Esta tarde he asistido a lo que supuestamente era la presentación del libro de Yves-Charles Zarka “Un detalle nazi en el pensamiento de Carl Schmitt”. Tal como ha ido la cosa he entendido perfectamente los palazos que ha recibido este panfleto tanto en Italia (cosa que Zarka ha subrayado) como en Francia (cosa que ha ocultado). El mensaje ha sido sencillo: Schmitt era un personaje perverso, más manipulador que inteligente y, por supuesto, completamente falto de escrúpulos. Y se han presentado abundantes textos –todos ciertos, recalco- para sostener esta tesis.
El problema es que Carl Schmitt fue un personaje complejo e intentar resolver su complejidad ocultando los hechos que no se avienen con el panfleto, no parece muy serio.
Se lo ha acusado de antiliberal, que lo era. Pero hay que añadir: como el 95 por ciento de la población continental europea. Se lo ha acusado de antijudío –que lo fue y de manera notabilísima-, de cínico, manipulador… y, sobre todo, de haber elaborado un sugestivo mito de sí mismo que ha condicionando las interpretaciones poco perspicaces de su pensamiento, que por lo visto son casi todas, excepto la de Zarka.
Voy a limitarme a ofrecer una serie de hechos, perfectamente documentados, que no tienen la intención de reivindicar a Schmitt, sino la complejidad de su figura y, dicho sea de paso añadiré que quien jibariza el pensamiento de un filósofo complejo para poderlo manipular con más facilidad, nos habla más de sí que del filósofo en cuestión.
1. Carl Schmitt fue, durante mucho tiempo defensor de la Constitución de Weimar. Buena parte de su prestigio internacional se lo ganó con sus análisis del derecho constitucional en la República de Weimar. Defendió la aplicación de las cláusulas constitucionales que permitían una salida presidencialista de la crisis en la que se veía inmersa Alemania, para evitar así la parálisis política y la alternativa totalitaria. Coincidió en esto con el jurista socialdemócrata Ernst Fraenkel.
2. Los especialistas de la constitución de la República Federal Alemana han resaltado la presencia latente de las ideas de Schmitt en los debates constitucionales. El mismo Schmitt se reconoció a sí mismo en ciertos aspectos de la Constitución de Bonn.
3. La colaboración de Schmitt con los nazis comienza en 1933 y concluye en diciembre de 1936, al ser desposeído de todos sus cargos oficiales y funciones políticas relevantes a causa de la desconfianza que despertaba en el núcleo duro de las SS, que siempre le reprocharon las relaciones que había mantenido con los judíos, las iglesias y los conservadores. El día 3 de diciembre de 1936 la revista portavoz de las SS, Das Schwarze Korps, le dirigió un ataque directo que se hizo aún más virulento en el siguiente número. Se le acusó de mentiroso y oportunista y se citaban los artículos suyos anteriores al 33 en los que había rechazado la ideología racista.
4. Si el pensamiento de Schmitt contamina, entonces resultaron contaminados todos cuanto lo admiraron, entre los que se encuentran Aron, Kojève, Taubes, Derrida, Agamben…o incluso René Capitant, el jurista de Charles de Gaulle.
5. ¿Y qué decir de la herencia schmittiana del maoísta Joachim Schickel o del ecologista Joschka Fischer?
6. Zarka ha resaltado que Schmitt persiguió con saña el pensamiento judío y que defendió la radical separación del pensamiento alemán del judío. Se le ha olvidado decir que las modificaciones que introdujo en la tercera edición de una de sus obras fundamentales, “El concepto de lo político”, le fueron sugeridas por el judío Leo Strauss, de quien conservó cuidadosamente su correspondencia.
7. Walter Benjamín reconoció abiertamente su deuda intelectual con Schmitt. Cuando le envió su libro sobre el drama barroco (“Ursprung der deutschen Trauerspiels”) le adjunto una carta en la que le decía: “Os daréis bien pronto cuenta de hasta qué punto este libro os es deudor en cuanto a la presentación de la doctrina de la soberanía en el siglo XVII. Permitidme que os diga, además, que gracias a vuestros métodos de investigación en filosofía del Estado, he encontrado en vuestras obras ulteriores, en particular en ‘La Dictadura’, una confirmación de mis métodos de investigación en filosofía del arte’”.
8. Quien quiera comprobar la inteligencia de Carl Schmitt, que lea los interrogatorios a que fue sometido en Nuremberg. En un momento dado le recuerda a su interrogador que en 1936, cuando él estaba siendo difamado por las SS, se celebraron las Olimpiadas en Berlín, “con la participación de todas las naciones del mundo”.
9. Se ha dicho que Schmitt tenía una concepción racista del enemigo, y se ha presentado un texto para confirmarlo. Yo presento otro, y que cada cual deduzca lo que quiera: “¿A quien puedo, en suma, reconocer como mi enemigo? Visiblemente solamente a aquel que puede ponerme en apuros. Al reconocerlo como enemigo, reconozco que puede ponerme en apuros. ¿Y quién puede realmente ponerme en apuros? Solamente yo mismo. O bien mi hermano. Es eso: el otro es mi hermano; el otro se presenta como mi hermano, y el hermano se presenta como mi enemigo. Adán y Eva tenían dos hijos, Caín y Abel. Así comienza la historia de la humanidad” (1947).
10. El día 29 de abril, en el transcurso del tercer interrogatorio a que es sometido en Nuremberg, el interrogador le pregunta: “¿No os da vergüenza haber escrito en su momento cosas como las que escribisteis?”, a lo que Schmitt contesta: “Al día de hoy, sí, evidentemente”.
Pero la tarde, gracias a Dios, no ha acabado aquí, sino con una cerveza con el gran
Ferrancab.