I
En casa. Reencuentro con la comodidad, la familiaridad, la previsibilidad, el orden, la armonía, la limpieza, la programación eficiente, la tranquilidad, la higiene, lo conocido... Nuestro mundo es un inmenso mecanismo en el que cada pieza está en su sitio y echo un poco en falta algo que hemos perdido: la cotidianeidad de lo imprevisible.
II
En el aeropuerto de San Juan, en la fila de embarque de mi vuelo hacia Bogotá, hemos asistido a la ruptura en directo de una pareja de mediana edad que, según todas las apariencias, se iba de vacaciones.
III
Claro que la exposición a la intemperie es también exposición a la inseguridad. El chófer que pusieron a mi disposición en San José me cuenta camino del aeropuerto que cada año hay turistas que se pierden por las zonas selváticas de Costa Rica y acaban teniendo encuentros fatales con cocodrilos, serpientes tan letales como bellas, la hormiga bala, la araña errante, el jaguar, la rana dardo venenoso de tres rayas, etc. Me especifica que las víctimas más frecuentes son los ecoturistas.
IV
Una foto para el recuerdo en el Museo Nacional de Costa Rica, de izquierda a derecha, José Chaverri (que ha sido mi ángel de la guarda), la ministra de educación, el ministro de cultura y un servidor de ustedes.
V
Lástima que un viaje como este tenga que acabarse en un avión de regreso a casa ante un menú infecto. Miro a mi alrededor y veo a los otros pasajeros devorar lo que nos dicen que es comida, a pesar de sus apariencias. Hace falta tener un estómago hecho a todo, como el de un cocodrilo, para enfrentarse a esta tarea.
VI
Según La Nación, de San José, un proyecto legislativo pretende reconocer a los animales como seres sintientes y así otorgarles ciertos derechos. Me parece muy bien y, por eso mismo, me pregunto si no debiéramos reconocer al feto humano como animal.
VII
En el mismo diario, este artículo de José Luis Arce:
VIIILa última mirada al comedor del hotel Radisson
IXLo mejor de volver: que tu hija te esté esperando en el aeropuerto.