La primera foto...Las referencia al joven guapo y simpático, que las ten´´ia a todas encandiladas, que hace Teresa Pàmies en "Quan érem capitans". Añade algo así (lo puedo buscar con exactitud para variar), "ahora dicen que es el asesino de Trotski", e intenta reconocer en el joven Ramon alguna pista, quizá un mayor fervor dogmático... Pero lo deja en suspense. A quien pone guapo, sin duda alguna, es a Orwell.
Con ocasión de la muerte de Mercader, Teresa Pàmies escribió en Triunfo algo así como una necrológica en la que decía: “Acaba de morir y sería fácil decir que fue una víctima más de Stalin, pero todos fuimos Stalin. A todos nos hizo daño el estalinismo creado por todos y entre todos, sólo que muchos de los camaradas de Ramón hemos podido regenerar nuestras filas desestalinizando (…). No se trata de hacer la apología del asesino invocando al militante, pero el caso de Ramón Mercader no puede tratarse como si fuese un Dilliger”. Bien... He devorado "Mi fe se perdió en Moscú", de Enrique Castro, que fue el creador del Quinto Regimiento y creo que da la clave del asunto: Cuando se pone al partido por encima de todo, incluso de la verdad, no puedes reclamar después inocencia.
Júlia: El problema, a mi modo de ver, es que si el fanatismo te mata el nihilismo no te deja vivir. Y en esa cuerda floja hay que intentar vivir sin hacernos ni hacer daño. Nada fácil.
Por cierto: Gracias a una información que me ha proporcionado Arrebatos, le he escrito una nota al sobrino de Silvia Ageloff, que es abogado en Nueva York. A ver lo que da de sí....
Hablo desde el más absoluto desconocimiento, y aunque sí sabía que Trotsky fue asesinado por un español, el resto de la historia que nos estás dosificando cual clásico de novela negra, de espías, y que estoy descubriendo ahora, me tiene completamente enganchado.
El hecho es que me surgen varias preguntas en principio básicas: ¿No sospecharon de alguien con nombre francés y acento español? Vale, es algo que puede pasar, pero ¿a pesar de que ya habían intentado atentar contra Trotsky, siguieron confiando en Jacques (Ramón) con esa "particularidad"? ¿No se dieron cuenta que llevaba encima (en principio se supone casi siempre por si surgiese la oportunidad) un piolet? ¿Cobró finalmente algo, o lo hizo todo por "la causa"?
Siento no poder aportar nada, y perdonad mi falta de datos, pero es que esta historia y sus "flecos" también se me empieza a aparecer a altas horas de la madrugada.
1) Claro que hubo dudas y el que más desconfiaba de Mercader era el mismo Trotsky... pero Mercader era muy listo y sabía que su punto fuerte era con las mujeres, así que no tardó en ganarse la amistad del círculo femenino que rodeaba a Trotsky. 2) Ramón era un buen políglota. 3) Entró con gabardina y sombrero. Hacía calor y alguien le comentó lo curioso de su vestimenta, ero él adujo que el tiempo estaba a punto de cambiar. 4) No era el dinero lo que empujaba a Mercader.
Un amiguete de adolescencia,nieto de Aub,muy curtido para su edad, había vivido en México y en la Cuba castrista. Creía que la guardia de Trotski, de haber sido mexicana y no yanqui como era, no hubiese dejado pasar lo de la gabardina, ni de lejos. Puede ser.
Es difícil hacerse una idea cabal de la cantidad de gente que había implicada, Lola. Stalin había dictado sentencia y Trotski estaba condenado. No tenía salvación. Sobraban recursos económicos y militantes comunistas dispuestos a jugarse el pellejo para cumplir los deseos de dictador. La IV Internacional estaba completamente infiltrada, a todos los niveles, de espías. En los años 40 no había partidos comunistas, sino seguidores de Stalin. Todo fue ensayado en España.
Las fotos de esa época me producen 'mal rollo', hoy mismo leía sobre Sorge, todos esos incondicionales al servicio de algo dan mucho miedo, la verdad.
ResponderEliminarLa primera foto...Las referencia al joven guapo y simpático, que las ten´´ia a todas encandiladas, que hace Teresa Pàmies en "Quan érem capitans". Añade algo así (lo puedo buscar con exactitud para variar), "ahora dicen que es el asesino de Trotski", e intenta reconocer en el joven Ramon alguna pista, quizá un mayor fervor dogmático... Pero lo deja en suspense.
ResponderEliminarA quien pone guapo, sin duda alguna, es a Orwell.
Con ocasión de la muerte de Mercader, Teresa Pàmies escribió en Triunfo algo así como una necrológica en la que decía: “Acaba de morir y sería fácil decir que fue una víctima más de Stalin, pero todos fuimos Stalin. A todos nos hizo daño el estalinismo creado por todos y entre todos, sólo que muchos de los camaradas de Ramón hemos podido regenerar nuestras filas desestalinizando (…). No se trata de hacer la apología del asesino invocando al militante, pero el caso de Ramón Mercader no puede tratarse como si fuese un Dilliger”. Bien...
EliminarHe devorado "Mi fe se perdió en Moscú", de Enrique Castro, que fue el creador del Quinto Regimiento y creo que da la clave del asunto: Cuando se pone al partido por encima de todo, incluso de la verdad, no puedes reclamar después inocencia.
Júlia, molt, molt, "mal rollo", filleta. És això.
ResponderEliminarJúlia: El problema, a mi modo de ver, es que si el fanatismo te mata el nihilismo no te deja vivir. Y en esa cuerda floja hay que intentar vivir sin hacernos ni hacer daño. Nada fácil.
ResponderEliminarPor cierto: Gracias a una información que me ha proporcionado Arrebatos, le he escrito una nota al sobrino de Silvia Ageloff, que es abogado en Nueva York. A ver lo que da de sí....
ResponderEliminarLAS Teresas Pamies también me inquietan, nunca acaban de admitir del todo la realidad brutal pero son encantadoras, sobre todo, de abuelitas.
ResponderEliminarAquí no puedo estar más de acuerdo con usted.
EliminarHablo desde el más absoluto desconocimiento, y aunque sí sabía que Trotsky fue asesinado por un español, el resto de la historia que nos estás dosificando cual clásico de novela negra, de espías, y que estoy descubriendo ahora, me tiene completamente enganchado.
ResponderEliminarEl hecho es que me surgen varias preguntas en principio básicas: ¿No sospecharon de alguien con nombre francés y acento español? Vale, es algo que puede pasar, pero ¿a pesar de que ya habían intentado atentar contra Trotsky, siguieron confiando en Jacques (Ramón) con esa "particularidad"? ¿No se dieron cuenta que llevaba encima (en principio se supone casi siempre por si surgiese la oportunidad) un piolet? ¿Cobró finalmente algo, o lo hizo todo por "la causa"?
Siento no poder aportar nada, y perdonad mi falta de datos, pero es que esta historia y sus "flecos" también se me empieza a aparecer a altas horas de la madrugada.
Saludos.
1) Claro que hubo dudas y el que más desconfiaba de Mercader era el mismo Trotsky... pero Mercader era muy listo y sabía que su punto fuerte era con las mujeres, así que no tardó en ganarse la amistad del círculo femenino que rodeaba a Trotsky.
Eliminar2) Ramón era un buen políglota.
3) Entró con gabardina y sombrero. Hacía calor y alguien le comentó lo curioso de su vestimenta, ero él adujo que el tiempo estaba a punto de cambiar.
4) No era el dinero lo que empujaba a Mercader.
Un amiguete de adolescencia,nieto de Aub,muy curtido para su edad, había vivido en México y en la Cuba castrista. Creía que la guardia de Trotski, de haber sido mexicana y no yanqui como era, no hubiese dejado pasar lo de la gabardina, ni de lejos. Puede ser.
ResponderEliminarEs difícil hacerse una idea cabal de la cantidad de gente que había implicada, Lola. Stalin había dictado sentencia y Trotski estaba condenado. No tenía salvación. Sobraban recursos económicos y militantes comunistas dispuestos a jugarse el pellejo para cumplir los deseos de dictador. La IV Internacional estaba completamente infiltrada, a todos los niveles, de espías. En los años 40 no había partidos comunistas, sino seguidores de Stalin. Todo fue ensayado en España.
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