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martes, 11 de junio de 2024

Un 11 de junio otoñal

 I

El turismo. Cuando eres joven, si tienes siete días libres, te haces un programa ambicioso para viajar por Francia, Italia, Austria, Alemania, Dinamarca... y con un poco de suerte, si se tercia, Suecia. Cuando tienes mi edad piensas, con no menos ambición, en un lugar tranquilo, un hotel limpio y cómodo, una plaza de un pueblo con un café con una terraza emparrada y una cerveza excelente. Y, si acaso, algún viaje en autobús a algún lugar cercano que no te lleve más de una tarde.

II

Con frecuencia lo que decimos no es lo que queremos decir. Me refiero a esos intercambios ocasionales de frases hechas que, aparentemente dicen algo del tiempo, del tráfico, de la salud del vecino o del precio del rape. En realidad son formas de decirle al otro que estamos allí y con frecuencia lo decimos tan mal que el otro nos ignora. Lo he comprobado hoy mientras esperaba para pagar en el supermercado.

III

Día otoñal, este 11 de junio. Tanto es así que me apetecía una buena sopa calentita y he hecho una cazuela para un regimiento. Con la mesa puesta mi nieto B. Ha llamado para decir que hoy no venía a comer.

IV

Ando haciendo planes para el verano. Un auténtico sudoku. Pero parece que todo va cuadrando. Las cosas pintan bien y quiero creer que me espera un verano memorable.

V

El verano empieza con la verbena de San Juan. Y justo cuando celebramos la noche más corta estamos en la víspera de la noche siguiente. 

VI

No había leído hasta hoy la crítica de Porfirio a los cristianos. Interesantísima. Pero perdió la batalla y sus libros acabaron condenados a la hoguera.

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