Entre nosotros, sobre todo entre las gentes progres y filo-filósofas, es de cierto buen tono ironizar sobre la deriva cavernaria de Savater. Ya se sabe que el arma más eficaz de la izquierda ha sido siempre la burla. Reírse del contrario además de divertido es económico, porque nos ahorra tomarlo en serio y tener que rebatir sus argumentos.
He comprobado más de una vez que buena parte de los que actúan de esta manera no han leído ninguna de sus obras importante, pongamos por caso su “Ética como amor propio”, y lo arrojan al baúl de las causas perdidas por su desacuerdo con sus gestos políticos y artículos de opinión. Algunos le lanzan la que se supone que es la mayor condena para un filósofo: “Se manifiesta con la ultraderecha”. No es cierto. Pero si lo fuera, ¡anda que no me he manifestado yo con gentes de la ultraizquierda, con leninistas convencidos y hasta con partidarios –en el PSUC había unos cuantos- de los tanques soviéticos como fuerza liberadora de la clase obrera!
Por cierto: ¿Cuando pedirá perdón el estalisnismo por sus crímenes en España? ¿Para cuándo un acto de reparación de sus víctimas?
No tengo ningún inconveniente en aceptar que Savater es un filósofo mediocre. Pero no más mediocre que la mayor parte de autores que traducimos y recibimos con magníficas críticas, presentándolos con toda pompa y circunstancia, uno tras otro, como el (pen)último descubrimiento filosófico. Tengo más dificultades en aceptar que sus editores en diversas lenguas (sobre todo en italiano) sean filosóficamente ciegos. Pero todo puede ser.
En su ensayo introductoria a “El último puritano” de Santayana, Savater (por cierto: ¿alguien se atrevería a poner en duda su inmensa actividad divulgadora?) recoge la siguiente frase de Goethe: “Pensar es fácil. Actuar es difícil. Actuar siguiendo el propio pensamiento es lo más difícil que hay en el mundo”. Por esto mismo y porque le debo el descubrimiento de un Spinoza alegre y un Nietzsche profeta de la autofundación humana, estoy con Savater. Y no sólo contra ETA. Hoy estoy con Savater. Y punto.
Llevo tiempo dándole vueltas al mismo tema. Esta costumbre tan nuestra de esconder las vergüenzas, de negar la evidencia, no sé si es por la herencia católica, la todavía reciente dictadura o simplemente es condición española.
ResponderEliminarNo sé si soy demasiado joven o demasiado obtuso para comprender, pero creo que a este país le falta un partido que de verdad aglutine toda la ultraderecha. Creo que somos el único país europeo que sigue intentando esconder esta realidad. Me parece tan ridículo como intentar esconder que existen putas y que la gente hace uso de ellas (y pido disculpas a las putas por la comparación). Pero luego pasa que el PP tiene que esconder en las manifestaciones las banderas con la gallina.
Y perdón si me he desviado del tema, don Gregorio.
Definitivamente me he desviado del tema. Pero en mi descargo esgrimo que sólo conozco los artículos de Savater y una cosa ha llevado a la otra.
ResponderEliminarY yo.
ResponderEliminarA mí no me mate por contarle esto don Gregorio pero al leer lo de Goethe acabo yo de recordar a mi Jeremy Irons incitándome desde un cartel en la carretera... ya le digo que iba a hacer yo algo muy poco recomendable (visto lo visto lo fue pero no me arrepiento) y allá que estaba él con una copa de una bebida en la mano diciendo: yo nunca hice lo que debía, siempre hice lo que creí. Todo dependerá de lo que nos diga el sentimiento ¿o quería decir el pensamiento? Pensar considerando el sentimiento no es tan difícil si uno es honesto con uno. Seguir el curso de ese sentimiento, sí, pero ahí es donde me parece a mí que entra la cobardía en acción. Y cuando digo sentimiento digo que me parece a mí que todo lo tiene. Hasta una creencia. Por algo sera..
ResponderEliminarBuenas madrugadas :)
Yo de Savater a mis tiernos 13 aprendí que un héroe, era el que decidía luchar, cuando podría haber escogido no hacerlo. (para ello si no recuerdo mal, ponía como ejemplo a una hormiga soldado y a Aquiles escondido por su madre).
ResponderEliminarQuizá lo bueno que tiene, Savater, es que puedes leerlo, y no pensar absolutamente como él.
Elemental, querido Luri. Hoy estamos, y punto.
Sabater entretiene, instruye, invita a pensar. Es agudo y claro. Sus razonamientos, perfectamente desplegados, articulados, son convincentes y esclarecedores.
ResponderEliminarPractica el tan difícil arte de la pedagogía, y la divulgación. Sale de los cenáculos y se abre al público. Actuá como un verdadero maestro. Fascina, atrapa, ilumina. No siempre se puede ni se tiene que estar de acuerdo con él.
Pero se arriesga a exponer, a manifestar, a defender sus puntos de vista.
Obviamene, es un peligro mortal. En tiempos oscuros, las dobleces son lo que se llevan.
Cuando se condena a un escritor como Savater, se condena a toda una actitud, una ética, el plcer de contar, de compartir, de dialogar.
Qué bajo hemos llegado.
Pedro