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domingo, 11 de julio de 2010

Las cosas humanas


Lo que sigue lo escribió el anciano Platón de las Leyes 803 b-e. Aunque parezca escrito por Memónides de Moronea, cualquier interesado puede acudir al texto platónico para confirmar su verdadera autoría. Si lo que dice Platón tiene poco que ver con lo que dicen los manuales acerca de la filosofía de Platón, este es un problema de los manuales, no de Platón:

Los asuntos de los hombres (ta tôn anthrôpôn prágmata) aunque no merecen gran consideración, no hay más remedio que tomarlos en serio, lo cual no es precisamente un motivo de regocijo (eutykhés) (…). Hay que tratar en serio lo que es serio (spoudaîon spoudázein), pero no lo que no lo es. Y esto es precisamente lo mejor que hay en el hombre. Hay que aceptar, en consecuencia, este destino. Todo hombre y toda mujer deben pasar su vida jugando a los juegos más hermosos (kallístas paidiàs) que puedan jugar. Hay que vivir jugando determinados juegos, es decir, sacrificando, cantando y danzando de manera que nos sea posible, de una parte, conseguir el favor de los dioses, y de otra, defenderse contra los enemigos y vencerles en combate”.

La conclusión (804 b): “La manera de ser (tòn trópon) del hombre es propia de quienes, no siendo por regla general más que unos títeres, participan algunas veces en pequeño grado de la verdad”.

Una pista para quien la necesite: Cuando Platón dice "la divinidad", léase "la naturaleza" (la phýsis), mientras que cuando habla de "los dioses" hay que pensar en los dioses de la ciudad, que son los garantes del fundamento de la ley y, por lo tanto, de la piedad y la justicia.


Sigamos. Estoy convencido que Memónides de Moronea compartiría palabra por palabra esto que sostiene Diotima en el Banquete de Platón (207d-208b):
La continuidad de la existencia mortal sólo puede perseguirse a través de la procreación. En nuestra vida siempre hay algo nuevo en proceso de sustituir a algo viejo, incluso en el momento en que decimos que un ser vivo es él mismo (tò autó), esta cambiando. Los hombres no poseemos siempre lo mismo (tà autà), aunque digamos que somos el mismo, sino que constantemente estamos perdiendo algo y renovándonos en los cabellos, la carne, los huesos, la sangre y todo el cuerpo. Lo mismo le sucede al alma, que continuamente renueva sus costumbres, su carácter, opiniones, deseos, placeres, tristezas, temores. Nadie posee siempre un idéntico estado de ánimo. Pero lo más desconcertante (atopôteron) es que nuestros conocimientos también están continuamente naciendo y pereciendo, por tanto “ni por nuestros conocimientos somos siempre los mismos (hoi autoí) (208 a). Siempre estamos olvidando e implantando nuevos recuerdos en el lugar de los que nos abandonan, salvando así el conocimiento, que de esta manera parece idéntico al de antes. “Así se conserva todo lo que es mortal; no con la perdurable identidad propia de lo que es divino, sino con la sustitución de aquello que se va y que se ha hecho viejo por una cosa nueva igual a la que existía. Con esta astucia (mêkhanê), Sócrates –dijo Diotima-, lo que es mortal comparte (metékhei) la inmortalidad tanto en lo referente al cuerpo como a todo el resto”.


6 comentarios:

  1. Es verdad, no parece Platón. Pero, como dices, es problema de los manuales: cristalizan el pensamiento de un autor como si éste fuera la iluminación de un día, que se da completa, y para siempre. Preciosa entrada.

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  2. ¿Trabajar y jugar? No sé a quién me está recordando...

    Coincido con Alejandro.

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  3. De todo ello se colige que el "Somos una nación" tiene más de divino que de humano, ¿o he leído mal? Si decir "soy x, y o w" me parece de una arrogancia insufrible, por el hecho de constituir un predicado de molde que fija, con rigor mortis, lo que fluye; gritar -porque estas cosas solo, al parecer se gritan- "somos una nación" -y da igual cuál sea-, ¿qué monstruo del discurso es? Estoy perplejo. Y me siento secuestrado. Me está bien empleado, por no tener ni un mal yo débil que llevarme a la identidad...

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  4. Amigfos conviene leer despacio a Platón, porque si el cristianismo quiere ser, como decían Schopenhauer y Nietzsche, platonismo para el pueblo; el progresismo quiere ser antiplatonismo para el pueblo.
    Platón, en cualquier caso, no es para el pueblo.

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  5. Don Ángel: la vida es un fenómeno deportivo. Y por lo tanto, trabajoso.

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  6. Un claro ejemplo de ese constante cambio es que hay lenguas, como el hebreo, que no tienen el verbo "ser" o "estar" como expresión de un estado precisamente por ese cambio continuo. ¡La filosofía está por todas partes!

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