..., al menos es lo que ha venido siendo en Occidente, el arte de dialogar con los muertos. En Oriente básicamente los han escuchado.
Escuchar a los contemporáneos es sólo periodismo. No dicen más que novedades, cosas efímeras que sólo sirven para estar al día.
Vía Dorothee Golz
La cultura debería ser pues, según creo, un diálogo fluido con los muertos y los vivos (el ideal). Gregorio, este malestar en el que estamos instalados, es también parte, desde hace mucho tiempo, de la cultura contemporánea que nos toca vivir. Le traigo una mini-entrevista al director de cine Tarkovski, tiene su qué:
ResponderEliminarhttp://youtu.be/-BsV57JJ_bM
Pero al sentarse a los pies de los grandes del pasado a escuchar la conversación que mantienen entre sí podemos ver nuestro presente desde ellos, mientras que si sólo estamos inmersos en el presente tendemos a juzgar a todos, vivan en el presente, en el pasado, o en el futuro, por nuestros estrictos criterios presentistas.
EliminarY gracias, claro, por Tarkovski.
EliminarNo hay de qué. En efecto, no dudo que el diálogo que mantienen tiene la misma fuerza que la luz de las estrellas, que nos manda una luz cuyo origen desapareció, mas son un faro y una referencia indispensable. Ignoro en qué momento fue esa escisión de la modernidad, a partir de la cual los criterios fueron sólo presentistas. Sospecho que las dos guerras mundiales se llevaron a la tumba unas generaciones muy valiosas y dejaron una honda cesura, pero de seguro estoy cayendo en un presentimiento presentista.
EliminarLa cultura es un viento que riza el lomo de los perros.
Hay unas palabras de su tocayo, Marañón, el insigne médico, que aclaran meridianamente esa inmersión en el presente tan perjudicial para la perspectiva: "El tronco que se lleva, arrastrado, la corriente, tal vez crea que el árbol que sigue creciendo en la orilla anda hacia atrás." Gracias a usted, señor Luri, por plantear estas cuestiones radicales.
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