Un amigo de Nietzsche, von Gersdorff, escribió en sus
Memorias que durante sus años escolares
en Pfortal “sus improvisaciones eran inolvidables.
Casi creo que incluso
Beethoven no
hubiera podido improvisar de manera
más conmovedora que Nietzsche,
en particular, cuando
una tormenta se avecinaba". No sé el valor que puede concedérsele a este testimonio o al de otros compañeros de estudios que lo tenían por una autoridad musical o al del periódico de Leipzig que en 1868 le ofreció una columna de crítica operística. Si sé que no disponemos, claro está, de sus improvisaciones.
Uno de sus
biógrafos, Werner Ross, sostiene que tenía,
"indudablemente", un talento musical natural y que consideró la música como parte
de su misión. Otros han hablado de su “obsesión musical”.
Lo que parece
evidente es que siempre pensó que había profundidades del alma que sólo encontraban su expresión precisa en la música. La palabra era, a su parecer, más adecuada para expresar lo superficial. Sospechó, incluso, que en toda conversación está latente una
semilla de desprecio.
Aquí está para mí la cuestión importante. Creo que Nietzche estuvo ensayando a lo largo de toda su obra un discurso propio en el que la palabra estuviera acompañada por la música, no como un mero adorno cosmético, sino como algo esencial. Como ya señalaron los que lo conocieron, se
esforzaba para encontrar las palabras y las frases adecuadas en cada caso, con la intención de conseguir una melodía de la expresión. Y la
mayoría de los estudiosos coinciden en que lo logró. Algunos dicen que sólo
otro alemán escribió frases tan precisas y bellas: Goethe.
Se ha dicho también
que su abundante uso del guión pretende crear un tipo de
lectura pausada que él elabora en analogía con la música. El guión sería para
su escritura lo que el silencio momentáneo para la música. A su hermana le
confesó en una carta: “Para mí (en mi escritura) todo comienza únicamente
después del guión”.
El estilo no es, pues, un adorno de la
escritura de Nietzsche. Pero ocurre que cuando se piensa en su estilo se acostumbra a tener presente únicamente la forma aforística y no la unión entre el aforismo y su ritmo expresivo, su cadencia,
Creo que Nietzsche se salvó ,mientras pudo, por la música. Su dolor destrozaba la esperanza de tal manera que sólo por un voluntarismo de superhombre lograba aguantar. La música era el lugar del espíritu que le acariciaba en su pequeñez endiosada. De DIos sólo puede hacer Dios. Intentarlo es la locura...
ResponderEliminarUn saludo
Yo no trataría a Nietzsche de superhombre, más bien me parece, como persona, humano, demasiado humano.
EliminarEn efecto, Gregorio, la cadencia es el concepto clave para el músico, quizá el más importante de todos. Creo que está usted en lo cierto cuando dice que la intención de Nietzsche era conseguir una melodía de la expresión, y quisiera abonar esta idea con una reflexión de Peter Sloterdijk, que la apoya con muchísima más fortuna que uno:
ResponderEliminar"Los amigos y los adversarios de Nietzsche, sólo coinciden en definir su obra como una especie de metafísica de artistas; la reconocen -tanto en lo bueno como en lo malo- como el momento crucial de una ideología estética en la historia intelectual...
...Nietzsche saca a la luz un conjunto de hechos que hasta entonces habían estado apenas iluminados explícitamente, que indican que la tarea de sacar afuera la propia vida a partir del encanto en bruto y convertirla en una obra sui generis puede adoptar el carácter de una lucha a vida o muerte...
...Lo que en Nietzsche emerge como ideología estética es en verdad un potente programa psicagógico para un tiempo universal de estrategias postclasicistas de superación de ser humano."
Estas palabras pertenecen al libro Temperamentos filosóficos, que no dudo conoce. Espero que arrime luz a estas reflexiones suyas, o al menos que nos las estorbe.
Un grato saludo.
Manuel
No estorbaré, pues.
EliminarCompletamente de acuerdo en que Nietzsche tiene algo de Hermes Psicopompo.
No me ha entendido, Gregorio, como va usted a estorbar; decía que espero que estas reflexiones de Sloterdijk arrimen sentido a las suyas, o al menos que no las estorben. Me equivoqué en el tiempo verbal, arrimen por arrime, discúlpeme el lapsus calami.
EliminarMil perdones, pues. Que conste que me parecía una observación perfectamente pertinente: Si no vas a mejorar lo que dice Sloterdijk, por lo menos no lo estorbes.
EliminarLe confesaré que con Sloterdijk me pasa una cosa curiosa: me gusta como escribe, pero nunca estoy seguro de haberlo entendido bien.
Respecto a Nietzsche... permítame, amigo, ir paso a paso.
Aquí le traigo un lied de piano, Unendlich, que le gustará. Es sintomático que la filosofía alemana se haga difícil de entender y sus músicos pasen por ser los más preclaros, si exceptuamos a Wagner. Nietzsche musicalmente como en la moral, huía de lo pretencioso y complejo. Tiene usted razón, era humano, demasiado humano, y eso en su música brota con la misma naturalidad que en su filosofía: limpio de ese orgullo ario que en Wagner es pasión. Atento estoy a sus enseñanzas, Gregorio, iré despacio.
Eliminarhttp://youtu.be/16xof2zHjkQ
Manuel: Honestamente, no tengo (al menos hasta el momento) nada que enseñar sobre Nietzsche y la música y sí mucho que aprender. Por eso estoy leyendo todo lo que cae en mis manos sobre esta cuestión y voy trayendo hasta aquí algunas notas que me parecen interesantes. Ya veremos en qué queda todo esto.
EliminarDicho de otra manera: estos posts sobre Nietzsche no obedecen a ninguna estrategia didáctica, sino al azar de mi propio aprendizaje.
Y, por cierto: Me lo estoy pasando bien.
EliminarY lo más importante: gracias por el lied.
EliminarA propósito: olvidé dejarle hoy, Gregorio, el enlace en el que venía la cita sobre Peter Gast, aquí lo tiene, estimado amigo. De la revista de filosofía A parte re, un texto de Claudio Schulkin:
Eliminarhttp://serbal.pntic.mec.es/~cmunoz11/nieto.pdf
Estoy siguiendo con mucho interés lo de Nietzsche y la música, sin saber nada de Nietzsche. Pero a ver dónde lleva. A mí me ha recordado un artículo de Gonzalo Sobejano "sentimientos sin nombre" en la obra de Clarín, que ya no recuerdo que decía, pero que me recordó un cuento suyo (Las dos cajas), sobre un músico que hace una música extraña, que no sabe explicar racionalmente. Bueno, a ver si lo releo y me explico un poco mejor.
ResponderEliminarY me he leído el prólogo de Aurora, a buscar lo de los filólogos y la lentitud: ojalá fuera yo así.
¡Ese prólogo! Es tan bueno que por sí mismo justifica el libro. Eso mismo pensé yo cuándo lo leí: "¡Ojalá pudiera leer yo así!" Desde entonces no he dejado de intentarlo. Pero ya he comprendido que aprender a leer es la tarea de una vida ambiciosa.
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