I
Ramón Mercader no tenía muchos amigos en Moscú. Se relacionaba con su hermano Luis y, sobre todo, con David Seminovich Zlatopolsky, marido de Conchita Brufau. De hecho cuando aterrizó en Moscú sólo la familia Zlatopolsky fue autorizada para ir a recibirlo al aeropuerto acompañando a los Mercader. Ramón conocía a Conchita desde sus tiempos de militancia en el PSUC, en Barcelona, y con ella solía hablar en catalán. Zlatopolsky cuenta que los meses posteriores a su liberación se lo veía feliz, pero que poco a poco fue perdiendo la vitalidad. Era un hombre muy activo condenado a la inacción. Ni tenía trabajo ni lo tendría. Carrillo le propuso colaborar con un grupo de comunistas que estaba escribiendo la historia de la guerra civil. Pero Ramón quería una actividad más emocionante... y en la inacción soñaba con el paraíso, que desde Moscú, tenía un nombre preciso: Sant Feliu de Guíxols.
II
Un día Eusebio Cimorra, director de Mundo Obrero, se encontró en unas escaleras con Ramón Mercader, en Moscú. Tras los saludos de rigor, Cimorra le dijo: "¡Ramón, cómo nos han engañado!". Ramón le contestó: "Cimorra, a unos más que a otros, a unos más que a otros".
¡El marido uruguayo de África de las Heras fué Felisberto Hernández!
ResponderEliminarNada más que por ese nombre, ya era merecedor del castigo que le impuso la gran África de las Heras. Tenemos que reivindicar el honor de esta mujer, Claudio.
Eliminarhttp://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/esp/hndz/nadieen.htm
ResponderEliminarPoca conya: le he leído algunos textos, a Felisberto, y es bueno, mejor que sus sucedáneos. Su señora, un encanto...
ResponderEliminarTienes razón, Lola, su obra es de calidad.
EliminarPara los interesados en la mujer de Felisberto:
ResponderEliminar"Felisberto Hernández y la espía soviética", artículo de Alicia Dujovne Ortiz
para LA NACION de Buenos Aires, 2007:
El escritor uruguayo estuvo casado con Africa Las Heras, una agente de espionaje de la URSS, que utilizó a su marido para vincularse con la sociedad uruguaya. El Ignoraba las actividades de su mujer, pero su obra abunda en pasajes sobre un secreto que sería denunciado
Quién hubiera podido imaginar, aquel 13 de diciembre de 1947, cuando Jules Supervielle presentó en el Pen Club de París a su descubrimiento literario, el cuentista uruguayo Felisberto Hernández, que una de las asistentes al acto no estaba allí por simple casualidad. La morena cetrina de ojazos negros que se acercó a Felisberto tenía el acento de Andalucía -después se supo que era oriunda de Ceuta- y un salero no menos andaluz cuya eficacia maravilló a todos : a Supervielle, a Roger Caillois, a Oliverio Girondo. En menos que canta un gallo, la emprendedora española abandonó la sala seguida por un Felisberto encandilado, al que ella pareció haber alzado limpiamente entre su índice y su pulgar.
La celeridad se imponía. Africa Las Heras, alias Patria, alias María de la Sierra, alias Ivonne, alias Maria Pavlovna, coronela del Ejército Rojo y miembro de los servicios secretos soviéticos, contaba con sólo cuatro meses para seducir a Felisberto. Una vez concluida su beca francesa, el escritor regresaría al Uruguay. Por eso mismo la NKVD, futura KGB, que funcionaba en la siniestra Lubianka moscovita donde Stalin orquestaba sus Purgas desde 1936, le ordenaba apurarse a conquistarlo: ese anticomunista notorio venía de perlas para usarlo de careta. Junto a Felisberto, la Mata Hari ceutí podría instalarse en Montevideo sin que sus actividades ocultas -la organización de una red de espionaje latinoamericana, justificada, en plena guerra fría, por la amenaza de un tercer conflicto mundial- despertaran sospechas.
"...la emprendedora española abandonó la sala seguida por un Felisberto encandilado, al que ella pareció haber alzado limpiamente entre su índice y su pulgar."
Eliminarhttp://www.youtube.com/watch?v=xPb_wDRIvrI
Perfecto, ya tenemos música de fondo.
EliminarFanatizar no es bueno...el fanatismo, enturbia la vista...Stalin no fue bueno para la humanidad, no solo para los rusos, ¡y menos para la Unión soviética,. La de él; la de Stalin, fenestró con su muerte. Y paleaba nuevas "purgas"; es un hecho.
ResponderEliminarJosé María Bello, España. e-mail: josemariabelloruiz@gmail.com