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lunes, 16 de abril de 2007

David Hume

David Hume publicó los tres volúmenes del Tratado de la naturaleza humana durante los años 1739 y 1740. La aparición del primer volumen coincide con la tercera edición de Robinson Crusoe. No muchos años antes, en 1726, habían visto la luz Los Viajes de Gulliver. En este periodo los ingleses estaban comenzando a mirar con voracidad a todos los mares. Las librerías se llenaban con historias de naufragios, como The Voyages and Adventures of Captain Rober Voyle. Y, por supuesto, a los puertos llegaban mezcladas historias de descubrimientos fabulosos y de dolorosos fracasos. Quizás alguno de vosotros se estará preguntando qué demonios tiene que ver todo esto con la filosofía de Hume. Os voy a proponer una hipótesis que, al menos que yo sepa, aún no ha sido explorada por ningún historiador de la filosofía. Consiste en leer el Tratado empapado del aroma del salitre. Veamos:
Me siento -escribe Hume- como alguien que, habiendo embarrancado en los escollos y escapado con grandes apuros del naufragio gracias a haber logrado atravesar un angosto y difícil paso, tiene sin embargo la temeridad de lanzarse a mar en la misma embarcación agrietada y batida por las olas, y lleva además tan lejos su ambición que piensa dar la vuelta al mundo bajo estas circunstancias tan adversas.
Hagamos aquí un alto y recordemos el naufragio del Sussex,
en 1738, en el Cabo de Buena Esperanza. Lo curioso de este naufragio es que el capitán abandonó inmediatamente el barco, a las primeras señales de peligro, para refugiarse en un mercante que acudió en su ayuda, mientras los marineros se empeñaban en permanecer a bordo convencidos de la posibilidad de mantenerlo a flote. A punto estuvieron de lograrlo. Sigue Hume:
La memoria que guardo de errores y condiciones pasadas me hace desconfiar del futuro. La mezquina condición, debilidad y desorden de las facultades que debo emplear en mis investigaciones aumentan mi aprensión. Y la imposibilidad de enmendar o corregir estas facultades me reduce casi a la desesperación, y me induce más a entregarme a morir en la estéril roca en que ahora me encuentro que en aventurarme por ese océano ilimitado que se pierde en la inmensidad. Esta repentina visión del peligro me llena de melancolía.
Los marineros consiguieron llevar el Sussex hasta una cala, donde lo repararon lo mejor que pudieron y se hicieron de nuevo a la mar, pero desgraciadamente encallaron en unos arrecifes y tuvieron que abandonarlo. Tardaron diecisiete días en alcanzar tierra firme. Pero, claro, Hume está hablando de la razón y de sus límites y la razón no sabe a salitre (¿o sí?). Un extracto del primer libro del Tratado fue editado en Alemania con el título de Pensamientos nocturnos de un escéptico. Concluía con estas palabras que he recogido. Sabemos que conmovieron tanto a Kant que lo despertaron de su sueño dogmático.
Cuando en Los prolegómenos a toda metafísica futura Kant recuerda su deuda con Hume, compara a éste con un marinero que hubiera descubierto en la lejanía los perfiles de un nuevo continente al que, sin embargo, fue incapaz de llegar. Esa misión se la reservaba Kant para sí mismo.

7 comentarios:

  1. Claudio.

    Edimburgo enonces. Un gobierno de clérigos, pongamos como Teherán hoy. Más guerra civil. Más epidemias.
    Resultado: Hume y Adam Smith.
    ¡Toma determinismo!

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  2. Qué curioso. Desde hace unos días ando yo pensando en Hume y pensaba hacer un post con el famoso texto del yo como teatro que ni siquiera como teatro estable vale. Lo admiro. A pesar de sus sensaciones de lucha angustiante en proceloso mar abierto, se diría que navega dulcemente en un delicioso velero en aguas calmas, por la facilidad (aparente) con que deshace, como una azucarillo, el pesado sueño dogmático.
    Y nos deja con la posibilidad de que todo ande suelto de toda amarra, un barco a la deriva, errante, peor aún, un barco
    fantasma. Nos deja con un palmo de nariz, en fín.
    Un alumno me dijo una vez: "No me ha gustado, no tiene sustancia".
    Precisamente, precisamente.

    Lola

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  3. Claudio: rezo al Dios de Hume porque surjan un Hume y un Smith en Teherán en uno de estos próximos siglos.

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  4. Lola: Quizás pensando en ese texto de Hume escribió ortega aquello de "el hombre es un animal metafórico".

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  5. Vaya, me ha puteado la wikipedia. La balsa de la Medusa de Gericault es de 1819. Casi un siglo después.
    Parece que todo el siglo XVIII se lo pasaron a la deriva, para acabar practicando el canivalismo en el s. XIX.

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  6. Después de la leyenda artúrica, la gran épica inglesa es recientemente joven y se basa en la conquista del mar, . Una potencia con vocación de imperio, se lanza a la única manera en que su insularidad le indica lo que es conquistar, que es saltar a los continentes, con una flota moderna y disciplinada, sumamente profesional, motivada por el orgullo; de la misma manera que a los jóvenes de las clases elevadas se les inculca el sentido del deber y del servicio al proyecto. Al mismo tiempo la industria se consolida, el arte se hace nurgués, nace la literatura femenina (pocos paises han tenido tantas protagonistas femeninas en sus best sellers de los siglos XVIII y XIX) y Adam Smth. Épica todo ello, verdad y propaganda alimentándose la una a la otra.
    La popularidad de todo esto se demuestra, a modo de ejemplo, viendo la popularidad que la nueva prensa alcanzó con el juicio de la Bounty, en los principios del XVIII.

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  7. Hombre, Claudio, el fermento de la "common law" no es lo mismo que el velayyat-e-faqi...

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