La sinceridad era una virtud que estaba bien. No pretendía otra cosa más que despejar de fantasmas las relaciones interpersonales. La autenticidad es un peligro. En cuanto te descuidas se para un auténtico ante ti y te lanza su emotividad a la cara, poniéndote perdido. Las calles se están convirtiendo en un infierno de autenticidad indecorosa. Abundan los que, por creerse auténticos, se declaran con derecho al exhibicionismo afectivo.
Los peores son los auténticos con perro (auténtico). La emotividad del perro le deja a uno los pantalones llenos de huellas patunas, pelos, pelusillas y babas. El dueño, como es tan auténtico, le premia encima con unas dulces caricias en el lomo. "Es muy juguetón". Dan ganas de decirle que le compre, pues, unos Juegos Reunidos Geyper. Ay, si en esos casos uno sacara su verbo auténtico...
ResponderEliminarEfectivamente. A veces en lugar del perro es un niño... y no sé lo que es peor.
Eliminar¡Santa Hipocresía, Ora pro nobis!
Hombre... dicho así... casi me convences.
ResponderEliminarLas señora Cristina Perón de Kirchner está últimamente muy emotiva y exhibicionista, también. Los llamaría uno, tontos motivados. La patente de autenticidad no la tiene nadie, según creo.
ResponderEliminarAl acoso afectivo o emocional, subiría yo en la puja... Además, en caso de rebelarte, revelándote, te soltarían el "¡antiempático!" de rigor y se quedarían tan anchos como la cintura de los pantalones del extinto líder gallego. Distancia y silencio se han convertido en el cinturón de Kuiper que a algunos nos permite sobrevivir. Es más: pasar por tonto, o bobo, o soso, es la mejor opción. ¡Con cuántos visajes de tonto del pueblo habré rechazado ya mil y una aproximaciones soeces, triviales! Es duro hurtarse a la corriente comunitaria.
ResponderEliminarTiene usted toda la razón, Gregorio. Esos individuos que siempre dicen lo que piensan son insoportables. Y encima suelen padecer una susceptibilidad enfermiza. No les falta lo que se dice de nada.
ResponderEliminarY yo que siempre había creído que lo bueno era lo auténtico, lo sincero también, y con estas palabras suyas hasta me he radicalizado y pienso que incluso la verdad a toda costa es mala.
ResponderEliminarUn alarde de sinceridad -con mis jefes, con mis amigos, con mis hijos, incluso con mi mujer- y tiro mi vida abajo. Pero definitivamente, vamos.
Efectivamente, uno conoce a diario varios werthersitos de utilería, pero influenciados peligrosamente por los reality shows y con muy poca pulsión de muerte.
ResponderEliminarShopenhauer tiene un cuento (del que se apropió Cernuda en su "Ocnos") sobre la distancia humana justa. Es ni más ni menos que la que han de mantener los puercoespines cuando tienen frío para darse calor sin pincharse.
ResponderEliminarCarlos: Eso de "werthersitos de utiliría", me lo apunto.
Un derecho humano más a añadir a la lista: El derecho del otro a evaluarme por mis hechos, no por mis intenciones y, por supuesto, a no considerar un eximente de mi conducta mi condición de víctima del sistema.
Los psicoanalistas dicen que la verdad -fuera del setting, es decir, no dicha por ellos- es una agresión. No diría tanto, pero...
ResponderEliminarLo de la autenticidad le gustaba mucho a Heidegger, creo recordar. Por otra parte Ortega tiene palabras muy acres acerca de la sinceridad.
ResponderEliminarMis saludos.
Efectivamente, Heidegger es el principal responsable de la metamorfosis de la sinceridad en autenticidad. Lo siguieron legión, en primera fila Sartre. Se dedicaron a proclamar la nobleza de hacer de la miseria humana un escaparate.
EliminarRespecto a Ortega: Sabía muy bien la diferencia entre ironía y cinismo, que es la diferencia entre cultura y naturaleza.
Llego tarde pero me entusiasmo igual: ¡Excelente matización!.
ResponderEliminarEn la autenticidad indecorosa ¿podemos incluir a los que en los transportes públicos te obligan a escuchar las discusiones y conversaciones totalmente íntimas que tienen hablando a voz en grito por el móvil?
No, esos son delincuentes. Hay que llevarlos a galeras por exhibicionismo de lo trivial, por invasores del espacio público con naderías in sustanciales a grito de vendedor de mercado medieval....
EliminarVoto que sí
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