La preocupación por el fomento de la creatividad en los niños está muy lejos de ser específica de los actuales pedagogistas. E. Paul Torrance comenzó a interesarse por la creatividad en los años de la guerra de Corea y andaba empeñado en fomentar la creatividad entre los niños de Minneapolis a mediados de los años cincuenta del siglo pasado.
Torrance definió la creatividad como la producción de algo original y útil, pensando tanto en la capacidad de los soldados norteamericanos que, habiendo caído prisioneros, demostraban una capacidad extraordinaria para sobrevivir en buenas condiciones psicológicas como en la creatividad tecnológica. Desde entonces se han hecho diferentes intentos de definir la creatividad y no está claro que hayamos encontrado una definición completamente satisfactoria. En cualquier caso parece haber un acuerdo generalizado en que las personas creativas son aquellas capaces de dominar tanto el pensamiento divergente (la capacidad para imaginar diversas soluciones para un problema) como el pensamiento convergente (la capacidad para elegir la mejor entre las soluciones posibles).
Desde los estudios de Torrance no hemos hecho otra cosa que diseñar ejercicios y más ejercicios específicos de fomento de la divergencia y la convergencia intelectual. Y en estas estábamos cuando ha saltado la voz de alarma en los Estados Unidos, porque la creatividad de los niños norteamericanos, medida, por ejemplo, con el test de creatividad de Torrance, está descendiendo desde 1990. El último número de Newsweek le dedica a este asunto la portada.
Torrance definió la creatividad como la producción de algo original y útil, pensando tanto en la capacidad de los soldados norteamericanos que, habiendo caído prisioneros, demostraban una capacidad extraordinaria para sobrevivir en buenas condiciones psicológicas como en la creatividad tecnológica. Desde entonces se han hecho diferentes intentos de definir la creatividad y no está claro que hayamos encontrado una definición completamente satisfactoria. En cualquier caso parece haber un acuerdo generalizado en que las personas creativas son aquellas capaces de dominar tanto el pensamiento divergente (la capacidad para imaginar diversas soluciones para un problema) como el pensamiento convergente (la capacidad para elegir la mejor entre las soluciones posibles).
Desde los estudios de Torrance no hemos hecho otra cosa que diseñar ejercicios y más ejercicios específicos de fomento de la divergencia y la convergencia intelectual. Y en estas estábamos cuando ha saltado la voz de alarma en los Estados Unidos, porque la creatividad de los niños norteamericanos, medida, por ejemplo, con el test de creatividad de Torrance, está descendiendo desde 1990. El último número de Newsweek le dedica a este asunto la portada.
¿Qué está pasando?
Hay quienes culpan del declive de la creatividad entre los niños al exceso número de horas que pasan frente a una pantalla (TV, móvil, consola, ordenador). Sospecho que una parte de razón no les falta, porque la creatividad no es una musa caprichosa que se presente y se esfume a su antojo, sino que le gusta revelarse en exclusiva a aquellos a los que encuentra concentrados intentando resolver un problema. La creatividad requiere, además de pensamiento convergente y divergente, capacidad para concentrar la atención y mantenerla fija en un punto durante largo tiempo. Y esto no es algo que las pantallas fomenten. Más bien fomentan lo contrario, la dispersión de la atención, como ya ha sido bien estudiado. Pero hay que dar un paso más y aclarar que, por ejemplo, la creatividad musical requiere, con anterioridad a cualquier otra cosa, conocimientos musicales. Es el conjunto de conocimientos, capacidad de concentración de la atención y pensamientos convergente y divergente lo que permite la creatividad en música. Y lo mismo podemos decir en matemáticas, dibujo, literatura o tecnología. Si uno de estos elementos falla, falla la creatividad.
Algunos estudios recientes, como los de Mihaly Csikszent o Gary G. Gute, añaden un elemento más: una cierta tensión espiritual. La persona creativa no es ni la ansiosa ni la satisfecha, sino la que se encuentra en algún punto intermedio entre la ansiedad y la satisfacción.
Tengo la impresión de que el buen maestro de cualquier tiempo ha fomentado la creatividad teniendo en cuenta todos estos factores, incluso los buenos maestros de la escolástica, precisamente porque no se les ocurría disociar las actividades creativas de los contenidos y sabían educar en el mantenimiento de la concentración de la atención gracias a la educación en la lectura lenta. Mientras que nuestros niños que no paran de hacer ejercicios de fomento de la creatividad general (laberintos, puzzles, etc) no acaban de mostrarse creativos. Esto lo sabía bien Alain, el filósofo francés que fue uno de los padres de la escuela republicana francesa, que sostenía que "il n'y a qu'une méthode pour inventer, qui est d'imiter". Y lo saben muy bien los hipercreativos coreanos, que antes de permitir que sus alumnos inventen, les hacen conocer a fondo lo fundamental de las de las diferentes asignaturas académicas.
Más información: Aquí y aquí
Hay quienes culpan del declive de la creatividad entre los niños al exceso número de horas que pasan frente a una pantalla (TV, móvil, consola, ordenador). Sospecho que una parte de razón no les falta, porque la creatividad no es una musa caprichosa que se presente y se esfume a su antojo, sino que le gusta revelarse en exclusiva a aquellos a los que encuentra concentrados intentando resolver un problema. La creatividad requiere, además de pensamiento convergente y divergente, capacidad para concentrar la atención y mantenerla fija en un punto durante largo tiempo. Y esto no es algo que las pantallas fomenten. Más bien fomentan lo contrario, la dispersión de la atención, como ya ha sido bien estudiado. Pero hay que dar un paso más y aclarar que, por ejemplo, la creatividad musical requiere, con anterioridad a cualquier otra cosa, conocimientos musicales. Es el conjunto de conocimientos, capacidad de concentración de la atención y pensamientos convergente y divergente lo que permite la creatividad en música. Y lo mismo podemos decir en matemáticas, dibujo, literatura o tecnología. Si uno de estos elementos falla, falla la creatividad.
Algunos estudios recientes, como los de Mihaly Csikszent o Gary G. Gute, añaden un elemento más: una cierta tensión espiritual. La persona creativa no es ni la ansiosa ni la satisfecha, sino la que se encuentra en algún punto intermedio entre la ansiedad y la satisfacción.
Tengo la impresión de que el buen maestro de cualquier tiempo ha fomentado la creatividad teniendo en cuenta todos estos factores, incluso los buenos maestros de la escolástica, precisamente porque no se les ocurría disociar las actividades creativas de los contenidos y sabían educar en el mantenimiento de la concentración de la atención gracias a la educación en la lectura lenta. Mientras que nuestros niños que no paran de hacer ejercicios de fomento de la creatividad general (laberintos, puzzles, etc) no acaban de mostrarse creativos. Esto lo sabía bien Alain, el filósofo francés que fue uno de los padres de la escuela republicana francesa, que sostenía que "il n'y a qu'une méthode pour inventer, qui est d'imiter". Y lo saben muy bien los hipercreativos coreanos, que antes de permitir que sus alumnos inventen, les hacen conocer a fondo lo fundamental de las de las diferentes asignaturas académicas.
Más información: Aquí y aquí
Quizá ese descenso también pueda explicarse por el aumento de la superficialidad con la que se trata todo hoy en día. Hoy en día se buscan soluciones rápidas y con el mínimo esfuerzo. La creatividad requiere, entre otras cosas, profundizar en el conocimiento y dominarlo de tal modo que se convierta en algo moldeable. Y por ello, si se fomentan las vanalidades, las superficialidades, las generalizaciones, la creatividad muere poquito a poquito diariamente.
ResponderEliminarMi creatividad no pasa del nivel copia/pega.
ResponderEliminar"My concern with democracy is highly specific. It begins in observing the remarkable fact that, while democracy means a government accountable to the electorate, our rulers now make us accountable to them."
http://www.newcriterion.com/articles.cfm/Morals---the-servile-mind-5318
Claudio: Ya he terminado "The virtues of mendacity". Interesante, pero sin entusiasmos. Me parece más descriptivo que analítico. Lo que está en juego es algo que ya había visto Platón: En la cima del mundo eidético se encuentra el Bien, no la Verdad. Las defensa de la verdad como bien supremo es -les guste o no reconocerlo a todos los defensores de la probidad intelectual- es la defensa de una virtud bíblica.
ResponderEliminarJavier: Eso es exactamente lo que he querido decir yo, sin duda con menos traza.
ResponderEliminarSr. Luri, precisamente escaso de traza no andas ni tú ni este blog.
ResponderEliminarEn cuanto a la defensa de la verdad como bien supremo en el sentido de virtud bíblica, ¿no crees que todo texto religioso busca una verdad, y no la verdad?
Acepto mi parte de responsabilidad por la recomendación de librito. Ya sabe que no se puede fiar de mí, al menos en estos asuntos. Mi criterio es el del típico nativo, facilmente deslumbrado por los abalorios.
ResponderEliminarEn lo que hace a la Verdad, su opinión le libra, si recuerdo bien, de ser abofeteado por Federico. Y, ahora que, dicen, se ha acabado el Arte, ¿qué haremos?
brillante. Gracias
ResponderEliminarJavier: No, no lo creo. La religión, como la filosofía, buscan la sustitución de la opinión por la verdad.
ResponderEliminarClaudio: Seguiremos buscando el Bien, al menos en su manifestación fenomenológica en forma de bellezas transeúntes.
ResponderEliminarSusana: A sus pies.
ResponderEliminarUi, Torrance, quants records dels meus temps joves!!!!
ResponderEliminarJúlia: Un abrazo, No, bueno, dos (a pesar del calor)
ResponderEliminarDe hecho el gran descubrimiento de Torrance consistió en demostrar que los niños creativos son adultos creativos. No nos dijo mucho de cómo hacer un adulto creativo a partir de un niño no creativo.
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