Hablaba en el último post del imperialismo político del totalitarismo. Como en esta cuestión conviene no ser frívolos, quiero poner hoy un ejemplo de auténtico imperialismo político: el practicado por la polícía secreta de la desaparecida República Democrática Alemana, la "Stasi", que últimamente está de actualidad gracias a una magnífica película, "La vida de los otros".
Una de las actividades de la Stasi consistía en fichar los olores de los sospechosos. Utilizaba dos métodos para ello. Si el sospechoso era interrogado, se lo obligaba a sentarse en unas sillas especiales con una especie de bayeta en su interior que se impregnaba con su olor. Si no se tenía esta oportunidad, pues se entraba en su casa y se robaba su ropa interior usada. Estas "fichas" se clasificaban posteriormente y se guardaban en tarros de vidrio, muchos de los cuales aún pueden verse en el Stasi Museum de Berlín.
Una de las actividades de la Stasi consistía en fichar los olores de los sospechosos. Utilizaba dos métodos para ello. Si el sospechoso era interrogado, se lo obligaba a sentarse en unas sillas especiales con una especie de bayeta en su interior que se impregnaba con su olor. Si no se tenía esta oportunidad, pues se entraba en su casa y se robaba su ropa interior usada. Estas "fichas" se clasificaban posteriormente y se guardaban en tarros de vidrio, muchos de los cuales aún pueden verse en el Stasi Museum de Berlín.
si magnifica pelicula ayer la vi precisamente ....me dejo una sensacion de abatimiento
ResponderEliminarVaya, como en el perfume...Y que instinto tan animal...¿Lo es el poder?
ResponderEliminarmenos mal que hoy he puesto una lavadora, porque entonces, no hubiera habido tarros suficientes para almacenar mi ropa sucia.
ResponderEliminarRosa Montero:
ResponderEliminarLa oscarizada película alemana La vida de los otros, del principiante Florian Henkel-Donnersmerck, debería ser proyectada en los colegios. Es una obra maravillosa capaz de reflejar el horror de una dictadura totalitaria, en este caso la de la República Democrática Alemana. Y ese horror está explicado sin excesos, sin torturas, sin recurrir a los trazos gruesos, con la mera exposición de la perversión del sistema, de la absoluta falta de libertad. Con el agravante de que todo eso, toda esa aberración social y esa pena negra, se enmascaraba bajo un mentiroso manto de bellísimas palabras e intenciones, bajo la excusa de la revolución, del bienestar de los pobres y de la justicia. El totalitarismo de izquierdas es una repugnante enfermedad moral. El de derechas también, naturalmente, pero eso es algo mundialmente admitido: nadie discute el carácter patológico del nazismo. Y, sin embargo, ¡cuántos izquierdistas siguen añorando, disculpando y mitificando los infiernos de las dictaduras populares!
El perfecto ejemplo de esta ofuscación ética es el caso de Cuba.
En: http://barcepundit.blogspot.com/