En el otoño de 1940, cuando Francia yacía en tierra, vencida, tuve un coloquio con un yugoslavo, el poeta serbio Ivo Andric, al que aprecio extraordinariamente. Estábamos unidos en el conocimiento y la admiración común a Léon Bloy. El serbio me contó la siguiente historia, tomada de un mito de su pueblo: Durante todo el día, Marko Kraljevic, el héroe de la leyenda serbia, luchó con un poderoso turco y, tras duro combate, consiguió derribarlo. Después de haber dado muerte al enemigo vencido, se despertó una serpiente que dormía en el corazón del muerto, y habló así a Marko: "Tuviste suerte de que yo estuviera dormida mientras duró vuestra lucha". Entonces exclamó el héroe: "¡Ay de mí! ¡He matado a un hombre que era más fuerte que yo!".
Conté la historia a algunos conocidos y amigos, entre ellos a Ernst Jünger, que estaba en París como oficial del ejército de ocupación. A todos nos impresionó profundamente. Pero todos veíamos también claramente que los vencedores de hoy no se dejan impresionar por semejantes leyendas medievales.
Conté la historia a algunos conocidos y amigos, entre ellos a Ernst Jünger, que estaba en París como oficial del ejército de ocupación. A todos nos impresionó profundamente. Pero todos veíamos también claramente que los vencedores de hoy no se dejan impresionar por semejantes leyendas medievales.
Carl Schmitt
'vendedores de hoy' creo debería decir 'vencedores', lamentablemente de vendedores andamos sobrados.
ResponderEliminarTiene razón. Gracias.
ResponderEliminarYo creo que vendedores, también era correctísimo.
ResponderEliminar¿Memorias históricas?
ResponderEliminarAcabo de ver que Chantal Delsol tiene blog.
ResponderEliminarEn réalité, il ne faut pas confondre la grande société, ouverte parce que les individus n’ont pas choisi d’y entrer, et donc se donnant ses propres fins à partir des volontés des individus ; et les sociétés internes, plus petites, et fermées au sens où leur finalité est déjà-donnée, les individus ayant le choix d’y entrer et d’en sortir. C’est pourquoi d’ailleurs, dans les sociétés ouvertes, on punit mais on n’ostracise pas, tandis que dans les sociétés fermées, on ostracise et on ne punit pas. Je puis changer de syndicat et même de religion. Mais je ne puis changer de patrie (en tout cas plus difficilement) : la patrie ne peut donc pas m’imposer les finalités. Ainsi la véritable démocratie, instaurée dans une société globale, instaure-t-elle un débat sur les finalités, et c’est bien là sa caractéristique.
http://www.chantaldelsol.fr/monasteres-et-democratie/
Demonios, el sábado pasé la mañana en un monasterio, en una cartuja, mejor dicho. Y aún estoy pletórico de gracia santificante.
ResponderEliminarEsperemos que no acabe usted haciendo voto de silencio internáutico.
ResponderEliminarOtra cosita. Finkielkraut sobre qué es la escuela.
http://www.audenciatv.com/index.php?id=987&tx_oxcsflvlib_pi1[page]=3&tx_oxcsflvlib_pi1[vid]=6&cHash=d54d443d8c
Si el enlace no le lleva directamente, busque entre las conferencias de abajo.
Pues no le aseguro a usted nada. Viendo a aquellos monjes de noventa años lucir su salud de hierro y su despreocupación mundana, sin que les afectara ñlo más mínimo las variaciones del Ibex... no sé... no sé.
ResponderEliminarMe parece que éste sí que funciona (estos gabachos no le han acabado de pillar aún el truco al interné).
ResponderEliminarhttp://www.audenciatv.com/index.php?id=987&tx_oxcsflvlib_pi1page=1&tx_oxcsflvlib_pi1vid=6&cHash=98eca14ee8