Dos aproximaciones:
1. Si la filosofía antigua buscaba el límite de los seres, la posmodernidad busca el ser del límite. Al encontrarse perdida en el intento, entiende su desorientación como la prueba que revalida su proyecto.
2. El objetivo de la deconstrucción: convertir los hechos en deshechos.
Mudo me deja, maestro, estas aproximaciones demasiado humanas tienen belleza y verdad.
ResponderEliminarSalud
3. Constatar la falacia de la "la elocuencia de los hechos", de "los hechos hablan por si solos", de "ahí están los hechos", etc.
ResponderEliminarDon Juan... y sin embargo, si los hechos son mudos, ¿de qué hablamos cuando hablamos de los hechos?
EliminarLes inyectamos nosotros nuestras particulares desviaciones y metamorfosis como buenos ventrílocuos que solemos ser; y como marionetistas experto los agitamos para que ejecuten la danza o la contradanza que más nos apetezca. ¿Recuerda, Gregorio, la disputa del pícaro romano y el sabio griego en el Libro del buen Amor? Pues eso.
ResponderEliminarHablando de marionetistas, le leí una reflexión a Ferlosio muy jugosa. Se preguntaba qué era la libertad y le venía a las mientes el arte de las marionetas, con esta agudeza paradójica: cuantas más cuerdas las sostienen, mayor libertad de movimientos tienen.
Si se me permite una digresión, y teniendo en cuenta que, referidas al arte contemporáneo, me parecen acertadísimas las dos aproximaciones ¿ no es menos cierto que la mudez de los hechos y el ser de límite se parecen (por no decir que son idénticas) peligrosamente como las dos gemelas de El Resplandor?
ResponderEliminarHe aquí la digresión: todas las filosofías son fruto de una desorientación superada en certezas que luego resultaron asimismo insuficientes. A la vista está que uno es un ser limitado, absolutamente contingente e innecesario incluso en el ámbito restringido de este intercambio intelectual, por tanto es plausible pensar que donde cada ser tenga su límite, termina igualmente la desorientación.
Saludos