera, a quien ya no te reconoce el valor de ser amado. ¿Por qué la negación de ese valor desvaloriza tanto a alguien que es capaz de transformar en asesino al que una vez prometió amor eterno? ¿No se encuentra aquí la expresión más despiadada del nihilismo?
¿Y qué es lo que empuja a alguien a prolongar su condición de víctima? Dice Dostoievski, en Memorias del subsuelo que a veces es preferible sufrir el desprecio del ser amado que su ignorancia, porque mientras somos despreciados por aquel o aquella a quien amamos seguimos siendo algo para él o para ella, pero la ignorancia nos borra de su mundo y, por eso mismo, nos deja sin nuestro mundo, sin ese mundo que no es, desde luego, el mundo en el que quisiéramos vivir, pero que es, a pesar de todo, un mundo en el que se encuentra el valor que apreciamos por encima de cualquier otro: el de estar presentes para la persona sin la cual ya no tenemos mundo.
En un caso y en el otro veo actuando la dialéctica hegeliana del amo y del esclavo y me parece que explica la realidad (no sólo la realidad humana, sino la realidad, tout court) mucho mejor que la etiqueta de "violencia machista", una etiqueta, por cierto, que ha convertido a don Juan en asesino potencial y al macho en sospechoso por el mero hecho de ser macho e ignora otras formas de la violencia por desamor . Por eso ya no podemos hablar de la virilidad como virtud, a pesar de esa raíz "vir-" que ambos términos, virilidad y virtud, comparten.
¿Alguien se imagina a don Juan asesinando a doña Inés? No puede hacerlo porque no necesita de ella para concederse valor a sí mismo sino, en todo caso, de lo que doña Inés representa. Don Juan no puede ser acusado de practicar la violencia machista porque, simplemente, es incapaz de amar. Sólo desea y por eso está blindado contra el dolor del desamor.
¿Y qué es lo que empuja a alguien a prolongar su condición de víctima? Dice Dostoievski, en Memorias del subsuelo que a veces es preferible sufrir el desprecio del ser amado que su ignorancia, porque mientras somos despreciados por aquel o aquella a quien amamos seguimos siendo algo para él o para ella, pero la ignorancia nos borra de su mundo y, por eso mismo, nos deja sin nuestro mundo, sin ese mundo que no es, desde luego, el mundo en el que quisiéramos vivir, pero que es, a pesar de todo, un mundo en el que se encuentra el valor que apreciamos por encima de cualquier otro: el de estar presentes para la persona sin la cual ya no tenemos mundo.
En un caso y en el otro veo actuando la dialéctica hegeliana del amo y del esclavo y me parece que explica la realidad (no sólo la realidad humana, sino la realidad, tout court) mucho mejor que la etiqueta de "violencia machista", una etiqueta, por cierto, que ha convertido a don Juan en asesino potencial y al macho en sospechoso por el mero hecho de ser macho e ignora otras formas de la violencia por desamor . Por eso ya no podemos hablar de la virilidad como virtud, a pesar de esa raíz "vir-" que ambos términos, virilidad y virtud, comparten.
¿Alguien se imagina a don Juan asesinando a doña Inés? No puede hacerlo porque no necesita de ella para concederse valor a sí mismo sino, en todo caso, de lo que doña Inés representa. Don Juan no puede ser acusado de practicar la violencia machista porque, simplemente, es incapaz de amar. Sólo desea y por eso está blindado contra el dolor del desamor.
"¿Y qué es lo que empuja a alguien a prolongar su condición de víctima?"
ResponderEliminarLa adicción.
Ya enlacé este vídeo una vez, pero es necesario volver a verlo:
http://www.youtube.com/watch?v=U2VPXU0Mlw0
Sin poder sostenerlo con un riguroso fundamento empírico intuyo que en la mayoría de los casos la violencia de género se manifiesta en presencia del deseo o del amor del agredido, y el desamor no es precisamente su causa.
ResponderEliminarEsta sería una de las razones (además del miedo, la inseguridad o la dependencia) por las que la víctima no puede abandonar al agresor: a pesar de todo le sigue amando.
Tampoco sería pertinente hablar de la "dialéctica del amo y del esclavo": el señor jamás aniquilaría al sometido porque necesita de su existencia para mantenerse como tal.
Por ello creo que la premisa inicial, "desequilibrio que lleva a algunos a asesinar a quien no puede amarle", en muchos casos no se corresponde con lo que ocurre.
En muchos casos creo que es simplemente la necesidad de agredir o aniquilar al que se le presenta como más débil.
La universalidad de esta circunstancia sí que nos permitiría hablar de naturaleza humana o, como dices, simplemente de naturaleza.
Alejandro
Se trata de un tabú respetado por todos: conservadores, socialistas, comunistas… políticos, periodistas y gentes del pensamiento. Y como todo tabú su mera denominación se hace muy problemática.
ResponderEliminarRecuerdo un editorial de El Periódico, en el que en muy breves líneas recibía tres denominaciones: violencia doméstica, violencia de pareja y violencia machista. Y eso para comentar el resultado de la aplicación de una Ley en la que esa violencia se denomina: violencia de género.
Denominación de la que reniegan sus propias mentoras, pero que en su momento le supuso a la RAE que la tacharan de machista por emitir un informe desfavorable a dicha denominación.
Lo cierto es que es un tema que está en manos de los “técnicos” quienes han dictaminado que dicha violencia sólo es posible del varón a la mujer en una relación heterosexual, quedando excluidas de tal denominación, y lo que es mucho más importante de los mismos efectos jurídicos y penales, esa misma violencia, si quien la ejerce es una mujer en la misma relación heterosexual o en una lésbica y la del hombre si ésta es contra el compañero en una relación homosexual. Y en esas estamos.
Excelente análisis. Abrazos.
ResponderEliminarHear, hear!
ResponderEliminarAnónimo: Eso es muy interesante, pero entonces reconozcamos nuestra exposición a la adicción. ¿Y a qué lógica obedece -si es que obedece a alguna- esta disposición?
ResponderEliminarCarbonilla: En Hegel la dialéctica del amo y del esclavo es la dialéctica que -hegelianamente- se acaba negando a sí misma. Si sólo amamos aquello que apreciamos(y aquí resuena el eco de la Diotima del Banquete), lo amamos para apropiárnoslo. Y entonces, una vez apropiado, por qué debiéramos seguir amándolo?
ResponderEliminarEmilio: Y mientras los técnicos deciden que incluso el lenguaje asesina, los asesinatos continúan incrementándose, para perplejidad de la ministra de la cosa, que es incapaz de entender que los buenos resultados no sean el corolario lógico de las buenas intenciones.
ResponderEliminarFg..., Claudio: ... y sin embargo me siento como si estuviese caminando por arenas movedizas.
ResponderEliminarEmilio, otra cosa: alguien a quien aprecio, sinceramente, escribía no hace mucho, para justificar el componente machista de la violencia de pareja, su ausencia entre las parejas homosexuales.
ResponderEliminarDejando de lado que la estética machista es algo muy bien visto en los desfiles del día del orgullo gay, la realidad, obviamente, no le da la razón.
El valor puede ser también el de que sus hijos tengan un padre al lado .( para soportar violencia y otros como infidelidades etc.). Porque muchas veces para una mujer son más importantes sus hijos que su propia vida
ResponderEliminar¿Y no será la "violencia", simplemente, la explicación? En el mundo actual dónde el débil puede convertirse en fuerte con una pistola en la mano, la fuerza de la virilidad pierde fuelle.
ResponderEliminarDostoievsky y su complejo de "calzonazos"...Vease "El eterno marido"...
Susana: me cuesta entenderlo, pero quizás...
ResponderEliminarMontse: ¿Pero la violencia no es un recurso? Y, si fuese la explicación, eso simplemente nos remitiría al fuste torcido de nuestra naturaleza.
ResponderEliminarO del fracaso de la educación. Como dice Punset, se enseña poco o mal a gestionar las emociones y, aunque existe el libre albedrío para poner un último freno, la violencia (que comparte también raíz con virilidad) es el recurso para retener lo que se desea.
ResponderEliminarMontse: Los estados de ánimo, Montse, no nos pertenecen y por eso no podemos controlarlos. Somos nosotros los que les pertenecemos a ellos... aunque quizás pueda hacerse una excepción con Punset.
ResponderEliminarRespecto a la supuesta raíz común de "vis" (violencia) y "vir"... me gustaría someter la cuestión a alguien que sepa más que yo.
ResponderEliminarSr. Luri te recomiendo (y a todos en general) un libro muy bueno de un experto en la materia, Daniel Welzer-Lang, titulado "La violencia doméstica a través de 60 preguntas y 59 respuestas".
ResponderEliminarPor mi parte creo que la violencia de un hombre sobre una mujer en el ámbito doméstico obedece, en la mayoría de casos, a un egoísmo y patriarcalismo llevado al extremo de la violencia física o psíquica. Podría resumirse en el siguiente razonamiento: yo como hombre puedo dominar toda tu vida porque eres mía; si no puedo dominarte yo porque te me rebelas o porque te vas de mi lado y te escapas de mi control, ya me ocuparé de enseñarte a ti y a todos que nunca podrás escapar de mi dominio porque en última instancia tengo el máximo poder sobre ti: el poder de la vida y la muerte.
Y en gran parte ese patriarcalismo no es más que algo cultural (no siempre las sociedades han sido patriarcales), y es que a muchos hombres se les ha inculcado a fuego que deben ser ellos quienes lleven las riendas de la familia, y algunos acaban por llevar mal esa presión y se vuelven completamente autoritarios por miedo a ser menos hombres en el sentido que les han enseñado.
A mi eso me parece muy romántico (lo de pertenecer a los estados de ánimo). Romántico en el sentido excusatorio de la palabra. Desde que descubrí la melancolía creativa prefiero crearme estados de ánimo que someterme a ellos. Lo de las raices...lo admito...era una licencia poética; pero a usted no hay quién lo engañe.
ResponderEliminarUn trotskista diría que dicha violencia constituye, en no pocas ocasiones, la respuesta a una previa, y brutal, acumulación por desposesión.
ResponderEliminarhttp://www.iade.org.ar/modules/noticias/article.php?storyid=2378
"Anónimo: Eso es muy interesante, pero entonces reconozcamos nuestra exposición a la adicción. ¿Y a qué lógica obedece -si es que obedece a alguna- esta disposición?"
ResponderEliminarClaro, reconozcámosla. Las personas inteligentes que yo conozco, desde luego, sí reconocen todas esa exposición.
El problema sigue estando en el empeño en considerar al humano como amo de su propia casa.
No es amor es baja tolerancia a la fustración. Una falta de madurez suprema con resultados tragicos.
ResponderEliminarJavier Alonso, aunque habla usted de violencia doméstica lo que luego desarrolla es exclusivamente la violencia del hombre a la mujer, pero no dice nada al respecto de la violencia de la mujer hacia el hombre, incluso hablando de la violencia doméstica que es una concepto más amplio que el de violencia de género, de éstos hacia los hijos. Efectivamente la violencia existe. Lo que creo conviene dilucidar es si un hombre que mata por celos a su pareja merece un tratamiento, en los planos jurídico y penal diferente, a si quien resultase muerto fuese él a manos de su mujer, y diferente también a una muerte por ese motivo en una relación homosexual o lésbica. En este asunto lo de expertos hay que usarlo con cierto cuidado ya que alguien como Pierre Bordieu dejó dicho que "las diferencias visibles entre los órganos sexuales masculinos y femeninos son una construcción social"
ResponderEliminarMontse:
ResponderEliminar"Desde que descubrí la melancolía creativa..."
No, fue la melancolía la que la descubrió a Vd.
Hoy se me ha acercado un extranjero con la pulsera machista para saber qué distancia visual equivalen 1000 y 100 metros, se notaba que estaba fuertemente medicado o quizás drogado. Lo que me sorprendió es que lucía la pulsera como un rey luce su corona, como su nuevo falo.
ResponderEliminarHoy mismo escribe en su blog la hija de Menassa, Alejandra Menassa, que también es médico y psicoanalista:
ResponderEliminar"Si uno no se analiza, padece de sus procesos inconscientes, pero nada sabe de ellos, en ese sentido decimos que sólo hay inconsciente después de la interpretación. Antes padezco, pero nada sé. De todas formas, me gustaría añadir que el inconsciente no es nada demoníaco, como se piensa a veces. La mayoría de los conflictos son porque el yo no tolera los deseos inconscientes, o porque cree que debe realizarlos. Dice Freud en este sentido que si no quisiéramos ser tan buenos, seríamos mejores".
Anónimo: Sólo una pregunta: ¿el yo es una instancia o la síntesis -inevitablemente problemática- de las instancias del alma?
ResponderEliminarAnónimo, me corrijo a mí mismo: ¿el yo es una instancia o la unidad funcional -inevitablemente problemática- de las instancias que tiran del alma en diferentes direcciones?
ResponderEliminarEs una de las 3 instancias fundamentales que dintiguía Freud en su segunda teoría acerca de la estructura del aparato psíquico: el Yo, el Superyó y el Ello.
ResponderEliminarSe rige por el principio de realidad y en él funcionan los procesos secundarios (percepción, pensamiento, ...). Es básicamente consciente y de su dominio en las actividades del sujeto depende la salud psíquica del mismo
Luri, amigo:
ResponderEliminarPero la violencia anida dentro de tantas explicaciones y en ningún caso parece posible (iba a escribir fácil, pero he cambiado de opinión) erradicarla...
Claro, Luis, porque si el hombre no estuviese hecho de un fuste torcido, no sería hombre.
ResponderEliminarEs el sagaz Pascal el que dice que el hombre no es ni ángel ni bestia y añade: "y quien hace de ángel, hace de bestia".
¿Don Juan incapaz de amar? Don Juan de lo que es incapaz es de amoldarse a la rutina, vive en un presente con poca memoria, pero Don Juan, entre otras cosas, ama el amor y por tanto claro que es capaz de amar.
ResponderEliminarEn cuanto a que uno no es dueño de sus estados de ánimo... Basta con respirar profundamente. No hablemos ya de meditar. Mente y cuerpo (salvo si acaso en los viajes astrales) son inseparables. Si el corazón se aquieta, también lo hace la emoción.
Que conjuncion astral reune, en pacifico dialogo, a sufridas madres, abusados esposos, homosexuales, psicoanalistas (o estudiantes de psicoanalisis, no estoy segura), melancolicos por vocacion, socraticos (creo que falto algun shopenahieriano, me apunto), y hasta un argentino?
ResponderEliminarel cafe de ocata, es la respuesta.
¡ejemplo de blogexistencia pacifica!
saludos,