“El hombre
rudo ha oído afirmar magistralmente al bachiller que no hay Dios (…); el hombre
rudo ha visto al semidocto reírse de las cosas santas, y no hay cosa más contagiosa
que la risa; el hombre rudo se ha hecho descreído en religión y crédulo en economía
política; concede a Proudhon la fe que niega a Jesús, y burlándose de los milagros
pasados, cree en los futuros.”
Buenos días señor Luri. Yo no sé cuando fue que se divorciaron en la pedagogía española los conceptos de doxa y pensamiento crítico, como si la disciplina de un docente en su línea de enseñanza no pudiera conciliarse con la libertad de pensamiento y generar consecuentemente en los alumnos una sana capacidad de interpretación. Tiene usted dicho que "la creación del interés es, sin duda, la clave del éxito del aprendizaje". Sabias palabras. Ya Ortega decía que en puridad el oficio del maestro radicaba fundamentalmente en su capacidad de encender la chispa del intelecto, de la curiosidad concentrada. Modestamente pienso que el concepto de "motivación" tal como lo ha venido proponiendo la LOGSE en los últimos años, ha sido nefasto. No se le puede exigir cada vez más al profesor y menos al alumno. Ese "hombre rudo" de Concepción Arenal no lo es por falta de sensibilidad o inteligencia, sino precisamente porque ha sido educado en un dogmatismo anarquista sin pies ni cabeza. Decía Giner de los Ríos que su más alto ministerio como maestro era administrar el "Santo Sacramento de la conversación". Muchas gracias de nuevo, señor Luri, por dejarme traer aquí estos argumentos.
ResponderEliminarGran señora que hace falta recordar y releer de vez en cuando.
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