Los pedagogistas no se cansan de decirnos que los conocimientos se han convertido en un lastre. Como -según nos insisten- en estos tiempos nuestros todo cambia cada vez más aceleradamente, no podemos saber qué conocimientos le serán útiles a un alumno el día de mañana. Por lo tanto, hay que desincentivar el aprendizaje de contenidos y enseñar a nuestros alumnos a aprender a aprender.
Dejemos de lado ahora el hecho de que el teorema de Pitágoras probablemente continuará siendo válido mañana y pasado mañana, como una buena competencia lectora o unos buenos hábitos de trabajo (resistencia a la fatiga, capacidad para mantener concentrada la atención...) , etc. Independienteente de todo esto, parece evidente que para aprender a aprender se necesitan criterios que nos permitan discriminar entre lo superfluo y lo relevante y para ello parece totalmente imprescindible disponer de un conocimiento bastante preciso de las diferentes áreas de saber. A no ser que los pedagogistas dispongan de un saber específico sobre una posible ciencia del saber que no sea ciencia de ningún campo concreto del saber.
Lo relevante, insisto es que los conocimientos han ido perdiendo relevancia en las escuelas (y con ellos la objetividad del saber y la misma ética del trabajo intelectual) frente a la pujanza de la santísima trinidad de la creatividad (como si hubiese una creatividad general que una vez adquirida lo mismo sirviese para ser creativo en pintura que en gastronomía, literatura o matemáticas), el pensamiento crítico (que es el pensamiento ajeno que coincide con el nuestro) y la autonomía (que es la capacidad para asumir como verdaderas las tesis que defienden la autonomía).
En esas estábamos cuando los chinos nos han salido al paso. Han decidido que si lo importante no es saber, sino estar en condiciones de aprender, lo que hay que hacer es contratar a las personas con un cociente intelectual más alto. Y a los otros, al paro. ¿Y saben qué? ¡Pues que me temo que de las premisas de nuestros pedagogistas, la única conclusión lógica es ésta.
Cada día veo más claro que el pedagogismo es, en sus efectos, profundamente clasista.
Dejemos de lado ahora el hecho de que el teorema de Pitágoras probablemente continuará siendo válido mañana y pasado mañana, como una buena competencia lectora o unos buenos hábitos de trabajo (resistencia a la fatiga, capacidad para mantener concentrada la atención...) , etc. Independienteente de todo esto, parece evidente que para aprender a aprender se necesitan criterios que nos permitan discriminar entre lo superfluo y lo relevante y para ello parece totalmente imprescindible disponer de un conocimiento bastante preciso de las diferentes áreas de saber. A no ser que los pedagogistas dispongan de un saber específico sobre una posible ciencia del saber que no sea ciencia de ningún campo concreto del saber.
Lo relevante, insisto es que los conocimientos han ido perdiendo relevancia en las escuelas (y con ellos la objetividad del saber y la misma ética del trabajo intelectual) frente a la pujanza de la santísima trinidad de la creatividad (como si hubiese una creatividad general que una vez adquirida lo mismo sirviese para ser creativo en pintura que en gastronomía, literatura o matemáticas), el pensamiento crítico (que es el pensamiento ajeno que coincide con el nuestro) y la autonomía (que es la capacidad para asumir como verdaderas las tesis que defienden la autonomía).
En esas estábamos cuando los chinos nos han salido al paso. Han decidido que si lo importante no es saber, sino estar en condiciones de aprender, lo que hay que hacer es contratar a las personas con un cociente intelectual más alto. Y a los otros, al paro. ¿Y saben qué? ¡Pues que me temo que de las premisas de nuestros pedagogistas, la única conclusión lógica es ésta.
Cada día veo más claro que el pedagogismo es, en sus efectos, profundamente clasista.
La inteligencia es el mejor predictor de rendimiento laboral a emplear en un proceso de selección de personal, con o sin constructivismo de por medio. La empresa china lo que hace es aplicar, al igual que otras muchas, un conocimiento consolidado en el campo de la psicología de las organizaciones.
ResponderEliminarLlevo dos años en la universidad y aún no sé que significa aprender a aprender.. lo más gráfico es saber hacer mapas conceptuales , también significa autoevaluarse , ah y no olvidemos hacerse buenas preguntas, también llevar bien la agenda.Un timo Gregorio, un timo.Todo debe venir por el constructivismo malentendido.
ResponderEliminarQuería decirle que me encantó su entrevista en el mundo. Cuando dice que la pedagogia está al servicio de las exigencias ideológicas progres, no se podría expresar mejor!
bona nit
Visto así, ¿no sería aristocrático más que clasista? Un concepción de aristos algo reduccionista, pero aristocracia al fin y al cabo.
ResponderEliminarEn nuestro país el efecto más constatado es ése. El fracaso escolar se concentra en las familias con bajos recursos y castigando con más dureza a los varones. Al final, un sistema clasista y sexista, aunque la propaganda oficial siga hablando de sistema comprensivo e igualitario.
ResponderEliminarCualquiera que haya estado un número de años en contacto con muchas empresas de muchos sitios, especialmente los mandos altos, sabe que todo este rollo del IQ es más humo que otra cosa.A los super genios se les quiere, sí, pero como gladiadores o esclavos, a ver si pitan algo formidable.El éxito en una corporación tiene que ver con habilidades cortesanas, alianzas, relaciones, etc.
ResponderEliminarPor otra parte, como decía Wilde, "si no es un gentleman, cuanto más sepa, peor", lo que traducido a este caso y la empresa se convierte en "si no "goes along with", cuanto más listo peor.
Pues nada, a contratar a mensos, digo, mensistas (socios de Mensa)...
ResponderEliminar"Traulich und treu
ist's nur in der Tiefe:
falsch und feig
ist, was dort oben sich freut!"
R. Wagner.- Das Rheingold.
"Franqueza y fidelidad
existen sólo en las profundidades:
¡falso y cobarde
es lo que allí arriba se alegra!
R. Wagner.- El Oro del Rhin
¡Qué razón tenía mi abuela!
ResponderEliminarDecía: "la pedagogía es mierda jodía".
Y ustedes disculpen por lo de "pedagogía", quiero decir, por lo de "mierda".
Saludos
Qué graciosa esa escisión entre conocimiento e inteligencia, don Gregorio.
ResponderEliminarOstras, pensaba que yo era la única que sospechaba que los pedagogismos (de la creatividad, etcétera) favorecen a los superdotados.
ResponderEliminarRoser: Bueno... no es exactamente así, lo superdotados también fracasan en nuestro sistema... favorecer, favorece a los ricos, que no necesariamente son superdotados.
ResponderEliminarPues tienes razón, pero sospecho que también a los superdotados, aunque reconozco que esta palabra es demasiado simplista. Ojalá me equivoque.
ResponderEliminarPor cierto, me ha gustado esta divertida diferencia entre pedagogos y pedagogistas. Si los sueños de la razón producen monstruos,los sueños del pedagogismo no se quedan cortos.