- Un partido de fútbol -dijo Memónides de Moronea- es como la vida misma.
A ver la cara de perplejidad de sus discípulos (todo hay que decirlo: muy escasos) explicó sus palabras de esta manera:
- Unos van a jugar, otros a ver jugar a los primeros, algunos a hacer negocios con la aglomeración de gentes y, por último, están los que acuden a verlos a todos ellos.
Era evidente que los discípulos seguían sin entender nada y Memónides de Moronea, que ya tenía asumido que su filosofía no pasaría a la historia, por falta de discípulos inteligentes, añadió:
- Mirad a los jugadores y a los espectadores. Entregan toda su pasión al cumplimiento de unas reglas arbitrarias. Darían su vida por un lance. Se emocionan, lloran, ríen, sufren infartos, se entusiasman y se deprimen gracias a que han entregado toda su fidelidad a la arbitrariedad de las reglas de juego. Sin esa fidelidad a lo arbitrario no habría juego y sin juego no hay partido. Y sin partido no hay vida.
- ¿Y los negociantes? -preguntó uno de sus discípulos.
- Para ellos todo es también en juego pero sus reglas son las de la cuenta de resultados.
Se produjo un silencio. Nadie se atrevía a preguntar por los que van a verlos a todos, a los jugadores, a los espectadores y a los comerciantes. Memónides comprendió su cobardía, pero se negó a hablar. No quiso decirles que estos últimos, los teóricos, son los filósofos.
A ver la cara de perplejidad de sus discípulos (todo hay que decirlo: muy escasos) explicó sus palabras de esta manera:
- Unos van a jugar, otros a ver jugar a los primeros, algunos a hacer negocios con la aglomeración de gentes y, por último, están los que acuden a verlos a todos ellos.
Era evidente que los discípulos seguían sin entender nada y Memónides de Moronea, que ya tenía asumido que su filosofía no pasaría a la historia, por falta de discípulos inteligentes, añadió:
- Mirad a los jugadores y a los espectadores. Entregan toda su pasión al cumplimiento de unas reglas arbitrarias. Darían su vida por un lance. Se emocionan, lloran, ríen, sufren infartos, se entusiasman y se deprimen gracias a que han entregado toda su fidelidad a la arbitrariedad de las reglas de juego. Sin esa fidelidad a lo arbitrario no habría juego y sin juego no hay partido. Y sin partido no hay vida.
- ¿Y los negociantes? -preguntó uno de sus discípulos.
- Para ellos todo es también en juego pero sus reglas son las de la cuenta de resultados.
Se produjo un silencio. Nadie se atrevía a preguntar por los que van a verlos a todos, a los jugadores, a los espectadores y a los comerciantes. Memónides comprendió su cobardía, pero se negó a hablar. No quiso decirles que estos últimos, los teóricos, son los filósofos.
¡Ay Memónides! ¡Qué lejos hubieses llegado de contar con discípulos algo menos cobardes!
ResponderEliminarFdo.- Camacho, el patriota sudoroso
Sea usted, don Camacho, que ayer el suyo me pareció el más hermoso juego.
ResponderEliminarYo pensaba que los filósofos, enfrentados al fútbol, acababan por imaginar el rugby.
ResponderEliminarClaudio: En cuestiones como las del fútbol es donde menos clara se ve la diferencia entre el hombre práctico y el teórico, porque para ser buen teórico uno debe conocer la emoción de la praxis.
ResponderEliminarPues claro. ¡Qué sabrán los que nunca han metido un gol!
ResponderEliminarRecortes:
http://www.nytimes.com/2010/07/03/education/03baccalaureate.html?src=me&ref=general
¡Por fin un post serio! Me tenía usted un tanto preocupado, don Gregorio.
ResponderEliminarY hablando de Memónides de Moronea, se sabe por el acta arbitral de Confucio, que en el célebre partido en que los filósofos griegos batieron a los alemanes, éste estuvo en el banquillo. Parece ser que no disputó muchos minutos en ese campeonato porque su seleccionador no confiaba demasiado en él.
Don Arrebatos: A veces la historia es tan tremendamente injusta con un hombre que sólo un golpe de imaginación nos permite recuperarlo del olvido. Memónides -como dijo Valdano del fútbol- es anterior a sí mismo.
ResponderEliminarUn abrazo, don Arrebatos.
¿Qué dices Memónides de los que prefieren observar a las novias de los futbolistas?
ResponderEliminarBorja: Conservamos una cita de Memónides de traducción incierta que parece un comentario de Heráclito y que dice: "Ni te puedes bañar dos veces en río propio ni una en río ajeno". García Gual, castizo él, traduce: "Agua que no has de beber, déjala correr" y Luc Brisson, en francés: "Dans les eaux de l'autri, tururú que te ví".
ResponderEliminarEspero haberte sido de alguna ayuda.
Don Gregorio, po dió, que parece usted a mi Billy Bod, tan plurilingüe y tó. Por cierto: yo creí que Memónides era primo de San Memóc, el único santo que consiguió escapar de las Mayores tentaciones del Mundo y la Carne y fue a caer en la Tentación del Pescao.
ResponderEliminarMujerárbol: Yo soy ignorante en diversas lenguas. Respecto a Memónides, cualquier información de que dispongan ustedes, serán bien venida.
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