"En realidad, sólo se puede experimentar la belleza cuando tenemos el melancólico presentimiento de que todas las cosas del mundo acaban. Es la fugacidad de un objeto la que le confiere belleza, y esa fugacidad se manifiesta en sus grietas y fisuras, que son manifestaciones de decrepitud. Temer a la muerte es renunciar a la belleza a cambio de lo bonito, esa rebelión fláccida contra la corrosión. Caminar pensando en la muerte es abrir el corazón a relámpagos de fuego que no tienen igual"Eric C. Wilson
"Contra la felicidad. En defensa de la melancolía"
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miércoles, 21 de mayo de 2008
En defensa de la melancolía
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Perillán
I Contestándole un mensaje a Jorge Freire me emerge espontáneamente de no sé donde, pero directo y contundente, el adjetivo "perillán&...
Renunciar a la belleza a cambio de lo bonito... ¿No es esa la enfermedad de los tiempos? Hace unos días me preguntaba por el lugar en que se esconde la belleza de la música, hoy. La música es la única construcción original de Europa, el monumento a la belleza, que surge de nuestra cultura. Lo escribe Cioran (lo releí ayer en su ensayito sobre Europa)y pienso que es cierto. Y bien, ¿donde hoy la belleza? ¿Solamente en el observador? El orientalismo de Tanizakis, que trata de encontrar a la belleza siempre diferente de la luz incidiendo un día tras otro en una madera lacada que envejece con el tiempo...
ResponderEliminarEstamos meláncolicos, Luri.
Si sólo fuese un melancólico presentimiento...
ResponderEliminarLuis, Júlia (qué bien, poder uniros en un comentario): Que sepa la melancolía que disfrutaremos de ella con melancólica alegría.
ResponderEliminarPero... ¿que ocurre si crees haber experimentado la muerte?. ¿Qué ocurre si crees firmemente que nada se destruye sino que se transforma?. ¿Podríamos definir la melancolía como una mezcla de tristeza y añoranza?. ¿Se pueden echar de menos cosas que no se tuvieron jamás?.
ResponderEliminarUn gesto de ternura proferido en un descuido... Una mirada ausente que dejó sin aire un a recuerdo olvidado...
¿Es eso melancolía?
es que la melancolía, tal y como la entendemos ahora, Luri, no es lo que era. Yo diría que es una tristeza amorosa y alegre.
ResponderEliminar"Tot canvia, res no mor." (P.O. Nason)
ResponderEliminar"tan preparada està la nostra ment per capir les coses altíssimes de la natura, com els ulls de l'òliva per mirar el sol" (Aristòtil)
¿Respondes así a mi artículo de ayer donde se desvelaba que según un estudio los de derechas son más felices?
ResponderEliminarSe suele asociar la melancolía a lo decadente, lo enfermizo, lo débil; al contrario, creo que sólo alguien intrínsecamente fuerte se puede permitir la entrega a la melancolía. Tiempos débiles los que no se dejan contemplar las cosas desde una melancolía poderosa.
ResponderEliminarComparto absolutamente el comentario de Luis Rivera sobre la sustitución de lo bello por lo bonito en música, y el atrincheramiento de la idea de belleza en la subjetividad caprichosa.
Estimada Judith: Yo no dudo de que tu hayas podido tener experiencias singulares, sólo te aseguro que yo no puedo entenderlas. Respecto a Arióteles, no puedo estar más de acuerdo, precisamente por eso utilizo el escepticismo como vacuna.
ResponderEliminarSupersantiano: Me gustó ese artículo. Siempre se ha dicho que en los USA los republicanos es manifiestan más felices que los demócratas. Pero aquí, viendo a los del PP no sé bien qué decirte.
ResponderEliminarLo que sí veo es a muchos de antiguos progres militar activamente en alguna de las franquicias de la New Age.
Borja: Me imagino que hay diversas maneras de ser atrabiliario y saturnal. Posiblemente la bilis negra también tiene sus matices.
ResponderEliminarYo creo que el espíritu melancólico tiene muy vivo el sentimiento de pérdida, pero eso está en condiciones de apreciar la presencia de la fragilidad.
En el libro citado, "Contra la felicidad", el autor, Eric C. Wilson, reclama la belleza de los cuerpos marcados por sus biografías, y no meramente re-diseñados para la próxima temporada. Este es el ejemplo que pone él entre la cara meramente bonita, a base de botox, y la cara hermosa, labrada por la intensidad de una biografía.
Los melancólicos, sin duda, nos quedamos con la segunda cara.
Por desgracia caballeros, la mayoria de gente cree no tener tiempo para analizar o recrearse en un sentimiento que nos hace ser conscientes de lo hermoso... lo hermoso que fue, lo hermoso que podria llegar a ser, o lo hermoso que jamas sera... Y por tanto, es mas sencillo escuchar los 40 que encontrar tiempo para disfrutar de Puchini.
ResponderEliminarCompré el libro de C. Wilson para regalárselo a Urodonal (le han caído los cuarenta), y lo leí apresuradamente antes de dárselo.
ResponderEliminarSería una magnífica lectura para esta tarde lluviosa. ¿Qué leeré en su lugar? Hummm... ¿qué tal Cumbres Borrascosas?
¡Muy poco nietzscheano, eh, Gregorio! (Es que estoy con él, bastante a punto de desmontarlo y reivindicarle un poco al mismo tiempo, ya verás... je, je! ¡Ah, y, como verás, también con los primos de nuestros primos...!) En fin, a ver cuánta melancolía somos capaces de soportar (y de disfrutar) antes de salir... ¿huyendo?, ¿volviendo?, ¿es lo mismo?
ResponderEliminarOye, por cierto, ¿ya está en librerías tu libro o en tus manos? Recuerda que me propongo un fugaz pasaje donde hagamos intercambio precapitalista.
¿Qué haremos cuando no nos permitan esa extraña felicidad de envolverse de tristeza que es la melancolía? Porque está claro que llegará el día que nos obliguen a tomar las pastillas para ser felices, y todos viviremos en ese "Mundo Feliz" de Huxley tan aterrador. O en ese "Farenheit 451" en que se quemaban los libros para que la gente no estuviera triste al conocer otras vidas mejores.
ResponderEliminarCarlos, me temo que aún tardará unos meses.
ResponderEliminarRespecto a Nietzsche, hay que pelear con él, pero teniendo mucho cuidado de no acabar siendo nietzscheano. La manía de injertarse 'textículos' de nietzsche ha sido un vicio, casi una plaga, estas últimas décadas.
Arrebatos: Formaremos guerrillas lloronas contra la sociedad terapéutica y aparecemos a llorar en lugares públicos en los momentos de celebración.
ResponderEliminarJudith: Estoy haciendo memoria... ¿no tenías una niña? ¡Dime que no me equivoco, anda...!
ResponderEliminarMe ha parecido un texto bellísimo y lleno de verdad. La muerte tiene mucha capacidad para darnos vida.
ResponderEliminarQuerida Isabel, bienvenida a la cueva de las ninfas.
ResponderEliminarHay una grieta, por donde pasa la luz.
ResponderEliminarUna melancólica per Natura.
Pensar en color melancolía
ResponderEliminares ser consciente de la real
impermanencia de las cosas.
Están vivas aquí y ahora
esa luz, esa planta ese tono de sol
es lógico
Los animales piensan así.
Somos domesticados
como decía El principito
en ese momento
ya representa algo para ti
y tienes que velarlo en vida
pues en muerto
ya no será disfrutado.
Lo echas de menos antes de que desaparezca
porque eres fuerte y real, consciente del aquí y ahora y de la impernanencia intínseca de las cosas.
Pero eso no es bueno ni malo.
Es.
Que ya es bastante.
Saludos cojonudos
de la punk
de la filosofica alegría.