Hubo un tiempo en que la prensa mereció el título de "canalla" (la "canallesca", ¿recuerdan?), que no estaba carente de cierta grandeza, al menos dramática, dados los tiempos que se vivían. Ahora, con las honrosas excepciones que ustedes quieran, da frecuentes motivos para merecer el de estúpida. O, al menos, eso es lo que me anima a pensar mi experiencia.
Recibo con cierta frecuencia invitaciones para escribir artículos o participar en debates o tertulias sobre los temas más variados. Si tengo una opinión mínimamente formada, es decir, si me veo capaz de argumentar mis posiciones sobre el tema en cuestión, suelo decir que sí. Si no es este el caso o si, simplemente, el tema me parece completamente carente de interés, actúo de la manera que me parece elemental, digo que no. Esto suele ser suficiente en la prensa y en la radio, pero en la tele son más suyos. En la tele simplemente no se creen que les puedas decir no. Se lo toman, según parece, como una afrenta o una muestra de orgullo. Como intento ser educado, suelo dar negativas educadas, pero eso no hace más que complicar todo el asunto, porque se las suelen tomar como escusas poco creíbles.
Hoy la cosa ha sido especialmente estúpida. Me han llamado de un importante diario catalán solicitándome un artículo contra el ministro Wert, lo cual de por sí ya me ha parecido una falta de consideración. La periodista daba por supuesto que el ministro es un incompetente y deducía la conclusión elemental de que yo no podía más que estar de acuerdo con ella. Pero le he dicho que no. Y se ha tomado a broma mi negativa. "Mira -le he dicho-, no es un ministro que me despierte muchos entusiasmos, pero ello se debe a que tengo sobre él más prejuicios que datos y no estoy dispuesto a escribir un artículo, por muy de opinión que sea, basado en prejuicios". La periodista intentaba argumentarme que no importaba en absoluto que mis opiniones fueran prejuiciosas, sino que llevasen mi firma, que ella valoraba mucho. Y esto me ha parecido una falta de consideración todavía mayor.
será que los periodistas o sus medios no entienden la honestidad y la lucidez? creo ha tomado usted una sabia decisión, que le honra.
ResponderEliminarGracias, Francesc, pero aunque no creo que el hacer lo que he hecho me honre, si estoy seguro de que haber hecho lo contrario me hubiese deshonrado, al menos ante mí mismo.
EliminarNo sé si esto ha pasado siempre. A mí no me consuela nada que pudiera haber sido así. Lo que me parece observar es que, cada día que pasa, la prensa de trinchera, la que está para disparar al de enfrente, gana terreno y eso no me gusta nada.
ResponderEliminarEl periodismo siempre ha sido de trinchera. Y de bayoneta calada.
EliminarSí, por eso mismo es muy de agradecer un poco de sofisticación.
EliminarSi el público, vía prensa, las pide... Con tal de hacer reserva mental o cruzar los dedos...
ResponderEliminarEscribo esto a la vuelta del huerto, es decir, con el alma más serena. En realidad tampoco hay que escandalizarse tanto. El negocio de la prensa consiste en vender a los lectores perspectivas sobre la realidad.
ResponderEliminarHay perspectivas (crecientes) entre "bleda assolellada" y "té pebrots", y ya puestos, y bien puestos, las del huerto.
ResponderEliminarBien hecho.
La cosa funciona así. Al leer el periódico, se tropieza de vez en cuando con un tema del que sabe algo y por ello puede darse da cuenta de que el periodista que lo firma no tiene ni idea del asunto. A la que se descuida uno, puede que incluso le dé una rabieta.
ResponderEliminarPero lo mejor viene a continuación. Se pasa página y se sigue leyendo como si lo que acaba de ocurrir no fuera también el caso de todos las demás nada, como si con el resto de informaciones no pasara igual.
Bien hecho, merece usted ser un abuelo querido como un helado de copa. No es frecuente hoy día esa actitud y así leemos lo que leemos, escuchamos lo que escuchamos y muchos totólogos tienen nómina fija en las tertulias diversas -que no debates- con las cuales nos arrullan.
ResponderEliminarEs usted un digno amigo de Sócrates. Paso uno y fundamental: ser capaz de reconocer la propia ignorancia. Paso dos: no engañar a los demás sobre este respecto. Me congratulo.
ResponderEliminarLos budistas dicen: el que sabe no habla, el que habla no sabe.
Coincido con Claudio.
ResponderEliminarPor ejemplo, es muy habitual entre los periodistas con ínfulas leer el New York Times como una referencia mundial. Si quieres saber qué está pasando en Siria o en China, hay que leer el NYT. Sin embargo, los artículos que dedican a España hacen gala a menudo de una ignorancia difícil de disculpar en un medio de tanto prestigio, que le hacen a uno preguntarse si el nivel de sus informaciones sobre otros países no estarán a la misma altura. Uno tiende a suponer que lo están, mientras no se demuestre lo contrario.
Me ha llamado la atención esta parte del artículo de D. Gregorio:
"En la tele simplemente no se creen que les puedas decir no. Se lo toman, según parece, como una afrenta o una muestra de orgullo."
Qué curioso. Cuando era más joven y atractivo, me pasó algo parecido con algunas golfillas, que no podían entender mi rechazo.
¡Ay, las teles! Esas lumis.
Se agradecen los halagos, amigos... yo siempre he dicho que el órgano más eréctil de un hombre es el ego. A mi edad, obviamente, uno no está para perderse ni uno (halago, claro).
ResponderEliminarNo nos hubiéramos enterado si usted no dispusiera de este blog.
ResponderEliminarCreo que este proceder de los "importantes diarios" deberá extinguirse de forma inexorable. Más que nada porque los blogs consiguen que les veamos las bragas sucias debajo del faldón, y ya saben que en internet el pasado no existe. Todo es presente y se encuentra a un clic.
En algún caso se están planteando seriamente publicar solamente de viernes a domingo, y dejar los días laborables la "información" al pairo internáutico.
Eliminar"La periodista intentaba argumentarme que no importaba en absoluto que mis opiniones fueran prejuiciosas, sino que llevasen mi firma."
ResponderEliminarPobre mujer, ella sólo reconoció la "auctoritas" que solemos requerir para la escuela. Visto está que los infantes son más independientes que los medios. Vamos, el mundo al revés.