domingo, 23 de septiembre de 2012

Veinte céntimos de culpa

En el tiempo que me duró el cortado el anciano consumió sus monedas en la pasión inútil de la tragaperras. Hurgó por todos sus bolsillos y reunió 80 céntimos. Vino hacia mí pidiéndome, como si le fuera en ello la vida, los veinte céntimos que le faltaban para un euro. Le dije que no. Se me quedó mirando como si no pudiera ser cierto lo que había oído. Me agarró del brazo y comenzó a suplicarme que por favor le diera veinte céntimos, que no es nada. Volví a decirle que no. Y se me puso de rodillas. En el bar estábamos nosotros dos y el camarero, que, sin duda para librarme a mí de aquella situación tan embarazosa, le dio un euro, que inmediatamente introdujo en la ranura de la máquina. Salí cabreado conmigo mismo, con aquel viejo y con las máquinas tragaperras, porque a la conciencia de haber actuado bien le acompañaba un extraño sentimiento de culpa.

11 comentarios:

  1. El kantismo es lo que tiene, que a nadie deja contento.

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    1. Miraculosa y Edna: compartís las mismas puntas en vuestra estrella.

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  3. Goyo, que situación tan triste!

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    1. Sé que te debo una respuesta, pero tengo que ver si puedo arreglar mi horario. Intentaré escaparme aunque sea para el café. Si hay que poner algo, cuenta conmigo.

      El hombre no iba mal vestido. Unos setenta años. Evidentemente era un ludópata. No he querido acordarme de los detalles de la escena, que llegaron a ser... me parece que "sórdidos" es el adjetivo adecuado.

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  4. Una muestra clara de que la caridad, a menudo se ve obligada a decir no, mientras la falta de ella, buscando la comodidad o la aprobación, puede decir sí.

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  5. "In dubia pro reo", reza el aforismo jurídico. Y algo me dice, Gregorio, que, a pesar de haber actuado bien, debería de haber actuado mal para librarse, al menos, de la culpa difusa, de la "incomodidad" de la desgracia ajena labrada a pulso (a euros, en este aso). En uno de los aforismos bíblicos se dice que se le dé limosna al pobre para que se la gaste en vino y que éste le conforte en sus desgracias. ¡Cuánto agradezco haber leído esa visión caritativa y sabia! Recuerde que en el inmisericorde espíritu católico, lo propio es negar la limosna porque se va a usar, precisamente, para eso, para comprar vino. Creo que la desesperación del hombre procedía de la dinámica del juego. Se han de ir echando monedas hasta que la máquina se queda "a punto de caramelo", es decir, dispuesta rendir una parva parte de lo que se le ha echado, y lo que no podía soportar ese hombre era que otro, acaso, viniese a llevarse su "inversión". De todas maneras, ¡menudo trago! Le confieso que mi relación con la limosna es tormentosa. También lo fue para Espriu, que tiene un cuentecito atroz, "El descabezado" [en Ariadana en el labernto grotesco (Se lo cito en castellano porque es la edición (Al-Borak) que leí al poco de llegar a Cataluña, allá por el lejano 1973)], en el que el personaje del mismo supera con la eugenesia mal entendida los sentimientos de culpa y de agobio.

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    1. Creo que si hubiese sido un anciano desarrapado no hubiese dudado en darle los veinte céntimos. Pero era un hombre bien vestido y con cierta dignidad... que tiró al completo por la borda... o por la ranura de las monedas. Quizás venía de acompañar a sus nietos a un colegio cercano.

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  6. El gato de Schrödinger1:56 p. m., septiembre 24, 2012

    D. Gregorio, creo que debería haber considerado el asunto con otra perspectiva. Debió considerarlo como una inversión, y exigirle al pedigüeño que le diera el 20% de sus ganancias, en caso de ganar.

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  7. De esas situaciones no dicen nada los que claman contra EuroVegas. el Estado es el principal beneficiario de la ludopatía. En cambio si que hay medidas legales para que ese pobre hombre viese vetada su entrada en un Casino. País.

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