Buscar este blog

viernes, 27 de abril de 2007

El arte de escuchar

Me ha costado mucho tiempo entender que la virtud que una mujer más aprecia en un hombre es que sepa escuchar. Los hombres que saben escuchar de manera verosímil son más y mejor amados. Es así de simple. A mis años, ya no tengo ninguna duda. He visto de cerca a grandes depredadores escuchar banalidades con un interés monstruosamente bien fingido, manejándolo como el pescador el cebo. Por otra parte me parece que una mujer está dispuesta a perdonar todo menos que no la escuchen.

Giacomo Casanova, por ejemplo, se pasó toda la infancia aprendiendo a escuchar. Si algo aprendió es a escuchar con completa atención. Quien lea sus memorias descubrirá inmediatamente su oído, tan fino.

Creían –cuenta en La historia de mi vida - que yo estaba aquí de paso, que era una carga pasajera. Ni mi padre ni mi madre me hablaron nunca. En cuanto se murió mi padre, mi madre me abandonó. Así se libró de mí. Todo esto no me producía ni felicidad ni infelicidad, ni alegría ni tristeza. No sabía qué era el miedo, la angustia, la curiosidad, ni conocía ninguna especie de esperanza. Yo solamente escuchaba.”

“Mi primer recuerdo es de comienzos de agosto de 1773, cuando tenía ocho años y cuatro meses. Se trata de la primera imagen de mi vida. Yo estoy de pie en un rincón de un cuarto, inclinado hacia adelante, con los ojos clavados en el charco de sangre que se estaba formando en el suelo con la sangre que manaba de mi nariz. Marzia, mi abuela, viene hacia mí con un cubo para lavarme la cara con agua fresca, y a escondidas de todos me saca de casa, me monta con ella en una góndola y me lleva hasta Murano. Al bajar de la góndola entramos en un cuchitril donde encontramos una anciana curandera sentada sobre un jergón. Tenía entre los brazos un gato negro y cinco o seis más andaban alrededor de ella. Las dos mujeres cuchichearon durante un buen rato sobre mi. Finalmente mi abuela le entregó un ducado de plata. La mujer me cogió entre sus brazos y me llevó hacia adentro mientras me decía que no tuviera miedo. ¿Miedo? ¿A qué? Yo sólo escuchaba.”

11 comentarios:

  1. "La naturaleza le ha dado al hombre una sola lengua y dos oídos para que pueda escuchar el doble de los que habla" (Epicteto).

    "Las ciencias pitagóricas no son sino los dos primeros pasos del filosofar, que consiste en aprender a ver y saber escuchar, es decir, las dos actividades humanas por excelencia "(Platón, Libro VII de la República).

    C.

    ResponderEliminar
  2. Dime, ¿cuál es la virtud que más aprecia un hombre en una mujer?

    (Gracias)

    ResponderEliminar
  3. No sé si la tesis es cierta o es falsa, pero comporta un saber que desazona.

    ResponderEliminar
  4. Anónimo: Supongo que eres un hombre. En este caso sabrás que estas cosas sólo las caballeros no las comentan en público.

    ResponderEliminar
  5. La verdad, tener la necesidad de hablar y que un hombre empiece a ver la televión el partido de fútbol de turno es como una patada en los...

    También creo que las mujeres perdonamos mucho más en general. Sea lo que sea.

    El hombre, cuando ve su orgullo herido, tiende a ceder mucho menos.

    ResponderEliminar
  6. Normalmente quien no escucha es porque habla; es una situación de poder. Cuando la mujer percibe que la escuchan alcanza una cierta liberación.

    ResponderEliminar
  7. mi esposa, despues de siete operaciones de oidos, una minusvalia, y dos audifonos implantados en el hueso craneal, siempre dice . lo mas agradable es el silencio de las personas cuando trina un pajaro. por eso yo estoy en silencio y me agrada escucharle, cuando me reprende.

    ResponderEliminar
  8. Es cierto, pero también se podría decir de otro modo, llevándolo a la sociobiología del engaño: "Los hombres que fingen que les interesa escuchar a sus mujeres, son más y mejor amados".

    Por supuesto, este fingimiento sólo funciona cuando no es demasiado consciente. Las ficciones del cortejo son tan costosas para el macho, que resulta preferible que no se de muy por enterado del costo auténtico.

    ResponderEliminar
  9. No es una virtud masculina la de escuchar , efectivamente , tampoco la de comunicar , como se ha mencionado aquí , quizás no escuchan porque hablan ellos , ese ensimismamiento y falta de atención lo captamos sobradamente las mujeres .No voy a generalizar , pero la experiencia vital hace a ciertos hombres usar ese comportamiento de oyente pasivo como reclamo , pero no nos engañemos , su fingimiento es pasajero .De todas formas siempre pensé era necesario conocer las diferencias y aceptandolas utilizarlas para el discurso vital .

    ResponderEliminar
  10. Ahora entiendo porqué llegué a odiar aquel jefe...: no paraba de hablar.

    ResponderEliminar
  11. Sobacaz: Es usted todo un caballero. Pero también un agravio comparativo.

    ResponderEliminar

Sobre el romanticismo pedagógico

I Tras enviar un epílogo para la edición en castellano del libro de Damià Bardera Incompetencias básicas, pienso en el mal que está haciend...