Si uno va, por razones tan obvias como urgente, a un váter de una sala de arte y al abrir la puerta se encuentra con un calzoncillo en el suelo, ¿cuál debe ser su reacción? Se supone que una persona educada es capaz de interponer un espacio de reflexión entre el impulso inmediato y el gesto. Y si se encuentra un calzoncillo en el suelo de un váter de una sala de exposiciones de fama mundial, la reflexión es imprescindible.
En estas cosas conviene comportarse de la manera más prudente, no vaya uno a pasar por palurdo.
Así que ya me veis, con la puerta abierta, las piernas entrecruzadas y meditando."¡Alto ahí! ¡Esto puede no ser lo que parece, sino una instalación". Ya sabéis que el arte es muy, muy platónico. Acababa de pasearme perplejo por un par de exposiciones y aún llevaba el ánimo confundido. "Piensa -me dije- que la famosa fuente de Duchamp es una obra de arte y que tu admirado Manzoni insistía en que es arte todo lo que lleva la firma de un artista".
No me apetecía verificar si el calzoncillo llevaba o no firma, más que nada por miedo a encontrarla. Menos mal que me arrancó de las cavilaciones estéticas la urgencia corporal, porque el cuerpo tiene razones que ni la razón ni la sensibilidad estética ni la compostura ritual entienden. Hice un par de fotos para dejar constancia del hecho para la posterioridad y abrí intrigado otra puerta. Para mi alivio sólo me encontré con un váter.
¡Qué reconfortante es encontrarse con lo obvio en una sala de exposiciones!
En estas cosas conviene comportarse de la manera más prudente, no vaya uno a pasar por palurdo.
Así que ya me veis, con la puerta abierta, las piernas entrecruzadas y meditando."¡Alto ahí! ¡Esto puede no ser lo que parece, sino una instalación". Ya sabéis que el arte es muy, muy platónico. Acababa de pasearme perplejo por un par de exposiciones y aún llevaba el ánimo confundido. "Piensa -me dije- que la famosa fuente de Duchamp es una obra de arte y que tu admirado Manzoni insistía en que es arte todo lo que lleva la firma de un artista".
No me apetecía verificar si el calzoncillo llevaba o no firma, más que nada por miedo a encontrarla. Menos mal que me arrancó de las cavilaciones estéticas la urgencia corporal, porque el cuerpo tiene razones que ni la razón ni la sensibilidad estética ni la compostura ritual entienden. Hice un par de fotos para dejar constancia del hecho para la posterioridad y abrí intrigado otra puerta. Para mi alivio sólo me encontré con un váter.
¡Qué reconfortante es encontrarse con lo obvio en una sala de exposiciones!
Llevaba el teléfono escrito y era un guiño a una mujer de la limpieza que trabaja en las instalaciones. No falla. Yo, barro la de dios, vi, sentí, pisé, don Gregorio, pero dioses en el Camino del bosque.... hoy no. Me voy a la cama. Un abrazo. No hay como caminar para adelantar la hora en que normalmente se te cierran los ojos diez horas.
ResponderEliminarPor cierto, mi foto del baño de hoy es un perchero en un baño, pero bonito bonito bonito, en el que yo pondría abrigos, y que servía para colgar rollos de papel higiénico. Vaya causalidad que dos dos hayamos tomado instantáneas en tal lugar.
ResponderEliminarAsi , la foto , tiene la pinta de un bodegon contemporaneo o uno de esos performances revindicativos de algo , quizas de servicios higienicos ecologicos ...:) ( comentario lease con la ironia justa )
ResponderEliminarSeguro que había una cámara oculta
ResponderEliminarUna prueba casi definitiva: si alguien está dispuesto a comprarlo es que es una obra de arte. Igual ha perdido usted la ocasión de hacer una pasta.
ResponderEliminarAunque no siempre es tan fácil desgranar lo obvio.
ResponderEliminarUn calentón parejil en el baño entre tanto arte contemporáneo, en el fondo es una pizca de sobriedad, algo de antaño.
no me sorprende que te guste el camarada heidegger
ResponderEliminarHay que resaltar la extrema pulcritud del lugar, la música de ambiente, el cuidadoso diseño de todos los detalles, etc. Así como lo sofisticado de los visitantes que me había encontrado por mi recorrido por las dos exposiciones que acababa de visitar.
ResponderEliminarHitlercito: Que a mi me guste Heidegger -que me gusta- no tiene mayor importancia, yo tan sólo soy un nefelebata melancólico. Lo que es más preocupante es la cantidad de gente que utiliza argumentos heideggerianos sin saberlo.
ResponderEliminarDudo mucho que fuera debido a un calentón. No hay nada menos libidinoso que el arte moderno.
ResponderEliminarPues yo simplemente reprimiría las ganas de vomitar y saldría por patas...
ResponderEliminarNunca se sabrá sobre las urgencias del propietario de tal prenda y su decisión de pasar a la posteridad. Abrazos.
ResponderEliminarPues me anima usted a contar una anécdota. En una de las primeras ediciones de Arco , andábamos de viaje por Madrid una amiga y yo. Aprovechando la mañana dominguera nos acercamos al rastro. Mi amiga "rampoinera" de pró , acertó a encontrarse con una caja , antaño rústico y humilde baúl de ajuar , de ajuar pequeño y regateando habilmente llegó a un acuerdo con el vendedor, un gitano que la tenia en la trasera de una furgoneta junto a cuatro platos , una olla ,y unas tallas visigóticas.
ResponderEliminarNos regaló los platos y desde allí cada una con una asa de la caja en mano ,y en vista de la hora, cogimos un taxi y nos fuimos al Parque Ferial Juan Carlos I que era donde se celebraba Arco.
Al entrar depositamos el arcón en guardarropía , que lo acogieron con cierta cara de asco , y enérgico bufido , más que nada encaminado a apartar el serrín de la carcoma que había empezado a dejar un reguero importante por todo el vestíbulo.
Recorrimos la feria de arte contemporáneo , durante todo el día y finalmente , al atardecer recogimos velas , baul y platos y ya nos íbamos , cansinas , en el gesto de carretear otra vez cada una asa en mano el mamotreto , cuando un vigilante de las flamantes instalaciones nos interceptó el paso.
Quería que le enseñáramos la factura de la pieza.
El tenía órdenes de interceptar cualquier sospechoso de haber sustraido un objeto.
Y aquello , aunque era "una mierda" podia pertenecer a alguna galería.
No le quitamos la razón.
Estuvimos una media hora dando explicaciones a guardias , comisarios y galeristas...
Finalmente pudimos llevarnos el arcón , antes de se lo acabara llevando la carcoma...