Los pueblos suelen alabar mucho aquello que les falta. Fue el caso de los griegos con el punto medio. Aquello que se posee como propio no hace falta teorizarlo mucho. Es suficiente con disfrutarlo. O sufrirlo. Fíjate de qué hablas, porque estás mostrando tus ausencias. Nunca se habló en Atenas más de la democracia que en vísperas de que la democrática asamblea de los atenienses votara su libre elección de una tiranía. Nunca se habla más de paz que en tiempos de rearmamiento; ni de moralidad que ante las guillotinas; ni de libertad sexual que en tiempos de soledades; ni de nueva cocina que en tiempos de fast-food; ni de enología que en tiempos de cerveza... Por lo tanto si tenemos en cuenta nuestra presente obsesión por el saber económico, no hay duda: estamos perdidos.
amén.
ResponderEliminarLo estamos.
ResponderEliminarEstamos "básicamente" perdidos, punto. Y los chamanes hechonómicos de la tribu siguen limitándose a la constatación. Y cuando ejercen de arúspices, sobre las vísceras del sistema, dejan el dolabro al lado y reclaman inmunidad. Son los más incompetentes y rancios profetas del pasado que haya conocido jamás, porque ni siquiera hacia atrás aciertan.
ResponderEliminarSon momentos estos -los de estar perdidos- extremadamente peligrosos, porque nada propicia más un ataque de piedad que el sentirse abandonado.
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