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sábado, 12 de enero de 2008

El presidente llorón

Por lo visto, George W. Bush les ha salido a los americanos muy llorón. Y para su desgracia, sus lagrimones carecerán del poeta que les conceda la dignidad del drama, mientras le sobrarán los cómicos que los rebajen a sainete.

“Tengo los hombros de Dios para llorar, y yo lloro mucho”. Esto es lo que dicen en Le Monde que Bush le ha confesado a Robert Draper, que acaba de publicar Dead Certain: The Presidency of George W. Bush.

Bush no solamente llora. Cree que ha derramado como presidente más lágrimas de las que se pueden contar.

Mala cosa. No me gustan los políticos llorones. Y ahora pienso también en Hillary. En general no me gustan los políticos emotivos, de esos que llegan al corazón del electorado, porque tienden a querernos demasiado. Y yo no quiero que los políticos me quieran o me soluciones la vida. Me conformo con que no me odien y no me creen problemas. Y esa es una tarea titánica.

Ah, tampoco me gustan los optimistas antropológicos, que me acomplejan por no estar a la altura de sus expectativas. Y George W. Bush, que en esto se parece a ZP, es un optimista compulsivo. “Sólo me da miedo una cosa –dicen que le dijo Aznar en las Azores-, tu excesivo optimismo”.

Lo que no es Bush es ese imbécil, intelectualmente borderline que hemos creado los europeos. La periodista que escribe el artículo de Le Monde al que me refiero, Lila Azam Zanganeh, habla con toda naturalidad de su “flagrante impopularidad” pasándose todos los datos comparativos por debajo de sus prejuicios, no en vano lo “flagrante” es lo que de tan evidente no necesita pruebas. Efectivamente, los europeos no necesitamos pruebas para ponerle a Bush orejas de burro. Mejor: orejas de burro llorón. Pero ahora que estamos entrando en la campaña electoral americana podemos darnos cuenta de lo difícil que es, en las sociedades individualistas modernas, crear grandes coaliciones. Quien las crea, gana. Y para ello se necesita algo más que ser un burro llorón: se ha de ser un gran elefante llorón.

9 comentarios:

  1. La idiodez, Don Gregorio, creo que es lo suficientemente amplia como para que dos personas -Bush y Zapatero- sea idiotas y no se parezcan.

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  2. Sí, desde siempre, el gobernado se ha consolado de su sujeción fingiendo ante sí que es más listo que El Príncipe, que sólo la mala fortuna le impide a él llegar a serlo.

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  3. Algo tiene el agua cuando la bendicen y 'els bojos fan bitlles'.

    Condenar de forma progre y 'barroera', sin analizar el porqué del éxito y consolidación de determinados políticos, es una actitud muy habitual pero muy poco efectiva y razonable.

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  4. El político que más ha llorado ha sido Manuel Fraga: cuando oía una gaita, cuando recibía a emigrantes retornados, cuando recordaba su infancia en cuba y sobre todo cuando quería dejar patente su galleguidad. Y es que nos quiso mucho (dieciséis años) y hubiera superado el record de 1000 gaiteros en su investidura y llorado a raudales, si le hubiéramos dejado amarnos más y más.

    Eso sí, nunca lloró para hacer coaliciones. Se bastaba solo, la
    calle era suya. Y eso que era un león (de Villalba) llorón.

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  5. A diferencia de Bush, Hillary lloró...por ella misma.
    Quizás ha pasado de pretender que la voten a pesar de ser mujer a buscar que la voten por serlo.

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  6. ¿Por qué lloran los políticos? Luri, sacas cada tema que parece ligero y que repente estalla en las manos y es de respuestas complejhas. Respuestas, que no una sola.

    Evtuchenko tiene un poema que se titula ¿que tocan los músicos de jazz cuando se quedan solos? y acaba convencido de que tocan músicas rusas, lacrimógenas y tiernas. Los de jazz americano tocan jazz.

    Schehadé, en Historia de Vasco se dice que cuando llueve un general no se moja, hace el ridículo.

    Es que estas preguntas contienen respuestas serias. También es cierto que la capacidad de llorar de un presidente en USA es diferente a la capacidad de llorar de un presidente europeo yu más aún español.

    Puedo imaginar a González llorando. Y a Suarez. A Aznar no, a este le imagino riendo de medio lado. Y no me disgustaria que Zapatero llorara un poco.

    Pero como bien dices, en público no: si un político llora en público, además de ponernos tiernos (¡vete a saber!), hará como el general cuando llueve: el ridículo. Los presidentes no están para llorar, ni antes ni después. están para ir delante y para garantizar que con su actitud que saben hacia donde van. Cuando lloran es que han perdido el camino o que no están seguros de donde están, o que se arrepienten de lo que han hecho, o que quisieran no estar ahí, o que añoran cosas que no tienen... Tonterías: ahora que los hombres ya pueden llorar solamente nos quedan los políticos para no hacerlo. ¡Que no nos vengan con chorradas!

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  7. Bueno, bueno. Esperen a ver si gana el señor Rajoy. Ya veremos entonces lo amplia que puede ser la idiotez.

    No es que lo político esté precisamente en su mejor momento, pero ¿lo ha estado alguna vez en España?

    Yo obligaría a tener unos estudios universitarios bien duros a qualquiera que quisiera ser presidente. Como mínimo, políticas y economía. Aunque no estaría mal que supieran también de filosofía.

    No me lo tengan en cuenta. Hablar de política agudiza mi mal humor.

    Un saludo, sr. Luri, y cien agradecimientos. Bueno, cuantos quiera.

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  8. Yo no se si ese señor es un burro o un elefante llorón, ¿ha sido sincero alguna vez cuando dice lo que dice que hace?, pero después de Irak y Guantánamo uno duda de las nociones que tiene ese señor de las palabras libertad y justicia.Por favor...
    Y si es por imagen y coaliciones, amigo Luri, prefiero los garbeos de Napoleon III (como dice Rivas)en Petra con la Carla.
    Reciba un cordial saludo

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  9. Éste ignorante podría dar una conferencia sobre éso que usted nos cuenta de las sociedades individualistas modernas y sus grandes coaliciones. ¿Qué sería, de unos y de otros, sin sus intereses comunes?. Sin ningún lugar a dudas, quien crea ésas coliciones gana, y no votos, precisamente.

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